miércoles, 27 de febrero de 2019

Noche con Búho y Chispa Por Alberto Espinosa Orozco

Noche con Búho y Chispa

Por Alberto Espinosa Orozco 



En el fondo del ojo que se abisma
un resplandor de luz, apenas una chispa, 
se enciende reflejada entre la niebla
al rebotar en el espejo de la tierra.
Un escudo imparcial de madrugada
una balanza entre los días que se gastan
donde la angustia asfixiante mezcla al hielo 
un palpitar de sol cayendo desde el cielo.

Sobre un telón de fondo de satín cromado
las huestes en hileras van marchando
imantadas por la fiebre del abismo
para arder más allá del cataclismo.

El ulular del un búho torvo mensajero 
cruza en su vuelo el desierto de negrura
llevando en su sangrante pico una quimera
a la senda de las almas prisioneras.



lunes, 25 de febrero de 2019

Romualdo Hernández 

y su Grupo de Chirrines

El Libro 





ICED


Culpable
Plaza Fundadores


El Trovador Tenor 

Esperanza 

Filarmónica Juvenil Azteca de Durango



Museo Francisco Villa 6o Aniversario ICED


Un Viejo Amor





 Filarmónica Juvenil Azteca de Durango

Museo Francisco Villa

6o Aniversario
ICED

Merceditas




Grupo Los Araucanos 
ICED

Arbolito Arbolito



Filarmónica Infantil Azteca


Museo Francisco Villa


6o Aniversario

ICED







El Gorrioncillo



Filarmónica Infantil Azteca



Museo Francisco Villa

6o Aniversario
ICED


jueves, 21 de febrero de 2019

Museo Francisco Villa (La Casa de Zambrano) Por Alberto Espinosa Orozco

Museo Francisco Villa (La Casa de Zambrano)
Por Alberto Espinosa Orozco





El Palacio de Zambrano, hoy en día flamante Museo Francisco Villa, en la ciudad de Durango, fue ordenado construir por su el increíblemente rico minero y comerciante José Zambrano en el año de 1785 y terminado a finales del año de 1798, iniciándose en ese año la construcción, por órdenes del mismo propietario, la edificación del Teatro Coliseo, el cual fue inaugurado el 19 de marzo de 1800, habiendo tenido un costo de 22 mil pesos oro, estando su entrada en la ahora Calle de Bruno Martínez, llamada en ese tiempo Calle Coliseo –aunque fue remodelado y reinaugurado en 1910, abriéndose una entrada por otro costado, llamándose desde entonces Teatro Victoria, en homenaje al primer presidente de México, general Guadalupe Victoria. Enfrente del palacio se encuentra la Plaza IV Centenario, que originalmente había sido una huerta de monjes jesuitas y que el acaudalado hombre de negocios compró llamándose en su tiempo Plaza de Zambrano.

