Nada Cambia
Por Alberto Espinosa Orozco
Nada cambia en la ciudad
desierta,
los perros ladran
oteando el vestigio
de alguna suelta
adrenalina, las aves
con sus cantos celebran
en la mitad del frío
las luces con que nace
el día desde el comienzo,
todo es monótono y gira
como las ruedas del molino
que muerden con sus
muelas el mecanismo circular,
nada se altera, mientras
todos giramos en su esfera.
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