martes, 28 de mayo de 2019

Sin Rumbo Fijo

El Criterio del Bien y el Mal Por Alberto Espinosa Orozco 1a Parte

El Criterio del Bien y el Mal
Por Alberto Espinosa Orozco
1a Parte 

"La moral es esa voz sublime, que impone respeto, que nos amonesta invenciblemente aunque queramos callarla y tratemos de no escucharla".
Kant.




   La época actual de la post-modernidad y las ideologías globalizadas del pensamiento único han orillado a la reflexión filosófica contemporánea a concentrarse en un pequeño racimo de temas cardinales donde poder encontrar un respiradero a la presión histórica y generacional de nuestro tiempo, que pesan en la conciencia como si fueran verdaderas lozas de granito.
   La filosofía de la educación se presenta como una reflexión sobre la formación de la naturaleza humana, y por tanto como una teoría de la esencia misma del ser humano, de los propios o exclusivas del ser humano derivadas de su esencia, planteando a la educación misma como la utopía necesaria sobre cuyo fondo realizar los ideales de paz, libertad y justicia social. Filosofía de la educación, pues, que constituye por sí misma el marco de una filosofía de la esperanza, que permita un desarrollo humano más armonioso -marco sobre el que articular sistemáticamente una serie de expresiones (del pensamiento no menos que de la palabra bella, sin excluir las expresiones artísticas y las mímicas del cuerpo humano), potentes para hacer retroceder a los flagelos actuales de la humanidad, que van de la competencia atroz a la pobreza, de la miseria y la marginación a las opresiones ideológicas, y de la exclusión y a la incomprensión generalizada y al espíritu de la discordia.
   Para avanzar sobre el salvaje río encrespado del oscurantismo contemporáneo no queda sino abrir la reflexión; primero, a la autocrítica de nuestra edad y de nosotros mismos, afrontando los peligros ínsitos en la reflexión solitaria, personal, en primera persona, para un atento examen y mejor cuidado de uno mismo, en el sentido de llevar a buen puerto una existencia justificada, en un diálogo del alma consigo misma y con la verdad personal en un proceso circular, cada vez más profundo, por círculos sucesivos de concentración, de formación de la propia conciencia –resistiendo en el camino los rigores de la soledad y de las diversas formas y presiones de la propaganda ideológica, así como los fenómenos de descomposición social y a la crisis familiar.


     Así, la misión de la filosofía se encuentra hoy más que nunca ante el único problema, frente al cual todos los demás parecieran palidecer bajo sus afeites: el del sentido mismo de la vida; ante el de la orientación de la vida humana y la formación de la conciencia en el sentido de ser una vida buena, de provecho y justificada, tanto social como metafísicamente o que no se agote en el mero fluir histórico de la inmanencia.
   Para ello es necesario, sin embargo, dejarse de cuentos e ilusiones, romper las apariencias en una palabra y apegarse a un criterio moral firme; acogerse, pues, y ampararse en la verdad inconmovible propuesta por la tradición y arraigada en nuestra cultura, que pone en juego a la vez a la razón demeterica, que es la razón de la sin razón, esto es: el reconocimiento  de la falta, del yerro, del error -la confesión de la culpa moral quiero decir. Lo cual no puede sino mover a el arrepentimiento, a la confesión, penitencia y expiación del error, que conlleva naturalmente la enmienda en la conducta (que rompe el flagrante círculo vicioso de la confesión cínica o exhibicionista y la consecuente hipocresía que le acompaña como su máscara) -complementada con una razón de esperanza, de redención, de salvación, que no puede ser sino una razón de cuño religioso, apoyada en una verdad universal y trascendente. Camino de redención y reconciliación con lo eterno, pues, que es el camino de la verdadera liberación interior, de la apertura y del verdadero diálogo también, que rompe los grilletes del confinamiento e ilumina en las sombras como la chispa de luz, para lograr salir de la caverna, que es el error y la inconsciencia (ese antro de fieras), donde los hombres van dormidos, tentados por la bestial violencia o se encuentran sitiados como presos.
   Apegarse, así, a la verdad religiosa de la reconciliación con Dios y el espíritu de verdad, que nos hará libres, como dice el amado Apóstol Juan, reconociendo primero como es que el pecado encadena, esclaviza, domina al alma y la aprisiona, para lograr entones romper sus grillos y liberarnos del yugo del mal. Reconciliación con Dios y salida de la muerte o del infierno también, que conduce al plural espíritu de la unidad, fundando un firme  criterio del bien y del mal morales.



