Elsa Chabaud: el
Relato de los Rótulos
(2º de 10)
Por Alberto Espinosa
Por Alberto Espinosa
II.- La Ilustración Popular
Lo primero que nos presentan los registros
testimoniales de la artista mexicana son entonces las imágenes del rotulista
popular inmersas en los corredores y barriadas de las metrópolis y de los
estanquillos lugareños provincianos formando parte de todo un sector de la
cultura nacional, repleto de resonancias y reverberaciones magnéticas y
emocionales. Pueblo estoico, resistente a las tozudas embestidas y tormentas
del mundo moderno-contemporáneo, que tiene en la mirada del rotulista
provinciano o del urbano ilustrador al artífice de pequeños frescos que son a
la vez viñetas de gigantes. Porque al seguir el hilo de Ariadna que las artista
mexicana nos regala para salir del laberinto encontramos en los humildes murales una galería a la intemperie en cuyos nichos
brillan las chispas del espíritu formando su secuencia narrativa un atajo
imantado de resplandores y señales para desplegar una idea articulada del
hombre y de su posición en el Cosmos potente para sacarnos de las sombras y
salir con vida del laberinto contemporáneo.
Así, siguiendo las huellas del rotulista
popular, la artista emprende su aventura destacando el tema de la labor
artesanía y los oficios, recorriendo así la gama entera de los valores
estéticos. Porque al realizar los valores útiles e inmediatos de la publicidad,
el rotulista va tocando el espectro de todos los oficios y labres populares,
destacando en sus servicios el carácter práctico los anima y decantando lo que
hay en ellos también de valor estético, de gusto y de belleza. Género singular
del arte popular, cuya posición sui generis permite servir de vaso
comunicante a las tareas más variadas. Así, su perspectiva tradicional, más
cercana al estilo ingenuo que al sentimental, le permite mirar el mundo en lo
que tiene de amanecer del primer día –incluso llegar a saber del vicio y
conocer la “o” por lo redondo, pero ello para poder situar el lugar que
corresponde tanto de la cáustica acidez corruptora del veneno, la perversión
proletaria ocultadora del espíritu como la inane vacuidad del artificio.
Arte ingenuo e inocente, es cierto, pero que
a la vez resulta profundamente irónico y situacional por surgir ligado a la
circunstancia concreta donde nace, destilando entonces, en términos de
insólitas descripciones a la vez modernamente ácidas y graciosas, el elixir y
la pócima prescrita para disolver el hechizo hipnótico, lanzar la cuerda para
sacar al buey de la barranca o tender el puente para salvarnos del abismo. Arte
a la vez tradicional e irónico, ingenioso y moderno, que por conocer los
márgenes de calcinación y precipicios de vacío anejos a la civilización moderna
ha sabido extraer de su asimilación una punzante pureza colorida en el marco de
una estética de la frugalidad, de la pobreza, a la vez moral y edificante.
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