domingo, 27 de agosto de 2017

Don Héctor Palencia Alonso: Decimotercer Aniversario Luctuoso Por Alberto Espinosa Orozco

Don Héctor Palencia Alonso: Decimotercer Aniversario Luctuoso 
Por Alberto Espinosa Orozco


I
             A trece años ya del deceso del culto abogado Don Héctor Alfonso Palencia Alonso, toda una comunidad de fe en el espíritu universitario y en la cultura estará de luto, recordando las muchas prendas del querido mentor, del historiador, abogado, periodista y sabio, con las que engalanaba tanto la cátedra universitaria como las prensas rotativas del periodismo regional e internacional, no menos que los foros culturales de la nación, con su impecable concepción de la cultura en la vibrante voz del ilustrísimo orador.
             El legado del Lic. Héctor Palencia Alonso al frente del ICED difícilmente puede ser aquilatado en una época, como lo es la nuestra, abrazada por las sombras vagas y amenazada por el oscurantismo. Baste mencionar que dando ejemplo de humanismo y tolerancia intentó armonizar a todos los grupos regionales constituyentes del arte, tomando en cuenta a cada participante en los empeños artísticos locales, destacando sobre todo los logros distintivos de la cultura durangueña que ha habido en la cuatro veces centenaria historia de su conformación, preservando en lo posible las propias tradiciones regionales y alentando a los intelectuales y artesanos con conferencias, exposiciones, eventos y apoyos de todo tipo y,  yendo más allá de su historia, incardinando todo ello a los logros de la cultura universal, para poner a Durango a la altura de la historia y del arte.
            En la sede del ICED, asentada en lo que fuera el impoluto Hospital General del Estado y luego el Colegio de Huérfanos “Juana Villalobos”, contando con un raquítico presupuesto, la cultura gozó, sin embargo, durante su impecable administración, de un desarrollo notable: tres Museos en funciones (El Museo Domingo Arrieta, el Museo del Cine y de la Fotografía, la Pinacoteca Virreinal del Estado), la “Biblioteca Olga Arias” junto con otras dos de breves dimensiones, más dos Salas de Exposiciones, la de conferencias "María Elvira Bermúdez",  un Cine sabatino, el Centro de Investigación y Periodismo abocado a la atención a los artistas denominado “El Laberinto” y las dos alas de la Dirección; instancias todas que conformaban su organismo vivo, al que habría que sumar el más caro proyecto de su administración: la Sala de Fonoteca y Centro de Estudios Musicológicos “Silvestre Revueltas”, presidida a mitad del paseo por una escultura de nuestro héroe santiaguero, que rescató uno de los edificios derruidos del viejo Internado y que tardó cuatro años edificarse y en hermosear, haciendo ahorros aquí y allá, hasta llegar a los acabados en los pisos de finos mármoles de la región, la serie de butacas, agregando como la cereza en el rubí de la corona las más sofisticadas tecnologías eufónicas de los adelantos modernos.
            El interrumpismo político característico de nuestra república terminó por dar al traste con aquella empresa, dando lugar a la entrada del llamado Centro de Convenciones Bicentenario, presidido en su mermado baluarte cultural por la artista plástica Pilar Rincón. Lo cierto es que los museos se desmontaron y se dispersaron, derruyeron o perdieron, junto con la biblioteca “Olga Arias”, de la que no se si quedó un tomo, dos tildes o tal vez solamente media coma, mientras que los restos fúnebres electrónicos de la Fonoteca fueron a parar a las Oficinas de Radio UJED, donde permanecen arrumbados y en completo desorden, preservándose sólo de aquella preciada iniciativa la escultura de Silvestre Revueltas, que fue a dar, como tantas otras que decoraban el jardín ideal del Maestro Palencia Alonso, a las actuales oficinas excéntricas del ICED, apostada en la cima de un distante lomerío, en una casona nueva y rentada, larga como un chorizo, que anteriormente sirvió como sets cinematográficos a dudosos filmes heteróclitos, de escasa producción y nula memoria.
             La incuria y negligencia en materia de cultura tocó su ápice cuando en el año de 2010 fue violentamente desempotrada la placa en bronce, reservada a la memoria de los héroes, que conmemoraba el lugar del nacimiento de Don Héctor Palencia, en la Calle de Hidalgo # 311, misma casa que otrora viera el nacimiento de otra luminaria durangueña: la famosa actriz Dolores de Río.[1]
Tocará pues a la nueva administración estatal de la cultura por venir rescatar, de entre sus innumerables trabajos periodísticos, las joyas más preciadas de la historia y de la cultura de Durango, de sus orígenes, fundación y destino todo, en tantos volúmenes como haya menester, en una labor de rescate e investigación, para luego imprimirlos en función  del enriquecimiento de los jóvenes de ahora y para los futuros científicos sociales y sabios todos de la posteridad de esta región geográfica, que aguarda paciente el tiempo de su gestación, germinación y luminosa florescencia, contando en sus raíces con ese faro del espíritu, cuyas teas de luz viva no podrán ser borrar ni por las mezquindades del tiempo feroz ni por el soñoliento hechizo de la  inconsciencia.