  Porque el a priori de nuestro ser o lo que constituye más a fondo la naturaleza humana, es la dualidad de los espíritus que inspiran nuestra conducta práctica: el del bien y el del mal, los cuales pueden verse como dos manantiales metafísicos en perpetua oposición. Como prueba de su existencia basta la experiencia personal de la intuición moral –que negativamente se experimenta como estado de rebeldía, de guerra, sublevación o desobediencia ante la norma, pero también como malestar íntimo, y como temor y temblor en la desobediencia y sensación de abismo en la caída.
   Su concepto ético propio es el de pecado, prestigioso ante el mundo más también peligroso, por entrañar inextricablemente el sentimiento del remordimiento de conciencia, de la culpa moral y del temor irreligioso, porque en sí mismo, aunque aparentemente atractivo y premiado, conlleva en realidad castigo, un prurito o ardor interno, un padecimiento moral que consume, causado radicalmente al separarnos del Padre, al que con la mala acción desobedecemos, desoímos o damos la espalda. Escisión no sólo de Dios, sino que a la vez desarmoniza y enfrenta al hombre desequilibrado consigo mismo, contra si mismo, autohiriéndose por decirlo así, colviéndolo excéntrico o sacándolo de su centro, perturbando profundamente también sus relaciones con la comunidad, disolviendo los lazos de hermandad o de  familia, teniendo como pírrico paliativo el trabar relaciones cómplices (que van del clandestinaje a las herejías) o de carácter meramente inmanente (apelmazamiento en la masa o gregarismo), al ser movido el hinchado sujeto de la culpa, en realidad, por mezquinos intereses temporales o ventajas meramente egoístas (la crápula).
   Retroceso del humanismo y caída en la barbarie también, ante lo cual no queda sino ampararse en un criterio seguro, en una doctrina absolutamente confiable –armándose con ellos ante las nuevas amenazas de las ideologías contemporáneas, erigidas en portentosas religiones de la modernidad, ya sean de facciones, de partido o de estado, de tendencia totalitaria, que bajo la máscara de los privilegios materiales amenazan despóticamente con corromper y desfondar por completo los fundamentos mismos de la cultura y de la nobleza humana.

Continuará.... 



domingo, 26 de mayo de 2019

Herminia Ortiz Lectura Poética III

Herminia Ortiz Lectura Poética V

Juan Emigdio Niñes de Luna

Juan Emigdio Perez Geranios

Herminia Ortiz Lectura Poética II

Herminia Ortiz Lectura Poética I

Mima Gardea Lectura Poética II

Mima Gardea Lectura Poética

jueves, 23 de mayo de 2019

Soy Pobre Por Alberto Espinosa Orozco

Soy Pobre
Por Alberto Espinosa Orozco


Soy pobre y nada se de los secretos
de la bruma de la noche que no sea
la sílaba dispersa bailando entre las llamas;
que la hilera de hormigas que la sangre
impulsa, huyendo de la roca muda
de la boca, para salir de la caverna oscura;

 que las letras desecadas cubiertas de tormenta;
las vocales que se elevan consonantes
 refluyendo, volviendo a sí como las olas,
que noche a noche se acompasan delirantes
para llegar exhaustas, entre la exuberancia
sedienta de la espuma, a las lejanas costas de la bruma;

para saber que lo que dejan tendido entre la arena
de los labios, con sus fosfóricos calcios y sus yodos,
es la costa del mar que besar quieren sus ondas
-para subir después en espirales, por entre el humo 
vagaroso de las nubes, distraídas paseantes peregrinas,
a la bóveda de estrellas cristalinas.


miércoles, 22 de mayo de 2019

GLOSA DE MI TIERRA De Alfonso Reyes

GLOSA DE MI TIERRA
De Alfonso Reyes


Amapolita morada
del valle donde nací:
sino estás enamorada,
enamórate de mi.

