¡Ring
Side¡ La Tierna Infancia
Entrevista a Ricardo “El Pajarito” Moreno
Por Alberto Espinosa Orozco
Por Alberto Espinosa Orozco
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Ricardo Moreno “El Pajarito” fue uno de los
grandes ídolos del boxeo mexicano y figura de los encordados en la década de
los 50´s, forjando durante su difícil vida una leyenda en torno a sus hazañas
como peleador y conservando durante toda su vida una aura de admiración por
parte del pueblo y el reconocimiento de quienes lo conocieron y trataron.
Cuando su entrenador Lupe Sánchez lo incluyó
en su establo y le preparó una habitación en su propio domicilio eligieron su
nombre de batalla, entonces Ricardo Moreno le confesó que su madre Zenaida
desde que nació le llamó ”Pajarito”, porque era muy esbelto, y así fue que
desde entonces adoptó ese nombre como luchador: Ricardo “el Pajarito”
Moreno.
Gozó de enorme popularidad llenando
cualquier gimnasio al que se presentara a entrenar y colmando las arenas de
México y Estados Unidos. Provocaba llenos a donde quiera que hiciera acto de
presencia, fama que pronto lo llevó al cine.
Fue en los años 50´s que conquistó fama y
fortuna. Calificado de excéntrico compró una casa en el Pedregal de San Ángel y
un Cadillac convertible, jactándose ante la presa de alimentar a sus perros con
chuletas.
Ricardo Moreno escaló en su meteórica
carrera suplantando pronto en la preferencia popular al púgil Luis Castillo,
“El Duende de la Merced”. Su pegue dinamitero lo hizo subir de mosca a pluma
sembrando el terror en todo el mundo, pues el aporreador de Chalchihuites fue
un peso pluma con apariencia de completo que impresionó por la furia que ponía
en cada combate. El salvaje ponchador de Chalchihuites, el vengador de
Zacatecas, fue adorado por el público, tomando pronto la estafeta del ídolo
popular Rodolfo “Chango” Casanova. En efecto, Ricardo “Pajarito” Moreno poseía
una de las pegadas más violentas del boxeo mundial de todos los tiempos, según
refiere José Luís Camaillo. Su brutal golpeo fue haciendo que sus rivales
fueran cayendo como castillos de naipes. Bandolero del ring, fue llamado, pues
destrozaba a sus rivales con sus puños de hierro. Aunque su sencillez de carácter
la admiraba todo el mundo fue calificado por la prensa de “monstruo” del ring,
siendo mejor conocido por los cronistas locales como “El Aporreador de Chalchihuites”.
La última de sus batallas la realizó 17 años
más tarde, en la ciudad de Durango, en
el año de1973, cuando se retiró oficialmente. Sin embargo, hubo varias
despedidas posteriormente. Se vez en cuando lo invitaban a pelear, y más grande
simplemente a subir al ring donde, a modo de homenaje, el público le arrojaba
billetes y monedas, miles de pesos, con los cuales llenaba una, dos bolsas,
aliviando con ello la difícil situación del otrora ídolo del boxeo mexicano.
Don Ricardo se emocionaba cuando lo llamaban para una pelea o para una
presentación, aunque en sus últimos años, por alguna extraña razón, no se
llegaron a concretar tales presentaciones ante la afición.
Al igual que el poeta argentino Jorge Luis
Borges, Ricardo Moreno tenía la marcada tendencia de falsear y magnificar los
acontecimientos, debido todo ello a un doble amor, cabe conjeturar, tanto por
el mito como por la grandeza.
Poseedor de una imponente pegada, Don
Ricardo Moreno, también conocido como “El Barretero de Chalchihiutes”, ya
eclipsada su carrera como boxeador, deambula por las calles de Durango, se
reunía con algunos allegados en el Bar Bellmont
y departía en los cafés regionales con algunos conocidos, donde contaba
algunas de sus aventuras profesionales o mundanas y, por supuesto, sus hazañas
deportivas, ya estando abandonado y en la ruina económica. La afición lo recordaba
sin embargo, invitándolo a comer en las taquerías regionales, obsequiándole a
su paso monedas o dándole fruta en el mercado.
A.E.
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Nací en Chalchihuites, Zacatecas, el día
7 de febrero de 1937, hace más de medio siglo. Soy el cuarto hijo de Doña
Zenaida Escamilla Chaires, oriunda del municipio de Valparaíso, también de
Zacatecas. Mis hermanos mayores son Francisca y Esteban, les sigue Mercedes y
luego yo. Mis hermanos viven. Mi mamá no, ya murió, en septiembre de 1978, a
los 69 años de edad.
