miércoles, 21 de junio de 2017

Maestro Héctor Palencia Alonso: Educador Por Alberto Espinosa Orozco

Maestro Héctor Palencia Alonso: Educador 
Por Alberto Espinosa Orozco




Todo hombre lleva en potencia un maestro que es la exclusiva del hombre en donde se magnifica y realiza plenamente lo que en todo hombre hay de espíritu generador o de padre. En Don Héctor Palencia esa potencia se actualizó circunstancialmente hasta los extremos de la esencia plenamente acabada. Ello debido a que el maestro durangueño se asomó a los hontanares de la historia y de la cultura donde se genera lo distintivo del hombre, sacando de esa experiencia regulativa un patrón o medida de lo humano con que medir y formar, guiar y aquilatar la vida de sus congéneres y la suya propia.

Su magisterio, nadie lo ignora, estuvo fundado en los robustos pilares del espíritu de libertad y el espíritu de caridad. El entusiasmo de esa vocación hecha de servicio y libertad hallaba en su pasión por lo acendradamente humano la forma de expresión más contagiosa y formativa, más positiva y fecunda que quepa imaginar. 
Porque la vida es promesa de su propio cumplimiento y anuncio de lo que en lenta y tortuosa germinación bajo la forma de una pléyade de artistas y humanistas, que asombran tanto por su granel como por lo granado de sus subidos méritos, debiendo todos ellos una parte de sí al Maestro Palencia, cuyo trabajo en pro de la cultura supo estimular la misión de cada artista y letrado, no menos ennobleciendo al lugareño que arrebatando de admiración al peregrino.


Nota Necrológica
El Siglo de Durango, 1 de Septiembre de 2004

Héctor Alfonso Palencia Alonso nació el 3 de marzo de 1934 en una de las casas coloniales de la calle Hidalgo, en esta ciudad capital. Sus padres fueron Pedro Palencia, práctico en la medicina, y Valentina Alonso. Inició sus estudios de educación primaria en su ciudad natal, continuando su enseñanza secundaria en el antiguo Instituto Juárez de Durango y la carrera de Abogado en la Escuela Libre de Derecho de la capital de la República Mexicana.
Como estudiante fue inquieto y se distinguió por la dedicación al estudio y su afición al periodismo y a la oratoria. Durante su estancia en la escuela primaria siempre perteneció al Club de Periódico Mural y como consecuencia estuvo bajo su responsabilidad la línea de información de la escuela.
El 3 de noviembre de 1942, a la edad de ocho años, ya figuraba su nombre y fotografía en las páginas de un periódico de la localidad como corresponsal. Por lo que a la oratoria se refiere, también fue una de sus grandes aficiones desde pequeño. Siendo alumno de primer grado de primaria pronunció su primer discurso en público a nombre de sus compañeros de grado en un festival escolar.
En 1950, a la edad de 14 años, pronunció el discurso oficial en la ceremonia que se organizó con motivo de declarar ciudad a la población de Guadalupe Victoria.
Como estudiante de secundaria en el Instituto Juárez alcanzó el honor de triunfar en el Quinto Concurso de Oratoria, contra rivales tan experimentados como lo era el entonces estudiante de derecho Gonzalo Salas. En la Escuela Libre de Derecho de la Ciudad de México también fue campeón escolar de oratoria durante los años de 1954, 1955 y 1956, cuando estudiaba su carrera de Abogado y posteriormente, ya siendo profesionista, le tocó pronunciar la oración fúnebre ante el féretro de la excelsa cantante duranguense de fama internacional Fanny Anitúa.
Como estudiante fue dedicado y estudioso, afirma Manuel Lozoya Cigarroa en su libro “Hombres y mujeres ilustres de Durango”, lo cual le permitió alcanzar altas calificaciones. Durante los estudios de la carrera de Abogado fueron sus maestros José Ángel Ceniceros, Ezequiel Padilla, Raúl Cárdenas, entre otros. Presentó examen profesional con la tesis “Reflexiones sobre un derecho penal penitenciario”, trabajo que recibió la máxima distinción de “Laureles de Oro”, presea que concede la institución a trabajos excepcionales por su calidad.
Con el deseo de servir a su patria chica, al terminar sus estudios se trasladó a su tierra natal, donde ejerció algunos puestos como: Procurador de la Defensa del Trabajo, vocal representante del Gobierno del Estado en la Comisión Agraria Mixta, agente del Ministerio Público Federal para asuntos agrarios y forestales en Durango, agente del Ministerio Público Federal en las entidades de Puerto Vallarta, Tlaxcala, Aguascalientes y Guadalajara, jefe de Consultoría en la Procuraduría General de la República de México.
Como periodista y escritor su pluma fue ágil y productiva, colaboró en diferentes épocas en varios periódicos de la localidad, así como en El Siglo de Torreón y revistas como Horizontes de México, Criminalia, entre otras.
Entre sus libros publicados figuran “Apóstol del pensamiento libre”, “Sepulcros blancos”, “Músicos de Durango”, “Cocina durangueña”, “Apuntes de cultura durangueña”.
Fue presidente de la Academia Durangueña de Historia y del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Durango. Recibió varias preseas y diplomas de labor social que realizó y por el impulso permanente que ofreció a la cultura en general. Admiró mucho a los hermanos Revueltas, incluso al Festival Tonalco le cambió el nombre por Festival Revueltas, en honor a los hermanos de Santiago Papasquiaro, Durango.
Fue el primer director de la Casa de la Cultura, proyecto por el que luchó impulsando varios programas. Todos los domingos organizaba un programa en donde se realizaban conferencias, charlas, conciertos; los participantes no cobraban ni un centavo, todo era gracias a las amistades que el director tenía con grandes personalidades.
También fue el creador del Concurso Internacional de Ópera “Fanny Anitúa”, de donde surgió Fernando de la Mora. Al frente del ICED impulsó el Concurso Nacional de Composición “Silvestre Revueltas”, que solamente se organizó durante dos años.



