sábado, 8 de marzo de 2014

Origen de la Litografía en México: Claudio Linati de Prevost Por Alberto Espinosa Orozco

La Historia de la Litografía en México
Por Alberto Espinosa Orozco 

II.- Origen de la Litografía en México: Claudio Linati de Prevost




   Al artista italiano Mario Claudio Marcelo Antonio Pompeyo Blas Juan Linati de Prevost, hijo del conde Filippo Linati, se debe la introducción de la litografía a México. Nació en Carbonera de Parma en el 1 de febrero de 1790, hijo de Filippo y Emanuella, de los Condes Cogorani, cobrando con su nacimiento la vida de su madre, estando marcada su infancia por esa pérdida, pero también por la educación de su preceptor Giuseppe Caderini, quien le inculcó los ideales de igualdad. Moriría en México, en el puerto de Tampico, Tamaulipas, en el ocaso de 1832 a los 42 años de edad.
   Hombre ilustrado e inteligente que a los 17 años ya era miembro de la Sociedad Parmesana de Grabadores de la Acuarela donde produjo una serie de grabados, desde la tarjeta de visita de su padre, hasta obras ambiciosas, como una Madonna, Cristo y la adúltera, El hallazgo de Moisés, etc. Técnica que luego decidió abandonar por el nuevo y más dúctil arte de la litografía.  Llegó a dominar además del italiano, el francés y el español, idioma de la que fuera su esposa, Doña Isabel Bacardi, dama de la aristocracia catalana, con quien casó en 1815 y le dio un hijo,  Filippo (1816-1895), que fue escritor, poeta, científico y político, llegando a tener bienes considerables en Cataluña.
.  Marchó a París, donde perfeccionó sus armas en las artes gráficas y plásticas, a los diez y nueve años de edad, instruyéndose en las Bellas Artes y dedicándose a la pintura. Allí conoció a Jacques Louis David, cuyo taller frecuentó y a quien más tarde llamó su maestro. Claudio se formó en el neoclasicismo, tanto en la parte histórica y literaria de su educación como en la artística, siguiendo el ejemplo de la antigüedad clásica. Se unió a la secta de los Carboneri, que aspiraba a la libertad política y a un gobierno constitucional. Hizo la carrera militar, y participó en todas las campañas de Italia desde 1818. En 1821 se refugió en Barcelona, donde fue jefe de migueletes, y actuó en la Cerdaña y el Ripollés. En 1823 fue hecho prisionero en la Seo de Urgel, y luego enviado a Montlouis, en Francia. En octubre del año siguiente se traslada a Aviñón, y poco después a Bruselas.




   El conde italiano fue un aristócrata idealista, revolucionario y aventurero que, en efecto,  había formado parte de los Carbonarios en Italia, un grupo que luchaba por la unificación nacional y defendía con pasión los principios de la República, ideología que lo que lo llevó de un extremo a otro de Europa y luego a los albores del México independiente. Fue Guardia Rosa del gobernador de Piamonte, soldado de Napoleón en Silesia, preso antomonárquico en Hungría y refugiado político en España, en donde lucho al lado de la Milicia Nacional de Barcelona y del gobierno liberal. Para 1824 enrolado en el ejército liberal español cae prisionero y es condenado a muerte, pero huye y le escribe al ministro plenipotenciario de México para ofrecer sus conocimientos en litografía. Así se trasladó a Bélgica, donde conoció a Manuel Eduardo de Gorostiza, encargado de los negocios de México en aquella región, donde cristalizó el proyecto de trasladarse a México, cuyo gobierno independiente buscaba crear nuevas industrias para la recién inaugurada república.



