El
Polyforum Cultural Siqueiros
Por
Alberto Espinosa Orozco
José de Jesús Alfaro Siqueiros (1896-1974) murió a los 78 años de edad
dejando como legado a México una compleja obra de arte: el Polyforum Cultural
Siqueiros, construcción colosal cuyo edificio extraño y de formas poligonales
fue concebido y realizado en su totalidad como toda una integración plástica
entre pintura, escultura y arquitectura.
Inaugurado en el año de 1971 dentro del Conjunto México 2000, hoy hace
cuatro décadas, el Polyforum Cultural Siqueiros es, efectivamente, de uno de
los proyectos artísticos más ambiciosos de todo el siglo XX, el cual fue
pensado como la síntesis y el epílogo de Alfaro Siqueiros a su visión del
Movimiento Muralista Mexicano, reuniendo para su realización a más de treinta
artistas.
La imponente obra se derivó de la extensión de un ambicioso proyecto
mural para el Hotel Casino de la Selva de Cuernavaca, Morelos, donde se había
planeado pintar una serie mural con el tema “La Historia de la Humanidad”. En
efecto, para el año de 1960 el empresario español Manuel Suárez y Suárez
propuso a David Alfaro Siqueiros realizar una grandiosa obra mural, el mas
grande del mundo, con una cúpula más grande que la Capilla Sixtina del
Vaticano. Este proyecto se aunaría así a otro ambicioso proyecto mural: la
decoración del Casino de la Selva, la cual se llevó llevada a cabo por el mismo Siqueiros y otros
artistas.[1] El
antecedente del mural es, sin embargo, más antiguo, pues se remonta a la
estadía de Siqueiros en Nueva York, donde fundó el Taller Experimental e inició con su inquietud de alcanzar con el muralismo una integración cabal
entre pintura, escultura y arquitectura. El Taller Experimental fue un importante laboratorio plástico que dio
lugar al surgimiento del expresionismo abstracto americano, con figuras de la
talla de Jackson Pollok (1912-1956), quien ensayó el automatismo del "action paiting".
Sin embargo, en el mismo año de 1960, antes de que Siqueiros
terminara el mural “Del Porfiriato a la Revolución” en el Castillo de Chapultepec, fue
perseguido por la policía y finalmente aprendido el 9 de agosto, bajo el cargo
de “disolución social”, por las actividades del pintor en el Comité de Presos
Políticos y Defensa de la Libertad
Democrática. Una campaña internacional por la liberación de Siqueiros
desenrolló casi de inmediato. En
Francia, un grupo de pintores encabezados por Picasso solicitó su liberación. Y
hubo protestas tanto entre los artistas de los Estados Unidos, e incluso John y
Jackie Kennedy tuvieren interés en el caso. El gobierno de López Mateos se
inundó de cartas exigiendo la inmediata libertad del artista hasta que fue
liberado el 13 de julio de 1964, casi 4 años desde su detención.
El artista pasó cuatro años tras las rejas de Lecumberri, realizando en
su celda numerosos bocetos para decorar la “Capilla Siqueiros” para el Casino
de la Selva. El 13 de junio de 1964 sale libre al serle conmutada su sentencia
por el presidente Adolfo López Mateos, dándose inmediatamente a la tarea de
integrar a un grupo de artistas para el proyecto del la Sala para Convenciones
y Congresos a construirse en los jardines del Casino de la Selva. Llama
entonces a algunos de sus ayudantes y discípulos, así como a otros artistas
emergentes de ese tiempo, para las realización del edificio mural, cuya asombrosa
arquitectura geométrica, con la modernísima forma de un dodecaedro en su
exterior y un octaedro en su interior, estaba formado por una serie de paneles
metálicos transportables, los cuales
eran trabajados en “El Taller Siqueiros”.
