La Muerte de los Condes del Valle de Súchil
Por Alberto Espinosa Orozco
El Conde del Valle de Súchil, Capitán Joseph Ignacio
del Campo Soberón y Larrea, falleció en su casa de la hacienda de San Amador
del Mortero el 21 de diciembre de 1782, a los 56 años de edad, siendo uno de
los empresarios, mineros, negociantes y terratenientes más grandes de la Nueva
España y habiendo disfrutado de título nobiliario por escasos seis años. Sus restos fúnebres fueron trasladados a la
ciudad de Durango, siendo sepultados en el Templo de San Francisco, enfrente de
su soberbio palacete, bajo el amparo de la Virgen de Begoña, patrona de
Vizcaya. En los tiempos recientes la iglesia de San Francisco, junto con la
plaza de San Antonio de Padua y otras fincas virreinales vecinas,
sufrieron los embates de la modernidad, siendo destruidos en el año de 1916 por
órdenes del ocurrente gobernador liberal Gabriel Gavira de Castro, dando con
ello paso a la posterior construcción del horrendo conjunto funcionalista Multifamiliar
Francisco Zarco Mateos, debajo del cual descansan, probablemente, las reliquias
mortales de nuestro héroe.
La vida de
único hijo varón, José María del Campo y Erauzo (1787-1823), 2º Conde del Valle
de Súchil, tuvo un trágico desenlace. Heredando
la cultura del esfuerzo y el instinto visionario de su padre, compró la
Hacienda de San Miguel de Guatimapé, enorme latifundio que a su vez incluía las
haciendas menores de Chinacates (actual José María Morelos), Boca de San
Julián, San Antonio, Santa teresa de Pinos, San Rafael, Toboso del Norte y
Toboso del Sur, la Magdalena, Aliños, Torreón, Molino, Santiaguillo, Los Sauces
y La Soledad. Había casado con Isabel Roig de Cevallos Villegas, no habiendo
tenido con ella descendencia. A la muerte de ésta contrajo nuevas nupcias con
Guadalupe Bravo, con quien tuvo ocho hijos: Esteban, Luisa, Isabel, Manuel,
Juan, María del Carmen, Dominga y María Salomé del Campo Bravo. Un mal día el 2º Conde del valle de Súchil
salió de caza acompañado de algunos de sus caporales y trabajadores, sin
sospechar siquiera la mala disposición para él de los arcanos. Cuando llegaron
al cañón de “El Molino”, una gran osa, furiosa por la pérdida de sus cachorras,
lo sorprendió desprevenido, alzándose en dos patas se arrojó sobre el
desafortunado conde, mordiéndolo con sus afilados colmillos y rasgándolo la
cara y el pecho con sus afiladas zarpas. Las heridas, a las que no sobrevivió por
mucho tiempo, fueron de tal gravedad que llamaban al horror, pues le habían
destrozado la garganta, al tal punto en que se le veía pasar la comida cuando
ingurgitaba los alimentos. Murió en su hacienda de San Miguel de Guatimapé, en
Nuevo Ideal, según cuentan algunas leyendas luego de perder la razón pues,
trastocada su conducta por tan horrible contingencia, vagaba de noche por sus
habitaciones como un fantasma, hablando no más que puras incoherencias. Los restos del 2do Conde del Valle de Súchil,
José María del Campo Erauzo, fueron enterrados en la Capilla de su Hacienda de
Guatimapé donde descansan hasta la fecha, propiedad que fue adquirida por
empresario y terrateniente Juan Nepomuceno Flores Alcalde en 1857.
Personaje distinguido de la sociedad y de la clase
política, José Ignacio del Campo Soberón y Larrea dio lustre, realce y
jerarquía cultural a la región, combinando su espíritu de empresa, nobleza y
magnificencia con un carácter alegre, optimista, y la personalidad de un
visionario. Ganó el título de Vizconde
de Juan de las Barcas y posteriormente se le concedió el título de Conde del
Valle de Súchil, debido tanto a sus méritos en el campo de batalla como a sus
exploraciones de tierra adentro, otorgado por el Rey Carlos III, expedido en el
Palacio de Aranjuez, el 11 de julio de 1776, enviando al flamante Conde un
árbol de olmo en una garrafa, el cual fue sembrado en patio de su hacienda –lance por el que el ambicioso minero y
fabuloso terrateniente pagó el impuesto correspondiente, llamado “Servicio de
Media Annata”. Con ello se creó prácticamente el condado y futuro municipio de
Súchil, junto con el vizcondado previo de San Juan de las Barcas, en el sur de
lo que hoy es el estado de Durango. El 2º Conde del Valle de Súchil lo ostentó
su hijo José María del Campo Erauzo. Sin embargo, el título cayó en desuso a
partir del fallecimiento del 2º Conde, en 1823, ya que ninguno de sus ocho hijos
reclamó la sucesión del título. Fue rehabilitado poco antes de un siglo más
tarde, por Alfonso XIII, quien lo otorgó en 1919 a José María de Garay y Rowart
(1869-1940). El 3er Conde, quien en 1922 y 23 fuera alcalde de Madrid, y por
quien una calle y una plaza de la metrópoli peninsular llevan el nombre del
Conde del valle de Súchil. Casó con María de Garay y Corradi, dejando al morir
en 1940 el título de 4to Conde a su hijo Eduardo Garay y Garay, quien casó con
María de la Concepción Despujol y Rocha, obteniendo el título en 1954, que pasó
a su hijo Ramón de Garay y Despujol, 5to
Conde del Valle de Súchil, el cual casó en primeras nupcias con Belén de
Aguilar Baselga y en segundas nupcias con María de las Cuevas Purón, reclamando
el título de 1986 y ostentándolo hasta
la fecha.
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