lunes, 17 de marzo de 2014

La Primera Muralista en Durango: Mercedes Burciaga Por Alberto Espinosa Orozco

La Primera Muralista en Durango: Mercedes Burciaga
Por Alberto Espinosa Orozco 



   Mercedes Burciaga Reséndiz nació en la ciudad de Santiago Papasquiaro, en el año de 1914. Hija del comerciante Aureliano Burciaga y de María Anselma Rodríguez, quienes procrearon también a la niña Luz María. Estudia la primaria en su tierra natal, Santiago Papasquiaro, trasladándose posteriormente a vivir con su familia a la ciudad de Durango, en la cual estudia una carrera comercial en el Colegio Mac Dowell. Su actividad profesional la inicia al lado de su tío, Alfonso Burciaga, en esos tiempos representante y distribuido de reconocidas marcas de la industria moderna como Goodrich Euzkadi, General Popo, la Compañía Cigarrera El Buen Tono, de las bicicletas inglesas BSA, de los refrescos Canadá Dry, etc.


   En el año de 1934, a los 20 años de edad, tomó clases de pintura con el maestro Guillermo de Lourdes, quien trabajaba en el patio principal del Palacio de Gobierno de Durango. En ese mismo año Guillermo de Lourdes realiza una serie de extraordinarios tableros murales en la Escuela Guadalupe Victoria, siendo sus ayudantes una serie de jóvenes aprendices, entre los que destacan Horacio Rentería y Mercedes Burciaga.
   Sin haber tenido una producción prolífica, para 1935, a los 21 años de edad, Mercedes Burciaga comienza a destacar en la ciudad de Durango como dibujante primero y luego con su obra de caballete, llegando incluso a vender algunas de sus telas a parroquianos de la localidad, interesados por el arte y la educación. En ese mismo año la pintora es distinguida por el gobernador Carlos Real, encargándole la decoración del Centro Escolar Revolución # 19, de la ciudad de Durango, en la calle de Urrea esquina con Gómez Farías.




   Esas escuelas fueron promovidas en todo el país por el gobierno de Abelardo L. Rodríguez y de Lázaro Cárdenas del Río, abriéndose el primer Centro Escolar Revolución en la ciudad de México, erigido sobre las ruinas de lo que fuera la prisión porfirista de Belém, atendiendo todos los Centros a las características de funcionalidad, majestuosidad y calidad en los modernos materiales empleados para su construcción. El Centro Escolar Revolución de la ciudad de México cuenta con una imponente cristalería de 12 vitrales obra del artista durangueño Fermín Revueltas, realizados en el año de 1933, siendo sus dibujantes y transportistas Francisco Montoya de la Cruz y Carlos Vázquez.  Recientemente, en el año de 2012, se restauró el Centro Escolar Revolución de Ciudad Juárez, Chihuahua, inaugurado en 1939, el cual cuenta con una serie de obras vitrales, ocho en total, dos de los cuales son de grandes dimensiones, los cuales también fueron diseñados por el muralista durangueño Fermín Revueltas.



    El Centro Escolar Revolución de Durango se comenzó a construir en el populoso barrio de Tierra Blanca, entre ñas calles de Urrea y Gómez Farías, durante el gobierno de Carlos Real (1932-1935), quien fue relevado sin concluir su periodo, debido a la inestabilidad política de la región, y sustituido por Severino Ceniceros, quien tomó las riendas del gobierno a manera de interinato, del 1o de diciembre de 1935 al 15 de septiembre de 1936, y bajo cuya administración se concluyen las obras de la decoración del Centro Escolar  Revolución. Fue sucedido del cargo, el 16 de septiembre de 1936, por el coronel Enrique Calderón (1936-1940), correspondiéndole finalmente a éste inaugurar la obra. La escuela modelo con capacidad para 800 alumnos se comenzó a construir a finales de 1934 y se inauguró el 20 de noviembre de 1936.
   Mercedes Burciaga tuvo como su ayudante a su hermana Luz María Burciaga Reséndiz,  contando con el auxilio y la asesoría de los pintores Francisco Montoya de la Cruz y Horacio Rentería, a los que se sumaron dos maestros albañiles y dos medias cucharas, siendo ejecutados todas las decoraciones en el estilo Art Decó y realizando los murales bajo la técnica del temple.



   Entre las decoraciones se cuenta con una serie heráldica de escudos de armas, adornados con blasones y emblemas, que identifican a familias de origen español radicadas en Durango, los cuales distinguieron a personajes y a sus linajes desde los tiempos del Virreinato.  Entre ellos destaca el característico escudo de armas del Estado de Durango, con dos lobos corriendo a los costados de un  frondoso roble, inspirado en el escudo de la provincia vasca de Vizcaya, en España, en el cual se agrega, sin embargo, una cruz de madera al fondo de la composición, encontrándose situado sobre la escalera que da acceso a la planta superior del edificio. Toda la serie se debe a los pinceles e imaginación de Horacio Rentería, pues se trata de blasones y emblemas similares a los que Rentería había pintado un año antes en el la Casa de Zambrano de la ciudad de Durango.  La serie agrega un escudo con dos lobos corriendo por un puente de tres arcos que relaciona a dos torres; otro con una águila bicéfala negra; otro más el escudo real de la familia Urdiñola con la leyenda “Virtus in Acto. Urdiñola Antiquisimum Solium”.  



