sábado, 22 de marzo de 2014

El Polyforum Cultural Siqueiros Por Alberto Espinosa Orozco

El Polyforum Cultural Siqueiros
Por Alberto Espinosa Orozco 



   José de Jesús Alfaro Siqueiros (1896-1974) murió a los 78 años de edad dejando como legado a México una compleja obra de arte: el Polyforum Cultural Siqueiros, construcción colosal cuyo edificio extraño y de formas poligonales fue concebido y realizado en su totalidad como toda una integración plástica entre pintura, escultura y arquitectura.  Inaugurado en el año de 1971 dentro del Conjunto México 2000, hoy hace cuatro décadas, el Polyforum Cultural Siqueiros es, efectivamente, de uno de los proyectos artísticos más ambiciosos de todo el siglo XX, el cual fue pensado como la síntesis y el epílogo de Alfaro Siqueiros a su visión del Movimiento Muralista Mexicano, reuniendo para su realización a más de treinta artistas.
   La imponente obra se derivó de la extensión de un ambicioso proyecto mural para el Hotel Casino de la Selva de Cuernavaca, Morelos, donde se había planeado pintar una serie mural con el tema “La Historia de la Humanidad”. En efecto, para el año de 1960 el empresario español Manuel Suárez y Suárez propuso a David Alfaro Siqueiros realizar una grandiosa obra mural, el mas grande del mundo, con una cúpula más grande que la Capilla Sixtina del Vaticano. Este proyecto se aunaría así a otro ambicioso proyecto mural: la decoración del Casino de la Selva, la cual se llevó  llevada a cabo por el mismo Siqueiros y otros artistas.[1] El antecedente del mural es, sin embargo, más antiguo, pues se remonta a la estadía de Siqueiros en Nueva York, donde fundó el Taller Experimental e inició con su inquietud de alcanzar con el muralismo una integración cabal entre pintura, escultura y arquitectura. El Taller Experimental fue un importante laboratorio plástico que dio lugar al surgimiento del expresionismo abstracto americano, con figuras de la talla de Jackson Pollok (1912-1956), quien ensayó el automatismo del "action paiting".


   Sin embargo, en el mismo año de 1960, antes de que Siqueiros terminara  el mural “Del Porfiriato a la Revolución” en el Castillo de Chapultepec, fue perseguido por la policía y finalmente aprendido el 9 de agosto, bajo el cargo de “disolución social”, por las actividades del pintor en el Comité de Presos Políticos  y Defensa de la Libertad Democrática. Una campaña internacional por la liberación de Siqueiros desenrolló casi de inmediato.  En Francia, un grupo de pintores encabezados por Picasso solicitó su liberación. Y hubo protestas tanto entre los artistas de los Estados Unidos, e incluso John y Jackie Kennedy tuvieren interés en el caso. El gobierno de López Mateos se inundó de cartas exigiendo la inmediata libertad del artista hasta que fue liberado el 13 de julio de 1964, casi 4 años desde su detención.
   El artista pasó cuatro años tras las rejas de Lecumberri, realizando en su celda numerosos bocetos para decorar la “Capilla Siqueiros” para el Casino de la Selva. El 13 de junio de 1964 sale libre al serle conmutada su sentencia por el presidente Adolfo López Mateos, dándose inmediatamente a la tarea de integrar a un grupo de artistas para el proyecto del la Sala para Convenciones y Congresos a construirse en los jardines del Casino de la Selva. Llama entonces a algunos de sus ayudantes y discípulos, así como a otros artistas emergentes de ese tiempo, para las realización del edificio mural, cuya asombrosa arquitectura geométrica, con la modernísima forma de un dodecaedro en su exterior y un octaedro en su interior, estaba formado por una serie de paneles metálicos transportables,  los cuales eran trabajados en “El Taller Siqueiros”.
   El taller se encontraba adyacente a la casa del artista en la calle de Venus No. 52, esquina con la calle de Luna, en el fraccionamiento Jardines de Cuernavaca,  y fue llamado por Siqueiros “La Tallera”, así, en femenino. Se trataba de una enorme nave industrial levantada en 1965, se cuyo interior se montó una extraordinaria maquinaria para mover los enormes paneles, los cuales eran desplazados hacia un foso a donde bajaban para que los trabajara el genial muralista, quien por la edad ya no podía subirse a los andamios porque se mareaba. En esa casa-estudio Siqueiros viviría la última década de su vida, de 1964 a 1974.[2]  