El taller se encontraba adyacente a la casa del artista en la calle de
Venus No. 52, esquina con la calle de Luna, en el fraccionamiento Jardines de
Cuernavaca, y fue llamado por Siqueiros
“La Tallera”, así, en femenino. Se trataba de una enorme nave industrial
levantada en 1965, se cuyo interior se montó una extraordinaria maquinaria para
mover los enormes paneles, los cuales eran desplazados hacia un foso a donde
bajaban para que los trabajara el genial muralista, quien por la edad ya no
podía subirse a los andamios porque se mareaba. En esa casa-estudio Siqueiros
viviría la última década de su vida, de 1964 a 1974.[2]
El proyecto comenzó a articularse a la salida
de Siqueiros de prisión el 13 de julio de 1964, convocando a una serie de
pintores a sumarse al megaproyecto parra la Sala de Convenciones del hotel de
Cuernavaca, Morelos. El tema del mural, planeado como el más grande del mundo jamás
elaborado, era por si mismo grandioso: el de la historia de la humanidad vista
desde la perspectiva de de la liberación futura de México y América
Latina. En un principio Siqueiros
presentó una serie de bocetos realizados de 1960 a 1964, época en que
fue huésped en la Cárcel de Lecumberri, donde permaneció por sus ideas y
actividades políticas. Junto con su primer asistente, Mario Orozco Rivera,
quien fuera el brazo derecho de Siqueros durante la ejecución del mural, el
maestro Guillermo Bravo Morán fue el primero en enrolarse (Ver Nota 1.). Ante
ellos el controvertido artista abrió sus archivos de la prisión, dándoles acceso
a ellos para integrar una extensa serie de bocetos y fotografías, teniendo el
trabajo de seleccionar las imágenes más pertinentes, de lo cual resultaron más
de doscientas “estampas”, como las llamaba el artista, o cuadros. Se trataba,
según refirió el maestro Bravo en alguna ocasión, de una serie de dibujos,
fotografías y de apuntes arquitectónicos que el maestro extendió sobre una
mesa, tocándole a Bravo como primera comisión la labor de armar todo aquello,
trasportando el trabajo de las “postales” a las maquetas, complejísima labor y
extenuante por el cual el maestro Guillermo Bravo fue nombrado desde un primer
momento Jefe de Talleres.
El pintor regiomontano Guillermo Ceniceros se sumó cinco meses después
al equipo, en el año de 1965 (Ver Nota 2.). En el equipo figuraron
también, Luis Arenal, hermano de su esposa Angélica y antiguo colaborador del
artista, Enrique J. Estrada, a los que siguieron Jorge Flores Escalante,
Roberto Díaz Acosta, Julio Solórzano, Fernando Sánchez, Arturo Sepúlveda,
Estela Ubando, Carlos Kunte, Igal Maoz, Gilberto Iriarte y los obreros Epitacio
Mendoza, Raimundo Gonzáles y Sixto Santillán –sin olvidar a Patricio, un
viejecito militar que le ayuda al maestro en la preparación de los colores (Ver
Notas 3 y 4.).
Por medio del maestro Guillermo Bravo ingresó al taller el genial pintor
regional durangueño Fernando Mijares Calderón, llamado en su patria chica “El
Van Gogh de Durango”, quien estuvo de entrada por salida al no poder
adaptarse a los andamios por los mareos que le producían las alturas, prefiriendo contemporizar con Carlos
Pellicer y el Dr, Atl, entre cócteles de vodka y daiquiris, en el bar del hoy
extinto Casino de la Selva. Fernando Mijares vivió por una temporada como huésped en la
casa de su amigo y coterráneo Guillermo Bravo, quien estaba recién casado. Alojamiento del que pronto tubo que
mudarse debido más que nada a la disparidad de costumbres –teniendo así que recibir ayuda de sus
mecenas regionales, de Don Héctor Palencia Alonso, y en especial del escritor y sastre Evodio Escalante Vargas,
quien era de todos sus amigos el que más lo quiso.
