Maestro Héctor Palencia Alonso: In Memoriam
PorAlberto Espinosa Orozco
El Maestro Héctor Palencia Alonso, mentor de toda una
comunidad cultural, purificó su concepto de libertad con las virtudes del
ascetismo y la humildad, añadiendo a la verdadera libertad el valor social no
sólo de la tolerancia sino de una actitud más elevada: la de la concordia
-porque la actitud del querido jefe cultural era la del ser transparente y como
el cristal o abierto y siempre igual
como la expresión o la palabra. El ser como apertura en su actitud liberal se
manifestaba, en efecto, en estar su vida
tendida fuera de sí, dirigida hacia los otros y a lo otro radical –se llame
igual Comunidad, que Poesía, Misterio o Dios.
Quiero decir con ello que su vida estuvo
siempre dirigida a los demás, referida hacia los otros: que fue una vida con
sentido. Porque una vida con sentido es aquella que como la palabra no está
referida a sí misma, sino al otro; que deja de interesarse en la propia
existencia, para procurar e interesarse en la esencia de los demás, en lo que
importa o que es valioso en ellos... y que así la justifica. La vida
justificada es aquella que tiene sentido, pues, al revelar las notas esenciales
del fundamento –que ya no tiene sentido, ni justificación, que ya no es para
otro, sino que meta aludida que ya no alude, ser puramente en sí y para sí
mismo que simplemente “es”.
La vida y presencia fulgurante de Don Héctor
Palencia puede verse como un dilatado testimonio de aquello que la dirigía y
orientaba: las actitudes y expresiones de su cultura nativa, de su comunidad,
pero también de las manifestaciones más elevadas del espíritu -cuyas dos
vertientes trató siempre de armonizar. Esa modo de afrontar y enfrentar la vida
lo llevó a dejar de girar en la órbita cerrada de su propia existencia dejando
en la negación del vivir en sí o para sí mismo una opacidad ganada
positivamente para su ser abierto que, en efecto, estuvo tendido siempre hacia
lo otro y fue siempre por ello una reiterada revelación de los otros: del
espíritu y de la comunidad que lo fundamentaba. Con ello no atendía a la formula
de la vida económica, que postula una máximo de provecho por un mínimo de
esfuerzo, sino a la ley de la caridad cristiana, en donde se da el conmovedor
espectáculo de un máximo de esfuerzo por un mínimo de provecho personal.
Ahí, en ese humilde y puro acto de la
libertad, tiene que buscarse el misterio y el atractivo de la singular
personalidad del Maestro Palencia. Porque el hombre cuya vida tiene sentido no
se muestra él mismo, sino que al despejar la esencia del fundamento se hace es
instancia revelante ...pero no revelada. Porque el ser para otro no revela nada
acerca de sí mismo, sino acerca de la potencia que lo fundamenta... mientras
que el fundamento que así apoya y justifica al sujeto tiene por lo contrario
como esencia el ser revelado, pero ya no revelante... pues su ser ya no tiene
más referencia o no es más para otro, sino que es en sí y para sí mismo.
Ante el terror de las libertades extraviadas
producto del avance vertiginoso de la técnica y de la planificación totalitaria
de nuestro mundo moderno acaso quepa entre nosotros el desarrollo colectivo de
una nueva actitud espiritual de la que el Maestro Palencia Alonso dio fiel
testimonio con su ejemplo heroico individual: la obediencia disciplinada a una
autoridad superior, a una ética basada en un nuevo concepto de libertad, en
donde pueda abrirse el mundo del valor y de la vida espiritual en una
colectividad liberada, ya no de las fuerzas de la naturaleza, sino de las
fuerzas destructoras del arbitrio individual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario