Diego Rivera: la Iglesia
Pagana de Chapingo
Por Alberto Espinosa Orozco
Simultáneamente a la decoración del edificio de la SEP, Diego Rivera pintó, entre 1924 y 1927, en los muros de la escuela de Agricultura de Chapingo, cerca de Texcoco, una extensa alegoría a la madre tierra -participando también en la restauración y decoración del Palacio de Cortés en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. El tema de los murales es una larga meditación sobre el lema del plantel: “Aquí se enseña a explotar la tierra, no a los hombres”.
Con lo que
respecta a los artistas José Vasconcelos y Diego Rivera mantenían por ese
entonces una estrecha relación, pero su trato no fue nunca fácil. Las pugnas,
de orden intelectual y político estallaron durante esa época, teniendo el
enfrentamiento como motivo emblemático las antinómicas inclinaciones electivas
de dos maestros renacentistas, siendo Botticelli el talismán para Vasconcelos y
dejándose imantar Rivera por los encantos de Leonardo Da Vinci. El Ministro de
Educación, reconociendo en Leonardo Da Vinci un gran dibujante, reprochaba
acremente sin embargo el no haber podido mantenerse cristalino, terminando por
volverse confuso en el uso del color, llegando por su desagradable
hermafroditismo a ser si no plenamente impresionista cuando menos impreciso.
Rivera por su parte calificaba tales apreciaciones de absurdas, no sólo
admirando el San Juan Batista (1513-1516),
sino asimilando sus atributos esotéricos, empleados en su mural La Tierra fecunda que cubre el ábside de
la ex capilla de la ex hacienda de Chapingo. La metáfora plástica del genio
renacentista se refiere directamente al “hermafroditismo” o androginia,
alegoría del ser que propaga la fecundidad y que también se entiende como
símbolo del conocimiento absoluto. Rivera había tomado como modelo a su ex
esposa Guadalupe Marín Preciado quien, entre otras cosas, era bien conocida por
su androginia –aunque Rivera la plasma embarazada, imagen de la tierra fértil
preñada por la energía primera del universo: la Fuerza. Androginia, pues, que resulta al aplicar al
ser humano el simbolismo del numero dos para producir una dualización integrada
–ser doble escindido en sexos pero ligado a una sola personalidad, que es la
Fuerza, pero que también representa a la luz de la que emana la vida y que es
llamado por ello “Lingman”.[1]
En
Chapingo Rivera realizó 39 frescos en que se narra la historia del estado de
Morelos, la tierra roja que los agraristas han regado con la propia sangre que
simboliza las interminables luchas del pueblo mexicano por la posesión de su
propia tierra. Los frescos se extienden en dos edificios: la rectoría y el
salón de actos o antigua capilla de la ex–hacienda. En el salón de actos el
pintor plasmó una grandiosa imagen: La Tierra Fecunda ( o La
Tierra Liberada con las Fuerzas Naturales Controladas por el Hombre), en
el que se retrata a una mujer de
exuberantes formas –la esposa del pintor en ese entonces, Lupe Marín embarazada
de su hija Guadalupe. En el arco del coro se encuentra el fresco La
Tierra Virgen, para cuya imagen central sirvió de modelo la fotógrafa Tina
Modotti. El cuerpo de la capilla cuenta con ocho paneles más donde se muestran
las etapas de la transformación social en analogía con la evolución natural. En
lo profundo del subsuelo los espíritus utilizan sus fuerzas para ayudar al
hombre; las corrientes subterráneas y la calidez solar hacen fructificar la
sangre de los mártires agrarios de Emiliano Zapata y Otilo Montaño. La tierra
aparece oprimida por las fuerzas del
capitalismo, el militarismo y el clero, en abierta posición o manipulando a la
trilogía del obrero, el campesino y el soldado por cuyos esfuerzos culminará el
ideal de un nuevo orden social. Rivera se ocupó de cada detalle, pues
incluso la puerta del salón, la mesa de
madera de cedro junto con las bancas se realizaron sobre dibujos que preparó el
pintor en el taller del ebanista y escultor Abraham López Jiménez.