   El proyecto comenzó a articularse a la salida de Siqueiros de prisión el 13 de julio de 1964, convocando a una serie de pintores a sumarse al megaproyecto parra la Sala de Convenciones del hotel de Cuernavaca, Morelos. El tema del mural, planeado como el más grande del mundo jamás elaborado, era por si mismo grandioso: el de la historia de la humanidad vista desde la perspectiva de de la liberación futura de México y América Latina.  En un principio Siqueiros presentó una serie de bocetos realizados de 1960 a 1964, época en que fue huésped en la Cárcel de Lecumberri, donde permaneció por sus ideas y actividades políticas. Junto con su primer asistente, Mario Orozco Rivera, quien fuera el brazo derecho de Siqueros durante la ejecución del mural, el maestro Guillermo Bravo Morán fue el primero en enrolarse (Ver Nota 1.). Ante ellos el controvertido artista abrió sus archivos de la prisión, dándoles acceso a ellos para integrar una extensa serie de bocetos y fotografías, teniendo el trabajo de seleccionar las imágenes más pertinentes, de lo cual resultaron más de doscientas “estampas”, como las llamaba el artista, o cuadros. Se trataba, según refirió el maestro Bravo en alguna ocasión, de una serie de dibujos, fotografías y de apuntes arquitectónicos que el maestro extendió sobre una mesa, tocándole a Bravo como primera comisión la labor de armar todo aquello, trasportando el trabajo de las “postales” a las maquetas, complejísima labor y extenuante por el cual el maestro Guillermo Bravo fue nombrado desde un primer momento Jefe de Talleres.


   El pintor regiomontano Guillermo Ceniceros se sumó cinco meses después al equipo, en el año de 1965 (Ver Nota 2.). En el equipo figuraron también, Luis Arenal, hermano de su esposa Angélica y antiguo colaborador del artista, Enrique J. Estrada, a los que siguieron Jorge Flores Escalante, Roberto Díaz Acosta, Julio Solórzano, Fernando Sánchez, Arturo Sepúlveda, Estela Ubando, Carlos Kunte, Igal Maoz, Gilberto Iriarte y los obreros Epitacio Mendoza, Raimundo Gonzáles y Sixto Santillán –sin olvidar a Patricio, un viejecito militar que le ayuda al maestro en la preparación de los colores (Ver Notas 3 y 4.).
   Por medio del maestro Guillermo Bravo ingresó al taller el genial pintor regional durangueño Fernando Mijares Calderón, llamado en su patria chica “El Van Gogh de Durango”, quien estuvo de entrada por salida al no poder adaptarse a los andamios por los mareos que le producían las alturas, prefiriendo contemporizar con Carlos Pellicer y el Dr, Atl, entre cócteles de vodka y daiquiris, en el bar del hoy extinto Casino de la Selva. Fernando Mijares vivió por una temporada como huésped en la casa de su amigo y coterráneo Guillermo Bravo, quien estaba recién casado. Alojamiento  del que pronto tubo que mudarse debido más que nada a la disparidad de costumbres –teniendo así que recibir ayuda de sus mecenas regionales, de Don Héctor Palencia Alonso, y en especial del escritor y sastre Evodio Escalante Vargas, quien era de todos sus amigos el que más lo quiso.
    El pintor durangueño Jorge Flores también llegó a participar en la empresa trabajando durante cuatro años en la misma. Enrique Estrada tuvo menos participación debido a que sufrió un desequilibrio, por lo que tuvo poca acción con los pinceles. Luego Arturo Sepúlveda se integró al grupo de la “Ruptura”, que se estaba integrando en ese entonces, capitaneado por Mario Orozco Rivera, quien era el primer asistente de Siqueros. Por su parte, Rodolfo Díaz Acosta servía como intermediario junto con Siqueiros para el proyecto arquitectónico, el cual había sido encargado por Manuel Suárez y Suárez al arquitecto Rossel de la Lama, pues la complejidad de la obra contemplaba la integración de arquitectura-pintura-escultura y de la perspectiva en movimiento, incluyendo el uso de nuevos instrumentos, técnicas y materiales, tales como la escultura en ferrocemento, los relieves en poliéster y el granito con mármol para los murales (materiales que por ese tiempo habían sido probados por benito Messeguer, Francisco Moreno Capdevila y Juan Hernández Delgadillo). Relata el maestro Guillermo Bravo que tanto Guillermo Ceniceros como Jorge Flores participaron activamente en la empresa, desempeñaron en el proyecto tareas muy específicas y sobresalientes.


