Amado
Nervo
(Amado
Ruiz de Nervo; Tepic, Nayarit, 1870 - Montevideo, 1919)
En
Vano entre las Sombras
(¡Muerta!)
En
vano entre la sombra mis brazos, siempre abiertos,
asir
quieren su imagen con ilusorio afán.
¡Qué
noche tan callada, qué limbos tan inciertos!
¡Oh!
Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos,
a
dónde van los muertos, Señor, a donde van?
Muy
vasta, muy distante, muy honda, si muy honda,
¡pero
muy honda!, debe ser, ¡ay!, la negra onda
en
que navega su alma como un tímido albor,
para
que aquella madre tan buena no responda
ni
se estremezca al grito de mi infinito amor.
Glacial,
sin duda, es esa zona que hiende. Fría,
¡oh,
si!, muy fría, pero muy fría debe estar,
para
que no la mueva la voz de mi agonía,
para
que todo el fuego de la ternura mía
su
corazón piadoso no llegue a deshelar.
Acaso
en una playa remota y desolada,
enfrente
de un océano sin límites, que está
convulso
a todas horas, mi ausente idolatrada
los
torvos horizontes escruta con mirada
febril,
buscando un barco de luz que no vendrá.
¡Quién
sabe por qué abismos hostiles y encubiertos
sus
blancas alas trémulas el vuelo tenderán!
¡Quién
sabe por qué espacios brumosos y desiertos!
Oh,
Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos,
a
donde van los muertos, Señor, a dónde van?
Tal
vez en un planeta bañado de penumbra
sin
fin, que un sol opaco, ya casi extinto, alumbra,
cuitada
peregrina mirando en rededor
ilógicos
aspectos de seres y de cosas,
absurdas
perspectivas, creaciones misteriosas,
que
causan extrañeza sutil y vago horror.
Acaso
está muy sola. Tal vez mientras yo pienso
en
ella, está muy triste: quizá con miedo esté.
Tal
vez se abre a sus ojos algún arcano inmenso.
¡Quién
sabe lo que siente, quién sabe lo que ve!
Quizá
me grita: “¡Hijo!”, buscando en mí un escudo
(¡mi
celo tantas veces en vida la amparó!),
y
advierte con espanto que todo se halla mudo,
que
hay algo en las tinieblas, fatídico y sañudo,
que
nadie la protege ni le respondo yo.
¡Oh,
Dios! ¡me quiso mucho; sus brazos siempre abiertos,
como
un gran nido, tuvo para mi loco afán!
Guiad
hacia la Vida sus pobres pies inciertos...
¡Piedad
para mi muerta! ¡Piedad para los muertos!
¿a
dónde van los muertos, Señor, a dónde van?
De:
Elevación
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