El Alma se Hunde
El alma se hunde en el cuerpo del hombre
como el hueso se hunde en la carne del fruto:
pero no es un hueso, es un pasar, un uso ya sin peso;
el alma duerme, sueña, en el cuerpo de los días,
pero despierta al roce de otro cuerpo que,
incorpóreo,
celebra la forma de otra idea en el cuerpo de otro día,
caminando por un tiempo, monocordes, al desplegar,
conformes, los cuerpos las miradas sensitivas.
El alma se funde al cuerpo del hombre, más no
sólo por hambre de la caduca carne sino por sed :
por sed de ser, para insuflar en los sentidos
la voluntad del aire: la dulce música en los ojos,
en la escucha la luz de las caricias, para hacer volar
sobre la espalda el cuerpo con las alas que viajeras
nos levantan del alma prisionera, para ir lavando,
ente las nubes pasajeras, el canto de la carne de la
tierra.
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