El pintor durangueño Jorge Flores también llegó a participar en la
empresa trabajando durante cuatro años en la misma. Enrique Estrada tuvo menos
participación debido a que sufrió un desequilibrio, por lo que tuvo poca acción
con los pinceles. Luego Arturo Sepúlveda se integró al grupo de la “Ruptura”,
que se estaba integrando en ese entonces, capitaneado por Mario Orozco Rivera,
quien era el primer asistente de Siqueros. Por su parte, Rodolfo Díaz Acosta
servía como intermediario junto con Siqueiros para el proyecto arquitectónico,
el cual había sido encargado por Manuel Suárez y Suárez al arquitecto Rossel de
la Lama, pues la complejidad de la obra contemplaba la integración de
arquitectura-pintura-escultura y de la perspectiva en movimiento, incluyendo el
uso de nuevos instrumentos, técnicas y materiales, tales como la escultura en
ferrocemento, los relieves en poliéster y el granito con mármol para los
murales (materiales que por ese tiempo habían sido probados por benito
Messeguer, Francisco Moreno Capdevila y Juan Hernández Delgadillo). Relata el
maestro Guillermo Bravo que tanto Guillermo Ceniceros como Jorge Flores
participaron activamente en la empresa, desempeñaron en el proyecto tareas muy
específicas y sobresalientes.
Así, el equipo de trabajo fue captando la idea que de la plástica tenía
en maestro, como una serie de formas en movimiento, pues veía en la materia una
vivacidad extraordinaria, concibiendo al artista como uno de los elementos en
el proceso creador, como el canal de transmisión de la energía universal –pues
su temperamento se vaciaba a medias partes entre el descubridor científico y el
místico religioso. Para Siqueiros, en efecto, la materia está viva y es
creadora. Su materialismo es en realidad una de las formas del animismo, pues
la creación fue para él una interacción entre la voluntad humana y la voluntad
de la materia, teniendo la pintura como misión asimilar el movimiento de la
vida y del universo. El maestro Siqueros infundió a su equipo esa conciencia
dialéctica de la materia, contagiándolos de su fortaleza para actuar,
abriéndoles los ojos a la grandiosidad de los espacios. Concepción espacial de
una especie de poliperspectivismo, de acusados escorzos y trazas, combinándolos
técnicamente con una mezcla de materiales de la mayor novedad que ayudaron al
maestro Guillermo Braco a definir su propio estilo de sereno expresionista -en
cierto modo paralelamente al estilo neorrealismo que por su parte desarrollaría
su coterráneo Jorge Flores. Gracias a esa experiencia tanto Guillermo
Ceniceros como Enrique Julio Estrada adquirieron también una especie de temple
para su obra, lo cual les dio potencia para expresar su creatividad y revelar
la fuerza del ser –llegando todos ellos a conquistar una especie de celebridad,
seguida por los jóvenes artistas extranjeros de Francia y de Japón.
El equipo de colaboradores se reunió primero en la casa del artista en
Cuernavaca y al poco tiempo en la inmensa nave de “La Tarella”; ahí, primero
sobre la selección e integración de imágenes realizada por el maestro Bravo y luego
sobre el modelo de la maqueta del Polyforum se planeaban las tareas, que
entregaba el maestro a cada pintor, con instrucciones muy específicas para
realizar el proyecto, de tal manera que el compromiso de cada uno de los
ayudantes se entendiera perfectamente bien, pues el Coronelazo (llamado así por
haber sido Coronel de División en el Frente Sur durante la Guerra Civil
española, aunque ligado desde joven a la facción revolucionaria del carrancismo
en cuyas huestes participó activamente como propagandista combatiendo al
zapatismo y al villismo), era un hombre entregado a su causa, insistiendo por
ello en el aspecto disciplinario de la empresa.