   Así, el equipo de trabajo fue captando la idea que de la plástica tenía en maestro, como una serie de formas en movimiento, pues veía en la materia una vivacidad extraordinaria, concibiendo al artista como uno de los elementos en el proceso creador, como el canal de transmisión de la energía universal –pues su temperamento se vaciaba a medias partes entre el descubridor científico y el místico religioso. Para Siqueiros, en efecto, la materia está viva y es creadora. Su materialismo es en realidad una de las formas del animismo, pues la creación fue para él una interacción entre la voluntad humana y la voluntad de la materia, teniendo la pintura como misión asimilar el movimiento de la vida y del universo. El maestro Siqueros infundió a su equipo esa conciencia dialéctica de la materia, contagiándolos de su fortaleza para actuar, abriéndoles los ojos a la grandiosidad de los espacios. Concepción espacial de una especie de poliperspectivismo, de acusados escorzos y trazas, combinándolos técnicamente con una mezcla de materiales de la mayor novedad que ayudaron al maestro Guillermo Braco a definir su propio estilo de sereno expresionista -en cierto modo paralelamente al estilo neorrealismo que por su parte desarrollaría su coterráneo Jorge Flores. Gracias a esa experiencia tanto Guillermo Ceniceros como Enrique Julio Estrada adquirieron también una especie de temple para su obra, lo cual les dio potencia para expresar su creatividad y revelar la fuerza del ser –llegando todos ellos a conquistar una especie de celebridad, seguida por los jóvenes artistas extranjeros de Francia y de Japón.


   El equipo de colaboradores se reunió primero en la casa del artista en Cuernavaca y al poco tiempo en la inmensa nave de “La Tarella”; ahí, primero sobre la selección e integración de imágenes realizada por el maestro Bravo y luego sobre el modelo de la maqueta del Polyforum se planeaban las tareas, que entregaba el maestro a cada pintor, con instrucciones muy específicas para realizar el proyecto, de tal manera que el compromiso de cada uno de los ayudantes se entendiera perfectamente bien, pues el Coronelazo (llamado así por haber sido Coronel de División en el Frente Sur durante la Guerra Civil española, aunque ligado desde joven a la facción revolucionaria del carrancismo en cuyas huestes participó activamente como propagandista combatiendo al zapatismo y al villismo), era un hombre entregado a su causa, insistiendo por ello en el aspecto disciplinario de la empresa.
   Poco después de su liberación el maestro Siqueiros, hombre intuitivo y osado, crítico e inteligente, tuvo que volver al trabajo en los proyectos del mural que había sido obligado a abandonar a causa de su encarcelamiento: Del Porfirio a la Revolución (1966), que es una de las obras más emblemáticas de Siqueiros y otro mural más en la ciudad de Chilpancingo, en Guerrero, razón por la cual se ocupaba del proyecto del Polyforum en su casa de Cuernavaca, pintando sólo en los fines de semana. Otras muchas ocupaciones absorbían por entonces su atención. Entre otras muchas actividades,  en 1967, Siqueiros fue galardonado con el Premio Lenin de la Paz, equivalente soviético del Premio Nobel de la Paz, y en 1968  Siqueiros termina el mural en la ANDA titulado “La Historia del teatro”. Aunque el pintor siguió siendo productivo hasta el final de su vida en sus últimos años su vigor disminuyó, pues estaba enfermo por un cáncer de próstata que le fue diagnosticado en mayo de 1973, aunque ya el mural Defensa de la futura victoria de la ciencia médica sobre el cáncer (1958), pintado más de una década antes, que hacía referencia a esa enfermedad.


