martes, 8 de julio de 2014

Hacienda de Ferrería de las Flores y el Sitio Schroeder Por Alberto Espinosa Orozco

Hacienda de Ferrería de las Flores y el Sitio Schroeder
Por Alberto Espinosa Orozco







I
   El poblado de la “Ferrería de la Flores”, se encuentra en las inmediaciones del Cerro Colorado, adoptando tal nombre debido a la fundidora que fuera de Juan Nepomuceno Flores Alcalde –aunque durante el periodo del cardenismo adoptó otro nombre oficial, “Ejido 4 de Octubre”. Sin embargo, en los antiguos tiempos los indígenas llamaban al asentamiento localizado en las inmediaciones “Piedras Azules”. Las ruinas que ahí se encuentran son de una extensión de la Cultura Chalchihuite, datada entre el 800 y en 1400 de nuestra era, la cual se asentó en el Sitio de Piedras Azules por tratarse de la parte alta del Valle del Guadiana, desde el cual se domina lo que hoy es la ciudad de Durango. 


   La población mesoamericana ocupó el lugar,  producto de la expansión de la cultura nahua hacia el norte, desarrollando una rama hacia Suchil y otra hacia Alta Vista, según el investigaciones de Richard Brooks. El movimiento migratorio dio lugar a una cultura rudimentaria, caracterizada por su simplicidad y su primitivismo, cuya población nómada se expandió de Zacatecas a Durango, asentando luego como poblaciones agrícolas (maíz, frijol, calabaza). Mientras tanto otra cultura se desarrollaría en la Sierra Madre Occidental, en Hervideros, en la Loma de San Gabriel, cuya población autóctona tuvo un desarrollo local desde el arcaico, subsuelo de la cultura Tepehuana, la que se extendió hacia la región de El Zape, Altavista y La Quemada.  Región de las Quebradas acosada insistentemente por los violentísimos guerreros nómadas xiximes, acaxes y humas.  
   Las primeras investigaciones de las reliquias culturales prehispánicas fueron realizadas por Federico Schroeder en la década de los 40´s. La zona arqueológica Schroeder-Ferrería se encuentra a 7 kilómetros de la ciudad de Durango, siendo sus primeros habitantes nómadas, zacatecos y nahuas, relacionados con la cultura Paquimapé, extendiéndose hacia la zona sur este hasta Nombre de Dios de 875 a 1450 D de C.
   En 1948 visitó la zona el arqueólogo Alden Manson y en 1952 el antropólogo J. Charles Kelly, junto con un grupo de estudiantes de la Universidad de Chicago, realizó los primeros trabajos de investigación, los cuales dieron por fruto tres ensayos. Recogieron múltiples piezas arqueológicas, realizando la filiación cultural de la zona como una derivación de la cultura Chalchihuites, rama Guadiana, la cual alcanza hasta el zape, en el norte del estado. El sitio fue abandonado por décadas, sujeto al saqueo y la destrucción del tiempo, hasta que en 1992 se empezaron a llevar a cabo investigaciones esporádicas. 
   Las ruinas prehispánicas destacan por su conjunto arquitectónico de espacios rituales circulares, por su pirámide al oriente, pero sobre todo por contar con un juego de pelota, también por sus pilares y patios hundidos. Cuenta también con un importante basamento piramidal, cisternas y canales de desagüe.  














II
   Federico Schroeder Reyes nació en la ciudad de Durango el 26 de octubre de 1916 y murió, siendo aun joven, en la ciudad de México, el 20 de mayo de 1969 a los 52 años de edad, dejando en la memoria regional un testimonio de su bonhomía personal y de solidaridad con el pueblo, dando también con ello un ejemplo de cultura, la cual marcó su vida y la de quienes lo rodearon con los emblemas de la aspiración a una convivencia superior entre los hombres. Federico Schroeder Reyes tuvo un hermano: Enrique Otón Schroeder Reyes, ambos hijos de Federico Schroeder Meinsen, nacido en 1887 en Bremen, Alemania, quien llegó de su tierra natal a Durango en 1897, siendo apenas un niño, para trabajar en la Ferretera la Suiza,  estabilizándose después como contador del Hotel Roma, y de Concepción Reyes Vela, nativa de la ciudad de Durango. El señor Schroeder Reyes casó con la señora Otila Rama Álvarez (1917), hija  de Emilio Rama Arza, oriundo de la Coruña, España, y de Otila Álvarez Valles, originaria de ciudad Lerdo, Durango –matrimonio del cual tuvieron dos hijos: Federico Schroeder Rama, dentista de profesión, dulcero y comerciante, quien heredó la tienda de "Dulces Schroeder" en un amplio local de la bella "Casa de las Rosas", joya arquitectónica colonial entre ls calles de 5 de Febrero y Juárez también conocida como la "Casa de las Lágrimas", y Carlos Schroeder Rama, de profesión ingeniero químico y por un tiempo empresario en el ramo de la repostería, quien fue por años anfitrión del café “El Esfuerzo”, nuestros contemporáneos y amigos.












