El Puño del Pintor
Por Alberto Espinosa
A Fernando Mijares Calderón,
a Emigdio Pérez Olvera
a Emigdio Pérez Olvera
El pintor reposa en su silencio,
más allá, lejano en la distancia,
más presente en el tiempo que nos pasa
donde nos mira mirar mirando la obra de sus
manos,
hecha con dorados dedos de yemas que son ojos
y ardientes luces de las llamas;
calla el pintor al escuchar el eco de su luz,
desde su mundo ya de formas puras
mirando que dejó en su color una ternura
-mientras las voces de palabras consonantes
en este ahora lo nombran titubeantes
sobre la hoja blanquí-negra desteñida;
sobre la blanca cifra de los signos
que invocan a su nombre surge el timbre
del titubeante movimiento de una flama
que recuerda el sentido esclarecido de su
llama
impregnada de luz azul y de atmósfera encantada ;
los rastros de sol que día a día iba dejando,
dibujando con el pincel y el polvo de oro
y las figuras del mundo descifrando,
sobre los eternos confines del arcano,
para imantar desde siempre al cielo eterno,
que los años bruñen y los días lavan, en sus lienzos;
por un momento surge la imagen del pintor entre esas
brazas
brindando con su puño estremecido a las miradas.
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