Hacienda
de Ferrería de las Flores y el Sitio Schroeder
Por
Alberto Espinosa Orozco
I
El poblado de la “Ferrería de la Flores”, se
encuentra en las inmediaciones del Cerro Colorado, adoptando tal nombre debido
a la fundidora que fuera de Juan Nepomuceno Flores Alcalde –aunque durante el
periodo del cardenismo adoptó otro nombre oficial, “Ejido 4 de Octubre”. Sin
embargo, en los antiguos tiempos los indígenas llamaban al asentamiento
localizado en las inmediaciones “Piedras Azules”. Las ruinas que ahí se
encuentran son de una extensión de la Cultura Chalchihuite, datada entre el 800
y en 1400 de nuestra era, la cual se asentó en el Sitio de Piedras Azules por
tratarse de la parte alta del Valle del Guadiana, desde el cual se domina lo
que hoy es la ciudad de Durango.
La población mesoamericana ocupó el lugar, producto de la expansión de la cultura nahua hacia
el norte, desarrollando una rama hacia Suchil y otra hacia Alta Vista, según el
investigaciones de Richard Brooks. El movimiento migratorio dio lugar a una
cultura rudimentaria, caracterizada por su simplicidad y su primitivismo, cuya
población nómada se expandió de Zacatecas a Durango, asentando luego como
poblaciones agrícolas (maíz, frijol, calabaza). Mientras tanto otra cultura se
desarrollaría en la Sierra Madre Occidental, en Hervideros, en la Loma de San
Gabriel, cuya población autóctona tuvo un desarrollo local desde el arcaico,
subsuelo de la cultura Tepehuana, la que se extendió hacia la región de El
Zape, Altavista y La Quemada. Región de
las Quebradas acosada insistentemente por los violentísimos guerreros nómadas
xiximes, acaxes y humas.
Las primeras investigaciones de las
reliquias culturales prehispánicas fueron realizadas por Federico Schroeder en
la década de los 40´s. La zona arqueológica Schroeder-Ferrería se encuentra a 7
kilómetros de la ciudad de Durango, siendo sus primeros habitantes nómadas,
zacatecos y nahuas, relacionados con la cultura Paquimapé, extendiéndose hacia
la zona sur este hasta Nombre de Dios de 875 a 1450 D de C.
En 1948 visitó la zona el arqueólogo Alden
Manson y en 1952 el antropólogo J. Charles Kelly, junto con un grupo de
estudiantes de la Universidad de Chicago, realizó los primeros trabajos de
investigación, los cuales dieron por fruto tres ensayos. Recogieron múltiples
piezas arqueológicas, realizando la filiación cultural de la zona como una
derivación de la cultura Chalchihuites, rama Guadiana, la cual alcanza hasta el
zape, en el norte del estado. El sitio fue abandonado por décadas, sujeto al
saqueo y la destrucción del tiempo, hasta que en 1992 se empezaron a llevar a
cabo investigaciones esporádicas.
Las ruinas prehispánicas destacan por su
conjunto arquitectónico de espacios rituales circulares, por su pirámide al
oriente, pero sobre todo por contar con un juego de pelota, también por sus
pilares y patios hundidos. Cuenta también con un importante basamento
piramidal, cisternas y canales de desagüe.
II
Federico Schroeder Reyes nació en la ciudad
de Durango el 26 de octubre de 1916 y murió, siendo aun joven, en la ciudad de México, el 20 de mayo de 1969 a los 52 años
de edad, dejando en la memoria regional un testimonio de su bonhomía personal y de solidaridad con el
pueblo, dando también con ello un ejemplo de cultura, la cual marcó su vida y la de quienes lo rodearon con los
emblemas de la aspiración a una convivencia superior entre los hombres.