   Al triunfo en la guerra por la Independencia de las fuerzas liberales de Guadalupe Victoria, Linati ofreció al gobierno de la flamante República establecer en la capital de país una imprenta y una oficina calcográfica, y enseñar gratuitamente el nuevo arte de la litografía en nuestro país, y que a manera de intercambio el gobierno mexicano le proporcionara transporte, alojamiento y dinero para el establecimiento de sus prensas y piedras, comprometiéndose a reintegrar posteriormente el dinero  -proyecto que interesó al nuevo gobierno sobre todo por la posibilidad de reproducir mapas topográficos.  Pero Linati fue más allá. El artista de la estampa cargó con el taller litográfico acompañado por el impresor italiano Gaspar Franchini, llegando al puerto de Veracruz en septiembre de 1825, trayendo también la misión de inspeccionar la costa y buscar un punto de anclaje para los barcos y las máquinas de las compañías mineras, llegando el mismo año en que se rindió en San Juan de Ulúa el último reducto español y mientras gobernaba del primer presidente del México independiente, José Guadalupe Victoria. Instaló la primera máquina litográfica llegada a México, y durante el proceso de instalación, en febrero de 1826, murió Franchini víctima de la hidropesía.
   Luego de sortear múltiples dificultades, entre otras la muerte de su impresor, Linati estableció su taller en la Ciudad de México, poniendo sus oficinas en la calle de San Agustín # 15. El taller constaba de una prensa para transportes, otra para impresión y una colección de estampas de artistas franceses que servían de modelo y ejemplo a los alumnos. Al poco tiempo el grabador se asoció con el también italiano Florencio Gally y con el poeta cubano José María de Heredia para publicar una revista literaria: El Iris, Periódico Crítico Literario, apareciendo el primer número el 4 de febrero de 1826 en un formato de 14 x 18 cts. Se imprimieron en total cuarenta números, el último el 2 de agosto de 1826, a un ritmo que debió parecer acelerado y luego vertiginoso de periodicidad semanal y luego de números por semana, incluyendo una litografía mensual. La revista tenía como temas de interés la poesía, el teatro, artículos sobre costumbres mexicanas, biografías y en sayos, contando también con una importe parte gráfica de retratos, piezas musicales, figurines, dibujos e imágenes de objetos arqueológicos. Así, el número inaugural incluyó la primera litografía coloreada hecha en México, hecha por Claudio Linati y llamada “El Figurín”, pues se trataba en cierto modo de una revista de moda ofrecida al bello sexo, propuesta como promotora del buen gusto –aunque ya el diario El Águila Mexicana había anunciado el 16 de enero de ese año de 1826 la venta de la primera litografía hecha por Linati, la cual fue un retrato del papa León XII. La primera litografía de un mexicano es la de José Gracida, primer ayudante de impresor y discípulo de Linatti, que es un retrato del cura Miguel Hidalgo, aparecida también en la revista El Iris, en el # 34.[1]






   Hay que agregar que estuvo ligado al proyecto de El Iris el pintor y litógrafo Frederich Waldeok (Praga, 1776-París, 1875), quien había llegado a México el 8 de enero de 1825 con el objeto de explorar las ruinas arqueológicas, apoyado por el nuevo gobierno republicano, experiencia que repetiría el muralista Jean Charlot un siglo más tarde. Trabajando como dibujante y diseñador de máquinas en una mina de Tlalpujagua conoció a Claudio Linati y a Florencio Gally, ligándose así la proyectada publicación, por lo que se instala en la Ciudad de México, realizando presentaciones de un espectáculo “fantasmagórico”, así como dibujos, retratos e impartiendo clases de pintura.
   Sin embargo, no obstante que El Iris, destacó por su posición política republicana y su rechazo a la monarquía, que recientemente había fracasado con el imperio de Agustín de Iturbide (1822-23), y que publicó retratos de Guadalupe Victoria, Morelos e Hidalgo, el nuevo gobierno independiente expulsa a Claudio Linati de país no tanto por sus inquietudes editoriales y literarias como por inmiscuirse en política, ya que el artista italiano había mostrado tendencias libertarias y críticas, así como un indisimulable odio a la dictadura. En efecto, para el # 11 Linati había publicado un grabado en litografía titulado “La Tiranía”, cuyo sentido crítico causo inquietud entre los lectores, así como el contenido de algunos de sus artículos, juzgados como críticos al gobierno, como subversivos y hasta anarquistas, pero también la inclusión del Marques Horacio Attellis Santangelo entre sus colaboradores y a la actitud extremosa de sus socios, pues en el # 28 del 1 de julio se había anunciado en un manifiesto la separación de la revista del poeta José María Heredia.[2] El 27 de septiembre se le entrega un pasaporte para ausentarse del país a invitación expresa del gobierno de Guadalupe Victoria y el Ministerio de Relaciones Exteriores e Interiores retiene sus prensas por el adeudo contraído por el artista.



