viernes, 9 de mayo de 2014

Roberto Montenegro: Muralista Por Alberto Espinosa Orozco


Roberto Montenegro: Muralista 
Por Alberto Espinosa Orozco



   Los primeros muros públicos que José Vasconcelos (1882-1959) otorgó a los pintores para su decoración, en cuanto fue siendo Rector de la Universidad Nacional fue designado Secretario de Educación por Álvaro Obregón, fueron los del  Ex-Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, trabajando en ellos Jorge Enciso, el Dr. Atl, Xavier Guerrero, Gabriel Fernández Ledesma y Roberto Montenegro y en el antiguo convento de San Pedro y San Pablo se repartieron tableros. De hecho el primer pintor en decorar el Antiguo Convento de San Pedro y San Pablo, anexo a San Ildefonso, fue Roberto Montenegro, a quien  Vasconcelos encargó el mural principal en 1921. En el resto de las decoraciones  murales al temple Hermilo Juárez y Nicolas Guerrero.[1]



   Sin embargo, Roberto Montenegro Nervo (Guadalajara, Jalisco, 1886-Ciudad de México1968) empezó por diseñar para el Salón de Discusiones Libres dos importantes vitrales: El Jarabe Tapatío y La Vendedora de Pericos, en cuya elaboración colaboró Jorge Enciso (aunque también se menciona insistentemente a Xavier Guerrero), mientras que la realización la llevó a efecto el reconocido vitralista Enrique Villaseñor.



   Cuenta Vasconcelos que acabada de fundarse la Sala de Discusiones Libres, la hermosa nave de la época colonial, que el ministro arrebató al regimiento militar que desde hacía años la tenía convertida en cuadra, mandó cubrir el muro interior con zócalo de metro y medio de ladrillo vidriado y decorado en colores vivos con escenas y leyendas derivadas de los versos de los poetas nacionales. Se creó así una escuela de decoradores ceramistas y en los vanos de ese mismo edificio Roberto Montenegro  creó los vistos vitrales de asunto popular: una bailarina de feria y una vendedora de pericos, haciendo también mesas incrustas con azulejos artísticos, todo ello inspirado en la cultura popular.
   Roberto Montenegro había iniciado en 1903 sus estudios de pintura, en Guadalajara, en el taller de Felix Bernardelli. En 1904 se trasladó a la Ciudad de México, trabaja como ilustrador para la revista de José Juan Tablada “Revista Moderna de México”, y se inscribe en la Academia de San Carlos, siendo discípulo de Saturnino Herrán, Germán Gedovius, Leonardo Izaguirre, y tal vez de Julio Ruelas; y condiscípulo de Diego Rivera, Ángel Zárraga y Francisco Goitia. En 1906 le ganó a Diego Rivera una beca para ir a estudiar a París, donde se lo encontró para 1907, estudiando en L´Ecole des Beauz Arts y en Le Grand Chaumiere, entrando en el círculo de artistas vanguardistas que inventarían el cubismo: Juan Gris, Pablo Picasso, Ángel Zárraga, Georges Braque (1882-1963) y Jean Cocteau (1889-1963). Escapa de la 1ª Guerra Mundial viajando a Barcelona, y en Madrid su primo Amado Nervo lo relaciona con los pintores Zorolla y Zuloaga, y con los escriotes Ramón del Valle Inclán, los hermanos Machado y con Rubén Darío, ilustrando su poema Oda a Mitre. En el año de 1919 en Palma de Mallorca pinta sus primeros murales: uno para el Casino de Palma de Mallorca titulado “Alegoría de las Baleares”, y otro más para el Parlamento de la isla Baleares. Al poco tiempo es invitado a participar, luego de los sangrientos acontecimientos de la Revolución Mexicana, en el magno proyecto vasconcelista de reconstrucción nacional.
   Cuando en febrero de 1922 Vasconcelos y sus colaboradores inauguraron la obra vitral de Roberto Montenegro quedaron admirados, tanto por su altísima calidad como por su solidez, su colorido y su dibujo de tipo art noveau –juzgándola muy superior a la que por entonces hicieron ingenieros y artesanos traídos de Francia para el Palacio de Hierro. Montenegro era, efectivamente, un artista esquisto, cuyos dibujos seguían fielmente la pauta impuesta por el reconocido dibujante inglés Aubrey Vincent Beardsley (1872-1898).[2]  




   Luego de realizar sus espléndidos vidrios emplomados fue el mismo Roberto Montenegro quien redescubrió el secreto olvidado de la pintura al temple,  a la manera italiana, de fino dibujo preciso y de delicada armonía en sus tonos claros –al grado de hablarse de un retorno de Giotto (1267-1337), y por tanto de una vuelta a arte del Renacimiento, opacando con ello el “cerebralismo vanguardista” de los recién desembarcados.[3]