   Durante la realización del magno proyecto Siqueiros y su esposa Angélica Arenal vivieron en su residencia de Cuernavaca, al lado de un sobrino suyo de nombre Javier. Era una casa preciosa, con alberca y un Mereces Bens a la puerta, disfrutando de una amplia servidumbre -llevando, en resumen, un tipo distinto de vida en la que, sin embargo, latía una contradicción con respecto a los ideales profesados públicamente por el pintor. De hecho Angélica controlaba las actividades del artista, habiendo sido una mujer hermosa que lo dominaba, a pesar de que Siqueiros era un hombre, por ese tiempo ya mayor, pero de mucha personalidad –el cual interactuaba con los artistas del grupo, en el que se distinguía sin duda al equipo de los artistas durangueños, Fernando Mijares Calderón, el regiomontano Guillermo Ceniceros, Jorge Flores y Guillermo Bravo Morán, quienes por decirlo así hacían roncha aparte.
   La primera proyección del Polyforum, fue vislumbrada por primera vez por Siqueiros en 1960 a encargo del empresario Asturiano Manuel Suárez y Suárez, sin embargo aunque el proyecto se inició en 1964 con la intención de realizarse en los jardines del Casino de la Selva, en el año de 1966 cambió de sede para el levantamiento de la Capilla al decidir integrarlo al proyecto del “Centro Urbano Turístico 2000 de Insurgentes, empezándose ese año a levantarse simultáneamente el grandioso edificio del Hotel de México, diseñado por los arquitectos Guillermo Rosell de la Lama, Ramón Miquela Jáuregui, Joaquín Álvarez Ordóñez y Juan Worner Baz. El Polyforum entraba así a formar parte de inmenso complejo arquitectónico. La primera maqueta del Polyforum sobre la que trabajaron los artistas en “La Tallera” permaneció por algún tiempo en los salones del Hotel Casino de la Selva al igual que parte de la estructura del edificio que ahí se construyó en sus jardines para albergarlo.
   En el mismo año de 1966, con el cambio de sede, el mural aumenta en longitud y altura y modifica su original conformación, de rectangular a octogonal, acorde con el nuevo proyecto arquitectónico. En esta etapa, Siqueiros integra a su obra esculturas realizadas en hoja de lámina y como consecuencia se constituye un equipo de escultores, concretándose así la unión entre arquitectura, pintura y escultura en una completa integración plástica.
   La estructura de en forma de diamante, como un dodecaedro por fuera y un octaedro por dentro, decorada con gigantescos murales por fuera y por dentro, vendría a ser así el recinto idóneo dedicado a los espectáculos y la cultura del complejo, la corona del monumental proyecto -y la flor más exótica del arte moderno contemporáneo pues en él Siqueiros, nutrido por el pensamiento utópico, quiso darle un lugar concreto para que florecieran los ideales estéticos y políticos por los que luchó toda su vida.