  A Don Federico Schroeder Reyes debe la cultura autóctona no sólo haber sido pionero de la arqueología local sino un verdadero animador de las costumbres regionales. Fue fundador del primer grupo de natación en la ciudad, en la alberca del club donde se encuentra hoy en día la Facultad de Derecho de la UJED. Fundo también el primer grupo de exploradores o Boys Scauts de Durango, inspirado en las doctrinas de Baden Pawell. Fue también el primer arqueólogo aficionado en el Valle del Guadiana, pues a través de esas excursiones de joven fue descubriendo todos y cada uno de los sitios arqueológicos, extendiendo posteriormente sus investigaciones a la redonda, hasta llegar a los sitios colindantes con el estado de Zacatecas, pues hay esparcidos por toda esa zona numerosos lugares que atesoran antiguos vestigios de la cultura mesoamericana. Don Federico Schroeder no solo investigó el Sitio de Piedras Azules, sino también el de la Quebrada, en Zacatecas –donde hoy en día año con año un gran número de gente observa el equinoccio de primavera. Realizó también excursiones a Tuitán, al Zape, a Herraderos y a la Pitanilla. Como labor altruista daba refugio a los miembros de la Asociación Estudiantil Católica en la parte arriba de la dulsería, que les prestaba para reuniones.  


   La gran colección arqueológica de Federico Schroeder Reyes (Colección FSR) ha sufrido las vicisitudes de su tiempo, por lo que se fue fragmentando a lo largo de los años. Una primera parte, en la que figuraban la piezas principales de la colección, fue prestada por la familia Schoreder-Rama a un museo en Texas para su exhibición en el tiempo en que salió a la luz la ley de patrimonio arqueológico que nacionalizaba todos los hallazgos y restos arqueológicos de México, incluidas las colecciones privadas, por lo que la colección permaneció en Texas por algún tiempo, hasta que fue vendida y adquirida por un particular norteamericano.  
   Una segunda parte, consistente en 13 piezas, fue confiada para su exhibición en el Museo del Sitio en Ferrería del INAH por Federico Schroeder.  
   En tercer sitio, existen un par de piezas consistentes en dos textiles, peplos o huipiles, que fueron prestados por don Federico Schroeder Reyes para su examen a los especialistas,  vestimentas que resultaron del máximo interés y sobre las cuales Irmgard Weitlander Johnson, investigadora del Departamento de Artes Decorativas de la Universidad Berkeley en California realizó un interesante ensayo en 1974 sobre el antiguo textil, sobresaliente tanto por encontrarse en el diseño de la cruz gamada como por tener cercanas analogías con los textiles de Oaxaca y de la cultura Inca del Perú. Los textiles fueron enviados al Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México para su custodia en el año del 2002. 
   Finalmente, en una cuarta parte, Federico Schroeder Rama se ha encargado de preservar una gruesa serie de tepalcates policromados y otros objetos como puntas de flecha, pequeñas figurillas, cacharros, ollas, malacates, molcajetes,  etc., a la que hay que sumar una imponente estela de considerables dimensiones de cerca de una tonelada de peso labrado en recinto blanco. 








