Roberto
Montenegro: Muralista
Por Alberto
Espinosa Orozco
Los primeros muros públicos que José
Vasconcelos (1882-1959) otorgó a los pintores para su decoración, en cuanto fue
siendo Rector de la Universidad Nacional fue designado Secretario de Educación
por Álvaro Obregón, fueron los del Ex-Colegio Máximo de San Pedro y San
Pablo, trabajando en ellos Jorge Enciso, el Dr. Atl, Xavier Guerrero, Gabriel
Fernández Ledesma y Roberto Montenegro y en el antiguo convento de San Pedro y
San Pablo se repartieron tableros. De hecho el primer pintor en decorar el
Antiguo Convento de San Pedro y San Pablo, anexo a San Ildefonso, fue Roberto
Montenegro, a quien Vasconcelos encargó el mural principal en 1921. En el
resto de las decoraciones murales al
temple Hermilo Juárez y Nicolas Guerrero.[1]
Sin embargo, Roberto Montenegro Nervo
(Guadalajara, Jalisco, 1886-Ciudad de México1968) empezó por diseñar para el
Salón de Discusiones Libres dos importantes vitrales: El Jarabe
Tapatío y La Vendedora de Pericos, en cuya
elaboración colaboró Jorge Enciso (aunque también se menciona insistentemente a
Xavier Guerrero), mientras que la realización la llevó a efecto el reconocido
vitralista Enrique Villaseñor.
Cuenta Vasconcelos que acabada de
fundarse la Sala de Discusiones Libres, la hermosa
nave de la época colonial, que el ministro arrebató al regimiento militar que
desde hacía años la tenía convertida en cuadra, mandó cubrir el muro interior
con zócalo de metro y medio de ladrillo vidriado y decorado en colores vivos con
escenas y leyendas derivadas de los versos de los poetas nacionales. Se creó
así una escuela de decoradores ceramistas y en los vanos de ese mismo edificio
Roberto Montenegro creó los vistos vitrales de asunto popular: una
bailarina de feria y una vendedora de pericos, haciendo también mesas incrustas
con azulejos artísticos, todo ello inspirado en la cultura popular.
Roberto Montenegro
había iniciado en 1903 sus estudios de pintura, en Guadalajara, en el taller de
Felix Bernardelli. En 1904 se trasladó a la Ciudad de México, trabaja como
ilustrador para la revista de José Juan Tablada “Revista Moderna de México”, y
se inscribe en la Academia de San Carlos, siendo discípulo de Saturnino Herrán,
Germán Gedovius, Leonardo Izaguirre, y tal vez de Julio Ruelas; y condiscípulo
de Diego Rivera, Ángel Zárraga y Francisco Goitia. En 1906 le ganó a Diego
Rivera una beca para ir a estudiar a París, donde se lo encontró para 1907, estudiando
en L´Ecole des Beauz Arts y en Le Grand Chaumiere, entrando en el círculo de
artistas vanguardistas que inventarían el cubismo: Juan Gris, Pablo Picasso,
Ángel Zárraga, Georges Braque (1882-1963) y Jean Cocteau (1889-1963). Escapa de
la 1ª Guerra Mundial viajando a Barcelona, y en Madrid su primo Amado Nervo lo
relaciona con los pintores Zorolla y Zuloaga, y con los escriotes Ramón del
Valle Inclán, los hermanos Machado y con Rubén Darío, ilustrando su poema Oda a
Mitre. En el año de 1919 en Palma de Mallorca pinta sus primeros
murales: uno para el Casino de Palma de Mallorca titulado “Alegoría de las Baleares”,
y otro más para el Parlamento de la isla Baleares. Al poco tiempo es invitado a
participar, luego de los sangrientos acontecimientos de la Revolución Mexicana,
en el magno proyecto vasconcelista de reconstrucción nacional.
