viernes, 14 de marzo de 2014

En Peligro el Mural: Nuestros Orígenes Por Alberto Espinosa Orozco

En Peligro el Mural: Nuestros Orígenes
Por Alberto Espinosa Orozco 



Carta Abierta a los Restauradores de la Nación:

   El primer mural perteneciente al Movimiento Muralista Mexicano fue pintado en Durango en el año de 1932 por el artista Manuel Guillermo de Lourdes a la entrada de un salón en el patio de la escuela Guadalupe Victoria de la Ciudad de Durango. Los destrozos saltan a la vita; la superficie que le sirve de soporte, al parecer una enjarrado en yeso, no sólo se encuentra severamente fracturado, con enormes rajaduras que lo atraviesan, sino que incluso se ha desprendido ya una parte de la obra, faltante de forma triangular arriba del segundo hombre en posición de oblación, dejando ver los tabiques de adobe que sustentan la construcción original. Empero, no solo el mural Nuestros Orígenes, que estando casi a la intemperie en el patio trasero ha sufrido los embates de los elementos, faltándole incluso algunos fragmentos de yeso, siendo por ello alarmante su lamentable estado de conservación. 



   En el edificio de la escuela, al lado de la dirección, se encuentran dos pequeños murales, sendas alegorías de la Justicia y de la Libertad, muy notablemente corrompidos por la lepra el salitre. 





   Hay un par de murales en la biblioteca y salón de actos, El Lago de los Cisnes, composición simbolista de estilo vagamente art noveau,  y Homenaje a la Patria, en el que conviven las dos razas que nos constituyen bajo la forma alegórica de dos hermosas jóvenes, delante de unos caballos blancos montados por apaches y que ostenta al frente el águila nacionalista, que son las mejor conservadas del recinto, las cuales empero acusan el goteo, a veces a chorro, de la pintura con que se ha remozado el recinto en varias ocasiones. Así, las cinco composiciones murales del Maestro Guillermo de Lourdes, no carentes de interés, realizadas al óleo, acusan el paso del tiempo luego de más de 75 años de haber sido ejecutadas. 




   Por lo que se impone un atento llamado al INAH de México, a Teresa Franco de ser necesario, para poner remedio a tal incuria, ante el particularismo de las autoridades locales, para que viniese de ser posible un grupo de expertos restauradores a desfacer tan lamentable entuerto. 





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