domingo, 9 de marzo de 2014

Los Murales del Museo Francisco Villa y la Casa de Zambrano Por Alberto Espinosa Orozco


Los Murales del Museo Francisco Villa y la Casa de Zambrano
Por Alberto Espinosa Orozco 




I
   El Palacio de Zambrano fue ordenado construir por su el increíblemente rico minero y comerciante José Zambrano en el año de 1785 y terminado a finales del año de 1798, iniciándose en ese año la construcción, por órdenes del mismo propietario, la edificación del Teatro Coliseo, el cual fue inaugurado el 19 de marzo de 1800, habiendo tenido un costo de 22 mil pesos oro, estando su entrada en la ahora Calle de Bruno Martínez, llamada en ese tiempo Calle Coliseo –aunque fue remodelado y reinaugurado en 1910, abriéndose una entrada por el otro costado, llamándose desde entonces Teatro Victoria, en homenaje al primer presidente de México, general Guadalupe Victoria. Entre ambas construcciones se encuentra la Plaza IV Centenario, que originalmente había sido una huerta de monjes jesuitas y que el acaudalado hombre de negocios compró llamándose en su tiempo Plaza de Zambrano.



   La imponente construcción palaciega del Conde Juan Joseph de Zambrano se realizó con una fachada en cantera obedeciendo a una tendencia barroca, a la vez sobria y afrancesada, sobre una extensión de 6 mil 200 m2. El palacete, suntuoso y monumental, está levantado sobre arcos de medio puto y columnas toscanas. El Capitán Juan José de Zambrano fue un rico minero que luego de explotar las minas serranas de Gurarisamey se asentí en la capital del estado de Durango, entonces capital de la Nueva Vizcaya, habiendo sido uno de lo diez hombres con mayores caudales de toda la Nueva España al finalizar el siglo XVIII. Vivió en lo que es hoy en día el Palacio de Gobierno con su esposa, un hijo y un hermano, teniendo todos ellos sus aposentos en la planta alta del inmueble. 
  Perteneció a la Orden de Santiago y aunque ostentaba ser Conde, y efectivamente era conoció como el Conde de Zambrano, el título en realidad nunca pudo obtenerlo rectamente. La calle que pasa por un lado de su magnífico palacio fue conocida en esa época como la Calle de Zambrano, en lo que es ahora la Calle Zaragoza. Zambrano fue un hábil comerciante y propietario de minas, increíblemente exitoso, cubriendo su camino en la ciudad para sus fiestas de lingotes de plata.  Murió en el año de 1816, luego de la proclamación de la Independencia de la República Mexicana, pasando la regia construcción a ser rentada por sus propietarios al Gobierno de la Intendencia de la Nueva España, estableciendo el gobierno ahí sus oficinas y pasando a ser la Casa de Intendencia de la Provincia de la Nueva Vizcaya. Luego de la consumación de la Independencia fue la sede del gobierno del estado y la residencia de los gobernadores. Luego de 21 años de litigio, los herederos naturales de Zambrano ganaron el pleito resuelto en los tribunales en 1837 a favor de los hijos de su segundo matrimonio quienes, sin embargo, perdieron la propiedad, la cual fue embargada por el gobierno por falta de pago de las contribuciones y expropiada en 1957, adjudicándosela  y pasando a ser desde entonces propiedad del estado y despachando en su interior los tres poderes –siendo hasta principios del siglo XX que el Poder Judicial tomó otra cede y hasta 1978 que el Poder Legislativo se trasladó al edificio del Congreso del Estado. Cede del Poder Ejecutivo del Estado de Durango, el palacete cuenta con un gran patio de planta cuadrada, empero, la vieja casona novohispana acusa ahora en su interior, luego del peso del tiempo, de una infinidad de cubículos, tapancos y entrepisos laberínticos que ensombrecen la intención arquitectónica del conjunto.



II
 En la actualidad en la ciudad de Durango se registran más de 60 obras pertenecientes al Movimiento Muralista Mexicano, localizadas en más de 26 edificios (18 públicos y 8 privados) tales como oficinas gubernamentales, bibliotecas, museos, escuelas, bares, restaurantes y casas particulares –las cuales se preservan por desgracia no siempre muy bien conservados. Abarcan un lapso de tres cuartos de siglo de continuidad en la obra creadora colectiva de ese singular movimiento vanguardista, único en su tipo por sus ingredientes nacionalistas, reflexivos y críticos, anejos a un sentido didáctico y a los reclamos de justicia social inherentes a sus postulados originarios.
   El primero de ellos fue elaborado por el maestro Guillermo de Lourdes en la escuela Guadalupe Victoria en el año de 1934. Los más recientes son: el gran mural “Alegoría de las Artes”, responsabilidad del reconocido pintor regional José Sandoval, pintado en los muros del patio central de la Casa de la Cultura, inaugurado en noviembre de 2009; el mural titulado “Paisaje Histórico Mexicano“, que es obra del maestro José Luis Ramírez, teniendo como ayudante a la pintora Patricia Aguirre, el cual se encuentra en la Biblioteca del Cerro del Calvario, concluido en octubre del año 2010, y: un par de murales conmemorativos, sobre la historia de la Facultad de Medicina de la UJED y otro más de tema libre, pintados por Elizabeth Linden junto con su equipo de estudiantes, inaugurados en 2011 –a los que habría que sumar otros trabajos realizados recientemente en bares y restaurantes locales por el grupo de trabajo de José Luis Ramírez, Patricia Aguirre, Eduardo Cavazos, Ricardo Luján, Miguel Vega,, Christian de Jesús Castro y Miguel Valenzuela.