Federico Schroeder Reyes tuvo un hermano: Enrique Otón Schroeder Reyes, ambos
hijos de Federico Schroeder Meinsen, nacido en 1887 en Bremen, Alemania, quien llegó
de su tierra natal a Durango en 1897, siendo apenas un niño, para trabajar en
la Ferretera la Suiza, estabilizándose
después como contador del Hotel Roma, y de Concepción Reyes Vela, nativa de la
ciudad de Durango. El señor Schroeder Reyes casó con la señora Otila Rama
Álvarez (1917), hija de Emilio Rama Arza,
oriundo de la Coruña, España, y de Otila Álvarez Valles, originaria de ciudad
Lerdo, Durango –matrimonio del cual tuvieron dos hijos: Federico Schroeder Rama,
dentista de profesión, dulcero y comerciante, quien heredó la tienda de "Dulces Schroeder" en un amplio local de la bella "Casa de las Rosas", joya arquitectónica colonial entre ls calles de 5 de Febrero y Juárez también conocida como la "Casa de las Lágrimas", y Carlos Schroeder Rama, de profesión ingeniero químico y por un tiempo empresario en el ramo de la repostería, quien fue por años anfitrión del
café “El Esfuerzo”, nuestros contemporáneos y amigos.
A Don Federico Schroeder Reyes debe la
cultura autóctona no sólo haber sido pionero de la arqueología local sino un
verdadero animador de las costumbres regionales. Fue fundador del primer grupo
de natación en la ciudad, en la alberca del club donde se encuentra hoy en día
la Facultad de Derecho de la UJED. Fundo también el primer grupo de
exploradores o Boys Scauts de Durango, inspirado en las doctrinas de Baden
Pawell. Fue también el primer arqueólogo aficionado en el Valle del Guadiana,
pues a través de esas excursiones de joven fue descubriendo todos y cada uno de
los sitios arqueológicos, extendiendo posteriormente sus investigaciones a la
redonda, hasta llegar a los sitios colindantes con el estado de Zacatecas, pues
hay esparcidos por toda esa zona numerosos lugares que atesoran antiguos
vestigios de la cultura mesoamericana. Don Federico Schroeder no solo investigó
el Sitio de Piedras Azules, sino también el de la Quebrada, en Zacatecas –donde
hoy en día año con año un gran número de gente observa el equinoccio de
primavera. Realizó también excursiones a Tuitán, al Zape, a Herraderos y a la
Pitanilla. Como labor altruista daba refugio a los miembros de la Asociación Estudiantil Católica en la parte arriba de la dulsería, que les prestaba para reuniones.
La gran colección arqueológica de Federico
Schroeder Reyes (Colección FSR) ha sufrido las vicisitudes de su tiempo, por lo
que se fue fragmentando a lo largo de los años. Una primera parte, en la que
figuraban la piezas principales de la colección, fue prestada por la familia Schoreder-Rama
a un museo en Texas para su exhibición en el tiempo en que salió a la luz la
ley de patrimonio arqueológico que nacionalizaba todos los hallazgos y restos
arqueológicos de México, incluidas las colecciones privadas, por lo que la
colección permaneció en Texas por algún tiempo, hasta que fue vendida y
adquirida por un particular norteamericano.
Una segunda parte, consistente en 13 piezas, fue confiada para su
exhibición en el Museo del Sitio en Ferrería del INAH por Federico
Schroeder.
En tercer sitio, existen un
par de piezas consistentes en dos textiles, peplos o huipiles, que fueron
prestados por don Federico Schroeder Reyes para su examen a los
especialistas, vestimentas que
resultaron del máximo interés y sobre las cuales Irmgard Weitlander Johnson,
investigadora del Departamento de Artes Decorativas de la Universidad Berkeley
en California realizó un interesante ensayo en 1974 sobre el antiguo textil,
sobresaliente tanto por encontrarse en el diseño de la cruz gamada como por
tener cercanas analogías con los textiles de Oaxaca y de la cultura Inca del
Perú. Los textiles fueron enviados al Museo de Antropología e Historia de la
Ciudad de México para su custodia en el año del 2002.
Finalmente, en una cuarta
parte, Federico Schroeder Rama se ha encargado de preservar una gruesa serie de
tepalcates policromados y otros objetos como puntas de flecha, pequeñas
figurillas, cacharros, ollas, malacates, molcajetes, etc., a la que hay que sumar una imponente
estela de considerables dimensiones de cerca de una tonelada de peso labrado en
recinto blanco.
El arqueólogo Nelson Juárez de Zacatecas, casado con la hija
del Dr. Ganot, se encargo de hacer un primer registro de la obra. Charles Kelly
de la Universidad del Sur de California y de la Universidad de Colorado, fue el
primero en realizar estudios profesionales de arqueología en el área, y el
matemático de la UJED Francisco Escalier publicó un folleto sobre tales ruinas.
