Los Murales del Museo Francisco
Villa y la Casa de Zambrano
Por Alberto Espinosa Orozco
I
El Palacio
de Zambrano fue ordenado construir por su el increíblemente rico minero y
comerciante José Zambrano en el año de 1785 y terminado a finales del año de
1798, iniciándose en ese año la construcción, por órdenes del mismo
propietario, la edificación del Teatro Coliseo, el cual fue inaugurado el 19 de
marzo de 1800, habiendo tenido un costo de 22 mil pesos oro, estando su entrada
en la ahora Calle de Bruno Martínez, llamada en ese tiempo Calle Coliseo
–aunque fue remodelado y reinaugurado en 1910, abriéndose una entrada por el
otro costado, llamándose desde entonces Teatro Victoria, en homenaje al primer
presidente de México, general Guadalupe Victoria. Entre ambas construcciones se
encuentra la Plaza IV Centenario, que originalmente había sido una huerta de
monjes jesuitas y que el acaudalado hombre de negocios compró llamándose en su
tiempo Plaza de Zambrano.
La
imponente construcción palaciega del Conde Juan Joseph de Zambrano se realizó
con una fachada en cantera obedeciendo a una tendencia barroca, a la vez sobria
y afrancesada, sobre una extensión de 6 mil 200 m2. El palacete, suntuoso y
monumental, está levantado sobre arcos de medio puto y columnas toscanas. El
Capitán Juan José de Zambrano fue un rico minero que luego de explotar las
minas serranas de Gurarisamey se asentí en la capital del estado de Durango,
entonces capital de la Nueva Vizcaya, habiendo sido uno de lo diez hombres con
mayores caudales de toda la Nueva España al finalizar el siglo XVIII. Vivió en
lo que es hoy en día el Palacio de Gobierno con su esposa, un hijo y un
hermano, teniendo todos ellos sus aposentos en la planta alta del
inmueble.
Perteneció
a la Orden de Santiago y aunque ostentaba ser Conde, y efectivamente era
conoció como el Conde de Zambrano, el título en realidad nunca pudo obtenerlo
rectamente. La calle que pasa por un lado de su magnífico palacio fue conocida
en esa época como la Calle de Zambrano, en lo que es ahora la Calle Zaragoza.
Zambrano fue un hábil comerciante y propietario de minas, increíblemente
exitoso, cubriendo su camino en la ciudad para sus fiestas de lingotes de
plata. Murió en el año de 1816, luego de
la proclamación de la Independencia de la República Mexicana, pasando la regia
construcción a ser rentada por sus propietarios al Gobierno de la Intendencia
de la Nueva España, estableciendo el gobierno ahí sus oficinas y pasando a ser
la Casa de Intendencia de la Provincia de la Nueva Vizcaya. Luego de la
consumación de la Independencia fue la sede del gobierno del estado y la
residencia de los gobernadores. Luego de 21 años de litigio, los herederos
naturales de Zambrano ganaron el pleito resuelto en los tribunales en 1837 a
favor de los hijos de su segundo matrimonio quienes, sin embargo, perdieron la
propiedad, la cual fue embargada por el gobierno por falta de pago de las
contribuciones y expropiada en 1957, adjudicándosela y pasando a ser desde entonces propiedad del
estado y despachando en su interior los tres poderes –siendo hasta principios
del siglo XX que el Poder Judicial tomó otra cede y hasta 1978 que el Poder
Legislativo se trasladó al edificio del Congreso del Estado. Cede del Poder
Ejecutivo del Estado de Durango, el palacete cuenta con un gran patio de planta
cuadrada, empero, la vieja casona novohispana acusa ahora en su interior, luego
del peso del tiempo, de una infinidad de cubículos, tapancos y entrepisos
laberínticos que ensombrecen la intención arquitectónica del conjunto.
II
En la
actualidad en la ciudad de Durango se registran más de 60 obras pertenecientes
al Movimiento Muralista Mexicano, localizadas en más de 26 edificios (18
públicos y 8 privados) tales como oficinas gubernamentales, bibliotecas,
museos, escuelas, bares, restaurantes y casas particulares –las cuales se
preservan por desgracia no siempre muy bien conservados. Abarcan un lapso de
tres cuartos de siglo de continuidad en la obra creadora colectiva de ese
singular movimiento vanguardista, único en su tipo por sus ingredientes
nacionalistas, reflexivos y críticos, anejos a un sentido didáctico y a los
reclamos de justicia social inherentes a sus postulados originarios.
El primero
de ellos fue elaborado por el maestro Guillermo de Lourdes en la escuela Guadalupe
Victoria en el año de 1934. Los más recientes son: el gran mural “Alegoría
de las Artes”, responsabilidad del reconocido pintor regional José
Sandoval, pintado en los muros del patio central de la Casa de la Cultura,
inaugurado en noviembre de 2009; el mural titulado “Paisaje Histórico Mexicano“,
que es obra del maestro José Luis Ramírez, teniendo como ayudante a la pintora
Patricia Aguirre, el cual se encuentra en la Biblioteca del Cerro del Calvario,
concluido en octubre del año 2010, y: un par de murales conmemorativos, sobre
la historia de la Facultad de Medicina de la UJED y otro más de tema libre,
pintados por Elizabeth Linden junto con su equipo de estudiantes, inaugurados
en 2011 –a los que habría que sumar otros trabajos realizados recientemente en
bares y restaurantes locales por el grupo de trabajo de José Luis Ramírez,
Patricia Aguirre, Eduardo Cavazos, Ricardo Luján, Miguel Vega,, Christian de
Jesús Castro y Miguel Valenzuela.