martes, 20 de junio de 2017

El Puente y el Abismo en Tomás Segovia Por Alberto Espinosa Orozco

El Puente y el Abismo en Tomás Segovia
(Pequeña Biografía)
Por Alberto Espinosa Orozco




I
            En el paisaje de la literatura mexicana y su intrincado sistema de cordilleras, hay una montaña que se distingue de todas las demás por su imponente altura, no registrada ni vista por muchos, acaso por ser su nívea cumbre transparente y confundirse con el cielo. Me refiero a la amplísima obra de Tomás Segovia, que hoy toca ser el centro de la rememoración colectiva, por celebrarse los 90 años de su nacimiento (1927). Costumbre muy postmoderna de festejar los aniversarios para hacer un balance de nuestra cultura, que ahora sirve también para empezar a hacer una necesaria revisión de su orografía, en el marco del centenario del nacimiento de Juan Rulfo (1917-1986). Porque el poeta republicano intentó, a mi manera de ver con éxito, la asombrosa hazaña de unir dos continentes por medio de un misterioso y rico puente espiritual, sorteando los abismos de tiniebla y de peligro que tan inusitada tarea representa.   

Tomás Segovia Reyes nació en Valencia, España, el 21 de mayo de 1927, murió en la Ciudad de México, a los 84 años de edad, el 7 de noviembre del 2011, apenas unos días después de haber asistido, tan lúcido y sonriente como siempre, aunque tocado ya por la enfermedad, al Festival de Poetas del Mundo Latino, celebrado en su honor, con sede en Morelia, Michoacán, recibiendo en Aguascalientes el Premio “Víctor Sandoval” 2011 -homenaje multitudinario en el que participaron más de 60 poetas y que se prolongó por dos semanas, del 16 al 29 de octubre, obligando al poeta a recorrer más de 12 mil kilómetros por el interior de la república. 


