Historia del Proceso Revolucionario de Manuel
Guillermo de Lourdes
Por Alberto Espinosa Orozco
I
En 1934
Guillermo de Lourdes inicia una obra maestra para adornar el Palacio de
Zambrano de Durango, llevando a cabo la gran serie: Historia del Proceso Revolucionario, destacando La
Lucha de Facciones, pero también, en el piso superior, La
Patria Abre los Brazos para Reconocer a sus Hijos. El pintor Horacio
Rentería fue por ese tiempo su ayudante, correspondiéndole pintar en el mismo palacio,
en 1935, los escudos de armas de los diferentes municipios. En ese mismo año
empieza Mercedes Burciaga, ayudada por su hermana Luz María, y ambas asesoradas
por Horacio Rentería y Francisco Montoya de la Cruz, a pintar el Centro Escolar
Revolución, terminado la obra en 1936, cuando era gobernador Severino Ceniceros
–aunque el Centro en realidad fue inaugurado en ese mismo año por su sucesor,
el coronel Enrique Calderón.
Así, entre
1934 y 1935 el Maestro de Lourdes se dio a la tarea de pintar un imponente
conjunto de extraordinarios murales en la Antigua Casa de Zambrano, hoy Palacio
Museo Francisco Villa, en la ciudad de Durango. Se trata de una serie de
tableros realizados al óleo, de inspiración nacionalista bajo la óptica de un
singular estilo ecléctico, entre clásico y modernista. El primero de ellos,
titulado general “Historia del proceso
Revolucionario”, comprende a su vez un gran número de obras, todas ellas
pintadas en la planta baja del faustuoso edificio. Entrando por la puerta
principal, en los dos muros laterales del zaguán nos sorprenden por su belleza clasicista
los dos primeros murales del grupo, ambos de grandes dimensiones: “El Trabajo en la Hacienda Porfiriana”,
que nos habla de las condiciones de esclavitud de aquella época , también conocido como “La
Leva”, cuyo tema es el del violento reclutamiento de peones para el
ejército durante el inicio de la Revolución.
El primer
tablero, que se encuentra a la entrada del edificio a mano la izquierda, “El Trabajo en la Hacienda Porfiriana”,
nos habla efectivamente de las difíciles condícenos de los peones en las
haciendas del siglo XX, prácticamente sometidos a la esclavitud, en un sistema
económico donde imperaba la explotación del hombre por el hombre, muy cercano
al sistema feudal. Se trata de un tablero en el que el diestro pincel del maestro Guillermo de Lourdes demuestra la
magnificencia de la escuela Española de pintura, haciendo gala su composición de
las enseñanzas recibidas por su maestro Zuloaga. Entre todas las figuras se
destaca el de una jovencita, casi un niña de precioso rostro que con mirada
expectante contempla directamente de frente al espectador –adivinándose en la
escena el drama que encierra, cuando la menor es entregada por su padre
criollo, falto de recursos para mantenerla, al mestizo encomendero o caporal de
la hacienda, habiendo en el cuadro “La Acordada” algo de trágico misterio, de crueldad quiero
decir, que nos deja una especie de vacío en la boca del estómago y un nudo en
la garganta, recordando asimismo el drama de los relatos rurales dibujados por
Don Ramón del Valle Inclán.
En el patio principal del edifico continúa
el desarrollo del extenso mural, seccionado en tres partes, las cuales van
siguiendo cronológicamente y de manera narrativa el proceso histórico de la
Revolución Mexicana al destacar a sus figuras más prominentes en cada uno de
sus puntos. Abre la composición en el muro poniente con una grisalla, casi un
dibujo a lápiz, donde se bosquejan los retratos de cuatro personajes,
precursores el movimiento armado de la Revolución Mexicana. Se trata
probablemente del Grupo Magonista integrado por Librado Rivera, Antonio I.
Villarreal, Enrique y Ricardo Flores Magón. La imagen retrata a los fundadores
del Club Libertario Ponciano Arriaga y del Partido Liberal Mexicano en 1904.[1]
Una mirada más atenta descubre en la cuarta
figura el busto del Licenciado Antonio Díaz Soto y Gama (1880-1967) de San Luis
Potosí, quien con Camilo Arriaga funda el Club Liberal Ponciano Arriaga en 1900
y el primer Congreso Liberal en San Luis Potosí, opositor del mal llamado
Partido Científico, caracterizado por ser tan antidemocrático como por usar a
gobernantes maniquís. Fue encarcelado en varias ocasiones, empero logró
organizar a los liberales de Monterrey con Francisco E. Reyes y fundar en 1912
la Casa del Obrero Mundial en aquella ciudad, colaborando con Juan Sarabia en
la redacción de un proyecto de ley agraria que contempla la expropiación de las
tierras, para luego de ayudar a Madero apoyar e influenciar a Emiliano Zapata,
tomando un papel relevante en el Plan de Ayala de 1913. Fustigó a los
aristócratas regionales por su corrupción y avaricia.[2]
Inmediatamente después se despliega en el
muro coloreado una escena revolucionaria particular, en el que destacan las figuras
de Ricardo y Enrique Flores Magón, estudiado un plano y tomando las armas al
frente de un grupo de campesinos inconformes. Los hermanos Flores Magón
organizaron el Partido Liberal, al tiempo en que en el país surgían los
primeros brotes violentos de inconformidad por la política desgastada del
porfiriato, como las huelgas de Rio Blanco, de Cananea, de Acayuca.[3]
En el siguiente tablero aparece el