Aunque el encargo de la obra provino del Secretario de Agricultura
durante el gobierno de Obregón, Ramón P. de Negri, cuando la Escuela de
Agricultura se trasladó de San Lorenzo a la Ex Hacienda de Chapingo, los
murales en la Universidad Autónoma de Chapingo fueron pintados durante la
presidencia de Plutarco Elías Calles y la consolidación del Partido Nacional
Revolucionario, siendo su director Marte R. Gómez. La decoración incluye los
frescos: Reparto de tierras (1924). Legal posesión de las bondades de la tierra (1925);
La
revelación del camino (1925); Germinación (1925),
Fuerzas subterráneas (1925), La abundancia de la tierra (o Frutas
en sazón, 1925), Revolución-fructificción (o Triunfo
de la revolución, 1925), La abundancia de la tierra (1926-1927), y El buen gobierno (que en 1946 fue
modificado por el muralista, incluyendo los retratos de Álvaro Obregón, Ramón
O. Negri, Manuel Ávila Camacho y Marte R. Gómez).
La
visión marxista y mexicanista del pintor quedó plasmada en el centro de la bóveda, en el fresco
titulado La revelación del camino, donde las hoces y martillos
superpuestos, así como la estrella roja, expresan sus convicciones comunistas.
Las pinturas aéreas del techo se dividen en cuatro partes: una de ellas
dedicada a los elementos y las tres restantes con figuras morenas masculinas en
acusados escorzos.
Se
trata, efectivamente, de un largo canto a la tierra, representada por mujeres
de bellísimos cuerpos –entre cuyas modelos se encuentran Tina Modotti, Lupe
Marín, Concha, y también Cristina Kalho, la hermana de Frida. Paralelamente a
la proclama del ideal revolucionario Diego expone también a la luz pública su
fe en la vida, entendía en lo que tiene de belleza sensual encarnada en el
cuerpo femenino. Se trata, n efecto, de la religión pagana y ctónica,
primitiva, la religión de la mujer-tierra, a la vez fecunda y generosa y que
reina con el vientre distendido y los senos henchidos por arriba del trabajo de
los hombres. En el ábside de la capilla, donde antes se erigía el altar
cristiano de la iglesia católica y romana, aliada al poder de la casta militar
y del dinero, elige la imagen más antigua y más nueva del mundo: la del cuerpo
femenino en toda su desnudez, a la vez impúdico y angustiante, provocador y
cósmico.
Fue
durante 1925 a
1927 que Rivera contó en Chapingo y en la SEP como ayudante con el pintor
norteamericano Pablo O´Higgins (1904-1983).
Originario de Salt Lake City, el
artista viajó en 1924 a
México entusiasmado por los trabajos murales de Diego Rivera y José Clemente
Orozco.
Luego
de estudiar y trabajar con Rivera participó, de 1929 a 1930 en las Misiones
Culturales, viajando a La Parrilla, en el estado de Durango y posteriormente enseñó
dibujo en muchas escuelas primarias de la Ciudad de México. Pintó su primer
mural en la escuela “Emiliano Zapata” de Villa Madero en el año de 1932 –luego
de un viaje en la Unión Soviética para estudiar becado en la Academia de Arte
de Moscú. De 1934 a
1935 pintó junto con Leopoldo Méndez y Alfredo Zalce los célebres murales del
Mercado Abelardo L. Rodríguez y en 1939 decoró el Palacio de Gobierno de
Morelia, en Michoacán.
La
obra de la ex hacienda de Chapingo: aunque recibe el reconocimiento internacional
como una obra nacida del “materialismo socialista y agrario” es en realidad
himno a la belleza triunfal de la naturaleza. Lupe Marín fue la modelo para el
gran desnudo del testero de Chapingo, mientras que Tina Modotti personifica a
la tierra dormida.
