Hazzel Yen
La Morsa y el Árbol de
Oro de la Vida
Deben disculparse,
probar que su ráfaga de palabras saturninas no proviene simplemente de la
voracidad de sus sueños, aquí hay títulos, becas y nombres de premios de por
medio. Fotografías en blanco y negro con poses desorbitadas, pensativas,
camisas hawaianas, cigarrillos, eso prueba que no son simples ociosos, eso reafirma
que hay que llamarles: Señor, Maestro, Lic., Poeta, Arquitecto, y por ende hay
que leer mas de media cuartilla que menciona publicaciones, catástrofes, poses
favoritas, diplomas de primaria, y premios del bailable en sus pueblos. Para
saber como usarlos, como sacarlos de sus cajas y armarles, un instructivo
previo antes de ser enviados a alguna cumbre de mortales, para que se reconozca
que no estuvieron enterrados en las estrellas, o succionando el pezón de la
luna durante un lustro a costa de... No, ellos son señores, dioses, héroes de
la palabra, revolucionarios, Revoltosos. Hay que traer poetas que caducaron
hace un lustro, para que un viejo muy feo de su cofre salga y diga rascándose
su barba excéntrica: «Gris es toda teoría, y verde el árbol de oro de la vida.»
Más triste, ha de saberse que la morsa a su propio homenaje nunca es invitada.
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