Estancia con
Tomás Segovia
Por Alberto
Espinosa Orozco
Estar con
Tomás Segovia, quien no lo sabe, era estar de pronto en el centro mismo de la
vida, en el borbotón de la luz y la memoria, tanto de sus tormentas
intelectuales como de sus preciosos silencios delicados. Su fascinante
personalidad tenía siempre algo que enseñar a todos, a todos quienes quisieran
escucharlo. La increíble noticia de su partida me cierra un puerto al que
siempre creí que volvería, más digno tal vez, para escucharlo, para verlo, para
beber incansablemente de una magnitud que me atreveré a llamar, en su
inconmensurabilidad, del linaje del milagro. Su obra me acompañado por largos
años en mi particular exilio, lo seguirá haciendo cuando se ha cerrado ya
definitivamente la curva de sus días, como el hombre más fiel que siempre ha
sido, a la magia del mundo y sus palabras, en su distante manera de estar
presente, de volver siempre.
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