Jesús
Buenaventura González: en un Viejo Baúl de
la Memoria
Por
Alberto Espinosa Orozco
“Soy un poeta que
no puedo daros
más que un poco de
ensueño y de cariño,
ensueño por volver
a contemplaros
y amor porque
recuerdo que fui niño”.
Jesús B. González
I
En el ático de
los recueros familiares, en un viejo baúl zacatecano, entre ajadas litografías,
postales y revistas de otro tiempo, descansa la memoria de Jesús Buenaventura
González Flores (1887-1955). Editor, periodista, poeta y animador cultural,
Jesús B. González fue el fiel e inseparable amigo del poeta jerezano Ramón
López Velarde, figura que ejercía en el medio familiar una especie de
irresistible influjo y de extraña veneración, al que se le rendía culto en las
reuniones celebradas cada domingo en la casa de mi querido padre Salvador
Espinoza González, quien convocaba a toda la parentela zacatecana
avecindad en la Ciudad de México. Nunca
faltaba entre los asistentes a aquella nimia asamblea dominical María Luisa
Berumen, una mujer de muchos años, en cierto modo intemporal, a quien sin saber
por qué razón todos llamábamos la Tía “Bichi”, parienta del inmortal bardo
zacatecano, y a quien Ramón López Velarde llamaba justamente “La Parienta” –por
ser parienta cercana de María Trinidad Berumen, madre del admirado poeta.
Sus padres fueron Epigmenio González Sánchez,
presidente Municipal de Guadalupe, Zacatecas y patriarca benefactor de la
región por muchos años (1874-1894), y de María José de la Concepción Cecilia
Flores Maciel, llamada afectuosamente “Mamá Quica”, dedicada a realizar colectas
y obras de caridad en la misma localidad, hermana a su vez del poeta y
periodista Ignacio Flores Maciel. La pareja, además de Jesús Buenaventura,
engendraron a Epigmenio, a Mercedes y a Victoriano, conocido como el Tío
Tolano. Mercedes González Flores casaría en la ciudad de Zacatecas con Enrique
Espinosa Dávila, primogénito del floreciente litógrafo Nazario Espinosa Araujo,
pareja que engendraría a diez hijos, el menor de ellos Salvador Espinosa
González, mi padre, a quien afectuosamente le llamaban el “Nene”, por ser el
menor de todos los varones y a quien sólo le seguía mi tía Aurora.
II
Jesús B.
González nació en una casona de la calle de Tránsito, en la ciudad de
Guadalupe, Zacatecas, a un lado del Hotel Guadalupe y de la Presidencia
Municipal, junto a la residencia del minero Mateo López Velarde. Quedó huérfano
a la edad de siete años cuando Don Epigmenio González Sánchez se cayó de un
caballo y se mató. De los 15 a los 17 años estudió en el seminario Conciliar de
la Purísima, entre 1902 y 1905. Su primer oficio fue como tipógrafo e impresor
en los Talleres Litográficos de Don Nazario Espinosa, dada la relación de matrimonio entre su
hermana Mercedes y Enrique, el hijo del artista, enamorándose así para siempre
del olor del papel húmedo, de la tinta fresca, de la magia de la letra impresa
y del bullicioso ambiente editorial.
El joven Jesús Buenaventura aprendió de joven a hacer de todo, viajando de Zacatecas a Guadalajara y siendo el principal animador del Centro Patriótico Zacatecano García de la Cadena, donde organizaba todo tipo de actividades culturales, desde kermeses hasta funciones de teatro y fiestas. Fue socio de una firma mercantil, con Enrique Lébre, con la Cía. González y Lébre, fundando la tienda “El Trébol”, al norte de la Plaza de Armas, en los bajos de la enorme casona profiriana de la familia Legen Flores, donde vendían desde modernas máquinas de escribir a elegante ropa de importación parisina. De 1911 a 1914 participó como redactor y luego como director, junto con su tío Ignacio Flores Maciel, en la Revista Literaria de Zacatecas de Don José Reveles, contando con las colaboraciones de Enrique Lébre, Rodolfo Villalpando y Pedro de Alba. En 1912 fue redactor del El Demócrata, órgano del partido católico de Rafael Ceniceros, donde colaboraban Fernando Aguilar y Urizar, el Dr., Guillermo López de Lara, Ezequiel a Dueñas y el poeta y periodista Ignacio Flores Maciel. En política destacó por fundar la Sociedad de Empleados, donde organizó la defensa del descanso dominical, mientras que con su gran amigo el poeta Ramón López Velarde hacia mancuerna como compañero de fórmula para alcanzar una diputación, sin alcanzar éxito en el sufragio.
