lunes, 9 de julio de 2018

Distopía Monterrey: Ninfa Torres Lagunes Por Alberto Espinosa Orozco


Distopía Monterrey: Ninfa Torres Lagunes
Por Alberto Espinosa Orozco
 
 
 
Por su parte la artista Ninfa Torres Lagunes (1982) práctica una difícil síntesis de estilos, donde se alternan y yuxtaponen el surrealismo con el barroco, el academicismo con el collage, el costumbrismo mexicanista con el expresionismo, el hiperrealismo del pop art con el cinetismo futurista y la estética del márquetin. Su obra, caracterizada por una fuerte saturación de color mezclada de tenebrismo, transita por los espacios de la heterotópia, de la alteridad y la ilusión, por lo que frecuentemente da la impresión de la extrañeza, de la fragmentación e incuso de lo disperso. En sus retratos, autorretratos y naturalezas muertas, donde aplica un amplio abanico de recursos plásticos, hay una tendencia hacia la densidad simbólica de la diversidad, pero también hacia lo sombrío, siendo su humor, sin embargo, el de la ironía y hasta el de la irreverencia. Ello se debe al intento de radiografiar  uno de las notas características de la modernidad: el tratar lo sagrado como si fuera profano, sacralizando a la vez el devenir, lo que no participa de ninguna realidad trascendente. Nostalgia de la metafísica, en una palabra, que al ser abandonada crea una especie de horror vacui, inmediatamente llenado por las místicas inferiores, que trastocan la realidad por el lado contrario a lo angélico, habiendo así en sus representaciones un elemento sombrío y perturbador, donde el acento en la diferencia pone en riesgo las coordenadas esenciales de la identidad.         








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