La Historia de
la Litografía en México
Por Alberto
Espinosa Orozco
II.- Origen de la Litografía en México: Claudio
Linati de Prevost
Al artista italiano Mario Claudio Marcelo Antonio Pompeyo Blas Juan
Linati de Prevost, hijo del conde Filippo Linati, se debe la introducción de la
litografía a México. Nació en Carbonera de Parma en el 1 de febrero de 1790,
hijo de Filippo y Emanuella, de los Condes Cogorani, cobrando con su nacimiento
la vida de su madre, estando marcada su infancia por esa pérdida, pero también
por la educación de su preceptor Giuseppe Caderini, quien le inculcó los
ideales de igualdad. Moriría en México, en el puerto de Tampico, Tamaulipas, en
el ocaso de 1832 a los 42 años de edad.
Hombre ilustrado e inteligente que a los 17 años ya era miembro de la
Sociedad Parmesana de Grabadores de la Acuarela donde produjo una serie de grabados, desde la tarjeta de visita de su padre,
hasta obras ambiciosas, como una Madonna, Cristo y la adúltera, El hallazgo de
Moisés, etc. Técnica que luego decidió abandonar por el nuevo y más dúctil arte
de la litografía. Llegó a dominar
además del italiano, el francés y el español, idioma de la que fuera su esposa,
Doña Isabel Bacardi, dama de la aristocracia catalana, con quien casó en 1815 y le dio un hijo, Filippo (1816-1895), que fue escritor, poeta,
científico y político, llegando
a tener bienes considerables en Cataluña.
. Marchó a París, donde perfeccionó sus armas en
las artes gráficas y plásticas, a los diez y nueve años de edad,
instruyéndose en las Bellas Artes y dedicándose a la pintura. Allí conoció a
Jacques Louis David, cuyo taller frecuentó y a quien más tarde llamó su
maestro. Claudio se formó en el neoclasicismo, tanto en la parte histórica y
literaria de su educación como en la artística, siguiendo el ejemplo de la
antigüedad clásica. Se
unió a la secta de los Carboneri, que aspiraba a la libertad política y a un
gobierno constitucional. Hizo la carrera militar, y participó en todas las campañas
de Italia desde 1818. En 1821 se refugió en Barcelona, donde fue jefe de
migueletes, y actuó en la Cerdaña y el Ripollés. En 1823 fue hecho prisionero
en la Seo de Urgel, y luego enviado a Montlouis, en Francia. En octubre del año
siguiente se traslada a Aviñón, y poco después a Bruselas.
El conde italiano fue un aristócrata idealista, revolucionario y aventurero
que, en efecto, había formado parte de
los Carbonarios en Italia, un grupo que luchaba por la unificación nacional y
defendía con pasión los principios de la República, ideología que lo que lo
llevó de un extremo a otro de Europa y luego a los albores del México
independiente. Fue Guardia Rosa del gobernador de Piamonte, soldado de Napoleón
en Silesia, preso antomonárquico en Hungría y refugiado político en España, en
donde lucho al lado de la Milicia Nacional de Barcelona y del gobierno liberal.
Para 1824 enrolado en el ejército liberal español cae prisionero y es condenado
a muerte, pero huye y le escribe al ministro plenipotenciario de México para
ofrecer sus conocimientos en litografía. Así se trasladó a Bélgica, donde
conoció a Manuel Eduardo de Gorostiza, encargado de los negocios de México en
aquella región, donde cristalizó el proyecto de trasladarse a México, cuyo gobierno
independiente buscaba crear nuevas industrias para la recién inaugurada
república.