   En la nave del Ex--Convento de San Pedro y San Pablo se proyectó instalar la Biblioteca Iberoamericana, encargándole Vasconcelos la decoración del ábside a Montenegro, quien pinta al temple en el año de 1922 el mural El Árbol de la Vida, sobre el tema del paisaje y la arquitectura, que planteó como una interpretaron libre de la idea espiritualista del “monismo trascendental” de Vasconcelos y que, mediante una representación modernizada, aborda el tema bíblico tradicional. El artista, sin embargo, no sólo había bautizado su obra con el título “La Danza de las Horas”, también había pintado a un andrógino al lado de un árbol enorme –el cual al poco tiempo fue transformado, por órdenes del mismo Vasconcelos, en un vigoroso caballero medieval armado.[4] El mural ostenta al centro una leyenda en la que se vuelve a ver la mano directora de Vasconcelos “Acción. Supera al Destino ¡Vence!” (el cual recuerda vivamente el lema del escudo heráldico zacatecano: “Labor Vincit Omnia”). Hay que subrayar que el mural de Montenegro sería una especie de modelo matriz para el que luego pintaría Diego Rivera en el Paraninfo de San Ildefonso titulado La Creación.







   Con la ayuda de Xavier Guerrero, Julio Castellanos y Gabriel Fernández Ledesma como asistentes, Roberto Montenegro complementó la decoración recubriendo los lambrines y algunos tableros con azulejos. El diseño de los azulejos corrió a cargo de Jorge Enciso, tomando como modelo los azulejos originales del convento de Churubusco. El diseño de los tableros fue obra de Montenegro y de Fernández Ledesma, siendo éste quien cuidó la labor de alfarería llevada a cabo por la empresa “El Caballo Blanco” de Aguascalientes. Junto con Jorge  Enciso adornó la cúpula, los arcos y las paredes con guías de flores y pájaros multicolores. Hay también en el recinto un gran retrato, en el fondo, hecho por un pintor venezolano.


   Para San Pedro y San Pablo el pintor realizó otros dos tableros en 1923: el fresco Resurrección, obra a la encáustica en la que aparecía una imagen de Vasconcelos que en 1925 fue sustituid por la de una mujer sosteniendo el estandarte de la Universidad Nacional. El mural es más conocido como LaFiesta de la Santa Cruz, un gran fresco de 5 x 8 metros, realizado en el cubo de la escalera del Ex-Colegio, el cual representa la síntesis en contenido, forma y concepción de su desarrollo artístico. Originalmente la obra se llamó La Reconstrucción de México por Obreros e Intelectuales, debido a que en ese tiempo se buscaba un acuerdo para reorganizar al país. Hay que agregar que en dicho tablero hay un interesante autorretrato del autor -recurso que, entre otros muchos, sería importado sin ninguna reticencia en la SEP por su imitador Diego Rivera. En el mismo recinto se encuentra un mural poco conocido: La Maestra Rural










   La obra Roberto Montenegro muestra que el muralismo tuvo muchas vetas, poniendo además un ejemplo a quienes le seguirían, pues conjugó el academicismo que aprendió tanto en San Carlos como durante sus dos estancias en Europa, de 1905 a 1909 y de 1912 a 1919, con los temas de la cultura popular, las tradiciones y la esencia del mexicano -por lo que su lenguaje artístico se distingue siempre por sus líneas refinadas y lenguaje sofisticado.
   Trabajó también para el nuevo edificio de la Secretaría de Educación, en el año de 1923, pintando en el muro norte del despacho del secretaría las obras a la encáustica La Sabiduría y  La Poesía, junto con una serie de frisos decorativos en la parte superior de los muros, que están presentes también en tres salones contiguos y en la antesala. Roberto Montenegro, en compañía de Jorge Enciso, se encargaron también de diseñar los muebles para el despacho del secretario. En lo que fuera el despacho del subsecretario, luego conocido como Salón Galería, pintó un óleo de grandes dimensiones, pegado a la pared, titulado La Familia RuralPor otra parte, todos los salones de la Dirección de Enseñanza Media, que se encuentra en la Calle de Luis González Obregón  están decorados con frisos de Montenegro, más una gran pintura al oleo, la Alegoría al Mundo Indígena, la cual quedó seriamente dañada por el incendio del 4 de junio de 1989. En el mismo año de 1924 pintó en el ábside del Tempo de la Encarnación, convertido en Biblioteca Iberoamericana, Por la Unión de América Latina Por aquella época trabajaba también en las ilustraciones estilo art noveau para el libro, justamente célebre, compuesto por Julio Torri: Lecturas Clásicas para Niños, en dos tomos, donde se recojen las leyendas mpás importantes del oriente y occidente.