   Dentro del marco del 450 aniversario de la fundación de la ciudad de Durango se sumarán en 2014 ocho murales más, distribuidos en los edificios más emblemáticos de la ciudad: “Tierra Nueva” de José Luis Ramírez; “Ciclos” (concluido), de Manuel Piñón; “450 años de Recursos Naturales” de Ricardo Fernández; “Alegoría del Trabajo: la Lucha” de Luis Sandoval; “Durango: Tierra del Cine” de Rogelio Rodríguez Ángel; “Luz y Sombra” de Carlos Cárdenas; “Desarrollo Regional” de Irwin Sandoval, y otro más sin título de Arnoldo Martínez. 
   Entre esa gama de valiosas expresiones del arte público nacional se alza el Antiguo Palacio de Zambrano como todo una constelación de astros estéticos en rotación y movimiento, siendo el recinto civil que cuenta con un mayor número de obras pertenecientes al movimiento mural.    Entre 1934 y 1935 Guillermo de Lourdes pinto al óleo una serie de bellísimos murales en el edificio. En el zaguán de la entrada principal pinto: las alegorías: “El Trabajo en la Hacienda porfiriana” y “La Acordada”. En los corredores del patio principal, el muro frontal y en los laterales, plasmó con un gran sentido didáctico la “Historia de la revolución y la Lucha de Facciones”, que es un mural histórico narrativo, cuya lectura está dispuesta, entrando por la puerta principal de izquierda a derecha. Pintó también dos hermosos murales de pequeñas dimensiones en la rampa de la escalera imperial y, junto con Horacio Rentería Rocha, en la planta alta del edificio, en el año de 1935, “La Patria con los brazos abiertos cobijando al pueblo”. De 1935 a 1936 Horacio Rentería pintó en los arcos del patio principal, una serie de escudo de armas de extraño simbolismo y personal diseño.
   En la parte superior del cubo de la escalera principal se encuentran dos extraordinarios murales al óleo de estilo manierista de Luís Sandoval realizado en el año de 1982: “La Fundación de Analco por los Padres Franciscanos” y “La Llegada de Juárez  Durango”. Hay también en el descanso de la escalera una escultura del Benemérito de las Américas, posada, en un nicho, debido a que el presidente Benito Juárez se alojó en sus aposentos por unos días, cuando regresaba del Paso del Norte, para restaurar la República, siendo por ese tiempo el Palacio de Zambrano la sede del Poder Ejecutivo de la Nación.



   Francisco Montoya de la Cruz decoró al fresco, en el año de 1937, el Salón Principal del Palacio de Gobierno, conocido como la Sala de Gobernadores, en la planta alta del palacio sobre el corredor sur, teniendo como asunto “La Liberación de los Trabajadores”. Pasados los años pintó otros frescos, entre 1950 y 1952, en los corredores del primer piso del Palacio de Gobierno: “La Educación Pública en Durango”, en el corredor oriente; “La Industrialización y el Progreso en Durango”, en e corredor sur, y; “La Agricultura y la Minería en Durango”, en el corredor poniente, rematando todo el conjunto un pequeño mural de recia composición titulado “El Arado”, de 1952, situado en la corana del primer tramo de la escalera imperial, como envolviendo los dos murales triangulares de Guillermo de Lourdes, plasmado a manera de colofón y rúbrica de la gran obra muralística de todo el conjunto. En esa labor tubo como ayudantes a Felipe H. Santoyo y Salvador Hernández, y a Manuel Sánchez como maestro albañil, quienes, al lado del Maestro Montoya de la Cruz, plasmaron los temas, problemas e ideales de la minería, la agricultura, la educación y el desarrollo económico del estado de Durango. El Salón Principal del Palacio fue hasta 1978 la sala de sesiones del Congreso del Estado, convirtiéndose luego en sala de reuniones del gobernador y ahora parte del Museo temático Francisco Villa, donde se encuentra la Galería de los Gobernadores, con los retratos de los gobernadores de Durango de 1824 a la fecha.






   En el segundo cuerpo del edificio, junto a la Casa Principal, se encuentra una segunda edificación, menos esplendorosa, llamada la Casa Anexa, la que conecta por unas escaleras de herradura, de muy baja altura, diseñada para que las bestias de carga pudieran subir a la planta alta. En el cubo de la escalinata  el Maestro Guillermo Bravo Morán pintó al acrílico, en el año de 1979, una fabulosa alegoría modernista de vivos colores sobre el desarrollo histórico de México titulada “México: Raíces de su Historia”.









Existiendo otras obras murales menores en la antesala del despacho principal, responsabilidad de Jorge Quiñones y Teresa Serrano –encontrándose asimismo en la planta baja un mural de tema prehispánico, de muy mediana factura, de Ernesto Flores  Esquivel. Por último, un par de grandes vitrales en el Patio Trasero, colocados a principios del siglo XX, que tienen como tema al Presidente Benito Juárez.
   El arte mural, que tuvo su primer auge en la Europa de siglo XIV y XV, se concibió desde el primer momento como un arte público, ligado en binomio indisoluble a la arquitectura. El Movimiento Muralista Mexicano rescató esa tradición estética, está  ligado así, de acuerdo a sus premisas revolucionarias de preservación de la memoria histórica, de equidad y justicia social, al rescate de la misma arquitectura, tanto en un sentido estético, cuanto a las nuevas funciones de orientación cultural y popular a las que está avocada a cumplir.   
  




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