Al triunfo en la guerra por la Independencia de las fuerzas
liberales de Guadalupe Victoria, Linati ofreció al gobierno de la flamante
República establecer en la capital de país una imprenta y una oficina
calcográfica, y enseñar gratuitamente el nuevo arte de la litografía en nuestro
país, y que a manera de intercambio el gobierno mexicano le proporcionara
transporte, alojamiento y dinero para el establecimiento de sus prensas y
piedras, comprometiéndose a reintegrar posteriormente el dinero -proyecto que interesó al nuevo gobierno sobre
todo por la posibilidad de reproducir mapas topográficos. Pero Linati fue más allá. El artista de la
estampa cargó con el taller litográfico acompañado por el impresor italiano
Gaspar Franchini, llegando al puerto de Veracruz en septiembre de 1825,
trayendo también la misión de inspeccionar la costa y buscar un punto de
anclaje para los barcos y las máquinas de las compañías mineras, llegando el
mismo año en que se rindió en San Juan de Ulúa el último reducto español y
mientras gobernaba del primer presidente del México independiente, José
Guadalupe Victoria. Instaló la primera máquina litográfica llegada a México, y
durante el proceso de instalación, en febrero de 1826, murió Franchini víctima
de la hidropesía.
Luego de sortear múltiples dificultades, entre otras la muerte de su
impresor, Linati estableció su taller en la Ciudad de México, poniendo sus
oficinas en la calle de San Agustín # 15. El taller constaba de una prensa para
transportes, otra para impresión y una colección de estampas de artistas
franceses que servían de modelo y ejemplo a los alumnos. Al poco tiempo el
grabador se asoció con el también italiano Florencio Gally y con el poeta
cubano José María de Heredia para publicar una revista literaria: El Iris, Periódico Crítico Literario,
apareciendo el primer número el 4 de febrero de 1826 en un formato de 14 x 18
cts. Se imprimieron en total cuarenta números, el último el 2 de agosto de
1826, a un ritmo que debió parecer acelerado y luego vertiginoso de
periodicidad semanal y luego de números por semana, incluyendo una litografía
mensual. La revista tenía como temas de interés la poesía, el teatro, artículos
sobre costumbres mexicanas, biografías y en sayos, contando también con una
importe parte gráfica de retratos, piezas musicales, figurines, dibujos e
imágenes de objetos arqueológicos. Así, el número inaugural incluyó la primera
litografía coloreada hecha en México, hecha por Claudio Linati y llamada “El
Figurín”, pues se trataba en cierto modo de una revista de moda ofrecida al
bello sexo, propuesta como promotora del buen gusto –aunque ya el diario El Águila Mexicana había anunciado el 16
de enero de ese año de 1826 la venta de la primera litografía hecha por Linati,
la cual fue un retrato del papa León XII. La primera litografía de un mexicano
es la de José Gracida, primer ayudante de impresor y discípulo de Linatti, que
es un retrato del cura Miguel Hidalgo, aparecida también en la revista El
Iris, en el # 34.[1]
Hay que agregar que estuvo ligado al proyecto de El Iris el pintor y litógrafo Frederich Waldeok (Praga, 1776-París,
1875), quien había llegado a México el 8 de enero de 1825 con el objeto de
explorar las ruinas arqueológicas, apoyado por el nuevo gobierno republicano,
experiencia que repetiría el muralista Jean Charlot un siglo más tarde.
Trabajando como dibujante y diseñador de máquinas en una mina de Tlalpujagua
conoció a Claudio Linati y a Florencio Gally, ligándose así la proyectada
publicación, por lo que se instala en la Ciudad de México, realizando
presentaciones de un espectáculo “fantasmagórico”, así como dibujos, retratos e
impartiendo clases de pintura.
Sin embargo, no obstante que El Iris, destacó por su posición
política republicana y su rechazo a la monarquía, que recientemente había
fracasado con el imperio de Agustín de Iturbide (1822-23), y que publicó
retratos de Guadalupe Victoria, Morelos e Hidalgo, el nuevo gobierno
independiente expulsa a Claudio Linati de país no tanto por sus inquietudes
editoriales y literarias como por inmiscuirse en política, ya que el artista
italiano había mostrado tendencias libertarias y críticas, así como un
indisimulable odio a la dictadura. En efecto, para el # 11 Linati había
publicado un grabado en litografía titulado “La Tiranía”, cuyo sentido crítico
causo inquietud entre los lectores, así como el contenido de algunos de sus
artículos, juzgados como críticos al gobierno, como subversivos y hasta
anarquistas, pero también la inclusión del Marques Horacio Attellis Santangelo
entre sus colaboradores y a la actitud extremosa de sus socios, pues en el # 28
del 1 de julio se había anunciado en un manifiesto la separación de la revista
del poeta José María Heredia.[2] El
27 de septiembre se le entrega un pasaporte para ausentarse del país a invitación
expresa del gobierno de Guadalupe Victoria y el Ministerio de Relaciones
Exteriores e Interiores retiene sus prensas por el adeudo contraído por el
artista.