La imponente construcción palaciega del Conde Juan Joseph de Zambrano se realizó con una fachada en cantera, obedeciendo la tendencia barroca de la época, resultando a la vez sobria y afrancesada, sobre una extensión de 6 mil 200 m2. El palacete, suntuoso y monumental, está levantado sobre arcos de medio puto y columnas toscanas. El Capitán Juan José de Zambrano fue un rico minero que luego de explotar las minas serranas de Gurarisamey se asentó en la capital del estado de Durango, entonces capital de la Nueva Vizcaya, habiendo sido uno de lo diez hombres con mayores caudales de toda la Nueva España al finalizar el siglo XVIII. Vivió en lo que es hoy en día el Palacio de Gobierno con su esposa, un hijo y un hermano, teniendo todos ellos sus aposentos en la planta alta del inmueble.
Zambrano perteneció a la Orden de Santiago y aunque ostentaba ser Conde, y efectivamente era conoció como el Conde de Zambrano, el título en realidad nunca pudo obtenerlo rectamente. La calle que pasa por un lado de su magnífico palacio fue conocida en esa época como la Calle de Zambrano, en lo que es ahora la Calle Zaragoza. Zambrano fue un hábil comerciante y propietario de minas, increíblemente exitoso, cubriendo su camino en la ciudad para la fiesta de hija de lingotes de plata. Murió en el año de 1816, luego de la proclamación de la Independencia de la República Mexicana, pasando la regia construcción a ser rentada por sus propietarios al Gobierno de la Intendencia de la Nueva España, estableciendo el gobierno ahí sus oficinas y pasando a ser la Casa de Intendencia de la Provincia de la Nueva Vizcaya. Luego de la consumación de la Independencia fue la cede del gobierno del estado y la residencia de los gobernadores. Luego de 21 años de litigio, los herederos naturales de Zambrano ganaron el pleito resuelto en los tribunales en 1837 a favor de los hijos de su segundo matrimonio quienes, sin embargo, perdieron la propiedad, la cual fue embargada por el gobierno por falta de pago de las contribuciones y finalmente expropiada en 1957, adjudicándosela y pasando a ser desde entonces propiedad del estado y despachando en su interior los tres poderes –siendo hasta principios del siglo XX que el Poder Judicial tomó otra cede y hasta 1978 que el Poder Legislativo se trasladó al edificio del Congreso del Estado. Cede del Poder Ejecutivo del Estado de Durango, el palacete cuenta con un gran patio de planta cuadrada, empero, la vieja casona novohispana acusaba en su interior, luego del peso del tiempo, una infinidad de cubículos, tapancos y entrepisos laberínticos que ensombrecían la intención arquitectónica del conjunto.
Entre 1934 y 1935 Guillermo de Lourdes pinto al óleo una serie de bellísimos murales en el edificio. En el zaguán de la entrada principal pinto: las alegorías: “El Trabajo en la Hacienda porfiriana” y “La Acordada”. En los corredores del patio principal, el muro frontal y en los laterales, plasmó con un gran sentido didáctico la “Historia de la revolución y la Lucha de Facciones”, que es un mural histórico narrativo, cuya lectura está dispuesta, entrando por la puerta principal de izquierda a derecha. Pintó también dos hermosos murales de pequeñas dimensiones en la rampa de la escalera imperial y, junto con Horacio Rentería Rocha, en la planta alta del edificio, en el año de 1935, “La Patria con los brazos abiertos cobijando al pueblo”. De 1935 a 1936 Horacio Rentería pintó en los arcos del patio principal, una serie de escudo de armas de extraño simbolismo y personal diseño.
En la parte superior del cubo de la escalera principal se encuentran dos extraordinarios murales al óleo de estilo clásico y manierista de Luís Sandoval: “La Fundación de Analco por los Padres Franciscanos” y “La Llegada de Juárez Durango”. Hay también en el descanso de la escalera una escultura del Benemérito de las Américas, posada, en un nicho, debido a que el presidente Benito Juárez se alojó en sus aposentos por unos días, cuando regresaba del Paso del Norte, para restaurar la República, siendo por ese tiempo la cede del Poder Ejecutivo de la Nación.
Francisco Montoya de la Cruz decoró al fresco, en el año de 1937, el Salón Principal del Palacio de Gobierno, conocido como la Sala de Gobernadores, en la planta alta del palacio sobre el corredor sur, teniendo como asunto “La Liberación de los Trabajadores”. Pasados los años pintó otros frescos, entre 1950 y 1952, en los corredores del primer piso del Palacio de Gobierno: “La Educación Pública en Durango”, en el corredor oriente; “La Industrialización y el Progreso en Durango”, en e corredor sur, y; “La Agricultura y la Minería en Durango”, en el corredor oriente. En esa labor tubo como ayudantes a Felipe H. Santoyo y Salvador Hernández, y a Manuel Sánchez como maestro albañil, quienes, al lado del Maestro Montoya de la Cruz, plasmaron los temas de la minería, la agricultura, la educación y el desarrollo económico del estado de Durango. El Salón Principal del Palacio fue hasta 1978 la sala de sesiones del Congreso del Estado –siendo ahora la sala de reuniones del gobernador. Se encuentra también la Galería de los Gobernadores, donde se están los retratos de los gobernadores de Durango de 1824 a la fecha.
En el segundo cuerpo del edificio, junto a la Casa Principal, se encuentra una segunda edificación, menos esplendorosa, llamada la Casa Anexa, la cual se conecta por unas escaleras de herradura, de muy baja altura, diseñada para que las bestias de carga pudieran subir a la planta alta. En el cubo de l escalinata el Maestro Guillermo Bravo Morán pintó al acrílico, en el año de 1979, una fabulosa alegoría modernista y de colores vivos sobre el desarrollo histórico de México titulado “México: Raíces de su Historia”. Existiendo otra obra mural en la antesala del despacho principal, obra de Jorge Quiñones y Teresa Serrano. Y por último, uno grandes vitrales en el Patio Trasero, colocados a principios del siglo XX, que tienen como tema al Presidente Benito Juárez.
El día 14 de febrero del 2013 fue inaugurado el Museo Francisco Villa en la casona de Zambrano, la cual fue completamente remodelada para tal efecto, en el marco del 450 Aniversario de la fundación de la hermosa ciudad colonial de Durango. Tocó al alcalde capitalino Adán Soria Ramírez dar la bienvenida a los invitados especiales, como fueron los nietos de Francisco Villa, Emiliano Zapata y el gobernador de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes. El presidente del Comité de Festejos, Jorge Mijares Casas, apuntó que se cuentan muchas leyendas de Francisco Villa; muchos, indicó, que lo veían como un villano, pero otros veían el lado bueno y progresista, ya que fundó alrededor de 50 escuelas cuando terminó la Revolución. Ante ello, indicó que este museo servirá para que la gente conozca todos las caras del caudillo y que se forjen una idea de cómo era el personaje. El gobernador de Zacatecas Miguel Alonso Reyes hizo una invitación para la conmemoración de los 100 años de la Toma de Zacatecas, momento histórico en el que enlaza y hermana a Durango y Zacatecas y añadió que la entrega del Museo Francisco Villa es la obra más emblemática del 450 aniversario de la fundación de Durango.







