Cuarteto y Moraleja
Por Alberto Espinosa Orozco
I
Es que el tiempo se evapora
muy sigilosamente se va
a donde no volverá...
pero a veces se condensa
el rocío que dispersan
las horas en su vagar...
cual gota de agua reposa
en la flor que despierta al sol
su iridiscente color...
haciendo ver dulcemente
que es ella también el lente
donde el tiempo quedó pendiente.
II
Me fui como la gruya
del refrán al desierto
donde comen polvo
los demonios sedientos
es de oro el seco viento
y me rozó la zarza ardiendo.
III
Me asomare a beber en el desierto,
donde las aguas del cielo son más claras
y la tierra está más cerca del infierno;
el tiempo habrá pasado por mi cuerpo
y el espejo me dará el reflejo
de otro hombre viviendo con mi nombre
en los sinuosos contornos de otra vida
marcada por las huellas de un sendero trunco
ya perdido en que se abre otro sendero
-la poesía, me dirás, hará más clara
la terca soledad de los naufragios
porque la costa arenosa entre los labios
formará la perla debajo de la lengua
para hacer de terciopelo las palabras.
IV
Todavía hoy se llama hoy
cuando toca nacer al día...
sale el sol por cada día,
así sucedió hoy en día .
Así sucedió hoy en día,
como hace al salir el sol
el día de cada día
que nace con alegría
-pero el Doctor no sabía
sosteniendo en su tontería
que niega la eternidad
y afirma la nadería
que el hoy es igual al día
en que ayer era igual el sol
que salía y que es hoy,
que es siempre y es todavía.
V
Horadada la prisión
-que es el pecado-,
los pozos de la muerte
se han secado.
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