POETAS MEXICANOS:
20 del XX
JUAN EMIGDIO PÉREZ
Al conjunto de las
composiciones de diversos autores se le conoce como reunir un ramo de flores,
así lo dice Mario Bojórquez, pues desde la antigüedad es el significado que
tiene la voz griega, antología. Sin embargo, para lograr una
antología, lo comparo a los arduos procesos de la transformación minera, que
llevado a la producción editorial, serían: primero explorar los yacimientos
literarios que se han fijado según la época escogida; luego extraer los
principales autores que han trascendido de ese tiempo; después seleccionar las
muestras literarias más representativas y finalmente reunirlas en un libro,
para su divulgación y venta. Trabajo fácil de enumerar y difícil de realizar.
Estas
tareas no son tan penosas cuando se tiene visión y deseos de
rescatar personajes y obras que forman parte de nuestra literatura y cuyo
prestigio ha trascendido en el tiempo. Con ello se aporta algo útil a la
sociedad. Sobre todo en estos tiempos de premuras y de falta de interés en la
lectura, pues facilita y motiva tener en un sólo libro, un ramillete de textos
que al abrirlo nos sorprenderá con su contenido. Por estas razones, es digno de
mencionar la misión editorial que han emprendido Begoña Pulido y nuestro amigo
poeta durangueño José Ángel Leyva.
En
esta ocasión, me congratulo en dar a conocer uno más de sus éxitos editoriales,
titulado “Poetas mexicanos”, que forma parte de la sugestiva y atrayente
colección llamada “20 del XX”, la cual reúne veinte poetas nacidos de 1900 a
1949. Entre ellos se encuentran primero José Gorostiza nacido en 1901 y termina
con David Huerta nacido en 1949. Sin embargo, hacen una excepción al incluir
dos poetas que están fuera de este kilataje, por considerarlos que son poetas
que forjan la poesía del futuro o de principios del siglo XX, y se
incluyen de manera acertada a Carlos Pellicer y Manuel Maples Arce, nacidos en
1897 y 1898 respectivamente. Es preciso anotar que en otros ejemplares de esta
colección “20 del XX” ya figuran poetas de distintos países: Ecuatorianos,
Colombianos, Chilenos, Canarios, Venezolanos, Españoles y ahora Mexicanos. Sin
duda habrá otros poetas programados, que desean ser incluidos en este pequeño
universo de poesía latinoamericana.
El
título en sí ya tiene un mensaje que invita a descubrir cuáles fueron los
veinte poetas merecedores de ser antologados por Begoña Pulido y José Ángel
Leyva, y cumplieron los criterios de selección para ser merecedores de figurar.
De alguna manera como ellos señalan, esta publicación “tiene el sentido de
interrogarse acerca de los caminos elegidos y trazados por la poesía mexicana:
los lazos que establece con la tradición y aquellos otros que abre para
terminar, con el transcurso de los años, convertida ella misma en tradición”.
Esto es, el camino caótico, impredecible e inevitable del tornado
poético que se ensancha como nubarrones de ciclón y luego se descuelga con la
fuerza de la tradición del pasado, para terminar en el aguijón de lo nuevo; que
más adelante formará parte del pasado y dará vida a un nuevo aguijón, y así
sucesivamente se va enlazando el pasado con el presente en un palimpsesto
generacional e interminable de voces íntimas, voces estridentes o voces
crepusculares de poetas, que en el coro sinfónico de la palabra
escrita van alcanzado impetuosos la tonalidad de luz más alta.
La
antología de Poetas Mexicanos, reúne una muestra representativa de
la evolución de la poesía en la primera mitad del Siglo XX. Abre con los poetas
nacidos a principios de siglo, José Gorostiza en 1901 y Xavier Villaurrutia en
1903 y cierra con los más jóvenes de ese período, Marco Antonio Campos y David
Huerta nacidos en 1949. De este grupo once ya fallecieron, entre ellos Carlos
Pellicer en 1977 a los ochenta años y el más reciente Marco Antonio
Montes de Oca en 2009 a la edad de 77 años. Se incluyen dos mujeres: Rosario
Castellanos, fallecida en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974, en el vigor de la
vida de sus 49 años, y Elsa Cross, con registro de nacimiento en 1946. Tres de
los veinte poetas han visitado esta tierra duranguense: David Huerta, Antonio
del Toro y Marco Antonio Campos. Ellos llegaron a este valle primaveral,
almagre y ferroso a compartir sus experiencias y sembrar la semilla de la
amistad poética, que florece en la memoria de aquellos que tuvimos la
oportunidad de escuchar el oleaje de sus enseñanzas y la espontánea y jocosa
brisa de la anécdota de vida.
La
antología de “Poetas mexicanos”, es la magnánima cava que conserva las cepas de
las expresiones poéticas más selectas de la geografía mitológica del “Cuerno de
la abundancia”. Ellos sin ser dioses, con sus frutos poéticos encaminaron a los
nuevos creadores a plasmar un pie de verso, para el nacimiento de nuevas
expresiones que tienen el aliento generoso y afrutado de autores inconodulios,
que han sido favorecidos por quienes ostentan el poder de favorecer, así como
el poder de castigar o de perseguir. O ser de aquellos que se diamantizan por
el sabor tánico y abrasivo de los rebeldes e iconoclastas, como
Manuel Maples Arce, que a la edad de 23 años, lanza su manifiesto y funda el
movimiento estridentista, con Arqueles Vela en la narrativa, Germán List
Arzubide en la crónica y Alva de la Canal en la pintura.