Los
frescos de Chapingo han sido considerados como la expresión culminante de su
arte. Fueron pintados luego de los trabajos murales para la SEP y el primer
gobierno de Plutarco Elías Calles, durante 1927 y 1928. Pintura de magia negra,
de religión pagana, de religión lunar de cuerpos de miel y de caoba. La obra
mural se compone de 30 frescos donde el pintor canta a la tierra, representada
por mujeres de bellísimos cuerpos –cuyas modelos fueron Cristina Kalho, Lupe
Marín y Tina Modotti y también a las luchas del pueblo mexicano por la tierra.
A la
entra de la nave hay dos tableros pequeños, un niño y una mujer, figurando las Ofrendas
de la Tierra. En la bóveda central una estrella roja, como símbolo de
la Unidad
de Obrero y el Campesino. En la tierra, como dos grandes larvas o
semillas, Zapata y Montaño: La Sangre de los Mártires Agrarios y
La
Semilla de la Revolución por Medio de la Palabra Hablada.
Son
ocho paneles en el centro de la capilla, cuatro de cada lado, donde con una
mirada positivista son tratadas diferentes etapas de la transformación social,
comparadas con las de la evolución natural. En el muro central el enorme Desnudo
Femenino: Alegoría a la Madre Tierra, donde la mujer aparece
simbolizando a la “Tierra Madre”, de cuya mano derecha brota un capullo y en la
izquierda un ademán armónico. A su alrededor los elementos: el agua, el viento,
el fuego. En la parte inferior: El Productor y El Hombre Domando los Elementos.
En lo
alto del muro de enfrente aparece La Tierra Dormida, simbolizada por
un desnudo femenino cuyo modelo fue Tina Modotti. En el techo de la capilla,
que se divide en cuatro partes, destaca otro desnudo femenino, La
Tierra Fecunda: aire, sol, lluvia.
Esta obra de Rivera ha sido
considerada por la crítica oficial como la “Capilla Sixtina” mexicana y obra
cumbre del arte mexicano moderno, pues en su unidad plástica, por su armonía de
colores rojos, ocres, rojos tierra, azules, logra expresar la gracia y la
fuerza de los desnudos.
Los
caracteres alegóricos son realidades intermedias entre las realidades absolutas
de la vida y las puras abstracciones del entendimiento lógico. Para el pintor,
como para el místico, el mundo entero no es más que un dilatado sistema de
símbolos –pero ninguna interpretación agota el símbolo ni puede agotarlo. En
Chapingo Rivera lleva acabo la alegoría del matriarcado y de sí mismo,
intentando la divinización de sí mismo en un subjetivismo extremo cuyo único
asidero es la muerte. Mundo sin trascendencia, donde lo más moderno comulga con
lo más antiguo en una especie de involución destructora donde todo signo puede
ser contrario –donde poder leer también la crítica y la autocrítica de la
modernidad.
La
filosofía de Rivera es la del materialismo gnóstico –que investiga la Anábasis
fundamental y el punto alfa. Es la filosofía del panteísmo, la filosofía del
Uno-Todo en el que Deus-Natura-Homo no hacen más que uno. Es la representación
y la vivencia del universo que se expande sideralmente, presentado a nosotros
desde una visión pico-química, como vías de enrollamiento orgánico sobre sí
mismo. Se trata del esfuerzo por ver nacer la vida, de ver comenzar el
movimiento de las formas y el deseo de ser todo, de ladrar, de mugir, de
aullar, de volar. Es el fútil intento de estar en todo, de emanar con lo
olores, desarrollándose como las plantas, de discurrir como el agua, de vibrar
como el sonido, de bailar como la luz, de acurrucarse sobre todas las formas
para penetrar en cada átomo y descender hasta el fondo de la montaña para ser
la matera misma.