I
Aduerma el rojo clavel
o el blanco jazmín de las sienes;
que el cardo es sólo desdenes,
y sólo furia el laurel.
Dé el monacillo su miel,
y la naranja rugada
y la sedienta granada
zumo y sangre --oro y rubí;
que yo te prefiero a ti,
amapolita morada.



II
Al pie de la higuera hojosa
tiende el manto la alfombrilla;
crecen la anacua sencilla
y la cortesana rosa;
donde no la mariposa,
tornasola el colibrí.
Pero te prefiero a ti,
de quien la mano se aleja:
vaso en que duerme la queja
del valle donde nací.



III
Cuando, al renacer el día
y al despertar de la siesta,
hacen las urracas fiesta
y salvas de gritería,
¿por qué, amapola, tan fría,
o tan pura, o tan callada?
¿Por qué, sin decirme nada,
me infundes un ansia incierta
--copa exhausta, mano abierta--
si no estás enamorada?




IV
¿Nacerán estrellas de oro
de tu cáliz tremulento
-norma para el pensamiento
o bujeta para el lloro?
No vale un canto sonoro
el silencio que te oí.
Apurando estoy en ti
cuánto la música yerra.
Amapola de mi tierra:
enamórate de mí.




Copa de Sal Por Alberto Espinosa Orozco


Copa de Sal
Por Alberto Espinosa Orozco 



Me encontré con la bella escanciadora
un día en que la vida detenía el compás
de sus agujas entre las horas diluidas.

Somos yerba, recuerdo al verla
que le dije, que se seca pronto
ante el fulgor del sol eterno.

El mundo en su errancia inmóvil, girando
ingrávido en la cumbre de su elevada esfera,
temblaba resquebrajado a nuestros pies.

Llena de gracia y sorda y con violentos
ademanes la admiré, siguiendo el torbellino
de su vuelo hasta el confín remoto del arcano.

 Mientras, sus alas de cristal helado pusieron una marca
de luz sobre mi frente al dejar caer tímidamente
la blanca pluma de la libertad sobre la mente.

Cruzamos corredores de la muerte, bailamos
en laberintos, hechizados por mecánicas cadencias
de estridencias, entre el humo y el alcohol amortajados.

Amando todo y sin amor de madrugada
nos deslizamos por estrechos corredores
hasta caer en la playa estéril de la nada.

Viajando por la vanidad del mundo y sus relojes
donde invisibles fantasmas del espanto se paseaban
por las áridas dunas del mar y las ondas del ensueño.

Por el mundo ya de hinojos, exhaustos, cautivos
en la fatiga, nos conducía un auriga de luz
llena de vida e inmortal por la gloria de oros días.

Y en las fronteras de la guerra y lo insensato
las antiguas notas poderosas de lo Santo
nos brindaron sus murmullos y sus cantos.





lunes, 20 de mayo de 2019

Cinco Sonetos Burlescos De Sor Juana Ines de la Cruz

Sonetos Burlescos  
De Sor Juana Ines de la Cruz
(San Miguel Nepantla, Nueva España, 12 de noviembre de 1648​
- México, Nueva España, 17 de abril de 1695)



Cinco Sonetos Burlescos

I
INÉS, cuando te riñen por bellaca,
para disculpas no te falta achaque
porque dices que traque y que barraque;
con que sabes muy bien tapar la caca.
     Si coges la parola, no hay urraca
que así la gorja del mal año saque;
y con tronidos, más que un triquitraque,
a todo el mundo aturdes cual matraca.
     Ese bullicio todo lo trabuca,
ese embeleso todo lo embeleca;
mas aunque eres, Inés, tan mala cuca,
sabe mi amor muy bien lo que se peca:
y así con tu afición no se embabuca,
aunque eres zancarrón y yo de Meca.

II
AUNQUE eres, Teresilla, tan muchacha,
le das quehacer al pobre de Camacho,
porque dará tu disimulo un chacho
a aquel que se pintare más sin tacha.
     De los empleos que tu amor despacha
anda el triste cargado como un macho,
y tiene tan crecido ya el penacho
que ya no puede entrar si no se agacha.
     Estás a hacerle burlas ya tan ducha,
y a salir de ellas bien estás tan hecha,
que de lo que tu vientre desembucha
sabes darle a entender, cuando sospecha,
que has hecho, por hacer su hacienda mucha,
de ajena siembra, suya la cosecha.