Poco después de su liberación el maestro Siqueiros, hombre intuitivo y
osado, crítico e inteligente, tuvo que volver al trabajo en los proyectos del
mural que había sido obligado a abandonar a causa de su encarcelamiento: Del
Porfirio a la Revolución (1966), que es una de las obras más
emblemáticas de Siqueiros y otro mural más en la ciudad de Chilpancingo, en Guerrero,
razón por la cual se ocupaba del proyecto del Polyforum en su casa de
Cuernavaca, pintando sólo en los fines de semana. Otras muchas ocupaciones
absorbían por entonces su atención. Entre otras muchas actividades, en 1967, Siqueiros fue galardonado con el
Premio Lenin de la Paz, equivalente soviético del Premio Nobel de la Paz, y en
1968 Siqueiros termina el mural en la ANDA titulado “La
Historia del teatro”. Aunque el pintor siguió siendo productivo hasta
el final de su vida en sus últimos años su vigor disminuyó, pues estaba enfermo por un cáncer de próstata que le fue
diagnosticado en mayo de 1973, aunque ya el mural Defensa de la futura victoria de
la ciencia médica sobre el cáncer (1958), pintado más de una década
antes, que hacía referencia a esa enfermedad.
Durante la realización del magno proyecto Siqueiros y su esposa Angélica
Arenal vivieron en su residencia de Cuernavaca, al lado de un sobrino suyo de
nombre Javier. Era una casa preciosa, con alberca y un Mereces Bens a la
puerta, disfrutando de una amplia servidumbre -llevando, en resumen, un tipo
distinto de vida en la que, sin embargo, latía una contradicción con respecto a
los ideales profesados públicamente por el pintor. De hecho Angélica controlaba
las actividades del artista, habiendo sido una mujer hermosa que lo dominaba, a
pesar de que Siqueiros era un hombre, por ese tiempo ya mayor, pero de mucha
personalidad –el cual interactuaba con los artistas del grupo, en el que se
distinguía sin duda al equipo de los artistas durangueños, Fernando Mijares
Calderón, el regiomontano Guillermo Ceniceros, Jorge Flores y Guillermo Bravo
Morán, quienes por decirlo así hacían roncha aparte.
La primera proyección del Polyforum, fue vislumbrada por primera vez por
Siqueiros en 1960 a
encargo del empresario Asturiano Manuel Suárez y Suárez, sin embargo aunque el
proyecto se inició en 1964 con la intención de realizarse en los jardines del
Casino de la Selva, en el año de 1966 cambió de sede para el levantamiento de
la Capilla al decidir integrarlo al proyecto del “Centro Urbano Turístico 2000” de Insurgentes, empezándose ese año a levantarse
simultáneamente el grandioso edificio del Hotel de México, diseñado por los
arquitectos Guillermo Rosell de la Lama, Ramón Miquela Jáuregui, Joaquín
Álvarez Ordóñez y Juan Worner Baz. El Polyforum entraba así a formar parte de
inmenso complejo arquitectónico. La primera maqueta del Polyforum sobre la que
trabajaron los artistas en “La Tallera” permaneció por algún tiempo en los
salones del Hotel Casino de la Selva al igual que parte de la estructura del
edificio que ahí se construyó en sus jardines para albergarlo.
En el mismo año de 1966, con el cambio de sede, el mural aumenta en
longitud y altura y modifica su original conformación, de rectangular a
octogonal, acorde con el nuevo proyecto arquitectónico. En esta etapa,
Siqueiros integra a su obra esculturas realizadas en hoja de lámina y como
consecuencia se constituye un equipo de escultores, concretándose así la unión
entre arquitectura, pintura y escultura en una completa integración plástica.
La estructura de en forma de diamante, como un dodecaedro por fuera y un
octaedro por dentro, decorada con gigantescos murales por fuera y por dentro,
vendría a ser así el recinto idóneo dedicado a los espectáculos y la cultura
del complejo, la corona del monumental proyecto -y la flor más exótica del arte
moderno contemporáneo pues en él Siqueiros, nutrido por el pensamiento utópico,
quiso darle un lugar concreto para que florecieran los ideales estéticos y
políticos por los que luchó toda su vida.