II
Tomás Segovia Reyes nació en Valencia, España, el 21 de mayo de 1927, murió en la Ciudad de México, a los 84 años de edad, el 7 de noviembre del 2011, apenas unos días después de haber asistido, tan lúcido y sonriente como siempre, aunque tocado ya por la enfermedad, al Festival de Poetas del Mundo Latino, celebrado en octubre en Morelia, Michoacán.
            A los 2 años se trasladó con su familia a Madrid, donde su padre era el médico de la Plaza de Toros, quien muere de peritonitis, y al poco tiempo comienza a estudiar en el Liceo Francés de aquella ciudad. Poco antes, a los cuatro años de edad vio nacer con asombro la Segunda República Española, el 14 de abril de 1931, cuando el pueblo en júbilo gritaba por las calles “¡A las Cortes, A las Cortes!”, donde se celebró su constitución. Bautizada con el afectuoso nombre de “La Niña”, la Segunda República radicaría en España hasta sus primeros 7 y medio años de vida, como consecuencia de la Guerra Civil Española detonada en 1936, pues su abuelo Jacinto era fundador del PSOE, teniendo como carnet el número 6, viviendo después de 1939 en el exilio. Junto con sus hermanos tiene que salir de su país de origen para estudiar en una escuela protegida en el sur de Francia, a los 9 años de edad, donde le tocó ver los campos de refugiados españoles. Tiempo en el que comenzó a comprender que la democracia consiste en ser el ciudadano sujeto de derechos, pero que el proyecto de vida en común de un grupo humano no se funda tanto en la identidad nacional o en las peculiaridades culturales, étnicas, religiosas o en la identidad, sino en los valores de la libertad y en la justicia, que es lo que después él mismo llama “patriotismo republicano” –pues son precisamente los nacionalismos y el tema de la identidad racial o cultural lo que permite a los patriotas y patrioteros deshumanizarse al grado de suscitar el problema de la exclusión, de integración cultural de exilados e inmigrantes, hoy más que nunca vigente.
Luego de pasar un par de años en Casablanca, Marruecos, huyendo de la Guerra Civil Española, donde le extendieron un pasaporte de “exiliado”, viajó a México, vía Nueva York, desembarcando en el puerto de Veracruz  en 1940, a los 13 años de edad, en el tiempo en que estallaba la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia por los alemanes. Vivió así de lleno la experiencia de la Republica Española en el exilio, la tercera república por decirlo así,  utópicamente asentada en una de las cabeceras del tercer mundo.
En su primera juventud, luego de cursas sus estudios primarios y de bachillerato en colegios españoles, estudia en la UNAM en la Facultad de Filosofía, en Mascarones, donde tomó un curso con José Gaos y otro con Juan David García Baca, cambiándose al poco tiempo a la Facultad de Letras Españolas. 




Desde unos años atrás el joven poeta-filósofo se convirtió en discípulo y amigo de Emilio Prados, quien vivía con ejemplar frugalidad, lo que no era óbice para aconsejar y prestar al joven aprendiz libros de los románticos alemanes, Von Kleist, Brentano, Novalis y Holderling, de los simbolistas franceses, Verlaine, Baudelaire, Rimbaud, y de los modernistas latinoamericanos, especialmente Rubén Darío, pero también de los Místicos de los Siglos de Oro. Influenciado por la poesía de Juan Ramón Jiménez, maestro de Prados, por la Generación del 98 (Valle Inclán, Unamuno), y por la Generación del 27 (Altolaguirre, Cernuda, García Lorca, el propio Prados), sus influencias mexicanas fueron principalmente las de José Gorostiza, por su altura, y las de Ramón López Velarde, por su poesía erótica, adánica y parasacrílega; pero también las del contemporáneo sinaloense Gilberto Owen, junto con Xavier Villaurrutia y las del deslumbrante Jorge Cuesta como ensayista. En el ámbito europeo sobre todo hay algo de la rebeldía primera de Arthur Rimbaud, pero también de la perfección de estilo Paul Valery y de Melarme, al que estudió con tesón, pero que no quería. Tomás S. Eliot le interesó poco como poeta, tal vez más como crítico, y se puede reconocer en sus poemas algo del vitalismo de Walt Whitman y mucho de la poética de Octavio Paz.






Una influencia de juventud que duraría toda la vida, fue la del pintor y escritor murciano Ramón Gaya (1910-2005), quien había llegado igualmente exiliado a México, por el que Segovia sentía un afecto prácticamente filial por el artista, a quien veía como una autoridad, no sólo estética, sino también moral, al grado que cuando ya en la madurez empezó a viajar en vaivén al continente, eligió Murcia como su residencia.  Factor que explicaría el constante interés y la lúcida penetración que el poeta español y mexicano  respecto de cuestiones de las nuevas artes plásticas y de las vanguardias.  


























