Diego Rivera y la Estética del Socialismo
Soviético
Por Alberto Espinosa Orozco
Diego
Rivera había viajado a Rusia en octubre
de 1927 para celebrar el X Aniversario de la Revolución Soviética, haciéndose
incluir en la delegación de “obreros y campesinos”. En calidad de “pintor
huésped” radica por medio año en Moscú, donde si no se entrevistó con Joseph
Stalin al menos lo vio y oyó de cerca. Rivera estaba en Moscú cunado el XV
Congreso del Partido Bolchevique decide deportar a Trosky a Alma-Ata, en Asia
Central, el 28 de diciembre de 127, acusado de divisionismo. Trosky confesaría
unos años más tarde, en 1933 que los frescos de Rivera le impresionaron por la
mezcla de virilidad y calma, casi de ternura, por su dinámica interna y su
tranquilo equilibrio, por la frescura y magnificencia al abortar al hombre y al
animal-y por ser un revolucionario amigo de la oposición de izquierda.
Hace
multitud de dibujos y proyectos, y sus pinturas se impregnan de la pesantez
trágica de la Revolución de Octubre. Proyecta un mural al fresco para el Club
Dux del Ejército Rojo, situado en un afrancesado palacio imperial decimonónico,
firmando incluso un contrato con Anatoli Lunacharski, Comisario de Educación
Soviética, el cual queda sin ejecutar, pues se interpone siempre algún
obstáculo burocrático De hecho realizó
multitud de apuntes de los desfiles militares y de la vida cotidiana, dictó
conferencias sobre arte mexicano y fue nombrado Inspector de la Academia de
Artes de Moscú, proyectando cuatro murales más: par el Club de Obreros
Metalúrgicos, para la Fábrica Dínamo; para la Academia Comunista y uno más para
Biblioteca Vladimir Ilich Lenin. Nada de ello pudo llevarse a cabo,
principalmente porque inmediatamente surgieron diferencias irreconciliables
entre los artistas soviéticos y Rivera.
Los artistas de Moscú le parecieron al pintor mexicano anacrónicamente
academicistas y atrasados respecto e la modernidad y las innovaciones
económicas e industriales de occidente, además de no tener ningún contacto con
las tradiciones del arte popular local, por lo que su intento de introducir las
novaciones de la estética vanguardista resultaron para él un doloroso fracaso,
pesando en su contra también para el Partido su confesada simpatía por León
Trosky.
El
artista no pudo soportar los gélidos fríos rusos y enfermó. Tuvo que ser ingresado
en un hospital y al ser dado de alta, descubrió la hostilidad de los
representantes del “realsimo socialista”, la ideología artística soviética -cuya
misión fue mostrar la lucha proletaria por la ilustración de las masas y
difundir los logros de la Revolución-, quienes empezaron a acusarlo de elogiar
las iglesias y los íconos, es decir, la religión, uno de los mayores
"enemigos del pueblo soviético". Le criticaron por querer volver a la
representación de la naturaleza y por valorar incorrectamente el papel clave de
la industrialización, calificándolo de “artista burgués”. Rivera descubrió que
una gran parte de sus amigos rusos -pintores futuristas, expresionistas,
cubistas y modernistas que había conocido en Francia- no podían ya alzar la voz
y muchos de ellos tuvieron que abandonar el país. En mayo de 1928 el artista
abandonó Moscú, lo que le costó la expulsión del Partido Comunista de México.
En efecto,
en mayo de 1928 el Partido Comunista Mexicano le pide que regrese de
inmediato. El 14 de junio de 1928 Rivera
regresa a México en compañía de Siqueiros y su esposa, Graciela Amador, apareciendo
fotografías de los tres en el número 119 de El
Machete (junio 16 de 1928) bajo el título “Delegados mexicanos que regresan
de la Unión Soviética”. Los pintores, representantes de las organizaciones
mineras de Jalisco, dan una serie de conferencias sobre el país donde
“gobiernan los obreros y campesinos”. Las conferencias no se realizaron, pero
Rivera presenta un informe público con proyección de filminas el 23 de junio de
1928 en la sede del PCM, Mesones # 54, dando declaraciones a la prensa que
había dejado bocetos en Moscú y que en dos años concluiría las decoraciones a
las que se había comprometido. En ese año se edita en Berlín el libro Das Werk Diego Riveras con cincuenta reproducciones
de los murales de la Secretaría de Educación y de la Escuela Nacional de
Agricultura.