La obra mural para El Gran Foro
Universal se inicia en 1968 sobre un espacio interior de forma octogonal el
cual fue decorado con el descomunal mural “La Marcha de la Humanidad”, el cual
decora 2 mil 400 m2
de superficie, cubriendo las paredes y el techo del recinto y teniendo como
tema la evolución de la humanidad en una visión gomal que aparca
pasado-presente-futuro, desde la óptica de la historia de México y de América
latina. Junto con los 12 inmensos paneles exteriores del edificio, los cuales
cubren un área de 6 mil 300 metros cuadrados y los 2, 400 metros cuadrados
de pintura mural “La Marcha de la Humanidad”, se suman en el conjunto 8,700 metros cuadrados ,
siendo por ello una muestra representativa, excepcional y única, del Movimiento
Muralista Mexicano. En este espacio, que ha sido declarado Patrimonio Artístico
de la Nación por el INBA y que en estos días cumple 40 años de haber sido
inaugurado, festejará su aniversario con la creación de una nueva galería de 800 metros cuadrados
denominad “Espacio de Arte Emergente”.
La historia de la construcción del complejo Hotel de México se remonta a
1947, cuando la administración del gobierno del presidente Miguel Alemán Valdez
encara a José Jerónimo de la Lama la mitificación de la naciente colonia
Nápoles, conservando para si un inmenso predio de 54 mil metros cuadrados
conocido posteriormente como El Parque de
la Lama. Su nieto, el arquitecto Guillermo Rosell de la Lama (1925-2010),
quien a la postre llegaría a ser senador, Secretario de Patrimonio Nacional y
de Turismo de 1976 a
1980, y finalmente gobernador del estado de Hidalgo de 1981 a 1987 por el PRI, se
encargó de elaborar un primer proyecto para el inmenso espacio, ideado como un
grandioso centro turístico, urbano y cívico -y artesanal-, logrando venderle
ala idea al empresario Manuel Suárez y Suárez, iniciándose en 1966 la
construcción del Hotel de México bajo la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz.[3]
Pensado desde su inicio como el
complejo arquitectónico más grande de America Latina, pronto se adquirió un
terreno anexo, de 81 mil metros cuadrados, para su edificación. La inmensa
construcción del Hotel de México avanzó, sin embargo, con dificultad, quedando
la inmensa estructura, en un principio ideada de 80 pisos, sin terminar,
estando por muchísimos años como un imponente esqueleto de granito, solo y
vacío, contemplando desde su centro al Valle de México. Dos años más tarde con
motivo de los Juegos Olímpicos de 1968,[4] Don Manuel
Suárez desarrolló el concepto de construir un hotel que fuera símbolo de México
ante el mundo, aprovechando la coyuntura del encuentro deportivo –empero el
proyecto se fue retrasando y no fue sino hasta finales de los 80’s cuando
Alfredo Suárez Ruiz y Francisco de Paula León replantean un nuevo concepto del El Hotel de México para convertirlo en
un Centro Internacional de Negocios,
idea que Don Manual Suárez aceptó. Sin embargo, Manuel Suárez y Suárez muere el
23 de julio de 1987 sin ver concluida la obra, aceptando su heredera universal
y viuda Raquel Ruiz de Suárez el nuevo proyecto en 1988, bajo el concepto de un
fideicomiso con subsidio del gobierno para su acabamiento –el cual contó con el
apoyo de Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari. El proyecto de
remodelación, parcialmente financiado por el gobierno, se consolida en 1992
cuando el Banco de Comercio Exterior (Bancomext) se convierten en socio
mayoritario, para iniciar el proceso de licitación entre 5 grupos promotores y
el 30 de mayo del mismo año adjudica el proyecto de remodelación al grupo
GUTSA, estando a la cabeza del proyecto fue el Lic. Diego Gutiérrez Cortina,
siendo el autor del diseño su hermano, el Arq. Bosco Gutiérrez quien que en
conjunto con algunos despachos de ingeniería de Estados Unidos y de la
Universidad de Berkeley, desarrollaran el diseño del Word Trade Center México (Ver Nota 5).