   En el año de 1925 pinta en la Biblioteca Lincoln de la Escuela Benito Juárez (ubicada en la calle de Jalapa #272, en la Colonia Roma) dos tableros al fresco: el mural El Ángel de la Paz, y dos  años después El Cuento de Aladino




  
   En 1965 se traslada su fresco Alegoría al Viento al Palacio de Bellas Artes, pintado en 1928 originalmente para el Ex-Convento de San Pedro y San Pablo, siendo la única pieza de un conjunto de frescos estilo Art decó que sobrevivió a la humedad. También pintó un mural para el Bar Papillón el tema de La Feniche





  En 1934 pinta junto Federico Cantú un extraño tablero titulado El Triunfo de la Muerte: la Vida del Arlequín, al tiempo que es nombrado Director del Museo de Arte Popular de Bellas Artes, el cual contaba con 5 mil piezas recopiladas por el mismo artista, pues  desde el principio de su regreso a México se había dedicado a la búsqueda de la esencia nacional, junto con el Dr. Atl y Jorge Enciso, quienes fueron los primeros en difundir el valor del arte popular. En el año de 1948 se encarga de la decoración mural del Hotel del Prado, y en 1953 de la del Banco de Comercio.  Los 19 tableros del Hotel del Prado fueron rescatados luego del sismo de 1985, y son custodiados por el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del INBA -por lo que no se encuentran en exhibición. 
   Los murales La Industria, El Trabajo y el Comercio, realizados para el el Museo de Irapuato fueron destruidos y de los cuales sólo hay referencias fotográficas, aunque quedaron sin embargo algunos bocetos inéditos.[5] Sus últimas obras murales fueron: Apolo y las Musas, de 1963, para el Teatro Degollado de Guadalajara, también destruido,y; el mosaico La Muerte de las Artesanías,de 1964, para la Biblioteca Hispanoamericana de Guadalajara.




   De los 22 murales piados por el autor, algunos de ellos definitivamente desaparecieron (como el que se encontraba en un edificio céntrico de la Calle 5 de Mayo), y otro ha cambiado de residencia (el que se encontraba en un edificio de la Calle Venustiano Carranza, que fue trasladado a Irapuato). Una de las obras murales de Roberto Montenegro. Alegoría del Teatro, relieve en piedra coloreada de 1927, ha sufrido los embates de la incuria y del tiempo. La obra se encuentra en el Foro de Coronel Charles Linderberg, en la Colonia Hipódromo Condesa, trabajo que ha sido víctima  del abandono e incluso del bandalismo y el graffiti -encontrándose hoy en día en proceso de restauración.
   Roberto Montenegro ganó tardíamente el Premio Nacional de Artes, en 1967 y murió en la Ciudad de México el 13 de octubre de 1968, donando su fortuna, antes de fallecer, a las personas humildes.

   D



















[1] El Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo fue convertido en el Museo de la Luz y, posteriormente, en el Museo de las Constituciones.
[2] Hay que recordar a su llegada a México en 1920 todavía durante el gobierno de Carranza, Roberto Montenegro había empezado a trabaja en la decoración monumental del Teatro Nacional, diseñando también la escenografía de la revista musical "Desde la Luna" inspirado en el art-nouveau.
[3] José Vasconcelos, De Robinson a Odiseo. Pedagogía Estructurativa (1935) Editorial Constancia, México, 1952. Pág. 212 y 213.
[4] El fresco el Árbol de la vida que se encuentra en el ex Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo fue restaurado en 1964 y Montenegro, que aún vivía, se negó a firmarlo porque dijo que ya no era suyo. Julieta Ortiz Gaytán, Entre dos mundos. Los murales de Roberto Montenegro, Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. 2ª Ed.
[5] Julieta Ortiz Gaytán, Entre dos mundos. Los murales de Roberto Montenegro, Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. 2ª Ed. El texto ofrece una visión del trabajo mural de Montenegro desde su primer fresco en Palma de Mallorca, en el año de 1919, en España, hasta su último trabajo Apolo y la Musas, en el Teatro Degollado de Guadalajara.









Roberto Montenegro por Alexander Yakovlev (1915)















1 comentario:

  1. Qué maravilla que en estos sitios se conserve parte de la cultura y esté a disposición de cualquier usuario. Digno material de emplearse hasta en las escuelas, si los maestros fueran orientados para ello.
    Felicidades y gracias por la oportunidad.

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