La
separación con Lupe Marín se ha consumado. Rivera la describiría posteriormente
en varias ocasiones: “sus ojos verdes,
tan transparentes que parecía estar ciega; dientes animales; una boca de tigre,
manos como garras de águila”. Algo ha cambiado, pues ahora la belleza de
sus frescos tiene algo de eslava frialdad sombría. La extraña fascinación que
le produce la Unión Soviética, con sus enormes masas populares perfectamente
adiestradas y organizadas, con la extensión del aparato revolucionario, lo
lleva a pintar un retrato e Stalin, entonces Secretario General del Partido
Soviético Socialista, donde puede leerse su voluntad de hierro, sus rasgos
impecablemente lógicos, su físico violento y su tez a la vez sombría y
caliente. Sin embargo, fracasan sus proyectos de frescos al servicio de la
Revolución Rusa. En conjunto su experiencia en la URSS resulta desafortunada.
Se
trata de un ciclo que se cierra en la vida del pintor, marcado por su
matrimonio con Lupe Marín, con quien se había casado en junio 1922. Guadalupe
Marín y Diego Rivera vivían de hecho como marido y mujer en el taller de
Mixcalco # 12 desde la decoración del Anfiteatro del ex-convento de San Pedro y
San Pablo. Al enterarse desde Guadalajara viajó el padre de Lupe para hablar
con el pintor y decirle, de manera cortés, que se moriría del dolor si una de
sus hijas no estuviera casada por la iglesia. La hermana de Diego, María del
Pilar, habló entonces con el cura Servín, canónigo de la Catedral y de la
iglesia de San Miguel, quien le dijo que era Diego el que tenía que hablar con
él. El pintor fue a verlo, enfundado en sus botas, empistolado, con el sombrero
puesto y enfurecido. El sacerdote le dijo que los casaría, no por ella ni por
él, que eran un par de sinvergüenzas, sino por la familia de Lupe. El requisito
fue que Lupe se presentara al confesionario para darle la comunión y que Diego
le llevara una boleta de confesión. Para la tarde su amigo Ignacio Asúnsolo, el
escultor, fue al tempo de la Santísima a confesarse diciendo que su nombre era
Diego Rivera y con ese nombre le dieron la boleta que exigía el padre Servín.
La boda se celebró teniendo como padrinos a Concha Miguel y Amado de la Cueva
por parte de Lupe y por Diego a Xavier Guerrero y Victoria Marín, la hermana de
Lupe.
El
matrimonio no duró muchos años y la separación oficial se realizó a finales de
1928 mediante divorcio. Lupe Marín no soportó las infidelidades sistemáticas de
Diego, con Tina Modotti y con otras mujeres, deteriorándose progresivamente la
relación debido a los desbordantes celos de Lupe y a los sonados pleitos,
varios de ellos a golpes y ante amigos y conocidos. Con una mezcla de cínico
humorismo Diego Rivera confesaría más tarde: “Lupe era un hermoso animal lleno de espíritu, pero sus celos y su
carácter dominante daban a nuestra vida en común una fatigosa, agitada
intensidad. Y yo, desgraciadamente, no era un marido fiel. Siempre me estaba
encontrando mujeres demasiado deseables para resistirlas. Los pelitos sobre
estas infidelidades convertían en pleitos sobre todo lo demás. Horrible escenas
señalaron nuestra vida conyugal. Una noche, por ejemplo, Lupe me sirvió un
platillo de fragmentos de ídolos aztecas que yo acababa de comprar. Me dijo
que, puesto que me había gastado mi dinero en esos ídolos, no había quedado
nada para comprar comida.”[1]
A su
regreso de Moscú Diego Rivera, la gran esponja, ya no es el mismo. Abandona a
Lupe Marín quien regresa derrotada a Jalisco en compañía de sus dos hijas. De
la separación, no del todo terminante con Lupe Marín, surgen nuevos enlaces:
Lupe, sintiéndose despechada, se refugia en los brazos del lúcido poeta,
ensayista y químico Jorge Cuesta; Diego
se casará al año siguiente con Frida Kahlo, apareciendo Lupe Marín para hacer
una de sus estruendosas escenas Es
también el en año de 1928 cuando en casa de Tina Modotti se reencuentra
definitivamente con Frida Kahlo.