El Word Trade Center México, que finalmente fue inaugurado el 18
de noviembre de 1994, es el edificio con más metros cuadrados construidos en el
mundo con un área total de 239 mil
metros cuadros de construcción –luego de la desaparición de las Torres Gemelas
de Nueva York en el 2001. Tiene 42 pisos, 35 ascensores y más de 250
metros de altura.
Se ubica en la Avenida de los Insurgentes Sur, en la delegación Benito
Juárez colonia Nápoles y del Valles, equina Filadelfia. Fue construido con
medidas muy estrictas de seguridad, que incluyen 56 amortiguadores sísmicos y
232 pilotes de concreto que penetran a una profundidad de 45 metros superando el
relleno pantanoso del antiguo lago, en la que participaron más de 900
trabajadores del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción, Terrajeros,
Conexos y Similares de México. Ha resistido cuatro temblores -el del 1985 que
midió 8.1 en la escala de Richter, el de 1995 de 7.7 en la escala de Richter,
el del 2003 de 7.6 en la escala de Richter y el del 13 de abril del 2007 de 6.3
en la escala de Richter, el 27 de abril de 2009 soportó un temblor de 5.9 en la
escala de Richter con epicentro en el estado de Guerrero y el 22 de mayo de 2009 a las 14:24, un temblor
de 5.7 en la escala de Richter de una duración de 40 segundos con epicentro en
Tehuacán en el estado de Puebla. Es considerado un edificio inteligente número
tres en altura en la Ciudad de México, cuarto en Latinoamérica y 347 a escala mundial. En el se encuentra el restaurante
giratorio más grande del mundo –construyéndose en la actualidad un hotel a su
lado de menores dimensiones con 22 pisos de altura. Por el Centro de
Exposiciones interno al coloso, de 4 mil 200 metros cuadrados
sólo en la sala mexicana, circulan anualmente más de 2 millones y medio de
consumidores.
[1] El Hotel Casino de la Selva fue un conjunto
vacacional patrocinado en la década de los 30´s por el empresario asturiano Manuel
Suárez y Suárez para establecer en él un salón de juegos, y posteriormente un
hotel. Estaba instalado en un predio de 10 hectáreas , con
presencia de manantiales y gran variedad de especies vegetales, contando con
evidencias de culturas prehispánicas que podrían contar con más de 1.500 años. En este hotel, el escritor
Malcolm Lowry ideó su célebre novela Bajo el volcán a finales de la década de 1930. El lugar contaba
con albercas y grandes jardines, también muchas de sus salas estaban decoradas
con murales de pintores de gran prestigio. Dentro sus edificios y pasillos del
Hotel Casino de la Selva
plasmaron su firma y obra los artistas: Gerardo Murillo el Dr. Atl, quien a la
sazón vivió durante varios años en el hotel; David Alfaro Siqueiros; Josep
Renau (con el mural "La Hispanidad ”); Benito Messeguer; José Reyes Meza; Guillermo
Ceniceros; Jorge, Francisco Icaza; Jorge González Camarena; Benito Messeguer; Roberto Cueva del Río; Jorge Flores, Francisco Icaza; Silvio Benedetto, entre otros. A partir de los años setenta este hotel empezó a
perder su atractivo y paulatinamente fue decayendo hasta que quedó totalmente
abandonado. Las autoridades patrimoniales no se hicieron cargo del valor
artístico y arquitectónico del antiguo hotel, por lo que el predio fue vendido
como un baldío a la empresa estadounidense Costco, que lo adquirió del Fobaproa
para instalar un centro comercial con estacionamiento en el 2001, año en el que
el conjunto fue totalmente destruido. Ocho
murales desaparecieron: tres tableros de 20 metros cuadrados
cada uno que fueron pintados por el Dr. Atl (Gerardo Murillo); el de Jorge
González Camarena (12
metros ), el de Benito Messeguer, el de Roberto Cueva del
Río (20 metros );
también fueron dañados irremediablemente a punta de cincelazos los murales de
José Reyes Meza, José Renau, Jorge Flores, de Francisco Icaza y Silvio
Benedetti (360 metros )
–junto con una estatua en piedra de Sebastián Aparicio, y una fuente colonial
del siglo XVI que data de la fundación de la ciudad de Oaxaca.