Cuando en febrero de 1922 Vasconcelos y sus
colaboradores inauguraron la obra vitral de Roberto Montenegro quedaron
admirados, tanto por su altísima calidad como por su solidez, su colorido y su
dibujo de tipo art noveau –juzgándola
muy superior a la que por entonces hicieron ingenieros y artesanos traídos de
Francia para el Palacio de Hierro. Montenegro era, efectivamente, un artista esquisto,
cuyos dibujos seguían fielmente la pauta impuesta por el reconocido dibujante
inglés Aubrey Vincent Beardsley (1872-1898).[2]
Luego de realizar
sus espléndidos vidrios emplomados fue el mismo Roberto Montenegro quien
redescubrió el secreto olvidado de la pintura al temple, a la manera italiana, de fino dibujo preciso y
de delicada armonía en sus tonos claros –al grado de hablarse de un retorno de
Giotto (1267-1337), y por tanto de una vuelta a arte del Renacimiento, opacando
con ello el “cerebralismo vanguardista” de los recién desembarcados.[3]
En la nave del Ex--Convento de San
Pedro y San Pablo se proyectó instalar la Biblioteca Iberoamericana,
encargándole Vasconcelos la decoración del ábside a Montenegro, quien pinta al
temple en el año de 1922 el mural El Árbol de la Vida, sobre el tema del paisaje y la
arquitectura, que planteó como una interpretaron libre de la idea espiritualista del
“monismo trascendental” de Vasconcelos y que, mediante una representación
modernizada, aborda el tema bíblico tradicional. El artista, sin embargo, no
sólo había bautizado su obra con el título “La Danza de las Horas”,
también había pintado a un andrógino al lado de un árbol enorme –el cual al
poco tiempo fue transformado, por órdenes del mismo Vasconcelos, en un vigoroso
caballero medieval armado.[4] El
mural ostenta al centro una leyenda en la que se vuelve a ver la mano directora
de Vasconcelos “Acción. Supera al Destino ¡Vence!” (el cual recuerda vivamente el
lema del escudo heráldico zacatecano: “Labor
Vincit Omnia”). Hay que subrayar que el mural de Montenegro sería una especie de modelo matriz para el que luego pintaría Diego Rivera en el Paraninfo de San Ildefonso titulado La Creación.
Con la ayuda de Xavier Guerrero, Julio
Castellanos y Gabriel Fernández Ledesma como asistentes, Roberto Montenegro
complementó la decoración recubriendo los lambrines y algunos tableros con
azulejos. El diseño de los azulejos corrió a cargo de Jorge Enciso, tomando
como modelo los azulejos originales del convento de Churubusco. El diseño de
los tableros fue obra de Montenegro y de Fernández Ledesma, siendo éste quien
cuidó la labor de alfarería llevada a cabo por la empresa “El Caballo Blanco” de Aguascalientes. Junto con Jorge Enciso adornó la cúpula, los arcos y las
paredes con guías de flores y pájaros multicolores. Hay también en el recinto
un gran retrato, en el fondo, hecho por un pintor venezolano.
Para San Pedro y San Pablo el pintor realizó
otros dos tableros en 1923: el fresco Resurrección, obra a la
encáustica en la que aparecía una imagen de Vasconcelos que en 1925 fue
sustituid por la de una mujer sosteniendo el estandarte de la Universidad
Nacional. El mural es más conocido como LaFiesta de la Santa Cruz, un
gran fresco de 5 x 8 metros, realizado en el cubo de la escalera del Ex-Colegio,
el cual representa la síntesis en contenido, forma y concepción de su
desarrollo artístico. Originalmente la obra se llamó La
Reconstrucción de México por Obreros e Intelectuales, debido a que en ese tiempo se buscaba un acuerdo para reorganizar al
país. Hay que agregar que en dicho tablero hay un interesante autorretrato del autor -recurso que, entre otros muchos, sería importado sin ninguna reticencia en la SEP por su imitador Diego Rivera. En el mismo recinto se encuentra un mural poco conocido: La Maestra Rural.
La obra Roberto Montenegro muestra que el muralismo tuvo muchas vetas, poniendo además un ejemplo a quienes le seguirían, pues conjugó el academicismo que aprendió tanto en San Carlos como durante sus dos estancias en Europa, de 1905 a 1909 y de 1912 a 1919, con los temas de la cultura popular, las tradiciones y la esencia del mexicano -por lo que su lenguaje artístico se distingue siempre por sus líneas refinadas y lenguaje sofisticado.
Trabajó también para el nuevo edificio de la Secretaría de Educación, en el año de 1923, pintando en el muro norte del despacho del secretaría las obras a la encáustica La Sabiduría y La Poesía, junto con una serie de frisos decorativos en la parte superior de los muros, que están presentes también en tres salones contiguos y en la antesala. Roberto Montenegro, en compañía de Jorge Enciso, se encargaron también de diseñar los muebles para el despacho del secretario. En lo que fuera el despacho del subsecretario, luego conocido como Salón Galería, pintó un óleo de grandes dimensiones, pegado a la pared, titulado La Familia Rural. Por otra parte, todos los salones de la Dirección de Enseñanza Media, que se encuentra en la Calle de Luis González Obregón están decorados con frisos de Montenegro, más una gran pintura al oleo, la Alegoría al Mundo Indígena, la cual quedó seriamente dañada por el incendio del 4 de junio de 1989. En el mismo año de 1924 pintó en el ábside del Tempo de la Encarnación, convertido en Biblioteca Iberoamericana, Por la Unión de América Latina. Por aquella época trabajaba también en las ilustraciones estilo art noveau para el libro, justamente célebre, compuesto por Julio Torri: Lecturas Clásicas para Niños, en dos tomos, donde se recojen las leyendas mpás importantes del oriente y occidente.