   El arqueólogo Nelson Juárez de Zacatecas, casado con la hija del Dr. Ganot, se encargo de hacer un primer registro de la obra. Charles Kelly de la Universidad del Sur de California y de la Universidad de Colorado, fue el primero en realizar estudios profesionales de arqueología en el área, y el matemático de la UJED Francisco Escalier publicó un folleto sobre tales ruinas.
   Nos cuenta Federico Schroeder Rama que frente al sitio de “Piedras Azules”, en el cerro de enfrente, hay 7 cuevas, que en realidad 6, porque una es sólo aparente. En la del extremo derecho puede verse un relieve pronunciado, en cuyos cantos se pueden apreciar las representaciones de unos hombres barbados. Además de ello, en el equinoccio de primavera el sol se posa exactamente entre dos peñascos, dando cuenta todo ello de ser tal sitio un observatorio astronómico, una “puerta del sol”, en la que los antiguos mexicanos veían una forma natural de solidarizarse con los ritmos cósmicos. No se trata de un fenómeno insólito en tierras durangueñas, pues en la carretera a La Flor, en lo que antes fue un gran basurero, se encuentra un gran monolito que aparenta la figura de una mujer de la que solo sobresale la cabeza, estando el cuerpo enterrado. En el equinoccio de otoño puede apreciarse a través de una hendidura entre dos pilares una hierogamía similar.


III
  El primer dueño de la Ex Hacienda de Ferrería, ubicada a un lado del río Tunal, fue un destacado historiador mexicano: Don Lucas Alamán, quien fuera también empresario y el primer impulsor del proyecto en el año de 1826. Puso ahí con un socio británico, de nombre Ison Marcus, representante  de la Compañía Unida de Minas, la primera fundidora o alto horno del México independiente, importando maquinaria inglesa para explotar con carbón vegeta el hierro del Cerro del Mercado, descubierto por Gines Vásquez del Mercado creyendo que era de pura plata. En 1840 la Compañía Unida de Minas, cedió los derechos de Ison Marcus a Manuel Brasderfer y Julio Lohman, quienes introdujeron gran cantidad de maquinaria con capital británico, y a mediados del Siglo XIX  la vendieron a un hombre inmensamente rico y el más poderoso de Durango, industrial visionario asociado al auge de la Laguna al introducir máquinas despepitadoras para explotar el “oro blanco” en dos ranchos textiles, Guadalupe y La Concha en Peñón Blanco, dueño de cientos de miles de hectáreas y de muchas haciendas (Guatimapé en Nuevo Ideal, Guadalupe en Peñón Blanco, La Estansuela en Cuencamé, San Fernando y San Juan de Aviles en Lerdo, y Ramos en la Santa María del Oro: Don Juan Nepomuceno Flores Alcalde (1797-1886), por lo que aún hoy se conoce la Hacienda como Ferrería de Flores.



   Juan Nepomuceno Flores fue hijo de José Leonardo Flores Valdez, de Coahuila,, terrateniente dueño de la Hacienda El Saucito, ligado por vía matrimonial con María de la Luz Alcade Ontiveros, de Durango, de la familia Sains de Ontiveros, amplios propietarios de tierras en Poanas y en Guadalupe Victoria, y quien fuera compadre y administrador de obraje en la Hacienda de Ramos, socio y fiador de Juan Joseph de Zambrano, comerciante, minero, político y terrateniente, quien había amasado una inmensa fortuna de plata en las minas de Gurisamey, la Candelaria y El Baluarte, con la que construyó el imponente palacio conocido Casa de Zambrano (hoy en día Mueso Francisco Villa), quedando a su muerte como su albacea, en un juicio sucesorio que tardó 20 años en resolverse. Juan Nepomuceno Flores, con sus hermanos José Leonardo y Felipe de Jesús, crearon un gran corredor agrícola, ganadero e industrial en el estado de Durango, y un poderoso clan financiero familiar, viviendo en carne propia el fenómeno de una inmensa concentración de tierra en pocas manos, en una pequeña oligarquía de grandes latifundistas, ligados a la minería y a la industria –al grado que el mismo gobernador del estado, el general José Manuel Patóni, tuvo que pedirles un préstamo forzoso en 1863, imponiendo posteriormente a su sobrino, Juan Manuel Flores, un hombre ruin, como gobernador del estado. También les permitió ligarse a una serie de empresarios de la región: Buenaventura González Saravia, Rodrigo Duran, T. Bracho, Ignacio Asúnsolo, Felipe Pérez Gavilán y Francisco Gurza, siendo el apoderado  de Don Juan Nepomuceno Rafael Pescador –quien a su muerte sostuvo un litigio por sus bienes que duró más de 10 años en resolverse.