   El taller fue solicitado por la Academia de San Carlos, para la enseñanza del nuevo procedimiento de reproducción, cosa que aprobó el presidente de la república, Guadalupe Victoria (Miguel Ataulco Fernández Félix, originario de Tamazula, Durango, 1786-1843), descontando del presupuesto de la escuela el costo del establecimiento litográfico, que ascendió a la suma de 1, 693. 31 pesos, llevándose a cabo el traslado de las prensas y piedras del Ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores a la escuela el 7 de marzo de 1828 –aunque las clases formales de litografía se iniciarían en la academia 4 años más tarde, en 1831, teniendo como maestro al ingeniero teniente y oficial el Estado Mayor Ignacio Serrano, también instruido por Linati y quien posteriormente estamparía en la técnica litográfica planos topográficos y militares, siendo nombrad o como titular del nuevo procedimiento e imprimiendo una litografía para el aniversario del Grito de Dolores y de la Independencia de 1930, estando la impresión a cargo de Mariano Contreras y siendo firmada por el taller de Pedro Patiño Ixtolinge, el discípulo de Tolsá y director del área de pintura de la Academia. Posteriormente una estampa para el libro El Árbol de Cera, editado para la ceremonia de su cultivo por orden del Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores Lucas Alamán, así como el libro El Duque de Dándalo, y la litografía de nuevo papa Gregorio XVI que se vendieron a dos reales.[3]
   En esa época se publicaron en talleres particulares algunas escasas obras ilustradas con litografías: El Periquillo Sarmiento de José Fernández de Lizardi en la imprenta Galván, y diversas piezas de música, sobresaliendo entre ellas la “Tabla General de Todos los Acordes” de 1832, además de un método para piano para mujeres titulado Gramática razonada musical compuesta en forma de diálogo para los principiantes, impreso en 1830 e lustrado con 6 dibujos por José Antonio Gómez, un discípulo de Serrano quien tenía su taller en la Calle de Mantilla, y que fue editado por la imprenta de Martín Rivera ubicado en la Calle de Jesús # 1.  Por su parte Ignacio Serrano realizó algunas litografías para Revisita Mexicana, que no llegaron a publicarse, y 12 dib ujos sobre las ruinas de Xochicalco y de la Hacienda de Miacatlan, mientras que las descuidadas prensas de la Academia fueron finalmente puestas al servicio del Colegio Militar el 27 de febrero de 1839, con el objeto de publicar las obras de Bails y de Vallejo Táctica de Infantería y Ordenanzas del ejército, dejando Serrano como discípulos a Vicente Montiel, Hipólito Salazar, Diodoro Serrano, quien alcanzaría a estampar en los talleres de la academia litografías para el libro del Dr. Gall La exposición sumaria del sistema frenológico, y José Antonio Gómez, quien montó su  propio taller.[4]  






