lunes, 9 de julio de 2018

Distopía Monterrey: Edgar Cano López Por Alberto Espinosa Orozco

Distopía Monterrey: Edgar Cano López
Por Alberto Espinosa Orozco
 
 
 
El grabador, dibujante y pintor Edgar Cano López (1977) combina la técnica hiperrealista con el misterio de lo real maravilloso. Estilo ecléctico que se mueve entre el azar y la contingencia con la gracia del equilibrista y la sonrisa del humorista. En sus escenas barrocas, de compleja composición formal,  hay un elemento bizarro y perturbador, disparatado o descompuesto, cuya yuxtaposición obliga al espectador a tomar distancia, produciendo una sensación de absurdo o irrealidad, como si algo oscuro latiese, amenazador, del otro lado. Artista reflexivo e introvertido, en cierto modo onírico, en el que hay una suerte de desmesura o hybris, de transgresión de límites o fronteras, de confusión entre el esse y el non esse, entre la plenitud y el vacío, entre la vida y la muerte. Mundo abigarrado, hechizado por ángeles caídos, desbordado como un caudaloso río, poblado de extraños símbolos y de caprichosos reflejos, cuyas imágenes originales dan una sensación de densidad e, incluso, de extremosidad y pesadumbre. Lugar de la fascinación, del encanto y la herejía, su universo es el de un inmenso pudridero de maravillas obsoletas que se filtran en medio de lo cotidiano. En sus densos jardines interiores, atravesados por rudas ninfas morenas e intelectuales sirenas pálidas, la realidad se vuelve cortante y fría, como la del espejo, o un evanescente juego de reflejos que se disipa como el vaho. Artista visionario, sensible a las conglomeraciones suburbanas, en cuyos paisajes hay algo del movimiento masivo de las aguas, algo también de las grandes migraciones épicas determinadas por la historia.    


 

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