   La obra mural para El Gran Foro Universal se inicia en 1968 sobre un espacio interior de forma octogonal el cual fue decorado con el descomunal mural “La Marcha de la Humanidad”, el cual decora 2 mil 400 m2 de superficie, cubriendo las paredes y el techo del recinto y teniendo como tema la evolución de la humanidad en una visión gomal que aparca pasado-presente-futuro, desde la óptica de la historia de México y de América latina. Junto con los 12 inmensos paneles exteriores del edificio, los cuales cubren un área de 6 mil 300 metros cuadrados y los 2, 400 metros cuadrados de pintura mural “La Marcha de la Humanidad”, se suman en el conjunto 8,700 metros cuadrados, siendo por ello una muestra representativa, excepcional y única, del Movimiento Muralista Mexicano. En este espacio, que ha sido declarado Patrimonio Artístico de la Nación por el INBA y que en estos días cumple 40 años de haber sido inaugurado, festejará su aniversario con la creación de una nueva galería de 800 metros cuadrados denominad “Espacio de Arte Emergente”.
   La historia de la construcción del complejo Hotel de México se remonta a 1947, cuando la administración del gobierno del presidente Miguel Alemán Valdez encara a José Jerónimo de la Lama la mitificación de la naciente colonia Nápoles, conservando para si un inmenso predio de 54 mil metros cuadrados conocido posteriormente como El Parque de la Lama. Su nieto, el arquitecto Guillermo Rosell de la Lama (1925-2010), quien a la postre llegaría a ser senador, Secretario de Patrimonio Nacional y de Turismo de 1976 a 1980, y finalmente gobernador del estado de Hidalgo de 1981 a 1987 por el PRI, se encargó de elaborar un primer proyecto para el inmenso espacio, ideado como un grandioso centro turístico, urbano y cívico -y artesanal-, logrando venderle ala idea al empresario Manuel Suárez y Suárez, iniciándose en 1966 la construcción del Hotel de México bajo la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz.[3]


   Pensado desde su inicio como el complejo arquitectónico más grande de America Latina, pronto se adquirió un terreno anexo, de 81 mil metros cuadrados, para su edificación. La inmensa construcción del Hotel de México avanzó, sin embargo, con dificultad, quedando la inmensa estructura, en un principio ideada de 80 pisos, sin terminar, estando por muchísimos años como un imponente esqueleto de granito, solo y vacío, contemplando desde su centro al Valle de México. Dos años más tarde con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968,[4] Don Manuel Suárez desarrolló el concepto de construir un hotel que fuera símbolo de México ante el mundo, aprovechando la coyuntura del encuentro deportivo –empero el proyecto se fue retrasando y no fue sino hasta finales de los 80’s cuando Alfredo Suárez Ruiz y Francisco de Paula León replantean un nuevo concepto del El Hotel de México para convertirlo en un Centro Internacional de Negocios, idea que Don Manual Suárez aceptó. Sin embargo, Manuel Suárez y Suárez muere el 23 de julio de 1987 sin ver concluida la obra, aceptando su heredera universal y viuda Raquel Ruiz de Suárez el nuevo proyecto en 1988, bajo el concepto de un fideicomiso con subsidio del gobierno para su acabamiento –el cual contó con el apoyo de Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari. El proyecto de remodelación, parcialmente financiado por el gobierno, se consolida en 1992 cuando el Banco de Comercio Exterior (Bancomext) se convierten en socio mayoritario, para iniciar el proceso de licitación entre 5 grupos promotores y el 30 de mayo del mismo año adjudica el proyecto de remodelación al grupo GUTSA, estando a la cabeza del proyecto fue el Lic. Diego Gutiérrez Cortina, siendo el autor del diseño su hermano, el Arq. Bosco Gutiérrez quien que en conjunto con algunos despachos de ingeniería de Estados Unidos y de la Universidad de Berkeley, desarrollaran el diseño del Word Trade Center México (Ver Nota 5).