    Claudio Linatti se embarca en el puerto de Veracruz el 13 de diciembre de 1826 con rumbo a Nueva York, llegando el 15 de marzo de 1827 a Amberes, estableciéndose en Brúcelas donde, para 1828 trabaja en la litografía Real de Jobard, año en el que imprime su reconocido álbum Costumes civils, militares et religieux du Mexique: Dessinés d´aprés nature, (“Trajes civiles, militares y religiosos de México”), su obra más importante como litógrafo, un famoso álbum sobe costumbres y trajes mexicanos que se difundió por toda Europa. En 48 tablas litográficas a color realizadas a la acuarela, impresas por Jobard y publicadas por Charles Sattino en la litografía Royale de Gobard, dibujó los caracteres mexicanos, siendo sus estampas  un compendio  de los arquetipos de cada personaje y  tienen el valor de haber sido la primera codificación de los tipos y costumbres del México en el siglo XIX obra una visión de los mejicanos, de sus costumbres y aspectos de la vida cotidiana que va más allá de la belleza de sus láminas. Reflejó la historia patria en la que desfilan figuras como Moctezuma, Hidalgo y Guadalupe Victoria, y en la que expresa la belleza propia de las mejicanas, y aun de la cultura de los tipos negros costeños. Al tiempo realizó comentarios sobre las mujeres mejicanas, a las que pintó en sus litografías de la forma más exquisita, ensalzando la grandeza de las civilizaciones prehispánicas lo mismo que al criollo mejicano por haber dado valientemente su sangre por la Independencia, describiendo los trajes militares, las costumbres y los tipos humanos de todos los géneros que enriquecían el panorama de nuestra patria. [5]












   En el año de 1827, a instancias del director del Museo Nacional, Don Isidro de Icaza,  Fréderich Waldeck realiza 13 dibujos litográficos y publica la Colección de Antigüedades Mexicanas que Existen en el Museo Nacional, impresa probablemente en el taller de Linatti por Pedro Robert sobre papel mexicano de 47 x 38 cts., y diseña e imprime las invitaciones para las fiestas del aniversario de la Independencia de ese año. Allí trabajaron litógrafos como Adriano Fournier y Pedro Robert, quienes en ese mismo tiempo pidieron ser aceptados como maestros en la Academia de San Carlos, aunque el puesto de profesor de este taller lo ocuparía el aventajado alumno de Linati, el teniente de ingenieros Ignacio Serrano. Empero en 1836 Waldeck es acusado de saqueo arqueológico y de publicar las primicias de sus descubrimientos en Europa, por lo que el gobierno de la República decomisa todos sus dibujos y es obligado a volver a París. En 1866 Waldeck publica en la ciudad luz 56 extraordinarios dibujos litográficos de tema arqueológico mexicano, que sirven para ilustrar el libro del sabio francés Brasseur Boarbourg Monumentos Antiguos de la República Mexicana. Waldeck muere en esa ciudad el 29 de abril de 1875, a los 99 años de edad.



   Claudio Linatti se embarca nuevamente rumbo a México, su patria de destino, llegando a Tampico el 9 de diciembre de 1832, donde contrae fiebre amarilla y muere fulminado dos días después, el 11 de diciembre de ese año. Volvió a México sin esperar favor de aquel régimen de ignorantes y egoístas, sino con la esperanza al menos de la restitución de algunos créditos activos, que a cargo de aquél gobierno había, con otros bienes, heredado en su juventud.  Así, al reconocido y revolucionario artista parmesano Claudio Linati se debe el establecimiento del primer taller de litografía en la capital, también la creación de la primera revista ilustrada del país. Sus méritos son muchos, pues enseñó a algunos jóvenes del hospicio la nueva técnica, tuvo algunos discípulos y dejó escuela, pero sobre todo un ideal de civilización y cultura superior, pues fue un artista con excelente educación en el dibujo, con una mano muy diestra y una concepción muy completa de la labor artesanal. Con él se inicia una tradición artística y técnica en México caracterizada por su exaltación del paisaje, de la arquitectura, de los personajes históricos, los tipos humanos y la cultura popular.