III
INÉS, yo con tu amor me refocilo,
y viéndome querer me regodeo;
en mirar tu hermosura me recreo,
y cuando estás celosa me reguilo.
    Si a otro miras, de celos me aniquilo,
y tiemblo de tu gracia y tu meneo;
porque sé, Inés, que tú con un voleo
no dejarás humor ni aun para quilo.
    Cuando estás enojada no resuello,
cuando me das picones me refino,
cuando sales de casa no reposo;
    y espero, Inés, que entre esto y entre aquello,
tu amor, acompañado de mi vino,
dé conmigo en la cama o en el coso.

IV
VAYA con Dios, Beatriz, el ser estafa,
que eso se te conoce hasta en el tufo;
mas no es razón que, siendo yo tu rufo,
les sirvas a otros gustos de garrafa.
    Fíaste en que tu traza es quien te zafa
de mi cólera, cuando yo más bufo;
pues advierte Beatriz, que si me atufo
te abriré en la cabeza tanta rafa.
    ¿Dime si es bien que el otro a ti te estafe
y, cuando por tu amor echo yo el bofe,
te vayas tú con ese mequetrefe;
    y yo me vaya al Rollo o a Getafe
y sufra que el picaño de mí mofe
en afa, ufo, afe, ofe y efe?



V
AUNQUE presumes, Nise, que soy tosco
y que, cual palomilla, me chamusco,
yo te aseguro que tu luz no busco,
porque ya tus engaños reconozco.
    Y así, aunque en tus enredos más me embosco,
muy poco viene a ser lo que me ofusco,
porque si en el color soy algo fusco
soy en la condición mucho más bosco.
     Lo que es de tus picones, no me rasco;
antes estoy con ellos ya tan fresco,
que te puedo servir de helar un frasco:
que a darte nieve sólo me enternezco;
y así, Nise, no pienses darme chasco,
porque yo sé muy bien lo que me pesco.




martes, 7 de mayo de 2019

Leaving The Table De Leonard Cohen

 Leaving The Table 

De Leonard Cohen



I'm leaving the table 
I'm out of the game 
I don't know the people 

In your picture frame 
If I ever loved you or no, no 
It's a crying shame if I ever loved you 
If I knew your name 

You don't need a lawyer 
I'm not making a claim 
You don't need to surrender 
I'm not taking aim 
I don't need a lover, no, no 
The wretched beast is tame 
I don't need a lover 
So blow out the flame 

There's nobody missing 
There is no reward 

Little by little 
We're cutting the cord 
We're spending the treasure, oh, no, no 
That love cannot afford 
I know you can feel it 
The sweetness restored 

I don't need a reason 
For what I became 
I've got these excuses 
They're tired and lame 
I don't need a pardon, no, no, no, no, no 
There's no one left to blame 
I'm leaving the table 
I'm out of the game 

I'm leaving the table 
I'm out of the game.




Dejando la mesa

Me voy de la mesa,
dejo el juego.
No conozco a la gente
en tu marco de fotos.
Si alguna vez te amé o no, no...
Es una auténtica vergüenza, si alguna vez te amé,
si supre tu nombre.
No necesitas un abogado,
no voy a pedir nada.
No necesitas rendirte,
no te estoy apuntando.
No necesito una amante, no, no,
la desafortunada bestia ha sido amansada.
No necesito un amante,
así que apaga la llama.
No falta nadie,
no hay recompensa.
Poco a poco,
vamos cortando en cordón.
Nos estamos gastando el tesoro, oh, no, no,
que al amor no puede permitirse.
Sé que puedes sentirlo,
esa dulzura que reaparece.
No necesito una razón
para aquello en lo que me convertí.
Tengo todas esas excusas,
están usadas y cojas.
No necesito perdón, no, no, no, no, no,
no queda nadie a quien culpar.
Dejo la mesa,
me voy del juego.
Dejo la mesa,
me voy del juego.





Leonard Cohen - Leaving the Table