III
            Poeta del exilio y la orfandad, Segovia es también y esencialmente un poeta de la luz y de la transparencia, de la pureza y de la verdad. Sin terminar su carrera de letras casa prematuramente, a los 20 años, con Michel Alban, con quién procreo a su primer hijo, Rafael, trabajando como mecanógrafa para Ramón Xirau en el Centro Mexicano de Escritores y como maestro de Francés en el IFAL y en la escuela de pintura La Esmeralda, entre 1948 y 1954, dedicándose también a realizar guiones para los noticiarios de Cine Mundo y para la TV, en compañía de guanajuatense Jorge Ibargüengoitia. Obtiene la beca Guggenheim en 1950, a los 23 años de edad, y trabaja para diversas editoriales, sosteniéndose por muchos años como traductor. Fue editor de Difusión Cultural de la UNAM por muchos años, donde publica, en 1959, su drama en verso Zamora Bajo los Astros. De 1953 a 1963 Tomás Segovia estuvo casado con la cuentista sinaloense Inés Arredondo, con la procreo tres hijos, Inés, Francisco y Ana. 
            Entra como becario al Centro Mexicano de Escritores donde conoce a Juan Rulfo y toma el relevo a Carlos Fuentes como director y de la Revista Mexicana de Literatura, segunda época, teniendo a Antonio Alatorre y luego a Juan García Ponce como subdirectores, quienes sustituyeron a Emanuel Carballo, de 1958 a 1962. Importante publicación que sirvió para definir la llamada Generación de Medio Siglo y en la que colaboraron las mejores plumas  de su tiempo: Rosario Castellanos, los hiperiones Luis Villoro, Ricardo Guerra y Jorge Portilla, el guatemalteco  Augusto Monterroso, Ramón Xirau, Jomí García Ascot, Inés Arredondo, Juan Vicente Melo, Salvador Elizondo y Juan García Ponce, pero también un oscuro ingeniero en administración, que sería luego poeta y gurú empresarial de la editorial Clío, Gabriel Zaid. García Ponce asumió la dirección cuando Segovia, todavía casado con Inés,  viaja a Montevideo en 1963, integrándose entonces José Emilio Pacheco y Huberto Batiz a la dirección de la revista, cerrándose el ciclo de la publicación en 1965. Los últimos cuentos de Juan Rulfo se deben a la insistencia de Tomás Segovia, quien se le pegaba al jalisciense como una lapa, impidiendo que tomara la botella, para que terminara sus prodigios, reconociendo siempre que si algunos adquieren la sabiduría a partir de un monumental esfuerzo de lectura, hay en cambio sabios por decirlo así puramente intuitivos, innatos, uno de los cuales era Juan Rulfo.   









En 1961 es nombrado director de la Casa del Lago, de la UNAM, luego de la promoción de Juan José Arreola, época de esplendor para la pintura y la dramaturgia nacional, con figuras como Lilia Carrillo, Manuel Felguerez, Paco Ibáñez y Juan José Gurrola. Ante el auge por el cinematógrafo de la también llamada Generación de la Casa del Lago, Segovia experimentó con un guión  cinematográfico. Contando con presupuestos jugosos y aparatos de la industria de 35 mm, se abre el 1er Concurso de Cine Experimental, participando Juan García Ponce con su cuento Tajimara, adaptado por Juan José Gurrola. Se filma también el largometraje "Mariana, Mariana" ( 1967) de Juan Guerrero, en la que participan Inés Arredondo junto con Juan García Ponce como guionistas.  De Carlos Fuentes se filma "Un Alma Pura" de Juan Ibáñez y "Las Dos Elenas" y de Elena Garro "El Árbol" (1965)Gabriel García Márquez adapta el cuento de Juan Rulfo "En Éste Pueblo no hay Ladrones". Jaime Sabines participa con su voz en off en un guion de Juan Rulfo para la película de Rubén Gámez "La Fórmula Secreta" "Coca Cola en la Sangre" (1964); otra película más, teniendo a Salvador Elizondo como director, queda inconclusa. A su regreso de Uruguay en 1965, donde trabajó para un organismo internacional de publicaciones, el poeta no quiere quedarse con las ganas de participar y filma en solitario una película en Super 8, un cortometraje que conmovedoramente titulará  “Love History” -en la que se incluye una sorprendente toma circular, en redondo, precursora en el género. 