[1] Sabemos sin embargo que el Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores Lucas Alamán, en conjunción con el Marques del Apartado Francisco Fagoaga y Jacobo Villamontía, desde el 6 de mayo de 1823 había recibido una serie de materiales litográficos, con prensa, piedras y tinta, la cual no realizó ninguna obra por falta de operarios. De tal noticia dio cuenta no sólo José García de Icazbalceta en 1855, sino también Hipólito Salazar en su artículo “Datos para historia de la litografía en México”, aparecido el 31 de junio de 1882 en El Monitor Republicano, y luego en otra publicación titulada “Introducción de la litografía en la República Mexicana”. Lo más probable es que los materiales litográficos hayan sido vendidos entre 1827 y 1828, pues la prensa anunció a finales de 1827 la venta de un tórculo litográfico, piedras de Baviera y un barril de negro de Francfort, en la Casa #5 de la Calle de Medinas. En el mismo año de 1823 la litografía había llegado a Colombia y Venezuela, un año antes a Cuba y a Estados Unidos en 1819. Hay que agregar aquí que entre 1826 y 1827 la Casa Ackerman publicó en Londres litografías de temas mexicanos, debido a que su dueño Rudolph Ackerman tenía relaciones con nuestro país, llegando a anunciar sus productos en la prensa nacional de aquel entonces. Por otra parte, hay noticias de que en 1829 en el Palacio Nacional de la Ciudad de México se encontraba una prensa litográficas sin uso, la cual fue pedida por la sociedad de Robert y Fournier, petición que fue rechazada debido a que contaban con referencias de mala conducta por parte del gobierno, probablemente en el sentido de sus intereses extranjeros, más que nada comerciales.
[2] El Iris, Periódico Crítico Literario.1826. Claudi Linatti, Florencio Gally y José María de Heredia, Ed. Facsimilar. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. México, 1998.
[3] De hecho el primer encargado del taller de la Academia de San Carlos fue Ramón Sixto Irigoyen, teniendo que competir con él Ignacio Serrano por quien finalmente se inclinó el Secretario de la Academia Francisco Manuel Sánchez de Tagle, otorgándole un sueldo de 25 pesos mensuales. El taller de la Academia funcionó malamente, con parquedad, debido a la plena decadencia en que encontraba la escuela, la cual prácticamente se había quedado sin fondos desde el año de 1817. Arturo Aguilar Rocha, “Los inicios de la litografía en México: el periodo oscuro (1827-1837)”. Universidad de las Américas, Puebla.
[4] La enseñanza del grabado en hueco se tardó también cuatro años en poderse establecer en la Academia de San Carlos, pues a su primer maestro Jerónimo Antonio Giel, nombrado Grabador Mayor de la Casa de Moneda de México el 26 de enero de 1778, se le encargó establecer y dirigir la escuela de grabado el 5 de noviembre de 1781, por oficio del Virrey Matías de Gutiérrez, lográndose trasladar la escuela de grabado a la Academia hasta el 4 de noviembre de 1785. Raquel Tibol, Gráficas y Neográficas en México. UNAM. SEP. Foro 2000. México, 1987.
[5] Entre 1827 y 1828 Claudio Linati publicó varios artículos sobre México en el periódico L´Industrie de Brucelas, Bélgica, pero sobre todo elaboró “el primer monumento de nuestra litografía”, un tesoro litográfico de 48 litografías a color y una en blanco y negro que lleva el título “Costumes Civils Militaires et Réligieux de Mexique dessinés d’après Nature”. El álbum se tradujo al español como Trajes civiles, militares y religiosos de México; fue publicado en México en 1956, con prólogo de Manuel Toussaint, y de nuevo en 1979, con una introducción de P. Martínez Peñaloza. Se trata de la más bella colección de estampas que el dibujante, discípulo del célebre pintor francés Jacques Louis David, realizó con enorme estimación por nuestra patria. A través de este tema referencias de tipos y trajes Linati tuvo la habilidad de mostrar el basto abanico de la sociedad mexicana de su tiempo, mostrando a la vez aspectos de tipo histórico, político y económico, aunando a ello una serie de textos que resultan muy ilustrativos de la sociedad mexicana vista por ojos extranjeros. Hay que destacar que aparece en el álbum otra litografía de Hidalgo, realizada esta vez por Claudio Linati, con un texto de su mano que le atribuye toda la responsabilidad y gloria de la rebelión. Se le ve de pie y de cuerpo entero vistiendo un extravagante traje de campaña, cubierta la cabeza por un sombrero de anchas alas coronado con plumas, señala Edmundo O´Gorman, siendo la imagen de un hombre robusto, más congruente con sus hazañas, que la idea del frágil anciano acostumbrada por la ideología oficial. Edmundo O´Gorman, Documentos para la historia de la litografía en México. México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1955.









No hay comentarios:

Publicar un comentario