Trabajando como
cajero y contador para el Banco Nacional de Zacatecas, de la familia Sescose,
único en la región, fundó el pasquín El Cañonazo,
donde con agudo humor criticaba todo lo criticable. Ante los sobresaltos de la
toma de Zacatecas por las huestes revolucionarias, corrió el fuerte rumor de
que lo querían matar, ante cuya amenaza decidió marchar a la Ciudad de México. Sin
embargo, yendo de camino, decidió mejor estacionarse por muchos meses en el
poblado de Tlaltenango del Valle, adoptado en la Hacienda de la Cofradía por el
agricultor vasco Don Víctor Berasategui y su esposa Doña Ana Martín Chávez.
Poblado alejado de los absurdos extremos del agrarismo, Jesús Buenaventura
descubrió una curiosa sociedad hospitalaria, que pronto lo nombró Presidente de
la Junta Patriótica, poniéndose así a organizar la cultura local mediante una
serie de eventos artísticos, deportivos y de espectáculos, que iban de los equipos
de futbol a las carreras de relevos, y de las carreras de caballos a las
funciones teatrales, a la vez que fungía como representante de Banco de
Zacatecas.
III
En cuanto llegó
a la Ciudad de México Jesús B. González se encontró con su amigo Ramón López
Velarde, quien trabajaba en la SEP al frente del departamento Universitario,
siendo su primera encomienda corregir La
Sangre Devota, por lo que el poeta le llamaba el “tío carnal” del libro. El
bate era por entonces profesor interino de literatura en la Escuela Nacional
Preparatoria de San Ildefonso y cortejaba a una mujer diez años mayor que él,
llamada Margarita Quijano, romance que perduró de 1915 a 1918.
Durante el breve
periodo en la presidencia de Roque González Garza, Ramón López Velarde fue
titular de la Secretaría de Educación Pública y Bellas Artes, siendo
rápidamente sustituido en el cargo por Ramón Ramos Rea con el presidente
Francisco Lagos Chazaro. Mientras tanto, Jesús B. González fundó una imprenta,
primero en la Calle de Regina, y luego en la Calle de San Fernando, donde editó
las revistas Multicolor y Pegaso, ésta última vigente de mazo a
junio de 1917, comandada por Enrique González Martínez y Ramón López Velarde, donde colaboraron José
Vasconcelos y el poeta lagunero Francisco González de León.
Con el nuevo
gobierno de Venustiano Carranza, en 1919, Ramón López Velarde, quien contaba
con 31 años, fue secretario personal del Ministro de Gobernación Manuel Aguirre
Berlanga, llamando a Jesús B. González a su lado como auxiliar, quien lo ayudó
a publicar su segundo libro, Zozobra,
editado por la revista México Moderno.
En 1920, ante el
derrumbe del gobierno constitucionalista de Venustiano Carranza, ambos
literatos acompañados de Manuel de la Parra, tuvieron que abordar el tren del
presidente que lo llevaría finalmente a Tlaxcalaltongo, aunque los tres amigos
bajaron en la Villa de Guadalupe, al paso que perdían sus respectivos puestos
de trabajo. Viaje breve, aparentemente, pero que figuradamente semejaba el
viaje a las Hespérides en búsqueda de la piedra mágica heliotropo, realizado
muchos siglos atrás por los pintores Buffalmaco, Bruno y Calandrino, según
cuenta una de las cien historias narradas por Giovanni Boccaccio en el Decamerón (Jornada VIII, Novela III). Al
igual que el famoso pintor florentino Buonamico di Martino Buffalmaco
(1290-1340), quien en actitud moderna se disfrazaba de burlador para esquivar
la petrificación de la solemnidad y decir las cosas más graves, Jesús
Buenaventura González fue también un humorista, simpático y agradable, que supo
ver la vida como una comedia de equivocaciones y en la misma Revolución la
famosa piedra heliotropo, esa calcedonia verde negruzco con incrustaciones
rojas de óxido de hierro, esa “piedra de sangre” que refleja la luz del sol. Es
por ello que desde entonces se le conoció en los medios periodísticos y
literarios de la capital como Jesús B. González “Buffalmaco”.