En
el fondo se trata del culto al dios de la dicha fácil y de la embriaguez
(Dionisio), de la materia que llama por estar ahí solicitando al hombre para
abandonarse a ella sin reservas y para que la adorase. Efusión por las formas
que es también disolución en ellas. Búsqueda del punto alfa más allá de todo (principium individuationis) que pretende
ser una salvación por el conocimiento de la materia –pero que sólo se logra
secularizando el tiempo y la vida, reinando entonces la preocupación, si no se
lo mitologiza, después de haberlo desacralizado. El carácter iniciático y
soteriológico no puede ser así sino el de la utilización de estructuras
religiosas residuales de la iglesia monista: la celebración de la llegada de
las estaciones, renovando la arquitectura de los templos adornándolos, no con
imágenes de santos y crucificados, sino con representaciones tomadas de las
bellezas naturales: con al fuerza creadora de los trópicos, de los corales, las
estrellas y las medusas tomados como un altar mayor.
Mundo
primitivo e infantil; Mito del mundo uno y armonioso, pues su mundo es el gran
imperio vital del existir. El alma sólo tiene un rostro hacia afuera y no hay
mito del alma, que no conoce el mundo de adentro, el reino invisible, el reino
interior, únicamente accesible al alma. Se trata del concept existencial, de la
imagen de la existencia perfecta y redonda en sí –radicalmente en contra de la
idea de José Clemente Orozco con su Prometeo, donde se postula un centro nuevo
con medidas nuevas.
Pintura existencial, es verdad, donde lo que se vive no es propiedad de
su alma, sino una parte del mundo y su formaciones -quedando anclado en las
profundas soledades de un más allá amorfo. Sin embargo, reconoce en la imagen
del mundo los rasgos de lo vivido tan fielmente que lo contemplado nos
enternece por la verdad de su contenido, que se eleva hacia lo grandioso.
Porque la postura existencial trata del hombre definido por sus inclinaciones y
convicciones y obligaciones exteriores –impuso que no lleva de dentro hacia un
centro sentimental y una voluntad fundamental, sino que impulsa hacia afuera, a
la fuerza centrífuga que tiene hacia la grandeza del mundo. Empero, en su
agrado hacia lo objetivo y existencial, hacia el ser del mundo, pude sentir lo divino,
sentir al gran ser que circunda al hombre y a sus figuras vivas –por lo que
conocerlas a ellas es conocerse a sí mismo, siendo lo decisivo ponerse en
contacto con ellas (parabién o para mal). Pero esa esfera dudosa y funesta que
lo atrae es un hechizo que aparta del orden y del deber, ante lo cual invoca su
poder y su grandeza. La conciencia no lo tortura, pues es un asunto de
inteligencia que sigue su hechizo, no del sentimiento, del alma o de la
voluntad, pero que sin embargo es oscurecida –trayéndole ello daño a su vida y
a su honor. Error oriundo de buscar el motivo de la decisión moral no en la
voluntad, sino en el conocimiento. Su mito es así en realidad el mito mundano, no el mito
anímico, donde actúa el conocimiento y la convención social sobre la voluntad y el sentimiento. Otro de sus expedientes: "La Marcha de la humanidad" (1971) de David Alfaro Siqueiros, dentro del Poliforum Cultural, hoy en día absorbido por el WTC.
[1] El
mismo mito fue conocido por los antiguos mexicanos bajo la forma de
Quetzalcóatl, al reunir el héroe cultural los valores separados de los
principios y de los sexos que existencialmente se contraponen, siendo una
deidad ante todo generadora, ligada íntimamente e identificada en el fondo con
el arquetipo de Géminis. Diego Rivera se uniría en 1925 a la Hermandad Rosacruz
Quetzalcóatl, desarrollando en su mural al fresco La Tierra Fecunda una
intrincada visión conceptual .fundado en estas nociones. Ver Diego
Rivera. Epopeya Mural. Textos de Juan Rafael Coronel Rivera, Linda Bank Downs y Luis Rius Caso. INBA,
CONACULTA. México 2007. Págs. 47 a 49.
No hay comentarios:
Publicar un comentario