revolucionario Aquiles Serdán, resguardado por su madre, en la parte posterior,
y junto a sus hermanos, Maximino y Carmen Serdán. Aquiles Serdán, al lado de
Francisco I. Madero, inician en el Partido Antirreleccionista el levantamiento armado en la ciudad de
Puebla, pero es asesinado junto con dieciséis de los dieciocho insurgentes en un
tiroteo en su casa, en la ciudad de Puebla, el 18 de noviembre el 1910, a manos
del general Miguel Cabrera, jefe de la policía, figura que aparece en el fondo
del tablero entre las moriscas construcciones de aquella ciudad. En la parte
baja del tablero se encuentra una hermosa representación de Carmen Serdán
llevando entre las manos unas esferas puestas a los pies del revolucionario –en
clara alusión a las míticas Manzanas de Oro las Hespérides, símbolo de los más
altos tesoros de la abnegación y de los sacrificio humanos. Si observamos en
detalle se trata en realidad de un manojo de bombas, parecidas a granadas de
mano, ofrecidas por la mujer al revolucionario como explosivo reclamo ante las
insufribles injusticias del pofiriato.[4]
Es uno de los frescos más bellos de todo el conjunto, donde aparecerá
nuevamente la figura de la musa que recurrentemente tomó el artista como modelo
para su pintura, aunque el tablero, hay que agregar, infortunadamente acusa
severo maltrato en su parte baja, tanto por la incuria del descuido cuanto por
la carcoma dejada por la lepra del salitre.[5]
[1] La organización del
partido tuvo una gran influencia de los periodistas y escritores hermanos Flores
Magón, quienes publicaron en San Luis Missouri los periódicos “Regeneración”
(1902) y “El Hijo del Ahuizote” (1904). Oriundos de Oaxaca los hermanos Jesús
Flores Magón (1871-1930), Ricardo Flores Magón (1874-1922) y Enrique Flores
Magón (1877-1954) fueron importantes periodistas y políticos anarquistas que
lucharon con todas sus fuerzas contra la dictadura de Porfirio Díaz, estando
ligada su obra tanto a la fundación del Partido Liberal como a las famosas
huelgas de Cananea y Río Blanco y a la Rebelión de Acayucan. Sus aspiraciones
económico-polítcas y sociales, que incluían la idea de la abolición del Estado
y de la propiedad privada, se nutrieron
de los utopistas Roberto Owen (1771-1858), Jean Baptiste Joseph Fourier
(1768-1830) y León Tolstoy (1828-1910): y del pensamiento de los anarquistas
Errico Malatesta (1853-1932), Piotr Kropotkin (1842-1921), Mijail Alexandrovich
Bakunin (1814-1876); Karl Heinrich Marx (1818-1883) y Friederich Engels
(1820-1895).
[2] En el Congreso de
Escritores de la Sed “José Revueltas 2013” hubo recientemente un espontáneo
debate sobre la identidad de aquellos personajes, en el que participaron Emilio
Díaz Cervantes, Víctor Palencia Alonso, Everardo Ramírez Puentes y Benjamín
Torres Vargas, Juan Emigdio Pérez, entre otros intelectuales de la entidad,
quienes realizaron interesantes conjeturas acerca de la identidad de los
retratados: aparecieron entonces ante la imaginación las figuras de Francisco
J. Mújica (18874-1954); de Felipe Ángeles Ramírez (el gran mártir de la Revolución
Mexicana, 181868-1919); pero también el joven comandante Gustavo Lucio Blanco
(¿?), hasta llegar a Vicente Lombardo Toledano (1894-1968), quien dentro del
“Ateneo de la Juventud” escribía por aquel tiempo su libro de Ética bajo el
comando de Antonio Caso, disciplina que abandonó después para entrar bajo las órdenes del stalinismo internacional y
erigir en México la moderna idolatría del partido y del culto a la
personalidad. Debate fecundo, pues hay algo de indeterminación en esa primera
grisalla que, como en las obras abiertas del arte contemporáneo, invita
justamente al vuelo libre, imaginativo, de la reminiscencia histórica y
revolucionaria.
[3] Cronista de Ocampo Profesor José de la O Holguín, “Murales de Palacio de
Gobierno en Durango”, revista Durangueñeidad,
Año 1, número 3, febrero de 2007. Págs. 12 a 15.
[4] El mito griego recuerda que en las bodas de Zeus con Gea, la madre Gea le
regaló a su nuera unas precisas ramas de las que pendían manzanas de oro, las
cuales otorgaban la inmortalidad, el poder de la vida y la juventud
eterna. Las Hespérides (las Hijas del
Atardecer) aceptaron que fueran sembradas en su jardín por Hera, siendo
protegidas los árboles en que se convirtieron por Ladon, el temible dragón de10
cabezas. La manzana e así inmediatamente símbolo del conocimiento primordial,
representando entonces tanto el conocimiento iniciático y la entronización del
hombre como su caída mortal. Su forma
esférica caprichosa nos habla entonces de la frescura perenne de la mujer, del
orbe de la renovación periódica de la naturaleza y de la inmortalidad –estando
en el corazón del fruto al partirlo por la mitad, trasversalmente, la estrella
de cinco puntas, el pentagrama místico. Hay que recordar que le primer mural de
Diego Rivera, “La creación”, parecen las míticas manzanas de oro de las
Hespérides, utilizando Guillermo de Lourdes el simbolismo en un tono más cívico
y heroico en esta ocasión.
[5] Loas murales de Guillermo de Lourdes en
Palacio de Gobierno fueron restaurados entre 2002 y 2004 por el restaurador
Gilberto Alonso y el artista Luis Sandoval.
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