Jesús B.
González entro a trabajar como comandante del estado mayor del general Enrique
Estrada (1890-1942), nativo de Moyahua, Zacatecas, quien fue Secretario de
Guerra y Marina de 1921 a 1922, habiendo sido gobernador de Zacatecas de 1917 a
1920. José Vasconcelos se prestó a rescatarlo de esa imposible tarea y lo
contrató como asesor en la SEP, donde trabajó junto con Gabriela Mistral.
Mientras tanto Ramón López Velarde volvió a sus clases de literatura castellana
en la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso y en la escuela de Altos Estudios
de la Universidad.
Los
dos grandes amigos se separaron en este mundo el 19 de julio de 1921, cuando
Ramón López Velarde murió de asfixia en su habitación de soltero de Avenida
Jalisco #71, Departamento #9, por causa de una bronconeumonía y tal vez de la
sífilis, a los 33 años de edad. Además de Buffalmaco, lo acompañaban en esa
hora aciaga los doctores Pedro de Alba y su hermano Jesús López Velarde, Rafael
López, Enrique Fernández Ledesma y su madre María Trinidad Berumen, quien cundo
se le acercó para acariciar sus largas manos espatuladas, el poeta la beso en
la frente y bebió sus lágrimas. Por iniciativa de José Vasconcelos la Cámara de
Diputadas del gobierno de Álvaro Obregón guardó tres días de luto, y el mismo
mes de julio la revista El Maestro de
la SEP publicó su poema La Suave Patria. Al
conmemorarse tres años de su muerte Fernando Rodarte, gobernador de Zacatecas,
organizó con Jesús B. González una ceremonia en el Cerro de Bufa para
glorificar la memoria del jerezano bate inmortal.
Casa de Ramón López Velarde en la
calle Álvaro Obregón #73 en Ciudad de México
IV
Jesús
B. González, quien efectivamente firmaba sus notas con el pseudónimo de
“Buffalmaco”, fue sobre todo crítico de espectáculos, al que siempre se le veía
acompañado de Ramón López Velarde en el teatro Iris y en el teatro Colón, con
su “chaleco futurista y calzado fabuloso”. Época en la cual la Revista de Revistas editó, par 1916, La Sangre
Devota.
En alguna
ocasión, luego de la debacle carrancista, encontró a Jesús Buenaventura el
pintor Gerardo Murillo Cornado, mejor conocido como el Dr. Atl, cuando caminaba
sin un centavo por las calles céntricas de la Ciudad de México, luego de huir
con un cocinero amanerado y vestido con una blusa de mujer color de rosa del
fatídico tren constitucionalista y de salvar milagrosamente la vida. Buffalmaco
se prestó a ayudarlo, pidiéndole un libro para editárselo- El periodista
zacatecano cumplió su promesa. El libro resultó ser un poemario: La Sinfonía del Popocatépetl, impreso
por la revista México Moderno en 1921.
La misma editorial había publicado en 1919 Zozobra
de Ramón López Velarde en la colección Biblioteca de Autores Mexicanos
Modernos, con portada de Saturnino Herrán, y en la que el bardo jerezano dedicó
un poema a Jesús B. González: “A la
Bizarra Capital de mi Estado”.
Fue fundador y
animar de Revista de Revistas y
editorialista de Excélsior durante décadas, siendo célebre su columna “La
Semana dentro de 50 años”, donde combinaba el humor con el profetismo,
cultivando una refinada prosa modernista, de ecos clasicistas y subida
erudición, que todavía se cultiva en Zacatecas por escritores como Enrique
Salinas Enríquez, y que éste mismo ha denominado "barroco chichimeca". La publicación más personal de Jesús B. González fue la
Revista de variedades Chicomostoc,
vigente de 1936 a 1944, en la que se alternaba el relato costumbrista, el
cuento, la crítica de arte y espectáculos y las tradiciones de la cultura
popular –revista que el cronista de Guadalupe Bernardo del Hoyo Calzada ha
seguido de cerca y de la cual atesora algunos ejemplares.