El taller fue solicitado por la Academia de San Carlos, para la
enseñanza del nuevo procedimiento de reproducción, cosa que aprobó el
presidente de la república, Guadalupe Victoria (Miguel Ataulco Fernández Félix,
originario de Tamazula, Durango, 1786-1843), descontando del presupuesto de la
escuela el costo del establecimiento litográfico, que ascendió a la suma de 1,
693. 31 pesos, llevándose a cabo el traslado de las prensas y piedras del
Ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores a la escuela el 7 de marzo de
1828 –aunque las clases formales de litografía se iniciarían en la academia 4
años más tarde, en 1831, teniendo como maestro al ingeniero teniente y oficial
el Estado Mayor Ignacio Serrano, también instruido por Linati y quien
posteriormente estamparía en la técnica litográfica planos topográficos y
militares, siendo nombrad o como titular del nuevo
procedimiento e imprimiendo una litografía para el aniversario del Grito de
Dolores y de la Independencia de 1930, estando la impresión a cargo de Mariano
Contreras y siendo firmada por el taller de Pedro Patiño Ixtolinge, el
discípulo de Tolsá y director del área de pintura de la Academia. Posteriormente
una estampa para el libro El Árbol de Cera, editado para la
ceremonia de su cultivo por orden del Ministro de Relaciones Interiores y
Exteriores Lucas Alamán, así como el libro El Duque de Dándalo, y
la litografía de nuevo papa Gregorio XVI que se vendieron a dos reales.[3]
En esa época se publicaron en talleres particulares algunas escasas
obras ilustradas con litografías: El Periquillo Sarmiento de José
Fernández de Lizardi en la imprenta Galván, y diversas piezas de música, sobresaliendo
entre ellas la “Tabla General de Todos
los Acordes” de 1832, además de un método para piano para mujeres titulado Gramática
razonada musical compuesta en forma de diálogo para los principiantes, impreso
en 1830 e lustrado con 6 dibujos por José Antonio Gómez, un discípulo de
Serrano quien tenía su taller en la Calle de Mantilla, y que fue editado por la
imprenta de Martín Rivera ubicado en la Calle de Jesús # 1. Por su parte Ignacio Serrano realizó algunas
litografías para Revisita Mexicana, que no llegaron a publicarse, y 12 dib ujos
sobre las ruinas de Xochicalco y de la Hacienda de Miacatlan, mientras que las descuidadas
prensas de la Academia fueron finalmente puestas al servicio del Colegio Militar
el 27 de febrero de 1839, con el objeto de publicar las obras de Bails y de
Vallejo Táctica de Infantería y Ordenanzas del ejército, dejando
Serrano como discípulos a Vicente Montiel, Hipólito Salazar, Diodoro Serrano,
quien alcanzaría a estampar en los talleres de la academia litografías para el
libro del Dr. Gall La exposición sumaria del sistema frenológico, y José Antonio
Gómez, quien montó su propio taller.[4]
Claudio Linatti se embarca en el
puerto de Veracruz el 13 de diciembre de 1826 con rumbo a Nueva York, llegando
el 15 de marzo de 1827 a Amberes, estableciéndose en Brúcelas donde, para 1828
trabaja en la litografía Real de Jobard, año en el que imprime su reconocido
álbum Costumes civils, militares et religieux du Mexique: Dessinés d´aprés
nature, (“Trajes civiles, militares y religiosos de México”), su obra más
importante como litógrafo, un famoso álbum sobe costumbres y trajes mexicanos
que se difundió por toda Europa. En 48 tablas litográficas a color realizadas a
la acuarela, impresas por Jobard y publicadas por Charles Sattino en la