Nos cuenta Federico Schroeder Rama que frente al sitio de “Piedras Azules”, en el
cerro de enfrente, hay 7 cuevas, que en realidad 6, porque una es sólo
aparente. En la del extremo derecho puede verse un relieve pronunciado, en
cuyos cantos se pueden apreciar las representaciones de unos hombres barbados.
Además de ello, en el equinoccio de primavera el sol se posa exactamente entre
dos peñascos, dando cuenta todo ello de ser tal sitio un observatorio
astronómico, una “puerta del sol”, en la que los antiguos mexicanos veían una
forma natural de solidarizarse con los ritmos cósmicos. No se trata de un
fenómeno insólito en tierras durangueñas, pues en la carretera a La Flor, en lo
que antes fue un gran basurero, se encuentra un gran monolito que aparenta la
figura de una mujer de la que solo sobresale la cabeza, estando el cuerpo
enterrado. En el equinoccio de otoño puede apreciarse a través de una hendidura
entre dos pilares una hierogamía similar.
III
El primer dueño de la Ex Hacienda de
Ferrería, ubicada a un lado del río Tunal, fue un destacado historiador
mexicano: Don Lucas Alamán, quien fuera también empresario y el primer impulsor
del proyecto en el año de 1826. Puso ahí con un socio británico, de nombre Ison
Marcus, representante de la Compañía
Unida de Minas, la primera fundidora o alto horno del México independiente,
importando maquinaria inglesa para explotar con carbón vegeta el hierro del
Cerro del Mercado, descubierto por Gines Vásquez del Mercado creyendo que era
de pura plata. En 1840 la Compañía Unida de Minas, cedió los derechos de Ison
Marcus a Manuel Brasderfer y Julio Lohman, quienes introdujeron gran cantidad
de maquinaria con capital británico, y a mediados del Siglo XIX la vendieron a un hombre inmensamente rico y
el más poderoso de Durango, industrial visionario asociado al auge de la Laguna
al introducir máquinas despepitadoras para explotar el “oro blanco” en dos
ranchos textiles, Guadalupe y La Concha en Peñón Blanco, dueño de cientos de
miles de hectáreas y de muchas haciendas (Guatimapé en Nuevo Ideal, Guadalupe
en Peñón Blanco, La Estansuela en Cuencamé, San Fernando y San Juan de Aviles
en Lerdo, y Ramos en la Santa María del Oro: Don Juan Nepomuceno Flores Alcalde
(1797-1886), por lo que aún hoy se conoce la Hacienda como Ferrería de Flores.
Juan Nepomuceno Flores fue hijo de José
Leonardo Flores Valdez, de Coahuila,, terrateniente dueño de la Hacienda El
Saucito, ligado por vía matrimonial con María de la Luz Alcade Ontiveros, de
Durango, de la familia Sains de Ontiveros, amplios propietarios de tierras en
Poanas y en Guadalupe Victoria, y quien fuera compadre y administrador de
obraje en la Hacienda de Ramos, socio y fiador de Juan Joseph de Zambrano,
comerciante, minero, político y terrateniente, quien había amasado una inmensa
fortuna de plata en las minas de Gurisamey, la Candelaria y El Baluarte, con la
que construyó el imponente palacio conocido Casa de Zambrano (hoy en día Mueso
Francisco Villa), quedando a su muerte como su albacea, en un juicio sucesorio
que tardó 20 años en resolverse. Juan Nepomuceno Flores, con sus hermanos José
Leonardo y Felipe de Jesús, crearon un gran corredor agrícola, ganadero e
industrial en el estado de Durango, y un poderoso clan financiero familiar,
viviendo en carne propia el fenómeno de una inmensa concentración de tierra en
pocas manos, en una pequeña oligarquía de grandes latifundistas, ligados a la
minería y a la industria –al grado que el mismo gobernador del estado, el
general José Manuel Patóni, tuvo que pedirles un préstamo forzoso en 1863,
imponiendo posteriormente a su sobrino, Juan Manuel Flores, un hombre ruin,
como gobernador del estado. También les permitió ligarse a una serie de
empresarios de la región: Buenaventura González Saravia, Rodrigo Duran, T.