Dentro del
marco del 450 aniversario de la fundación de la ciudad de Durango se sumarán en
2014 ocho murales más, distribuidos en los edificios más emblemáticos de la
ciudad: “Tierra Nueva” de José Luis Ramírez; “Ciclos” (concluido), de Manuel Piñón;
“450
años de Recursos Naturales” de Ricardo Fernández; “Alegoría del Trabajo: la Lucha”
de Luis Sandoval; “Durango: Tierra del Cine” de Rogelio Rodríguez Ángel; “Luz
y Sombra” de Carlos Cárdenas; “Desarrollo Regional” de Irwin
Sandoval, y otro más sin título de Arnoldo Martínez.
Entre esa gama de valiosas
expresiones del arte público nacional se alza el Antiguo Palacio de Zambrano
como todo una constelación de astros estéticos en rotación y movimiento, siendo
el recinto civil que cuenta con un mayor número de obras pertenecientes al
movimiento mural. Entre 1934
y 1935 Guillermo de Lourdes pinto al óleo una serie de bellísimos murales en el
edificio. En el zaguán de la entrada principal pinto: las alegorías: “El Trabajo en la Hacienda porfiriana” y
“La Acordada”. En los corredores del
patio principal, el muro frontal y en los laterales, plasmó con un gran sentido
didáctico la “Historia de la revolución y
la Lucha de Facciones”, que es un mural histórico narrativo, cuya lectura
está dispuesta, entrando por la puerta principal de izquierda a derecha. Pintó
también dos hermosos murales de pequeñas dimensiones en la rampa de la escalera
imperial y, junto con Horacio Rentería Rocha, en la planta alta del edificio,
en el año de 1935, “La Patria con los
brazos abiertos cobijando al pueblo”. De 1935 a 1936 Horacio Rentería pintó
en los arcos del patio principal, una serie de escudo de armas de extraño
simbolismo y personal diseño.
En la
parte superior del cubo de la escalera principal se encuentran dos
extraordinarios murales al óleo de estilo manierista de Luís Sandoval realizado
en el año de 1982: “La Fundación de
Analco por los Padres Franciscanos” y “La
Llegada de Juárez Durango”. Hay
también en el descanso de la escalera una escultura del Benemérito de las
Américas, posada, en un nicho, debido a que el presidente Benito Juárez se
alojó en sus aposentos por unos días, cuando regresaba del Paso del Norte, para
restaurar la República, siendo por ese tiempo el Palacio de Zambrano la sede
del Poder Ejecutivo de la Nación.
Francisco
Montoya de la Cruz decoró al fresco, en el año de 1937, el Salón Principal del
Palacio de Gobierno, conocido como la Sala de Gobernadores, en la planta alta
del palacio sobre el corredor sur, teniendo como asunto “La Liberación de los Trabajadores”. Pasados los años pintó otros
frescos, entre 1950 y 1952, en los corredores del primer piso del Palacio de
Gobierno: “La Educación Pública en
Durango”, en el corredor oriente; “La
Industrialización y el Progreso en Durango”, en e corredor sur, y; “La Agricultura y la Minería en Durango”,
en el corredor poniente, rematando todo el conjunto un pequeño mural de recia
composición titulado “El Arado”, de
1952, situado en la corana del primer tramo de la escalera imperial, como
envolviendo los dos murales triangulares de Guillermo de Lourdes, plasmado a
manera de colofón y rúbrica de la gran obra muralística de todo el conjunto. En
esa labor tubo como ayudantes a Felipe H. Santoyo y Salvador Hernández, y a
Manuel Sánchez como maestro albañil, quienes, al lado del Maestro Montoya de la
Cruz, plasmaron los temas, problemas e ideales de la minería, la agricultura,
la educación y el desarrollo económico del estado de Durango. El Salón
Principal del Palacio fue hasta 1978 la sala de sesiones del Congreso del
Estado, convirtiéndose luego en sala de reuniones del gobernador y ahora parte
del Museo temático Francisco Villa, donde se encuentra la Galería de los
Gobernadores, con los retratos de los gobernadores de Durango de 1824 a la
fecha.
En el
segundo cuerpo del edificio, junto a la Casa Principal, se encuentra una segunda
edificación, menos esplendorosa, llamada la Casa Anexa, la que conecta por unas
escaleras de herradura, de muy baja altura, diseñada para que las bestias de
carga pudieran subir a la planta alta. En el cubo de la escalinata el Maestro Guillermo Bravo Morán pintó al
acrílico, en el año de 1979, una fabulosa alegoría modernista de vivos colores
sobre el desarrollo histórico de México titulada “México: Raíces de su Historia”.
Existiendo otras obras murales menores en la
antesala del despacho principal, responsabilidad de Jorge Quiñones y Teresa
Serrano –encontrándose asimismo en la planta baja un mural de tema
prehispánico, de muy mediana factura, de Ernesto Flores Esquivel. Por último, un par
de grandes vitrales en el Patio Trasero, colocados a principios del siglo XX,
que tienen como tema al Presidente Benito Juárez.
El arte
mural, que tuvo su primer auge en la Europa de siglo XIV y XV, se concibió
desde el primer momento como un arte público, ligado en binomio indisoluble a
la arquitectura. El Movimiento Muralista Mexicano rescató esa tradición
estética, está ligado así, de acuerdo a
sus premisas revolucionarias de preservación de la memoria histórica, de
equidad y justicia social, al rescate de la misma arquitectura, tanto en un
sentido estético, cuanto a las nuevas funciones de orientación cultural y
popular a las que está avocada a cumplir.
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