El
Caduceo de Hermes
El caduceo de Hermes es un emblema o símbolo
del rejuvenecimiento cíclico de la vida situada entre los cuatro puntos del
universo. Indica también el movimiento de las almas, los espíritus y los genios
en la creación y expansión del mundo. Es también la serpiente que se muerde la
cola, al ser doble y bisexuado o gemelo de sí mismo, que contiene a los dos en
uno enrollados en espiral alrededor de la tierra para preservar de los peligros
de la desintegración. De tal dragón puede decirse que: “Por sí mismo no hace
nada, pero sin él nada puede ser hecho”. Integra pues la doble significación de
la dialéctica involución-evolución, que es también uno de los simbolismos de la
rueda, la cual sugiere la perfección del círculo pero con cierta valencia de
imperfección, pues se refiere al mundo del devenir, de la creación continua
sujeta a la contingencia y a lo perecedero. Nicolás de Cusa expresaba esta
intuición diciendo que el mundo es una rueda dentro de una rueda o una esfera
dentro de otra esfera. Se trata, pues, de la rotación que es renovación y
regeneración, del movimiento que va del remolino incesante de la manifestación
al retorno al centro del ser. Paralelamente al tantrismo, el bastón representa
a la serpiente kundalini como eje del mundo. Es también el motor inmóvil, el
cubo vacío en el centro del movimiento del que es eje y del cual no participa,
siéndole sin embargo indispensable. Se trata del solve et coagula, de los
movimientos alternativos de involución e involución. Como el ala es también un
símbolo de desplazamiento, de la superación de las condiciones del lugar – y
del estado mental que le es correlativo..
El simbolismo del caduceo se extiende así de
la astrología a la cerámica, la ornamentación, la metalurgia, la numismática,
hasta llegar al viaje del alma después de la muerte por caminos desconocidos,
conducida por rodeos concéntricos al foco central del ser eterno. Pero la vara
mágica del caduceo es también símbolo de fecundidad y de medicina. Las dos
serpientes se enroscan entonces en un falo en erección, indicando la
penetración del mundo conocido en el desconocido en busca del mensaje
espiritual de creación y liberación. Coronada por dos alas indica la síntesis
ctónico-uránica que igual evoca a los dragones alados chinos que al mexicano
Quetzalcóhuatl. La dualidad serpiente-alas indica el supremo estado de fuerza y
de dominio de sí, tanto en el plano de los instintos (serpientes) como en el
mental (alas).
El bastón es así el ecuador, las alas el
tiempo, mientras que las dos serpientes representan al sol y a la luna rodeando
la elíptica o juntos o separados. La varita de oro rodeada por dos serpientes
alude también a los dos principios que deben unificarse: el azufre y el
mercurio, lo frío y lo volátil, lo húmedo y lo seco o el calor y el frío, conciliados
en el oro del tallo del caduceo –que es, pues, la dualidad fundamental de todo
el pensamiento hermético, la cual debe ser reabsorbida en la unidad de la
piedra filosofal. El caduceo reúne, en efecto, a los cuatro elementos de la
naturaleza: la vara corresponde a la torre; las alas al aire, y; las dos
serpientes al fuego y al agua, en sus dos naturalezas: ardiente, por la
mordedura venenosa de la serpiente, y casi líquida por su fluidez,
convirtiéndose en fuente de vida o de muerte.
El caduceo es pues una narración
iconográfica y simbólica del equilibrio a través de la integración de dos
fuerzas contrarias. El combate entre las dos serpientes es arbitrado por
Hermes. Se trata de una liza que simboliza el combate interior entre fuerzas
opuestas, biológicas o mentales, del equilibrio moral o de la conducta, que
comprometen la salud y la honestidad de un ser.
La varita mágica se convierte entonces en el
Caduceo de Esculapio, en el símbolo de la divinidad o de su morada relacionado
con la eficacia divina del árbol cuyos poderes son la adivinación y la
curación. Se trata del caduceo de Asclepios que posteriormente fuera el caduceo
de Esculapio, en el cual las dos serpientes recuerdan un principio médico
mediante una historia legendaria: se cuenta que la sangre de Medusa que emanaba
de su costado fue recogida por el centauro Quirón, quien enseñó las artes
médicas a Esculapio, la sangre que fluía del costado derecho de la feroz
Gorgona era benéfica, mientras que la emergía del costado izquierdo era veneno
violento. Esculapio, el padre de los médicos, efectivamente usaba venenos para
curar a los enfermos y para resucitar a los enfermos. Cuenta el mito que el
hombre se sintió dueño de la vida por tal motivo e intentó suplantar al dios,
por lo que Zeus envió un rayo que lo fulminó al instante. Lo que en su carrera
olvido el gran Esculapio fue que la verdadera curación y la verdadera
resurrección son los del alma. La acción prudente del buen medico esta en
clavar el arma contra la trivialidad, en erguir el bastón-cetro, símbolo del
reino espiritual, sobre el cuerpo. La serpiente enrollada alrededor del bastón
como árbol de la vida, significa la vanidad domada y sumisa, donde el veneno se
torna remedio y la fuerza vital pervertida haya otra vez la vía recta. La salud
estriba en un justo medio virtuoso: en la justa medida donde se armonizan los
deseos, se ordena la afectividad, y se desarrolla la exigencia de
espiritualidad y de sublimación, las cuales presiden la salud del alma y el
vigor del cuerpo, logrando con ello el equilibrio psicosomático.
Con su vara mágica tiene así la capacidad de
adormecer a los despiertos, pero también de despertar a los dormidos. Así,
tiene en su poder la posibilidad de rasgar el velo de las apariencias,
condicionadas por los intereses mezquinos o meramente particulares, para hacer
acceder al iniciado al mundo de lo real y verdaderamente significativo para
enderezar su camino , o bien el de cubrir con velos y espejismos, con falsas
ilusiones al hombre que se yergue con pretensiones injustificadas o
insustanciales
Tales poderes los simboliza la milagrosa
vara mágica de la felicidad y la riqueza. Esta adornada con tres hojas áureas,
que sirven como protección contra cualquier perjuicio. De ella provienen los
poderes que las ganancias, tanto las encontradas como las que se calculan con
prudencia. Quien encontraba algo precioso en el camino o heredaba algo solía
dar las gracias a Hermes. De su vara también depende la rica abundancia para la
explotación minera al excavar nuevos posos. Así, no solo la riqueza de lo
hallado o trabajado, sino también la encerrada en las entrañas de la tierra son
asociadas al dios.
El caduceo de Hermes resulta un el emblema
de su misión celeste, la cual es básicamente la de conciliar reinos o
territorios en disputa, por lo que es un símbolo de paz. El bastón es un
emblema del poder, las serpientes de la prudencia, las alas de la diligencia y
el casco de los pensamientos elevados. En su función de buen guía que conduce
al elegido secreta y misteriosamente al lugar de la revelación o que igualmente
lleva con cuidado a aquellos que quieren separarse. Hermes es así el dios que
guía a los seres en sus cambios de estado o trasformaciones.
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