   A la muerte de Juan Nepomuceno Flores Alcalde, en 1886,  la Hacienda pasó a poder de su sobrino, casado con una hija suya y gobernador del estado de Durango, Juan Manuel Flores Flores y de otra hija suya, Rosa Flores de Sisniega. En 1892 otra industria de capital ingles se instaló a las faldas del Cerro del Mercado, usando carbón mineral llevado de Cohahuila, abatiendo con ello significativamente los costos, por lo que en 1893 la fundidora de la Hacienda de Ferrería prácticamente suspendió sus actividades y definitivamente en 1899.


IV.- La Expropiación de Ferrería
Cuando el gobierno del General Lázaro Cárdenas del Río la Hacienda de Ferrería fue expropiada e implantado el sistema ejidal, siendo llamado el pueblo por ese tiempo “Ejido 4 de Octubre”. Cuando el gobierno la devolvió a su dueño, que en aquel tiempo era Mariano de la Garza, éste la vendió en 1940 al gobernador del Estado de Durango, general Elpidio G. Velázquez, por la cantidad de 3 mil pesos. El general la vendió luego al comerciante José Saracho –tres personajes quienes, alentados por la leyenda de entre los muros de la hacienda se encontraba enterrada una gran “relación” de oro, la habían dejado prácticamente en ruinas, deteriorando la casona, una joya arquitectónica, en sus infructuosas búsquedas del tesoro metálico en barras de oro y plata.



   Roberto O. Anderson, rico norteamericano originario de Roswell, en el estado norteamericano de Nuevo México, compró la Ex Hacienda a José Saracho, dedicándose a restaurarla. Para tal efecto contrató en el año de 1974 al guitarrista durangueño Rosalío Salas Ceniceros, quien ya antes había sido su representante legal para la compra del inmueble, puesto que la Hacienda de Tapias en la que se había interesado Anderson primero se encontraba completamente en ruinas. A la vez fue el mismo Rosalío Salas el encargado de la compra de valiosas obras de arte para equipar y embellecer la casona, tarea que realizó junto con el arquitecto John Miegs, a la sazón célebre coleccionista de arte y decorador de interiores del señor Anderson. Entre las compras que realizaron se encontraban tres candiles de Baccarat, los cuales habían engalanado el Hotel Scheralton, adquiridos en Chicago, que fueron a parar una a la Biblioteca y dos  a la Casa de Gobierno de Durango; dos grandes juegos de cubiertos de Limoch, cinco temples bizantinos, un atril de maderera del Siglo XVI atribuido a la casa de los Asturias, entre otras muchas cosas. Todas esas joyas las compró John Miegs, que venían del Hotel Scheralton de Chicago, que acababan de demoler, trayéndolas a Durango en uno de los aviones de Roberto Anderson. También adquirieron otras obras en México, pues al ser una hacienda mexicana había que decorarla con elementos propios, como el cuadro novohispano “El Ánima más sola”, comprado en "La Casa Antigua" de Tlaquepaque, cuya primera restauración corrió a cargo del pintor Manuel Salas Ceniceros. 



   El millonario norteamericano Roberto O. Anderson, propietario de la transnacional Anderson Cleyton (fabricantes del aceite Cártamo Capullo en México), vendió luego la Ex Hacienda de Ferrería a Gerard Mertins, un ex oficial alemán nazi de alta graduación de la Gestapo (policía a las órdenes del mongol hitleriano Henrric Himler), quien entre otras actividades se dedicaba a traficar armas a Centroamérica y quien resultó el probable autor intelectual de homicidio del periodista Manuel Buendía en 1984, debido a que en su columna “Red Privada” había informado que el ex oficial tenía en Ferrería un depósito de armas, cosa que era cierto.  Debido a tal siniestro acontecimiento  el gobierno del estado de Durango de José Ramírez Gamero expropió por medio de un decreto la Ex Hacienda de Ferrería, con todos los bienes que contenía, en el año de 1989. Entre ellos destacaba una puerta labrada en roble de estilo mexicano con los cuatro evangelistas, pero sobre todo un fabuloso tapiz antiguo y de grandes dimensiones conocido como "La Fuente de la Gracia" o "La Fuente del Unicornio", de la época medieval, relacionado con la famosa serie de tapices del Cluny de París, Francia. 







