lunes, 1 de julio de 2013

De Hazzel Yen Los Lirios


Hazzel Yen

Los Lirios

Es mayo, el mes en que los amantes muertos coinciden de nuevo en este mundo para vivir juntos un día de primavera en la tierra, como si solo se hubieran ido un momento a otro país y regresaran de vacaciones. Mas este ano no hubo primavera, desde ese día todo me supo a vinagre, la lluvia no se detiene aun. Y ese color no sale de mi cabeza, el azul profundo que me hizo tanto daño, aun me hace nudos la carne, no me deja. Todo fue azul en esos días, era su esencia lo que inundaba los aposentos, días de devoración, consumidos en el rito mas oscuro y luminoso. Quizá algo murió o algo volverá a la vida. Agua de Muguet, agua para la sed. El blanco lirio de los dos colores, de día la flor que se recoge en los caminos el primer día en que Ostara regresa a sus bosques -según la verdad de los Druidas- otorgara dicha inmensa a quien lo recibe. De noche, veneno, detiene el corazón en un instante. Que esta maquina infernal cese ahora, que se detenga y que lo que había en el sea de nuevo niebla. Tierra de cementerio, la palidez de una rosa, su nombre, su nombre repetido hasta que los labios se agrieten y la sangre del sacrificio despierte al lirio de los dos colores, el que puso en mis manos un día de abril cualquiera, con los ojos plenos de claridad.


Oleo de José Luis Ramírez




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