litografía Royale de Gobard, dibujó los caracteres mexicanos, siendo sus
estampas un compendio de los arquetipos de cada personaje y tienen el valor de haber sido la primera
codificación de los tipos y costumbres del México en el siglo XIX obra una
visión de los mejicanos, de sus costumbres y aspectos de la vida cotidiana que
va más allá de la belleza de sus láminas. Reflejó la historia patria en la que
desfilan figuras como Moctezuma, Hidalgo y Guadalupe Victoria, y en la que
expresa la belleza propia de las mejicanas, y aun de la cultura de los tipos
negros costeños. Al tiempo realizó comentarios sobre las mujeres mejicanas, a
las que pintó en sus litografías de la forma más exquisita, ensalzando la
grandeza de las civilizaciones prehispánicas lo mismo que al criollo mejicano
por haber dado valientemente su sangre por la Independencia, describiendo los
trajes militares, las costumbres y los tipos humanos de todos los géneros que
enriquecían el panorama de nuestra patria. [5]
En el año de 1827, a instancias del director del Museo Nacional, Don
Isidro de Icaza, Fréderich Waldeck realiza
13 dibujos litográficos y publica la Colección de Antigüedades Mexicanas que
Existen en el Museo Nacional, impresa probablemente en el taller de
Linatti por Pedro Robert sobre papel mexicano de 47 x 38 cts., y diseña e
imprime las invitaciones para las fiestas del aniversario de la Independencia
de ese año. Allí trabajaron litógrafos como Adriano Fournier y Pedro Robert,
quienes en ese mismo tiempo pidieron ser aceptados como maestros en la Academia
de San Carlos, aunque el puesto de profesor de este taller lo ocuparía el
aventajado alumno de Linati, el teniente de ingenieros Ignacio Serrano. Empero
en 1836 Waldeck es acusado de saqueo arqueológico y de publicar las primicias
de sus descubrimientos en Europa, por lo que el gobierno de la República
decomisa todos sus dibujos y es obligado a volver a París. En 1866 Waldeck
publica en la ciudad luz 56 extraordinarios dibujos litográficos de tema
arqueológico mexicano, que sirven para ilustrar el libro del sabio francés
Brasseur Boarbourg Monumentos Antiguos de la República Mexicana. Waldeck muere en
esa ciudad el 29 de abril de 1875, a los 99 años de edad.
Claudio Linatti se embarca nuevamente rumbo a México, su patria de
destino, llegando a Tampico el 9 de diciembre de 1832, donde contrae fiebre
amarilla y muere fulminado dos días después, el 11 de diciembre de ese año. Volvió
a México sin esperar favor de aquel régimen de ignorantes y egoístas, sino con
la esperanza al menos de la restitución de algunos créditos activos, que a
cargo de aquél gobierno había, con otros bienes, heredado en su juventud. Así, al reconocido y revolucionario artista
parmesano Claudio Linati se debe el establecimiento del primer taller de
litografía en la capital, también la creación de la primera revista ilustrada
del país. Sus méritos son muchos, pues enseñó a algunos jóvenes del hospicio la
nueva técnica, tuvo algunos discípulos y dejó escuela, pero sobre todo un ideal
de civilización y cultura superior, pues fue un artista con excelente educación
en el dibujo, con una mano muy diestra y una concepción muy completa de la
labor artesanal. Con él se inicia una tradición artística y técnica en México
caracterizada por su exaltación del paisaje, de la arquitectura, de los
personajes históricos, los tipos humanos y la cultura popular.