   El Word Trade Center México, que finalmente fue inaugurado el 18 de noviembre de 1994, es el edificio con más metros cuadrados construidos en el mundo  con un área total de 239 mil metros cuadros de construcción –luego de la desaparición de las Torres Gemelas de Nueva York en el 2001. Tiene 42 pisos, 35 ascensores y más de 250 metros de altura.  Se ubica en la Avenida de los Insurgentes Sur, en la delegación Benito Juárez colonia Nápoles y del Valles, equina Filadelfia. Fue construido con medidas muy estrictas de seguridad, que incluyen 56 amortiguadores sísmicos y 232 pilotes de concreto que penetran a una profundidad de 45 metros superando el relleno pantanoso del antiguo lago, en la que participaron más de 900 trabajadores del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción, Terrajeros, Conexos y Similares de México. Ha resistido cuatro temblores -el del 1985 que midió 8.1 en la escala de Richter, el de 1995 de 7.7 en la escala de Richter, el del 2003 de 7.6 en la escala de Richter y el del 13 de abril del 2007 de 6.3 en la escala de Richter, el 27 de abril de 2009 soportó un temblor de 5.9 en la escala de Richter con epicentro en el estado de Guerrero y el 22 de mayo de 2009 a las 14:24, un temblor de 5.7 en la escala de Richter de una duración de 40 segundos con epicentro en Tehuacán en el estado de Puebla. Es considerado un edificio inteligente número tres en altura en la Ciudad de México, cuarto en Latinoamérica y 347 a escala  mundial. En el se encuentra el restaurante giratorio más grande del mundo –construyéndose en la actualidad un hotel a su lado de menores dimensiones con 22 pisos de altura. Por el Centro de Exposiciones interno al coloso, de 4 mil 200 metros cuadrados sólo en la sala mexicana, circulan anualmente más de 2 millones y medio de consumidores.




[1] El Hotel Casino de la Selva fue un conjunto vacacional patrocinado en la década de los 30´s por el empresario asturiano Manuel Suárez y Suárez para establecer en él un salón de juegos, y posteriormente un hotel. Estaba instalado en un predio de 10 hectáreas, con presencia de manantiales y gran variedad de especies vegetales, contando con evidencias de culturas prehispánicas que podrían contar con más de 1.500 años. En este hotel, el escritor Malcolm Lowry ideó su célebre novela Bajo el volcán a finales de la década de 1930. El lugar contaba con albercas y grandes jardines, también muchas de sus salas estaban decoradas con murales de pintores de gran prestigio. Dentro sus edificios y pasillos del Hotel Casino de la Selva plasmaron su firma y obra los artistas: Gerardo Murillo el Dr. Atl, quien a la sazón vivió durante varios años en el hotel; David Alfaro Siqueiros; Josep Renau (con el mural "La Hispanidad”);  Benito Messeguer; José Reyes Meza; Guillermo Ceniceros; Jorge, Francisco Icaza; Jorge González Camarena; Benito Messeguer; Roberto Cueva del Río; Jorge Flores, Francisco Icaza; Silvio Benedetto, entre otros. A partir de los años setenta este hotel empezó a perder su atractivo y paulatinamente fue decayendo hasta que quedó totalmente abandonado. Las autoridades patrimoniales no se hicieron cargo del valor artístico y arquitectónico del antiguo hotel, por lo que el predio fue vendido como un baldío a la empresa estadounidense Costco, que lo adquirió del Fobaproa para instalar un centro comercial con estacionamiento en el 2001, año en el que el conjunto fue totalmente destruido. Ocho murales desaparecieron: tres tableros de 20 metros cuadrados cada uno que fueron pintados por el Dr. Atl (Gerardo Murillo); el de Jorge González Camarena (12 metros), el de Benito Messeguer, el de Roberto Cueva del Río (20 metros); también fueron dañados irremediablemente a punta de cincelazos los murales de José Reyes Meza, José Renau, Jorge Flores, de Francisco Icaza y Silvio Benedetti (360 metros) –junto con una estatua en piedra de Sebastián Aparicio, y una fuente colonial del siglo XVI que data de la fundación de la ciudad de Oaxaca.