Nací en el barrio de Jalisco y me crié en
el barrio Colorado. Recuerdo a mi tía Victoriana, hermana de mi abuelita
Agapita Chaires Mateos Pineda. Mi mamá y yo íbamos al rancho de ellas, el
rancho “La Pilitas”. Mi abuelita vivía en la calle García Salinas # 406, en una
casa grande y añeja, que tenía siglos. Ella fue muy cariñosa conmigo. A
Victoriana, esposa de mi tío Marcelino, la conocí muy viejita, antes de que
muriera. El murió antes que ella.
Mis abuelos Agapita Chaires Mateos Pineda
y Cipriano Escamilla Ángeles se conocieron allá en Valparaíso. Engendraron tres
hijos: mi tía Beatriz, luego Zenaida, mi mamá, a los que siguió Gilberto. Allí
creció la familia, pero luego se traslado entera a Chalchihuites, pues era la
Revolución.
Mi abuelo Cipriano Escamilla Ángeles era
medio hermano del general Felipe Ángeles, jefe de las fuerzas militares de
Álvaro Obregón. Cipriano era ganadero. Solo dejó una casa, grande, en García
Salinas, que ahora tiene el número 305. Nunca conocí a mi abuelo, todo lo que
se de él lo se por mi abuelita. El fue Valentín de la Sierra y Juan Colorado en
Michoacán. Existe una canción de mi abuelo:
“Este es el nuevo corrido
que yo les vengo a cantar
de un amigo de mi tierra
llamábase Valentín
que fue fusilado y colgado en la sierra.”
En esa casa que nos heredó mi abuelo me
crié con mi abuelita y mi mamá. Comía frijoles y tomaba atole, pues la
situación económica era difícil. Éramos pobres. No mucho, pero si pobres. Mi
hermana Mercedes andaba con nosotros. Chalchihuites era frío en aquellos años.
Mi papá fue Pedro Moreno Pérez, de oficio
curtidor de cueros. Se separó de Zenaida antes de que yo naciera. Lo conocí
mucho después, cuando yo era peleador, cuando estaba con fama. Chaparro,
barbón, como yo. La primera vez que lo vi estuvo lejano, distante, pero si nos
reconocimos. Luego me fue a buscar, en 1962, cuando estaba castigado como
peleador. Fue el mismo año en que tuve que abandonar la casa de Romero de
Terreros, en Coyoacan. Fue a estar
conmigo un tiempo. Se regresó. Lo ayudé
con 25 mil pesos y se regresó a Durango
en ese año. Mi papa era de San Juan del Río, Durango.
Mi mamá Zenaida vivió siempre en
Chalchihuites. Murió de la vesícula biliar, en la ciudad de México, en una
operación, en 1978. Sus restos materiales descansan aquí, en Durango, en el
Panteón de Oriente.
A mi abuelo Cipriano Escamilla Ángeles no lo
conocí, más que en fotografía. Alto él, espigado, no era gordo ni flaco. Esposo
de mi abuelita Agapita. De los hombres que inventó la revolución mexicana. Se
fue para Huejoquilla, Jalisco, donde, junto con su hijo Gilberto Escamilla
Chaires, quien fuera campeón de box de Norteamérica, fue fusilado por Mariano
Miramón Mejía, general de las fuerzas sonorenses.
Mi abuelito Cipriano y mi tío Gilberto trabajaron para el ferrocarril
de EE.UU. En Yuma perforaron el túnel en la montaña, para que pasara el tren.
Barreteros ellos, perforadores de montañas. Gilberto Escamilla fue sparring de
Roky Marciano, quien a su vez fue gran campeón de los pesos completos del
mundo. Roky Marciano tenía una sobrina llamada Susana Nemets Marciano. La
conocí en México, en el Bar del Hotel Montecasino de la Zona Rosa. Fue un amor
fugaz. No he vuelto a saber de ella, solo que ahora vive en Massachussets.
Gilberto fue campeón norteamericano de box, cuando se enfrentó a Rolando
Lastarzá, en los treintaitantos, por ahí.
Cipriano era medio hermano de Felipe
Ángeles Escamilla, el famoso y tremendo general
villista. Mi abuelo incursionó en territorio de Michoacán, donde forjó
su leyenda pues, como ya dije, el fue “Juan Colorado”, “Juan Colorado de
Michoacán” como se le conoció por allá. Fueron pláticas de mi abuelita, que me
platicó de la historia de mi familia.
Por el lado de mi papa, mi abuelo fue Pedro
Moreno, coronel insurgente, cristero, que luchó con Álvaro Obregón. Fue
perseguido por Abelardo Rodríguez y Pascual Ortiz Rubio.
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