   Así, en la obra mural, de hecho de la autoría de Mercedes y su hermana Luz María, puede verse la ayuda prestada en la composición y decoración toda por parte de Francisco Montoya de la Cruz y del mismo Horacio Rentería.
   Los temas de los dos grandes murales al temple que se encuentran a la entrada del edificio son: la “Educación Indígena”, en la que un fraile franciscano enseña a leer a los indígenas mientras escribe el ABC en la tierra con una vara, y el de la “Fundación de Durango”, que describe la escena del Capitán Francisco de Ibarra, enfundado en una gruesa armadura, a su llegada al Valle del Guadiana, teniendo como fondo el Cerro del Mercado. Existe un tercer mural, de forma piramidal o escalonada, titulado “México del Futuro”, en cuya parte superior sobresale el díptico de dos escenas en donde, por un lado, conviven la escuela y la fábrica y por el otro se apiñan los campesinos organizados uniformemente en asociación; en el centro del mural un círculo que, a manera de ouróboro, está decorado con dos cintas, la más exterior una serie de alcatraces; la interior, una serie de 6 aviones rematados por dos matraces y una antena moderna de telecomunicaciones coronada por un sol rompiente sobre el horizonte de un campo sembradío, cortando la escena en otro díptico más, uno de los cuales ostenta una mano con el martillo comunista delante de un enorme engrane, mientras que del otro aparece un modernísimo tractor para la siembra. Al centro un campesino leyendo un libro abierto de ciencias sobre un fondo donde destaca Norteamérica con el territorio mexicano en rojo –cuya ideología socialista e ideales de progreso no son sino un boceto de lo que luego realizaría Montoya de la Cruz, en 1934, para La Casa del Campesino.



   En el Salón de Actos se conserva un mural de pequeñas dimensiones, influenciado por el estilo clasicista del maestro Guillermo de Lourdes, donde Mercedes Burciaga realizó una impresionante decoración Art Decó, que armoniza perfectamente con el estilo modernista del edificio, siendo utilizada además con gran ingenio para incluir la figura del alacrán, el cual queda integrado a los diseños sin alterar un ápice su composición. Con similares diseños, la joven artista realizó también una serie de diseños en la casa del Sr. Ávila, ubicada en las calles de Zaragoza y Aquiles Cerdán, que fue por un tiempo Escuela Comercial Durango, en 1937, asesorada por Horacio Rentería, acto con el que se separó casi por completo de la disciplina, dejando para la posteridad  hermosas composiciones geométricas de rigurosos caprichos sin fin –también llegó a pintar un retrato de Morelia, su hija. Luego de casarse con el artista Francisco Montoya de la Cruz guardó una presencia discreta al lado del maestro.





   Se trata, en resumen, de una obra de juventud, sin mayor desarrollo y de un técnica escasamente rigurosa, dejando en cambio testimonio de las primeras experiencias para la mujer durangueña en el arte. En ese tiempo Mercedes Burciaga se relaciona sentimentalmente con el joven pintor Francisco Montoya de la Cruz, con quien, tras un noviazgo de unos meses, se casa en el año de 1938.  El matrimonio tuvo dos hijos, Morelia y Rugo. Aunque la vida artística como creadora de Mercedes Burciaga fue breve, las posibilidades de su trabajo como muralista quedaron plasmadas  en el vestíbulo del Centro Escolar Revolución # 19, de la ciudad de Durango –los cuales se conservan hasta la fecha y han sido recientemente restaurados.  La maestra Mercedes Burciaga  murió en 1981 a los 67 años de edad.[1]



[1] A Aurora Reyes le ha correspondido el título de haber sido la primer muralista –en realidad hay un antecedente en provincia: la pintora Mercedes Burciaga, en Durango quien, contando con la ayuda de Francisco Montoya de la Cruz  y de Horacio Rentería, pinto un par de murales en el Centro escolar Revolución de aquella ciudad.   El Centro Escolar Revolución de la Ciudad de México fue inaugurado por Abelardo L. Rodríguez, aunque proyectan sin embargo ya las ideas socialistas del gobierno de General Lázaro Cárdenas en lo que se ha denominado la etapa-post-revolucionaria del desarrollo nacional. Después de la inauguración por el presidente Abelardo Rodríguez del centro educativo, el 20 de noviembre de 1934, ya con los vitrales de Revueltas, se completó la obra arquitectónica, sumándose a los vitrales del artista santiaguero una serie de murales, llevados a cabo en 1936 y 1937 por noveles artistas revolucionarios de Michoacán, comandados por Raúl Anguiano, entre los que se cuentan: Everardo Ramírez, Antonio Gutiérrez, Ignacio Gómez Jaramillo, Gonzalo de la Paz Paredes y la pintora Aurora Reyes Flores –siendo la ideología de los tableros la de la lucha contra la oligarquía y la iglesia, derrotadas finalmente por la educación socialista, representada por las manos que sostienen una hoz y un martillo, como símbolos del sueño revolucionario Todo ello debido a que la edificación del conjunto se realizó en la época en que aquellos artistas pertenecía a las filas de la LEAR, estando bajo la férrea tutela de Diego Rivera –época también de la reforma al Artículo 3º Constitucional, donde se hablaba de la “educación socialista”, por iniciativa de Vicente Lombardo Toledano de Narciso Bassols, en el contexto de las ideas de la educación laica y gratuita. 









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