miércoles, 2 de septiembre de 2015

Testimonios sobre Don Héctor Palencia Alonso Por Verónica Castro Bojórquez

Testimonios sobre Don Héctor Palencia Alonso
Por Verónica Castro Bojórquez



“Quiero rescatar su capacidad como educador de muchas generaciones en la UJED y su permanente esfuerzo como cronista de la cultura durangueña. Como ser humano era una excelente persona y un gran conversador”,
Petronilo Amaya, poeta.

“Tuve la fortuna de colaborar con el Lic. Palencia desde que fue director de la Casa de la Cultura de Durango y siempre recibí atenciones y gentilezas. Tenía una cultura muy amplia y fue un apasionado de la cultura y la historia de Durango”,
Elia María Morelos, declamadora.

“Es lamentable para Durango la pérdida del Lic. Palencia. Fue un hombre dedicado al estudio, era una personalidad muy importante en Durango. Un gran creador. Es una pérdida que todos los duranguenses lamentamos”,
Gabino Martínez, historiador.

“Tuve muchas afinidades y diferencias con él. Compartimos la admiración por Ramón López Velarde, por ejemplo. Pero su desempeño como funcionario público nos distanció. Lo lamento de verdad, como también lamento su fallecimiento”. “Héctor Palencia Alonso es, sin duda, uno de los personajes durangueños más importantes de la mitad del siglo XX. Junto con Olga Arias, Alexandro Martínez Camberos y Beatriz Quiñones, constituyó una personalidad muy valiosa en las tareas culturales de Durango”.
Óscar Jiménez, escritor.

“Un gran intelectual, un estupendo conversador, un brillante orador y un apasionado de los libros y la lectura. Lo traté en el ámbito profesional, siento mucho su pérdida para la intelectualidad de Durango, porque soy amigo de su familia”,
Víctor H. Galván, teatrista.

“Toda muerte es lamentable. Creo que fue un orador muy bueno, un buen erudito y un gran platicador. No pudo salvar el obstáculo de la brecha generacional que lo separó de los creadores durangueños más jóvenes que él”,
Fernando Andrade, pintor.