[2] A la
muerte de Siqueiros en 1974, “La
Tallera ” siguió funcionando bajo la dirección de Luis
Arenal, quien era a la sazón cuñado suyo, sosteniéndose por algunos años,
cayendo luego en total abandono. Dado que Siqueros lo legó a su muerte al
pueblo de México, junto con su enorme casa en Polanco en la calle de Tres Picos
No. 29, en la Ciudad
de México, y que 1969 decidió convertirla en Sala de Arte Público, que más tarde
llevaría su nombre, siendo tomados ambos recintos a cargo del INBA como espacios museográficos. La enorme nave ideada en un principio par ser un
Taller-Escuela de Pintura de Altos Estudios, fue convertido en 1976 rn un museo
y recinto cultural, construyendo el ayuntamiento de Morelos una explanada
frente al taller en homenaje al maestro. El antecedente del concepto
mural trabajado en grupo se remonta a la estadía de Siqueiros e Nueva York,
donde fundó en 1937 el Taller Experimental, donde inició
con sus inquietudes de alcanzar con el muralismo una integración cabal entre
pintura, escultura y arquitectura, importante laboratorio plástico que dio
lugar al surgimiento del expresionismo abstracto americano, contando con las
figuras de algunos de sus participantes: Jackson Pollok, Jean Abel y Cornwell Radich.
[3] El
proyecto, vendido a don Manuel Suárez y Suárez cuando Guillermo Rossell era
Subsecretario de la
Secretaría del Patrimonio Nacional, seguía avanzando en el
papel, empero Ernesto P. Uruchurtu siendo
Jefe del Departamento del DF (1952-1966), se opuso a su realización,,
pues tenía la idea de expropiar el predio y destinar el parque de la Lama para uso público. Es
hasta 1966 con Gustavo Díaz Ordaz que se inició la obra de construcción de El
Hotel de México y el Polyforum, proyecto guiado bajo cuatro lineamientos: el
turístico, el urbanístico, el arquitectónico y el constructivo. Para reforzar
el proyecto del Arq. Guillermo Rossell de la Lama , presenta los planos en el XIII Concurso Internacional
de Arquitectura en Munich, Alemania, y gana el primer premio. Guillermo Rossell
de la Lama fue
arquitecto egresado de la UNAM ,
entre sus principales obras arquitectónicas estuvo el Hotel de México que se
convertiría en el World Trade Center México y al Polyforum Cultural Siqueiros.
Entre los cargos gubernamentales que ocupó estuvo el de Presidente de las
Juntas Federales de Mejoras Materiales, puesto en el que se desempeñó como
superior de José López Portillo. Fue titular de la Secretaría de Turismo a
partir del 1 de diciembre de 1976, renunció al cargo al ser postulado candidato
del PRI a gobernador de Hidalgo, siendo electo y ejerciendo la gubernatura en
el periodo de 1 de abril de 1981 al 31 de marzo de 1987. Como Secretario de Turismo Rosell de la Lama activo los polos de
desarrollo de Cancún, Cabo San Lucas e
Ixtapa Ziguatanejo.
[4] La idea era construir
uno de los complejos arquitectónicos más grandes de América Latina, que
reuniera 11 espacios: 1)Torre principal de El Hotel de México, 2) el Polyforum,
3) un parque comercial, 4) una escuela de Arte Público, 5) un mercado de
artesanías, 6)el teatro y cine-club, 7)zona de recreación y jardines, 8) hotel
anexo al predio, 9) un centro nocturno con espectáculos internacionales, 10) un
auditorio para ferias y convenciones, y 11) estacionamiento y terminal de
transporte colectivo.
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