Bracho, Ignacio Asúnsolo, Felipe Pérez Gavilán y Francisco Gurza, siendo el
apoderado de Don Juan Nepomuceno Rafael
Pescador –quien a su muerte sostuvo un litigio por sus bienes que duró más de
10 años en resolverse.
A la muerte de Juan Nepomuceno Flores
Alcalde, en 1886, la Hacienda pasó a
poder de su sobrino, casado con una hija suya y gobernador del estado de
Durango, Juan Manuel Flores Flores y de otra hija suya, Rosa Flores de
Sisniega. En 1892 otra industria de capital ingles se instaló a las faldas del
Cerro del Mercado, usando carbón mineral llevado de Cohahuila, abatiendo con
ello significativamente los costos, por lo que en 1893 la fundidora de la
Hacienda de Ferrería prácticamente suspendió sus actividades y definitivamente
en 1899.
IV.-
La Expropiación de Ferrería
Cuando el gobierno del
General Lázaro Cárdenas del Río la Hacienda de Ferrería fue expropiada e
implantado el sistema ejidal, siendo llamado el pueblo por ese tiempo “Ejido 4 de Octubre”. Cuando el
gobierno la devolvió a su dueño, que en aquel tiempo era Mariano de la Garza, éste
la vendió en 1940 al gobernador del Estado de Durango, general Elpidio G.
Velázquez, por la cantidad de 3 mil pesos. El general la vendió luego al
comerciante José Saracho –tres personajes quienes, alentados por la leyenda de
entre los muros de la hacienda se encontraba enterrada una gran “relación” de
oro, la habían dejado prácticamente en ruinas, deteriorando la casona, una joya
arquitectónica, en sus infructuosas búsquedas del tesoro metálico en barras de
oro y plata.
Roberto O. Anderson, rico norteamericano
originario de Roswell, en el estado norteamericano de Nuevo México, compró la
Ex Hacienda a José Saracho, dedicándose a restaurarla. Para tal efecto contrató
en el año de 1974 al guitarrista durangueño Rosalío Salas Ceniceros, quien ya
antes había sido su representante legal para la compra del inmueble, puesto que
la Hacienda de Tapias en la que se había interesado Anderson primero se
encontraba completamente en ruinas. A la vez fue el mismo Rosalío Salas el
encargado de la compra de valiosas obras de arte para equipar y embellecer la
casona, tarea que realizó junto con el arquitecto John Miegs, a la sazón
célebre coleccionista de arte y decorador de interiores del señor Anderson.
Entre las compras que realizaron se encontraban tres candiles de Baccarat, los
cuales habían engalanado el Hotel Scheralton, adquiridos en Chicago, que fueron
a parar una a la Biblioteca y dos a la
Casa de Gobierno de Durango; dos grandes juegos de cubiertos de Limoch, cinco
temples bizantinos, un atril de maderera del Siglo XVI atribuido a la casa de los
Asturias, entre otras muchas cosas. Todas esas joyas las compró John Miegs, que venían del Hotel
Scheralton de Chicago, que acababan de demoler, trayéndolas a Durango en uno de
los aviones de Roberto Anderson. También adquirieron otras obras en México,
pues al ser una hacienda mexicana había que decorarla con elementos propios,
como el cuadro novohispano “El Ánima más sola”, comprado en "La Casa Antigua" de Tlaquepaque, cuya primera restauración
corrió a cargo del pintor Manuel Salas Ceniceros.
El millonario norteamericano Roberto O.
Anderson, propietario de la transnacional Anderson Cleyton (fabricantes del
aceite Cártamo Capullo en México), vendió luego la Ex Hacienda de Ferrería a
Gerard Mertins, un ex oficial alemán nazi de alta graduación de la Gestapo
(policía a las órdenes del mongol hitleriano Henrric Himler), quien entre otras
actividades se dedicaba a traficar armas a Centroamérica y quien resultó el
probable autor intelectual de homicidio del periodista Manuel Buendía en 1984,
debido a que en su columna “Red Privada” había informado que el ex oficial
tenía en Ferrería un depósito de armas, cosa que era cierto. Debido a tal siniestro acontecimiento el gobierno del estado de Durango de José
Ramírez Gamero expropió por medio de un decreto la Ex Hacienda de Ferrería, con
todos los bienes que contenía, en el año de 1989. Entre ellos destacaba una puerta labrada en roble de estilo mexicano con los cuatro evangelistas, pero sobre todo un fabuloso tapiz antiguo y de grandes dimensiones conocido como "La Fuente de la Gracia" o "La Fuente del Unicornio", de la época medieval, relacionado con la famosa serie de tapices del Cluny de París, Francia.