Al ingresar como director del Instituto de Cultura del Estado de Durango, Héctor Palencia Alonso prometía mucho, desafortunadamente dicho cargo sólo le trajo críticas y enemistades con muchos de los creadores duranguenses. Muchos creadores duranguenses criticaron a Héctor Palencia Alonso por su desempeño frente al ICED, uno de ellos fue el escritor Óscar Jiménez Luna. Hay que reconocer sin embargo la labor que Héctor Palencia hizo en pro de la cultura durangueña.
Héctor Alfonso Palencia Alonso nació el 3 de marzo de 1934 en una de las casas coloniales de la calle Hidalgo, en esta ciudad capital. Sus padres fueron Pedro Palencia, práctico en la medicina, y Valentina Alonso. Inició sus estudios de educación primaria en su ciudad natal, continuando su enseñanza secundaria en el antiguo Instituto Juárez de Durango y la carrera de Abogado en la Escuela Libre de Derecho de la capital de la República Mexicana.
Como estudiante fue inquieto y se distinguió por la dedicación al estudio y su afición al periodismo y a la oratoria. Durante su estancia en la escuela primaria siempre perteneció al Club de Periódico Mural y como consecuencia estuvo bajo su responsabilidad la línea de información de la escuela.
El 3 de noviembre de 1942, a la edad de ocho años, ya figuraba su nombre y fotografía en las páginas de un periódico de la localidad como corresponsal. Por lo que a la oratoria se refiere, también fue una de sus grandes aficiones desde pequeño. Siendo alumno de primer grado de primaria pronunció su primer discurso en público a nombre de sus compañeros de grado en un festival escolar.
En 1950, a la edad de 14 años, pronunció el discurso oficial en la ceremonia que se organizó con motivo de declarar ciudad a la población de Guadalupe Victoria. Como estudiante de secundaria en el Instituto Juárez alcanzó el honor de triunfar en el Quinto Concurso de Oratoria, contra rivales tan experimentados como lo era el entonces estudiante de derecho Gonzalo Salas.
En la Escuela Libre de Derecho de la Ciudad de México también fue campeón escolar de oratoria durante los años de 1954, 1955 y 1956, cuando estudiaba su carrera de Abogado y posteriormente, ya siendo profesionista, le tocó pronunciar la oración fúnebre ante el féretro de la excelsa cantante duranguense de fama internacional Fanny Anitúa.
Como estudiante fue dedicado y estudioso, afirma Manuel Lozoya Cigarroa en su libro “Hombres y mujeres ilustres de Durango”, lo cual le permitió alcanzar altas calificaciones. Durante los estudios de la carrera de Abogado fueron sus maestros José Ángel Ceniceros, Ezequiel Padilla, Raúl Cárdenas, entre otros.
Presentó examen profesional con la tesis “Reflexiones sobre un derecho penal penitenciario”, trabajo que recibió la máxima distinción de “Laureles de Oro”, presea que concede la institución a trabajos excepcionales por su calidad.
Con el deseo de servir a su patria chica, al terminar sus estudios se trasladó a su tierra natal, donde ejerció algunos puestos como: Procurador de la Defensa del Trabajo, vocal representante del Gobierno del Estado en la Comisión Agraria Mixta, agente del Ministerio Público Federal para asuntos agrarios y forestales en Durango, agente del Ministerio Público Federal en las entidades de Puerto Vallarta, Tlaxcala, Aguascalientes y Guadalajara, jefe de Consultoría en la Procuraduría General de la República de México.
Fue el primer director de la Casa de la Cultura, proyecto por el que luchó y el que se hizo posible hace 25 años. Al frente de dicho centro cultural impulsó varios programas. Todos los domingos organizaba un programa en donde se realizaban conferencias, charlas, conciertos; los participantes no cobraban ni un centavo, todo era gracias a las amistades que el director tenía con grandes personalidades. Fue el creador del Concurso Internacional de Ópera “Fanny Anitúa”, de donde surgió Fernando de la Mora.
Fue presidente de la Academia Durangueña de Historia y del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Durango. Recibió varias preseas y diplomas de labor social que realizó y por el impulso permanente que ofreció a la cultura en general. Admiró mucho a los hermanos Revueltas, incluso al Festival Tonalco le cambió el nombre por Festival Revueltas, en honor a los hermanos de Santiago Papasquiaro, Durango.
Al frente del ICED impulsó el Concurso Nacional de Composición “Silvestre Revueltas”, que solamente se organizó durante dos años.

***

Héctor Palencia destacó en el ámbito de la oratoria, donde consiguió varios reconocimientos desde joven, además de pronunciar la oración fúnebre durante el homenaje ofrecido a la cantante duranguense Fanny Anitúa.
El periodismo también formó parte importante de su vida. Palencia Alonso, colaboró en periódicos como 'El Siglo de Torreón' y 'La Opinión', además de las revistas 'Horizontes de México', 'Criminalia', entre otras.
"Apóstol del pensamiento libre", "Sepulcros blancos", "Músicos de Durango", "Cocina durangueña", "Apuntes de cultura durangueña", son algunos de los libros publicados por el Héctor Palencia, a quien se le atribuye la creación del término "durangueñeidad".

Lo que la muerte no puede
Por Juan L. Simental

Héctor, el hijo de Pedro y Valentina, fue el ávido lector que descubrió los molinos junto a Dulcinea, el amor un poco de todos alguna vez; junto a Verne se metió en el corazón de la tierra y clavó su lanza en el ojo del calamar gigante, y luego se fue a la Luna en una cápsula disparada por un cañón, donde se encontró al pequeño Príncipe y a su rosa ingrata de dos espinas. Al crecer, el asombro le llenó la mirada y el silencio fue reverencial frente al más grande de los sucesos: el hielo, esa lumbre fría y quemante. Celebró entonces los sueños, sublimes y locos, del coronel Aureliano Buendía y amó con limpio amor a la santa, la que murió virgen. Después fueron Nervo y García Lorca, Neruda y Borges, Rulfo y Azuela, Paz, Reyes y Cortázar; y también Platón y Aristóteles, San Agustín y Tomás, el de La Suma; las luces le iluminaron y se hizo la razón y con ella vinieron Mozart, Beethoven y Haydn. Sus ojos se colorearon con los girasoles y el autorretrato sin oreja, con las Friditas y los Dieguitos, los dolores de Varo y Munch, los toledos, los cuevas y los perfeccionistas italianos; les amó como a los Revueltas y su genialidad... Él fue un hombre de cultura, su predestino cierto y propiciatorio...








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