En
otro de los murales de la SEP se presenta a sí mismo con su sombrero Seston y camisola de pintor en el papel
de arquitecto, pues a pesar de sus desilusiones de su viaje a la URSS Rivera
acepta los grandes principios del arte al servicio del pueblo, la voluntad de
representar la realidad del trabajo de los campesinos y el potencial
revolucionario de los obreros.
A su
vuelta de Rusia, en 1928 Diego Rivera pinta a la esposa del embajador soviético
Aleander Macar-Batkina, Sofía, el cual fue obsequiado por ella misma Al Museo
Pusquin de Moscú en el año de 1970. Para principios de 1929 forma parte como
presidente del Bloque Obrero y Campesino, el cual apoyaba al general agrarista
Pedro V. Rodríguez Triana como candidato a la presidencia de la república,
teniendo como principal opositor al candidato oficial del callismo Pascual
Ortiz Rubio. Ante el fracaso de la revolución, usurpada por los explotadores
industriales y los latifundistas revolucionarios, se adhieren a bloque Ursulo
Galván, Hernán Laborde, Luís G. Morazán, Julio Calderas y Rafael Carrillo. El
Bloque estaba integrado por el Partido Comunista Mexicano, el Partid Unitario
Ferrocarrilero, el Partido Durangueño del Trabajo, la Confederación Obrera y
Campesina de Durango, la Federación Obrera de Michoacán. El Bloque fue
ferozmente hostilizado y perseguido: Hernán Laborde fue desaforado de la cámara
de diputados, Alfonso Soria renunció de su puesto como secretario adjunto en
Morelos, el diputado Roberto Reyes Pérez es encarcelado en Guadalajara y a
manifestación del 1o de Mayo por las calles de la ciudad es reprimida con lujo
de violencia, resultando muchos golpeados y algunos detenidos, entre otros
Rafael Carrillo, secretario del PCM, por insultar a D. Morrow, gobernado de
Estados Unidos.
El 15
de octubre de 1929 es ajusticiado en Durango José Guadalupe Rodríguez
secretario del Partido Durangueño del Trabajo, miembro de la Confederación de
Sindicatos Obreros y Campesinos de Durango y secretario y tesorero d la Liga
Nacional Campesina. Al parecer fue asesinado por órdenes el general Plutarco
Elías Calles, ante lo cual Diego Rivera realiza un dibujo del compañero caído,
el cual fue la única colaboración gráfica para el número 168 periódico El Machete, pues con ello descabezaba al
movimiento obrero y campesino. Los números 169, 170 y 171 de El Machete son secuestrados por la
policía que asalta sus oficinas junto con las del Partido Comunista
Mexicano.
Como
muchos otros artistas embelesados por la novedad y llevados por el remolino de
los tiempos modernos adoptó la vanguardia como una consigna, desarrollándola en
México como un “istmo” más: el “revolucionarismo”, prendado en la concepción de
Rivera por el afán de novedades. En el año de 1929 pinta el retrato de la
esposa del embajador soviético Aleander Makar, Sofía Makar-Bátkina, quien
obsequia la pintura en 1970 al Museo Pushkin de Moscú.
Diego
Rivera, quien no lo sabe, terminaría por casarse con la hija lisiada del
fotógrafo alemán Kahlo avecindando en Coyoacán: Frida Kahlo, espíritu
atormentado, sarcástico y libertino, que dejo algunas cuantas obras de pintura de cruda introspección personal. Rivera la
incluyo en cuatro de sus pinturas murales, fijando con ello su propia posición
en la historia de la cultura mexicana. Ambos fueron comunistas y estalinistas
hasta la muerte. Sin embargo, Frida, quien había recibido de su madre la fe
religiosa perpetró una de las confusiones más caras al movimiento social
mexicano: la transferencia de la exaltación mística de los santos y los ascetas
a los hombres de poder y dominación, dando el lugar de lo sagrado a los héroes
de la revolución. Dicho de otra manera, imaginando una religión de estado,
presidida por Carlos Marx y Federico Engels y seguida por el nuevo clero de
Lenin, Mao Stalin o Emiliano Zapata. Confusión de los órdenes cuya actitud
básica es el esfuerzo de la divinización de la persona: el monstruo del
totalitarismo, donde a la vez no se respeta a todos como personas.
[1] Diego
Rivera, Mi arte, mi vida (en colaboración co Gladis March). México,
Editorial Herrero, 1963.
No hay comentarios:
Publicar un comentario