En el año de 1925 pinta en la Biblioteca Lincoln de la Escuela Benito Juárez (ubicada en la calle de Jalapa #272, en la Colonia Roma) dos tableros al fresco: el mural El Ángel de la Paz, y dos años después El Cuento de Aladino.
En 1965 se traslada su fresco Alegoría al Viento al Palacio de Bellas Artes, pintado en 1928 originalmente para el Ex-Convento de San Pedro y San Pablo, siendo la única pieza de un conjunto de frescos estilo Art decó que sobrevivió a la humedad. También pintó un mural para el Bar Papillón el tema de La Feniche.
En 1934 pinta junto Federico Cantú un extraño tablero titulado El Triunfo de la Muerte: la Vida del Arlequín, al tiempo que es nombrado Director del Museo de Arte Popular de Bellas Artes, el cual contaba con 5 mil piezas recopiladas por el mismo artista, pues desde el principio de su regreso a México se había dedicado a la búsqueda de la esencia nacional, junto con el Dr. Atl y Jorge Enciso, quienes fueron los primeros en difundir el valor del arte popular. En el año de 1948 se encarga de la decoración mural del Hotel del Prado, y en 1953 de la del Banco de Comercio. Los 19 tableros del Hotel del Prado fueron rescatados luego del sismo de 1985, y son custodiados por el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del INBA -por lo que no se encuentran en exhibición.
De los 22 murales piados por el autor, algunos de ellos definitivamente
desaparecieron (como el que se encontraba en un edificio céntrico de la Calle 5
de Mayo), y otro ha cambiado de residencia (el que se encontraba en un edificio
de la Calle Venustiano Carranza, que fue trasladado a Irapuato). Una de las
obras murales de Roberto Montenegro. Alegoría del Teatro, relieve en piedra
coloreada de 1927, ha sufrido los embates de la incuria y del tiempo. La obra
se encuentra en el Foro de Coronel Charles Linderberg, en la Colonia Hipódromo
Condesa, trabajo que ha sido víctima del
abandono e incluso del bandalismo y el graffiti -encontrándose hoy en día en
proceso de restauración.
Roberto Montenegro ganó tardíamente el Premio Nacional de Artes, en 1967 y murió en la Ciudad de México el 13 de octubre de 1968, donando su fortuna, antes de fallecer, a las personas humildes.
Roberto Montenegro ganó tardíamente el Premio Nacional de Artes, en 1967 y murió en la Ciudad de México el 13 de octubre de 1968, donando su fortuna, antes de fallecer, a las personas humildes.
D
[1] El Colegio
Máximo de San Pedro y San Pablo fue convertido en el Museo de la Luz y, posteriormente,
en el Museo de las Constituciones.
[2] Hay que recordar a su llegada a México en 1920 todavía durante el
gobierno de Carranza, Roberto Montenegro había empezado a trabaja en la
decoración monumental del Teatro Nacional, diseñando también
la escenografía de la revista musical "Desde la Luna"
inspirado en el art-nouveau.
[3] José Vasconcelos, De Robinson a Odiseo. Pedagogía
Estructurativa (1935). Editorial
Constancia, México, 1952. Pág. 212 y 213.
[4] El fresco el Árbol de la vida que
se encuentra en el ex Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo fue restaurado en
1964 y Montenegro, que aún vivía, se negó a firmarlo porque dijo que ya no era
suyo. Julieta
Ortiz Gaytán, Entre dos mundos. Los murales de Roberto Montenegro,
Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. 2ª Ed.
[5] Julieta Ortiz Gaytán, Entre
dos mundos. Los murales de Roberto Montenegro, Instituto de
Investigaciones Estéticas de la UNAM. 2ª Ed. El texto ofrece una visión del
trabajo mural de Montenegro desde su primer fresco en Palma de Mallorca, en el
año de 1919, en España, hasta su último trabajo Apolo y la Musas, en el
Teatro Degollado de Guadalajara.
Qué maravilla que en estos sitios se conserve parte de la cultura y esté a disposición de cualquier usuario. Digno material de emplearse hasta en las escuelas, si los maestros fueran orientados para ello.
ResponderEliminarFelicidades y gracias por la oportunidad.