Pero para entonces las cosas habían cambiado ya radicalmente. Se habían arreglado de otra manera, dejándolo literalmente en la orilla. Ya divorciado de Arredondo desde 1962, deambula por los cafés de la ciudad de México, sobreviviendo escasamente como traductor, aunque colaborando intensamente con ensayos en las múltiples publicaciones culturales de la época, como la Revista de Bellas Artes, la Revista de la UNAM, el suplemento cultural de Novedades “México en la Cultura”, Diálogos de Ramón Xirau en el Colegio de México y la revista de Xalapa La Palabra y el Hombre, editándose poco antes, en 1960, su primer gran libro de poemas, El Sol y su Eco, en la misma Universidad Veracruzana, regida en ese tiempo por el filósofo Fernando Salmerón. Época en la que junto con un vecino albañil levanta un interesante palacete de adobe, en el pueblito de Tepoztlán, construido con los ladrillos amasados con la tierra que sacaron para hacer la alberca. 




IV
            Luego de un viaje a París, que se alargaría por dos años, de 1966 a 1968, en el que el poeta redactó su poema Anagnórisis, publicado por Siglo XXI en 1969,  es nombrado, a principios de los años 70´s , Secretario de Redacción de una revista que sería legendaria: Plural, en su primera época, la auténtica, la de Octavio Paz, que duró de 1971 a 1976, fecha del “golpe” oficial a Excélsior. Pilar de la cultura mexicana donde se intentó la modernización del país, la independencia de las letras y las primeras formulaciones críticas sobre la necesidad social de la democracia, la publicación había sido planeada durante más de una década por Octavio Paz, Carlos Fuentes y el mismo Segovia (Catas a Tomás Segovia (1957-1985) de Octavio Paz, FCE), a manera de una revista mensual de literatura y crítica, hispánica, pero abierta al mundo. La revista arrancó en octubre de 1971 y se publicaron 58 números mensuales, con alguna intermitencia, y cerró cinco años más tarde, en julio de 1976, habiendo participado en ella grandes personalidades de la talla de Luis Villoro, Marco Antonio Montes de Oca, Gustavo Sainz, Juan García Ponce, José de la Colina, Alejandro Rossi, Salvador Elizondo, Julieta Campos, Gabriel Zaid, Ulalume González de León… Adolfo Castañón, siendo diseñada por el pintor argentino oriental Kazulla Sakai, quien fuera el primer subdirector de la publicación.[1]






           La revista Vuelta inició sus actividades apenas cuatro meses más tarde, en diciembre de 1976, heredando el Consejo de Redacción de Plural, formado por José de la Colina, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Alejandro Rossi, Tomás Segovia y Gabriel Zaid, reuniéndose todos los viernes en una hermosa casa en Mixcoac, en la calle de Leonardo da Vinci. Sin embargo pronto empezó a modificarse el esquema inicial: en el número 6 Enrique Krauze, quien junto con Aguilar Camín habían sostenido un agrio combate contra el liberalismo de Paz, entró como secretario de redacción, ocupando el puesto de subdirector a partir del número 61. En el número 18 ingresaron al consejo editorial Ulalume González de León, Julieta Campos y Jorge Ibargüengoitia. La revista publicó su último número, el número 261, en septiembre de 1998 a la muerte de Octavio Paz, comprando Enrique Krauze el 51% de las acciones del poeta, en poder ya de su viuda Marie Joe, para fundar luego la revista Letras Libres. Tomás Segovia participó realmente poco en esa publicación, presumiblemente por no se sabe que adversidades con el administrador de la revista, el poeta Gabriel Zaid, cosa que dio al traste, a mi modo de ver, con el desarrollo armónico del grupo cultural y afectando severamente a las nuevas generaciones.













