XI.- Elsa Chabaud: el Relato de los Rótulos
Pintar con Luz
Por Alberto Espinosa
Por Alberto Espinosa
(Coda Final)
La mirada de la fotógrafa mexicana Elsa Chabaud se
caracteriza por una especie de pureza emocional, como si la segura serenidad
que hay en sus manos lavara todo lo que su lente alcanza con una diáfana agua
de vida. Sus fotograbáis por ello nos recuerdan la balada del retorno, eternamente
repetida, que nos invita a volver a buscar la invisible patria perdida. Sólo es
posible recuperar lo que se ha perdido porque está entre nosotros y porque está
en esta tierra. La doble tarea simultánea de hacerse natural del mundo y a la
vez naturalizarse hombre. Es hacerse familiar del mundo al construir la
interioridad de la condición humana. Proceso también de conversión y fidelidad
que nos permite reencontrar a la patria interior y así poder convertirla en lo
que es y convertirse a ella para darle cumplimiento. Así, de lo que nos hablan
las imágenes de la artista mexicana es de la imagen de patria cumplida, de ese
amor extranjero que al entrar en el sitio del alma de las cosas puede ser fiel
a una conversión y a un cumplimiento. Por ello todo en su obra nos habla de una
procesión, de un ir hacia un lugar sagrado que se encuentra en la intimidad y a
la vez no puede sino en el exterior reproducir ese camino..
Porque lo que ponen doblemente de manifiesto
sus imágenes son los goznes superpuestos sobre los que giran los oficios para
abrirse sin succionarnos en la mudes sorda de la técnica: el ser prácticas en la que toda técnica vuelve a ser
una experiencia corporal -sin a la cual
o dejan de ser oficios o dejan de tener sentido-, y el arraigar su sentido en
una significación siempre heredada al hallar
ese registro de la técnica que no despega nunca del suelo temporal y de
la memoria tradicional y que hace germinar la carne del hombre concreto e
individual, donde acaban reabsorbiéndose
y tomando su sentido tradición, historia e individuo. -inscribiéndose de tal
manera en una historia o sustentándola al través del motivo educativo de la
preservación y de la transmisión de una cultura.
Así las imágenes de Elsa Chabaud son más que
simples documentos o testimonios de una artesanía, porque equivalen a un real
peregrinaje por los lugares donde anidan los simbólicos altares de una patria
dolorida, es cierto, pero también más cercana de la carne, más despojada, es
verdad, pero también más pura. Procesión, pues, que va por fuera, sorteando las
vicisitudes del camino y que al hacerlo no puede dejar de ir por dentro,
acercando al espectador de tal manera a un eje orientador de la personalidad y
a un centro de fértil luz.
Arte que
nos desnuda, que también nos desenmascara, pero que siempre nos devuelve a la
vida, que nos da vida. Obra pues de reflexión y de creación, que ni copia la
realidad para dejarla intacta, ni viola su silencio para pisotearlo o para
sacar partido, sino que al respetar la realidad puede también al visita
realizarla y cumplir con ella. Fidelidad a la realidad en las imágenes de Elsa
Chabaud, que al hablar de la ilustración y la artesanía popular se confunden
con lo que el arte dice de la realidad -simplemente porque nos hablan desde el
mismo lugar al entran en el mismo sitio. Lenguaje fiel al silencio de la
evidencia que por no ser producción sino acto puede hallar en el sentido del
arte la solidaridad sentimental con el sentido mismo de la vida.
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