[1]
Sabemos sin embargo que el
Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores Lucas Alamán, en conjunción con
el Marques del Apartado Francisco Fagoaga y Jacobo Villamontía, desde el 6 de
mayo de 1823 había recibido una serie de materiales litográficos, con prensa,
piedras y tinta, la cual no realizó ninguna obra por falta de operarios. De tal
noticia dio cuenta no sólo José García de Icazbalceta en 1855, sino también
Hipólito Salazar en su artículo “Datos para historia de la litografía en
México”, aparecido el 31 de junio de 1882 en El Monitor Republicano, y luego en
otra publicación titulada “Introducción de la litografía en la República
Mexicana”. Lo más probable es que los materiales litográficos hayan sido
vendidos entre 1827 y 1828, pues la prensa anunció a finales de 1827 la venta
de un tórculo litográfico, piedras de Baviera y un barril de negro de Francfort,
en la Casa #5 de la Calle de Medinas. En el mismo año de 1823 la litografía
había llegado a Colombia y Venezuela, un año antes a Cuba y a Estados Unidos en
1819. Hay que agregar aquí que entre 1826 y 1827 la Casa Ackerman publicó en
Londres litografías de temas mexicanos, debido a que su dueño Rudolph Ackerman
tenía relaciones con nuestro país, llegando a anunciar sus productos en la
prensa nacional de aquel entonces. Por otra parte, hay noticias de que en 1829
en el Palacio Nacional de la Ciudad de México se encontraba una prensa
litográficas sin uso, la cual fue pedida por la sociedad de Robert y Fournier,
petición que fue rechazada debido a que contaban con referencias de mala
conducta por parte del gobierno, probablemente en el sentido de sus intereses extranjeros,
más que nada comerciales.
[2] El Iris, Periódico Crítico
Literario.1826. Claudi Linatti, Florencio Gally y José María de Heredia,
Ed. Facsimilar. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. México, 1998.
[3] De hecho el primer encargado del
taller de la Academia de San Carlos fue Ramón Sixto Irigoyen, teniendo que
competir con él Ignacio Serrano por quien finalmente se inclinó el Secretario
de la Academia Francisco Manuel Sánchez de Tagle, otorgándole un sueldo de 25
pesos mensuales. El taller de la Academia funcionó malamente, con parquedad,
debido a la plena decadencia en que encontraba la escuela, la cual
prácticamente se había quedado sin fondos desde el año de 1817. Arturo Aguilar
Rocha, “Los inicios de la litografía en México: el periodo oscuro (1827-1837)”.
Universidad de las Américas, Puebla.
[4] La enseñanza del grabado en
hueco se tardó también cuatro años en poderse establecer en la Academia de San
Carlos, pues a su primer maestro Jerónimo Antonio Giel, nombrado Grabador Mayor
de la Casa de Moneda de México el 26 de enero de 1778, se le encargó establecer
y dirigir la escuela de grabado el 5 de noviembre de 1781, por oficio del
Virrey Matías de Gutiérrez, lográndose trasladar la escuela de grabado a la
Academia hasta el 4 de noviembre de 1785. Raquel Tibol, Gráficas y Neográficas en México.
UNAM. SEP. Foro 2000. México, 1987.
[5] Entre 1827 y 1828 Claudio Linati
publicó varios artículos sobre México en el periódico L´Industrie de Brucelas,
Bélgica, pero sobre todo elaboró “el primer monumento de nuestra litografía”,
un tesoro litográfico de 48 litografías a color y una en blanco y negro que
lleva el título “Costumes Civils Militaires et Réligieux de Mexique dessinés d’après
Nature”. El álbum se tradujo al español como Trajes civiles, militares y
religiosos de México; fue publicado en México en 1956, con prólogo de
Manuel Toussaint, y de nuevo en 1979, con una introducción de P. Martínez
Peñaloza. Se trata de la más bella colección de estampas que el dibujante,
discípulo del célebre pintor francés Jacques Louis David, realizó con enorme
estimación por nuestra patria. A través de este tema referencias de tipos y
trajes Linati tuvo la habilidad de mostrar el basto abanico de la sociedad
mexicana de su tiempo, mostrando a la vez aspectos de tipo histórico, político
y económico, aunando a ello una serie de textos que resultan muy ilustrativos
de la sociedad mexicana vista por ojos extranjeros. Hay que destacar que aparece
en el álbum otra litografía de Hidalgo, realizada esta vez por Claudio Linati,
con un texto de su mano que le atribuye toda la responsabilidad y gloria de la
rebelión. Se le ve de pie y de cuerpo entero vistiendo un extravagante traje de
campaña, cubierta la cabeza por un sombrero de anchas alas coronado con plumas,
señala Edmundo O´Gorman, siendo la imagen de un hombre robusto, más congruente
con sus hazañas, que la idea del frágil anciano acostumbrada por la ideología
oficial. Edmundo O´Gorman, Documentos para la historia de la litografía
en México. México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1955.
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