Tomás Segovia, sin embargo,  reforzó por esos años su participación como maestro y conferencista en diversas universidades, viviendo en la calle de Florida de la Zona Rosa, en la azotea, en una serie de cuartos de criadas que juntó a manera de apretado departamento, junto con Mary, una maravilla de hermosura de mujer, de origen canadiense, profesora de idiomas. En 1973 obtiene el premio Xavier Villaurrutia por su libro Terceto, compartido con José Emilio Pacheco por El Principio del Placer. Desde 1970 entró a trabajar al Colegio de México (Antes Casa de España en México), escuela de la que se jubiló 14 años después, en 1984, con una baja pensión,  luego de desarrollar una intensa y fructífera labor en el colegio de traducción, en el que dejó escuela y en variopintos cursos sobre letras españolas y francesas, pero también en un seminario más libre al que podían ir todo el mundo, llamado Seminario de Mi Ronco Pecho, que era una maravilla, siendo acompañado en ocasiones por el filólogo Antonio Alatorre, el lingüista Luis Fernando Lara, el crítico Evodio Escalante o el lingüista Noé Jitrik.
Cuando las coas empezaban a apretarse recibe invitaciones para dar cursos de literatura en las universidades de Princeton  y de Berkeley, en Estados Unidos. En México se prodigó en muchos cursos y conferencias en la UNAM y en la UAM de Iztapalapa, y en indiagramables conversaciones de café, pudiéndolo encontrar siempre en el café Gandí, en la Acrópolis de Insurgentes, en el Parnaso de Coyoacán, en la casa del té de la Zona Rosa, el Ducadeste, o en el Café Comercial de Madrid, formando a toda una generación de discípulos y aprendices, entre los que habría que mencionar a Pancho Segovia, José María Espinaza, Carmen Boullosa, Alejandro Aura y el antagónico Aurelio Asian.








A partir de la muerte del generalísimo Francisco Franco el poeta Tomás Segovia se empezó a acercar a España, primero con gran dificultad, puesto que había un abismo de incomprensión ente los dos mundos. Marchó entonces a un pueblito al sur de Francia, en Ría, donde restauró una vieja casona humedecida, de gruesos muros de piedra, haciendo viajes de ida y vuelta a México. Unos años más tarde se estableció por un tiempo en Murcia, España, arreglando con gran esfuerzo una casa muy barata que consiguió, con pileta, incautada a unos narcotraficantes, flirteando con la idea de arraigar en su tierra primitiva.
Pero regresaba siempre a la Ciudad de México, donde a pesar del ninguneo oficialista y del desconocimiento premeditado de su obra por parte de la cultura dominante, era una celebridad. En 1985 publica dos importantísimos libros: el poemario Cantata a Solas y el tratado sobre hermenéutica Poética y Profética.  Por esas fechas recibe dos veces el premio de Traducción Literaria Alfonso X, en México (1982, Atalia de Jean Recine, 1984 por Poesías completas de Nerval).[2] Por aquellos años traba una relación con María Luisa Capella, que duraría hasta su muerte.




V
Para el año 1999 da una serie de cursos en la Fundación Octavio Paz, apostada en lo que fuera la casa de Pedro de Alvarado, en Coyoacán y un año más tarde, en el 2000, al iniciarse el siglo XXI,  recibe el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo, dotado con 100 mil dólares, lo que le permite solucionar su angustias materiales y comprarse en piso en Madrid, España. Cinco años más tarde, en el 2005 recibe el galardón Premio de Literatura Latinoamericano y del Caribe Juan Rulfo (Feria Internacional del Libro de Guadalajara). A la edad de 81 años, en 2008, gana el Premio de Poesía Federico García Lorca, en la ciudad de Granada, dotado con un premio de 50.000 euros. Recibió en marzo el 2011 el Doctorado Honoris Causa, junto con Elena Poniatowska, por la Universidad del Mundo  París 8, en Saint Denis, donde el poeta leyó un largo discurso sobre el carácter republicano de la universidad pública.[3] Como homenaje póstumo, en 2011 gana en España el Premio de Crítica Literaria, sin dotación económica, por su libro final de poemas Estuario.
Luego de un extenuante homenaje que recorrió toa la república, muere en la Ciudad de México, afectado por cáncer, el 7 de noviembre del 2011, dejando tras de sí una imponente obra literaria, entre la que cabe destacar sus libros de ensayos: ContracorrientesAlegatorioCartas CabalesPáginas de Ida y VueltaTrilla de Asuntos,  Cuaderno InoportunoSextanteCuatro ensayos sobre Gilberto Owen Resistencia, a los que hay que anejar sus hermosos y deslumbrantes cuadernos de notas El tiempo en los Brazos, editados y empastados por el mismo como regalos. De sus magistrales traducciones de más de un centenar de libros, cabe destacar las obras de Jean Lacan, Mircea Eliade, Jaques Derrida, Giuseppe Ungaretti, los poemas franceses de R. María Rilke, y su versión del Hamlet de William Schaquespere, calificada de “inaudita”, no puesta todavía en escena. Por último, el poema Dios, de Víctor Hugo, que leyó por primera vez sin entender una palabra. Tiempo después se volvió a topar con él en la biblioteca de la Facultad de Letras de la UNAM.  Unas semanas antes de morir dejó lista su última traducción: la epopeya filosófica Dios, de Víctor Hugo, que consta de 3 mil versos y 400 páginas.
Sus libros de relatos y novelas son: Trizadero, que es un libro en cierto modo rulfinao, por su estructura intencionalmente desarticulada, siendo sus temas mexicanistas, aun que de altos vuelo líricopor el que recibe el premio Magda Donato en 1974; Personajes Mirando una NubePersonarioOtro InviernoCartas de un Jubilado Los Oídos del Ángel. Los libros de poemas se sucedieron en los últimos años en cascada, siendo más de 30, entre los que cabe destacar: Misma Juventud,  Día tras Día,  Lo Inmortal Fiel Imagen y  Salir con Vida.










