Modesto
desahogo
Por
Tomas Segovia
Estoy
más triste que un zapato ahogado
estoy
más triste que el polvo bajo los petates
estoy
más triste que el sudor de los enfermos
estoy
triste como un niño de visita
como
una prostitutas desmaquillada
como
el primer autobús al alba
como
los calzoncillos de los notarios
triste
triste triste de sonreír como un bobo desde los rincones
de
ver tallar las cartas en redondo saltándome siempre a mí
de
todo lo que se dicen y se dan y se mordisquean en mis narices
estoy
harto de quedarme con el saludo en la boca
de
salir bien dibujado entre la muchedumbre
para
que me borre siempre el estropajo de su roce
de
no estar nunca en foco para ningunos ojos
de
tener tan desdentada la mirada
de
navegar tras la línea del horizonte
con
mis banderitas cómicamente izadas
no
puedo más de no ser nunca nadie
de
que no me dejen jamás probarme otra careta que la de ninguno
de
no irrumpir de no alterar el oleaje
de
no curvar jamás un tren de ondas
de
no desviar a mis corrales la palabra suelta
de
que nunca me caiga a mí la lotería de un vuelco visceral
De
no poblar ni el más vago sueño ocioso
De
saber que ningún mal pensamiento tendrá ya más mi rostro.
Estoy
hasta aquí de la avaricia de los privilegiados
de
que quieran para ellos solos toda la juventud
todos
los influjos en las cosas del mundo
todo
el favoritismo de la prostituta alegría
toda
la iniciativa de renuevo y capricho
de
que se apropien sin escrúpulos la plusvalía de calor y encuentros
todo
el capital de risa y de coloquio
que
repartido con justicia
alcanzaría
de sobra para alimentarnos a todos
a
todos los hambrientos de carne de comunión
y
sedientos de vino de comunión
a
todos los que están tristes
como
faldones arrugados que les cuelgan a los otros
en
fin estoy jibosamente desolado
de
haber envejecido sin seguro de vida
sin
seguro de nombre
sin
cavar mi guarida en el espeso ahorro
de
no haber cobrado el billete cuando la vida se asomaba a mirarme
de
haber tirado siempre deudas al cesto sin mirarlas
y
lo que quiero decir es que estoy a fin de cuentas
terriblemente
triste de que no me hayáis perdonado.
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