¿Pero
cual fue el escenario de este grupo de poetas, habitantes, espectadores y
constructores de la literatura del siglo XX? El siglo XX fue un
siglo de guerras y de sangre. En Europa el 28 de julio de 1914 estalla la
Primera Guerra Mundial, llamada “La Gran Guerra” en la que murieron nueve
millones de combatientes. De 1939 a 1945 se vive el terror de la Segunda Guerra
Mundial en la que murieron sesenta millones de personas y se detonaron por
primera vez bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El
siglo XX es un siglo de enfrentamiento de lo caduco con lo nuevo. El siglo XX
es el momento insólito de romper el “Nudo Gordiano” que heredamos de la leyenda
griega. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograrlo? ¡Con las guerras! Trabajo
humano que el hombre conoce desde su estancia en las cavernas y a través del
tiempo ha perfeccionado para su beneficio y antojo.
En
México, el 20 de noviembre de 1910, se inicia la primera revolución socialista.
De 1926 a 1929 tuvimos nuestra Guerra Cristera. Las guerras son el camino de la
ruptura histórica del pasado, para dar paso al rostro de lo nuevo. La
modernidad es la nueva muchacha que acompaña a estos poetas y busca lucir sus
encantos en la pasarela del siglo XX. La influencia de las guerras, sacudieron
los cimientos literarios, plásticos y musicales y se hizo presente
la novedad de los ismos con su intento de negación del pasado.
Efectivamente los ismos se fueron, pero dejaron su rostro
impreso en las nuevas expresiones poéticas de su tiempo y la raíz de su cauda
aún retoña en el surco de algunos versos. Para recordar la efervescencia de
los ismos repasemos los siguientes: el futurismo
italiano, 1909; el expresionismo alemán, 1911; el imaginismo inglés de Ezra
Pound, 1912; el cubismo de Apollinaire, 1914; el dadaísmo de Tristán Tzara y el
creacionismo de Vicente Huidobro, 1916; el estridentismo de Maples Arce, 1921 y
el surrealismo de André Bretón en 1924.
Mi
referencia es la antología de Veinte Poetas Mexicanos, y al no
poder hacer mención de cada uno de ellos, todos sobresalientes, me referiré a
dos poetas que supieron transitar en el caos, pero conservaron un pie en la
tradición, para negarla y tomar impulso y a la vez avanzaron el otro pie para
atreverse en la experimentación, que es la puerta del futuro. Uno se refiere a
la vanguardia mexicana, el Estridentismo de Maples Arce, para lo
cual tomo un fragmento de su poema Canción desde un aeroplano, en
el cual logra unificar estética y poesía de forma distinta y sorprendente.
“Cantar.
Cantar.
Todo es desde arriba
equilibrado y superior,
y la vida
es el aplauso que resuena
en el hondo latido del avión.
A llegar te entregaré este viaje de sorpresas,
equilibrio perfecto de mi vuelo astronómico;
tú estarás esperándome en el manicomio de la tarde,
así, desvanecida de distancias,
acaso lloras sobre la palabra otoño.”
Otro
de los poetas que me permití seleccionar es Efraín Huerta, creador de los
“poemínimos”, de los cuales expresa: “el poemínimo está a la vuelta de la
esquina o en la siguiente parada del metro. Un poemínimo es una mariposa loca,
capturada a tiempo y a tiempo sometida al rigor de la camisa de fuerza”.
Agrega: “Hacerlo requiere de una espontaneidad diferente a la del meditado
epigrama, y de un maligno toque poético que lo coloca a cien años de luminosa
oscuridad del hai-kai (haikú), tampoco es un aforismo ni un apotegma ni un
dogma”. La estructura del poemínimo consiste en una delgada hilera o columna de
palabras o diríamos de versos, que sirven para expresar un sentimiento
sorpresivo, irónico y jocoso.
AY
POETA
“Primero
Que
nada:
Me
complace
Enormísimamente
Ser
un buen
Poeta
De segunda
Del
Tercer
Mundo.”
Fechado
el 30 de junio de 1969.
Casi
al parejo de la decadencia del Estridentismo, surge un grupo de poetas jóvenes,
que después de diez años de estar publicando en forma dispersa, logran
aglutinarse en la revista Contemporáneos publicada en 1928. No
presentan un manifiesto como los Estridentistas, pero los une el deseo de
modernizar la literatura y se les conoce también como “el grupo sin grupo”. En
esta antología los “20 del XX” se incluyen a Carlos Pellicer, José Gorostiza y
Xavier Villaurrutia.
Después
de las etapas del Estridentismo y de los Contemporáneos, vienen los
postcontemporáneos y después de ellos, la pregunta sería ¿quiénes siguen? Por
lo pronto tenemos una antología de Poetas mexicanos del primer jubileo del
siglo XX. Yo los invito a comprarla y a releer algunos de los poemas de autores
que se han quedado en nuestra memoria, y de conocer algunos otros que no
tuvimos la oportunidad de disfrutar.
La
antología los “20 del XX”, abre con un acertado y benigno prólogo, que tiene
respuestas para aquéllos que formularan preguntas sobre la exclusión de algunos
autores reconocidos.
Y
sobre las preguntas ¿por qué escribir? ¿Para qué escribir? considero
oportuno leer la opinión poética de nuestro amigo Lasse Söderberg, que aparece
en su libro Lo Inconstante:
¿Para quién escribe el poeta?
para todo lo errante y
sufriente,
para todo lo que es
incesantemente abatido,
aniquilado. Para los grises
guijarros,
porque son semejantes a los
hombres.
Para todos y para nadie.
“El poeta escribe para el
viento”
Termino
con esta expresión que escuché hace poco: “La poesía no es para muchos
lectores, la poesía es para los mejores lectores” como ustedes.
Encuentro Internacional de escritores
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