[2] A la muerte de Siqueiros en 1974, “La Tallera” siguió funcionando bajo la dirección de Luis Arenal, quien era a la sazón cuñado suyo, sosteniéndose por algunos años, cayendo luego en total abandono. Dado que Siqueros lo legó a su muerte al pueblo de México, junto con su enorme casa en Polanco en la calle de Tres Picos No. 29, en la Ciudad de México, y que 1969 decidió convertirla en Sala de Arte Público, que más tarde llevaría su nombre, siendo tomados ambos recintos a  cargo del INBA como espacios museográficos. La enorme nave ideada en un principio par ser un Taller-Escuela de Pintura de Altos Estudios, fue convertido en 1976 rn un museo y recinto cultural, construyendo el ayuntamiento de Morelos una explanada frente al taller en homenaje al maestro. El antecedente del concepto mural trabajado en grupo se remonta a la estadía de Siqueiros e Nueva York, donde fundó en 1937 el Taller Experimental, donde inició con sus inquietudes de alcanzar con el muralismo una integración cabal entre pintura, escultura y arquitectura, importante laboratorio plástico que dio lugar al surgimiento del expresionismo abstracto americano, contando con las figuras de algunos de sus participantes: Jackson Pollok,  Jean Abel y Cornwell Radich.
[3] El proyecto, vendido a don Manuel Suárez y Suárez cuando Guillermo Rossell era Subsecretario de la Secretaría del Patrimonio Nacional, seguía avanzando en el papel, empero Ernesto P. Uruchurtu siendo  Jefe del Departamento del DF (1952-1966), se opuso a su realización,, pues tenía la idea de expropiar el predio y destinar el parque de la Lama para uso público. Es hasta 1966 con Gustavo Díaz Ordaz que se inició la obra de construcción de El Hotel de México y el Polyforum, proyecto guiado bajo cuatro lineamientos: el turístico, el urbanístico, el arquitectónico y el constructivo. Para reforzar el proyecto del Arq. Guillermo Rossell de la Lama, presenta los planos en el XIII Concurso Internacional de Arquitectura en Munich, Alemania, y gana el primer premio. Guillermo Rossell de la Lama fue arquitecto egresado de la UNAM, entre sus principales obras arquitectónicas estuvo el Hotel de México que se convertiría en el World Trade Center México y al Polyforum Cultural Siqueiros. Entre los cargos gubernamentales que ocupó estuvo el de Presidente de las Juntas Federales de Mejoras Materiales, puesto en el que se desempeñó como superior de José López Portillo. Fue titular de la Secretaría de Turismo a partir del 1 de diciembre de 1976, renunció al cargo al ser postulado candidato del PRI a gobernador de Hidalgo, siendo electo y ejerciendo la gubernatura en el periodo de 1 de abril de 1981 al 31 de marzo de 1987. Como Secretario de Turismo Rosell de la Lama activo los polos de desarrollo de Cancún, Cabo San Lucas  e Ixtapa Ziguatanejo.
[4] La idea era construir uno de los complejos arquitectónicos más grandes de América Latina, que reuniera 11 espacios: 1)Torre principal de El Hotel de México, 2) el Polyforum, 3) un parque comercial, 4) una escuela de Arte Público, 5) un mercado de artesanías, 6)el teatro y cine-club, 7)zona de recreación y jardines, 8) hotel anexo al predio, 9) un centro nocturno con espectáculos internacionales, 10) un auditorio para ferias y convenciones, y 11) estacionamiento y terminal de transporte colectivo.








No hay comentarios:

Publicar un comentario