  A los pocos años la Ex Hacienda fue convertida en el Museo Guillermo Ceniceros, siendo directora Mayela Torres Meléndez y el custodio del recinto el historiador Javier Guerrero Romero, donde se montaron unas cuantas exposiciones pictóricas (de Irene Arias, de Marco Antonio Platas, etc.,) -aunque las obras de arte ya no se encontraban ahí. El Museo de Arte Guillermo Ceniceros fue trasladado en el año del 2004 a una casa que había sido un convento de monjas, en la calle de Independencia, y actualmente está siendo reubicado a la casona que fuera la funeraria de El Sabino, junto con el Museo de Arte Contemporáneo Ángel Zárraga (MACAZ).









   Luego de la expropiación por parte del gobierno de la Ex Hacienda de Ferrería  todas las obras de arte se desmontaron, una parte se la llevaron para decorar la Casa de Gobierno, entonces en el Palacio de Zambrano; otra parte se quedó embodegada en la Ex Hacienda, y otra parte fue llevada para constituir la Pinacoteca Virreinal. Fue entonces cuando salió a la luz pública la noticia del fabuloso tapiz “La Fuente del Unicornio”, el cual paso, junto con otras obras, a formar parte de la Pinacoteca Virreinal del Durango, ubicada dentro del Conjunto Cultural Durango, cede del ICED, gracias a las   diligencias llevadas a cabo por director de la cultura regional, el culto y notable abogado Don Héctor Palencia Alonso.
   En la actualidad la Ex Hacienda Ferrería fue remodelada, techando el patio central con un gigantesco paraguas mediante tecnología de punta, barriendo con el hermoso jardín decimonónico interior, con su fuente central, con los antiguos pisos de cantera y los viejos mueves coloniales, que desaparecieron. A continuación la Ex Hacienda fue convertida en un gigantesco salón en renta destinado a festejos privados, pudiéndose concertar, sin embargos, visitas guidas por vía telefónica para conocer los vestigios antiguos de una de las Haciendas con mayor historia y más bellas del norte mexicano.  

  







7 comentarios:

  1. gracias, esto es historia, desde épocas de los originarios de esas tierras a la fecha, la gente de por esos lugares creen que allí no vivieron ancestros tan cultos, solamente mayas y aztecas pero en otro sitio no donde viven.

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    1. Mientras los mayas y aztecas osea (nosotros) durmiendo en laureles los britanicos y alemanes nazi enriqueciendo de nuestras minas de Oro no cabe duda que pendejos.

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  2. pero ahora han encontrado ruinas que tiene un juego de pelota aunque excavaciones e investigaciones fueron suspendidas durante la presente administración y la anterior

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  3. PREGUNTA: No es el Sr. Federico Schroeder Reyes esposo de una Sra. llamada "Tilita", quienes ambos tenian una tienda de dulces y chocolates enfrente de la Plaza de Armas de la Ciudad de Durango, al otro lado de la Catedral, y estaba (esta?) como a media cuadra de La Francia Maritima? Si es asi, lo conozco (conoci) a el, su familia, su hijo del mismo nombre que hacia los 70s-80s estudiaba en la ciudad de Mexico. El Sr. Federico y su hermano Oton fueron amigos de mi Papa, Juan De Dios Mercado Sanchez. Los tres eran grandes amigos. Recuerdo muchas historias. Ojala un dia pudiese saludar a Federico Shoeder hijo, que ahora debe tener unos 65 anios. SALUDOS. MUY INTEREANTE.

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    1. Federico Schroeder hijo aún vive y regentea la vieja chocolateria en el mismo local

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    2. Federico murió hace un par de años... su tienda ahora es ocupada por coreanos

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  4. Cuántas historias encierran las haciendas del país. ¿Existe bibliografía que pueda consultar sobre las actividades que el norteamericano Roberto O. Anderson realizó en la Hacienda? ¿O solo es tradición oral?

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