A los pocos años la Ex Hacienda fue
convertida en el Museo Guillermo Ceniceros, siendo directora Mayela Torres
Meléndez y el custodio del recinto el historiador Javier Guerrero Romero, donde
se montaron unas cuantas exposiciones pictóricas (de Irene Arias, de Marco Antonio Platas,
etc.,) -aunque las obras de arte ya no se encontraban ahí. El Museo de Arte
Guillermo Ceniceros fue trasladado en el año del 2004 a una casa que había sido
un convento de monjas, en la calle de Independencia, y actualmente está siendo
reubicado a la casona que fuera la funeraria de El Sabino, junto con el Museo
de Arte Contemporáneo Ángel Zárraga (MACAZ).
Luego de la expropiación por parte del gobierno
de la Ex Hacienda de Ferrería todas las
obras de arte se desmontaron, una parte se la llevaron para decorar la Casa de
Gobierno, entonces en el Palacio de Zambrano; otra parte se quedó embodegada en
la Ex Hacienda, y otra parte fue llevada para constituir la Pinacoteca Virreinal.
Fue entonces cuando salió a la luz pública la noticia del fabuloso tapiz “La
Fuente del Unicornio”, el cual paso, junto con otras obras, a formar parte de
la Pinacoteca Virreinal del Durango, ubicada dentro del Conjunto Cultural
Durango, cede del ICED, gracias a las
diligencias llevadas a cabo por director de la cultura regional, el
culto y notable abogado Don Héctor Palencia Alonso.
En la actualidad la Ex Hacienda Ferrería fue
remodelada, techando el patio central con un gigantesco paraguas mediante tecnología de punta, barriendo con el hermoso jardín decimonónico interior, con su fuente central, con los antiguos pisos de cantera y los viejos mueves coloniales, que desaparecieron. A continuación la Ex Hacienda fue convertida en un gigantesco salón en renta destinado a festejos privados, pudiéndose
concertar, sin embargos, visitas guidas por vía telefónica para conocer los vestigios antiguos de una de las Haciendas con mayor historia y más bellas del norte mexicano.
gracias, esto es historia, desde épocas de los originarios de esas tierras a la fecha, la gente de por esos lugares creen que allí no vivieron ancestros tan cultos, solamente mayas y aztecas pero en otro sitio no donde viven.
ResponderEliminarMientras los mayas y aztecas osea (nosotros) durmiendo en laureles los britanicos y alemanes nazi enriqueciendo de nuestras minas de Oro no cabe duda que pendejos.
Eliminarpero ahora han encontrado ruinas que tiene un juego de pelota aunque excavaciones e investigaciones fueron suspendidas durante la presente administración y la anterior
ResponderEliminarPREGUNTA: No es el Sr. Federico Schroeder Reyes esposo de una Sra. llamada "Tilita", quienes ambos tenian una tienda de dulces y chocolates enfrente de la Plaza de Armas de la Ciudad de Durango, al otro lado de la Catedral, y estaba (esta?) como a media cuadra de La Francia Maritima? Si es asi, lo conozco (conoci) a el, su familia, su hijo del mismo nombre que hacia los 70s-80s estudiaba en la ciudad de Mexico. El Sr. Federico y su hermano Oton fueron amigos de mi Papa, Juan De Dios Mercado Sanchez. Los tres eran grandes amigos. Recuerdo muchas historias. Ojala un dia pudiese saludar a Federico Shoeder hijo, que ahora debe tener unos 65 anios. SALUDOS. MUY INTEREANTE.
ResponderEliminarFederico Schroeder hijo aún vive y regentea la vieja chocolateria en el mismo local
EliminarFederico murió hace un par de años... su tienda ahora es ocupada por coreanos
EliminarCuántas historias encierran las haciendas del país. ¿Existe bibliografía que pueda consultar sobre las actividades que el norteamericano Roberto O. Anderson realizó en la Hacienda? ¿O solo es tradición oral?
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