La Fecha de Fundación de
la Provincia de la Nueva Vizcaya
Por Héctor Palencia Alonso
Por Héctor Palencia Alonso
El dato acerca de la fecha de la fundación de Durango por el joven Capitán vascongado Francisco de Ibarra, forma parte de la colosal obra de investigación del insigne José Fernando Ramírez, llamado el "Padre de la Historia Antigua de México", y pionero de la investigación metódica cuyos estudios sirvieron de base a los libros de Alfredo Chavero y Manuel Orozco y Berra. Muy ilustre durangueño nacido en el mineral de Parral, cuando esta población pertenecía al Estado de Durango, José Fernando Ramírez fue actor y testigo de la historia de varias décadas, miembro destacado del Partido Liberal, abogado reconocido en Europa, según consta en documentos ingleses, no pudo contestar con una negativa a la insistente petición de la Emperatriz Carlota para que colaborara en el Imperio de Maximiliano, y fue nombrado por éste, Ministro de Asuntos Extranjeros, el abogado José Fernando Ramírez se trasladó a Alemania, donde era respetado como científico eminente, y murió en la ciudad de Bonn, el cuatro de marzo de 1871.
Otros datos relativos a esta durangueño,
hablan de su notable dedicación al estudio. Su biblioteca personal la
adquirieron las autoridades estatales, cuando Ramírez se fue a vivir a la
ciudad de México. Esta biblioteca, con obras de los siglos XVI, XVII, XVIII y
XIX, muchas de ellas empastadas en pergamino y escritas en español antiguo,
constaba de siete mil cuatrocientos setenta y siete volúmenes, incluidos varios
incunables. Estas obras existen en la Biblioteca Pública del Estado, y hacen
que dicha Biblioteca sea una de las más ricas del país.
La casa habitación de José Fernando Ramírez también fue adquirida por el gobierno estatal, y es la que hasta hace algunos años ocupaba la Escuela Superior de Música de la Universidad Juárez del Estado, y antes había sido, primero el Instituto de Niñas y después, sede de la elidía Normal del Estado. Esta finca es propiedad de la Universidad Juárez y se localiza en el crucero de las hoy calles de Negrete y Bruno.
La casa habitación de José Fernando Ramírez también fue adquirida por el gobierno estatal, y es la que hasta hace algunos años ocupaba la Escuela Superior de Música de la Universidad Juárez del Estado, y antes había sido, primero el Instituto de Niñas y después, sede de la elidía Normal del Estado. Esta finca es propiedad de la Universidad Juárez y se localiza en el crucero de las hoy calles de Negrete y Bruno.
Como abogado, José Fernando Ramírez alcanzó
notoriedad como penalista, defensor de doña Nepomucena Alcalde, acusada de dar
muerte a su marido en esta ciudad de Durango. Todavía llama la atención el
alegato que con que defensor presentó ante el juez de lo criminal. Un alegato
que conservo publicado en una revista de derecho.
Cuando el abogado Miguel González Avelar,
ocupó la Secretaría de Educación Pública, se hizo pública la intención de
depositar los restos mortales de José Fernando Ramírez en la Rotonda de los
Hombres Ilustres de México. Verdad que algunos se opusieron tomando en cuenta
la colaboración de Ramírez con el Imperio de Maximiliano. La reinhumación
quedó en proyecto de González Avelar y hoy los restos mortales del gran
historiador se han perdido. De cualquier manera, es de obligada consulta para
los estudiosos de la historia de Durango, el libro "Noticias Históricas y
Estadísticas de Durango", obra editada en la Imprenta de Ignacio Cumplido
de la ciudad de México, en el año de 1851.
Cuando se fundó la Villa de Durango, en sitio inmediato a ésta, al sur, ya existía la misión de San Juan Bautista, llamado Analco por los indígenas, nombre de origen nahua que significa "más allá del agua" la cual fue el principio en la inmensa del norte de la Nueva España, de la obra inconmensurable de los heroicos caminantes que difundieron el mensaje de amor de aquel San Francisco que hizo montón menospreciable de todas sus riquezas, y fue por los caminos cantando la luz del sol y la armónica fraternidad de las cosas.