martes, 19 de febrero de 2019

Atardece Por Alberto Espinosa Orozco


Atardece
Por Alberto Espinosa Orozco 



Atardece: declinan las horas mustias,
la luz del sol envejece, sus llamas,
aunque crepitan, no son enteramente
las mismas: su resplandor como un eco
ilumina las nubes que, en escuadras,
sedientas, marchan por el silente celaje.

El bochorno de las horas pasa, se extingue;
la caballera del día, que era trigo en la mañana,
se seca entre las crueles grisuras de la tarde
que se apaga, marchando con solemne amargura
a recostar su cien fatigada en las honduras del agua.

Más allá del horizonte el héroe rubio
 se va, se pierde y se apaga, apenas
iluminando, a lo lejos, las horas mustias,
que pasan, que caminan, pero que ya van
andando yertas, como las sombras que andan,
desiertas, sin poder ser ellas sus dueñas.

El polvo en torbellino levanta al tiempo,
exánime, que ya es juguete del viento
que lo levanta entre el polvo para luego
dejarlo caer fatigado, entre las cenizas
que, sin rescoldos, empiezan a volverse
nada: el segundo, el minuto, la hora

pasan: harapo gris desgastado
que cubre bajo su manto de ocres
colores la bastedad del poblado
-que de poco en poco recuerda,
sin remedio, la obra del tiempo fugaz
que, ya sin durar, es cruel gusano que pasa.

La tarde se agota, silenciosamente
se apaga, ya todo muere y declina,
como si fuera una ruina se desploma
bajo su peso la tarde, cargada de tiempo,
que el tiempo ha sumando a los días,
hundiéndolo en un óxido ajado.

La tarde es polvo quemado, el calor
que la encendía se va, los átomos
ya no giran ni le prestan más su vida;
se va, se precipita, haciéndose sombra
entre el cieno, presa ya del barro seco
  en la porosa guarida del moroso olvido.

Se oye tras las montañas un ulular
prepotente: se abren compuertas nocturnas
-el dulce sol ya declina, la luz opaca se muere
y poco a poco se apaga; en un último suspiro
se encienden chispas del día; nubes de rosa y naranja,
ya moradas, ya  malvas, luego grises... y luego son nada.