        Puente entre continentes, lenguas y culturas, la obra de Tomás Segovia, en cierto modo extraterritorial, es la de una incesante búsqueda de sentido y de valor, de la verdad y de la belleza  de la vida. Pensador poético o poeta reflexivo que se atrevió a pensar en una época de oscurantismo como lo es la nuestra, saliendo a flote y guiando su frágil barquichuela por entre la encrespadas olas vanguardistas de la tardo-modernidad, que ya se cierra, abriendo horizontes siempre nuevos con las armas simples de la transparencia en el alma y de la pureza en la dicción, haciendo con ello de la terca melancolía y de la bruja orfandad una condición humana, sobre la que edificar la alegría y la palabra pobre de amor, donde hallar la infinita riqueza de la fidelidad a un amor confiable, puesto que nos permite andar junto con él con una sonrisa de esperanza en la mirada y con una escucha que reverbera entre los labios.
Durango, 2 de julio del 2017









[1] La segunda época de Plural , a partir del #59, empezó en agosto de 1979, teniendo como director a Roberto Rodríguez Baño, sumándose en febrero de 1977, en una dirección colegiada, Jaime Labastida, Juan Bañuelos y Lazlo Moussong, reconociendo hasta entonces que se trata de una nueva época, hablándose expresamente  de una apertura internacional ideológica para junio de 1977, #69. Especie de tetrarquía directiva que se redujo al comando exclusivo de Jaime Labastida para el #75 en enero de 1978, integrándose al equipo de trabajo Elda Peralta, esposa de Luis Spota, Ida Rodríguez Pramplolini, esposa de Gunter Gerzo, y Uwe Fisch. La revista cerró, sin pena ni gloria, en diciembre de 1994 con el #279, luego de menos de 18 años bajo esa línea, sin haber cumplido la mayoría de edad.
[2] El Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia, dotado con 100 mil dólares, fue creado en 2012 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la editorial Fondo de Cultura Económica (FCE) y la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
[3] En 2010 Tomás Segovia se reunió con sus traductores al francés, durante el que presentaron dos antologías de su obra: Cahier Du Nomade ; Choix De Poèmes 1946-1997. Selección de Philippe Ollé -Laprune; traducido por Jean-Luc Lacarrière. Paris: Gallimard, 2009, y  Être au monde, être en exile, être en amour, anthologie poètique de Thomas Segovia. Selección y traducción de Thomas Barège. Paris: Publibook, 2010. Rodeado por tres de sus traductores, Bernard Sicot, Thomas Barège y Paul-Henri Giraud, Tomás Segovia, se definió como “un hombre libre”.  Mismo año en el que se llevó a cabo la “Primera Jornada de Estudio sobre la obra de Tomás Segovia”  celebrada en Francia el  jueves 19 de mayo en la Universidad de Orleans.