Cuando se fundó la Villa de Durango, en sitio inmediato a ésta, al sur, ya existía la misión de San Juan Bautista, llamado Analco por los indígenas, nombre de origen nahua que significa "más allá del agua" la cual fue el principio en la inmensa del norte de la Nueva España, de la obra inconmensurable de los heroicos caminantes que difundieron el mensaje de amor de aquel San Francisco que hizo montón menospreciable de todas sus riquezas, y fue por los caminos cantando la luz del sol y la armónica fraternidad de las cosas.
Un año antes de la llegada al Valle del
Guadiana, del Capitán vascongado Francisco de Ibarra ya se escuchaba en la
llanura inhóspita al Hombre de Asís que predicaba, a través de sus discípulos,
el más alto ideal que no puede ser olvidado, envueltos en su sayal de color
ceniza y polvo semejante a la pluma de la alondra. La Misión de San Juan
Bautista, así llamada porque los franciscanos llegaron a ese lugar un veinticuatro
de junio, albergó al Capitán Alonso de Pacheco, subordinado del Gobernador
Francisco de Ibarra, comisionado por éste, para hacer la traza de la Villa de
Durango, tres meses antes del acto jurídico solemne de la fundación.
Es el templo de Analco un monumento de la
historia, cansado de años, de baldosas que un día besaron las humildes
sandalias franciscanas, evocador atrio arrinconado y delgados cipreses que
gimen al recibir el abrazo pesado e inalcanzable del veinte. El día de su
primera dedicación, se celebró también el primer bautismo, que fue de un indio
apache de nombre cristiano Vicente Simón, que habiendo sido hecho prisionero
fue instruido en la nueva religión.
Los conquistadores que venían con Francisco de Ibarra no formaban parte de un ejército a sueldo. De acuerdo a las normas establecidas para la conquista, que aparecen en el libro de Silvio A. Zavala, titulado "Los Intereses Particulares en la Conquista de la Nueva España", los expedicionarios invertían por iniciativa individual ciertos bienes y comprometían sus servicios, a cambio de tierras y metales preciosos si la empresa se veía coronada por el éxito. Aquí encuentro el origen de la iniciativa privada en Durango y en el norte de México.
Los conquistadores que venían con Francisco de Ibarra no formaban parte de un ejército a sueldo. De acuerdo a las normas establecidas para la conquista, que aparecen en el libro de Silvio A. Zavala, titulado "Los Intereses Particulares en la Conquista de la Nueva España", los expedicionarios invertían por iniciativa individual ciertos bienes y comprometían sus servicios, a cambio de tierras y metales preciosos si la empresa se veía coronada por el éxito. Aquí encuentro el origen de la iniciativa privada en Durango y en el norte de México.
Por tratarse de una empresa particular, se
repartían los españoles conforme a ciertas reglas. Se recompensaba mejor a
los soldados que aportaban caballo y espada que a los que participaban a pie.
Las "Caballerías" eran medidas de tierra para los expedicionarios a
caballo, y las "peonías" para los que marchaban a pié. El origen de
la palabra "Patán" se refería a caminar a pie. "Patán"
viene, pues de ir "a pata". Una distinción con el caballero, de
marcado sentido económico.
Grandes acontecimientos están en el origen
de Durango, génesis en la que, según la poética visión del ilustre orador
sagrado y escritor David G. Ramírez, se fundieron en un mismo crisol todos los
brillos de nuestra Historia: la espada virtuosa del joven Capitán don Francisco
de Ibarra y el raído tornasol de los sayales franciscanos el ágata empolvado de
los soldados españoles y el ocre glorioso de los indios expectantes... Y en el
mismo canto memorable a nuestra cuna, el poeta Ramírez -Jorge Gram, en la
literatura-, imagina a la ciudad de Durango como gentil princesa encantada, que
acaricia el ensueño de rutilante destino recostada en la mitad de su valle de
luz.
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