Hombre
recto, ingenioso y refinado, socialista de aspiraciones democráticas y
cristianas, el poeta y periodista Jesús B. González llegó a ser senador de la
república, oficial mayor de la Secretaría de Gobernación y director del diario
El Heraldo de México. Murió en la Ciudad de México el 12 de mayo de 1955 a los
78 años de edad, dejando como legado literario el libro de poemas Las Barcas de papel, además de Mis amigos los muertos, Mi viaje por América del Sur y las
biografías de Ramón López Velarde y
de Francisco
García Salinas.
.
A
la Bizarra Capital de mi Estado
A
Jesús B. González
He
de encomiar en verso sincerista
la
capital bizarra
de
mi Estado, que es un
cielo
cruel y una tierra colorada.
Una
frialdad unánime
en
el ambiente, y unas recatadas
señoritas
con rostro de manzana,
ilustraciones
prófugas
De
las cajas de pasas.
Católicos
de Pedro el Ermitaño
y
jacobinos de época terciaria.
(Y
se odian los unos a los otros
con
buena fe.)
Una
típica montaña
que,
fingiendo un corcel que se encabrita,
al
dorso lleva una capilla, alzada
al
Patrocinio de la Virgen.
Altas
y
bajas del terreno, que son siempre
una
broma pesada.
Y
una Catedral, y una campana
mayor
que cuando suena, simultánea
con
el primer clarín del primer gallo,
en
las avemarías, me da lástima
que
no la escuche el Papa.
Porque
la cristiandad entonces clama
cual
si fuese su queja mas urgida
la
vibración metálica,
y
al concurrir ese clamor concéntrico
del
bronce, en el ánima del ánima,
se
siente que las aguas
del
bautismo nos corren por los huesos
y
otra vez nos penetran y nos lavan.
Agradezco quehayabusted publicado este artículo que habla de emunavuelo paterno, Don Jesús B. Gonzalez.
ResponderEliminarUn abrazo.
Adolfo González.
Una disculpa por la redacción, en estos celulares es un poco complicado escribir.
ResponderEliminarEstoy muy emocionada por esta publicaciòn que hace usted de mi querido Abuelo Materno Don Jesùs B. Bufalmaco y me darìa mucho gusto poder conocerlo y platicar con usted. Mi correo es danchavez41@hotmail.com
ResponderEliminarEs interesante notar que el Bardo y Buffalmaco eran no solo entrañables amigos sino que también eran primos: María de los Santos Flores Romo, bisabuela del Bardo, era hermana de Elías Flores Romo, bisabuelo de Buffalmaco. Aparte de eso, Elías Flores Romo es mi tatarabuelo.
ResponderEliminarMaría de los Santos Flores Romo casó con José Candelario Morán, su hija María Urbana del Refugio Morán Flores casó con José Ramón López-Velarde Díaz, padres de José Guadalupe López-Velarde Morán quien casó con María Trinidad Berumen Llamas, padres del poeta. Por su parte, Elías Flores Romo casó con María de los Santos Luévano, padres de José de Jesús Flores Luevano, quien casó con María del Refugio Maciel Morillo, padres de María Josefa de la Concepción Cecilia Flores Maciel, quien a su vez casó con Epigmenio González, padres de Buffalmaco. Mi bisabuela Margarita Flores Luévano era hermana de José de Jesús Flores Luévano.
ResponderEliminarMe interesa sobremanera conocer de fondo tan interesante información familiar, le agradecería ponerse en contacto, por este mail jlebalcells@gmail.com
EliminarHola elysus , por lo visto somos parientes, soy Ricardo Espinosa, descendiente de Jesús Flores y llevo el árbol genealógico de la familia, me gustaría mucho contactarte para ver si compartimos información de la familia, saludos
EliminarExtraordinario relato biográfico, querido Alberto Nazario, mucho agradezco seas al lado de tu hermano Ricardo, el faro que ilumina tan entrañables recuerdos familiares
ResponderEliminarJose Luis Espinosa Balcells