II
             Vale la pena recordar ahora el núcleo la doctrina de la Durangueñeidad, a trece  años del fallecimiento de su insigne fundador, el sabio abogado y bienhechor de la cultura regional Don Héctor Palencia Alonso. Momento de conciliar el pasado con el presente, para poder así escanciar el vino nuevo en odres nuevos.
              La tesis de la Durangueñeidad no es económica, ni política, como quisieran algunas manos estrábicas u oídos miopes, prosélitos del determinismo materialista, hoy en día tan en boga. Por lo contrario, se trata de una tesis propiamente cultural, que atañe a la cosas del espíritu, a la comunidad y a la intimidad de la persona, consistente esencialmente en una defensa del pasado que, al preservar y restaurar nuestra memoria colectiva, nos permita poner en foco lo que somos y el acento del corazón en el alma misma de nuestro pueblo, de nuestra raza, signada con un destino histórico de independencia frente a las potencias hegemónicas internacionales, aportando con ello una nota sin par por su colorido al concierto mundial de las naciones.
            Tesis de conciencia histórica es la de la Durangueñeidad, pues, que se enmarca dentro de del amplio movimiento de la filosofía del mexicano propuesto por José Gaos y a su zaga por Octavio Paz, que nos hace ver lo que tiene nuestra circunstancia moderna de ser nuestras vidas plurales y superpuestas a otras capas tectónicas del tiempo, por lo que resultan nuestras vidas, vidas  hermenéuticas también, cuya modernidad radica justamente en el esfuerzo de ser contemporáneos de todas las edades, de ver nuestra actividad de hoy sobre un transfundo del sentido, contrarrestado las inercias del hombre viejo y pagano, bárbaro o amoral, o excéntrico y extremista por el que se desfonda toda modernidad, con las linfas del hombre nuevo y sus inconsútiles destellos de luz y velos de belleza.
            Contra el desprecio de esos soñadores de quimeras, de esos habitantes del futuro inexistente, que sacrifican por el mezquino progreso personal la memoria colectiva que nos hace pertenecer a un  horizonte espiritual colectivo, la tesis de nuestro querido mentor Don Héctor Palencia nos hace despertar a un valor enraizando íntimamente a nuestra tradición, a nuestra memoria colectiva, que al preservar en la evocación y en el recuerdo los tesoros de nuestros artistas más insignes nos permite poner el punto sobre las íes, la tilde en lo que es realmente importante y valioso, por su sentido trascendente incluso, para participar con ello y formar parte del alma sencilla, humilde, colorida y cantarina, de un pueblo cubierto por el constelado manto de la Virgen y señalado desde siempre por el potente dedo creador de Dios.




III
Todo hombre lleva en potencia un maestro que es la exclusiva del hombre en donde se magnifica y realiza plenamente lo que en todo hombre hay de espíritu generador o de padre. En Don Héctor Palencia esa potencia se actualizó circunstancialmente hasta los extremos de la esencia plenamente acabada. Ello debido a que el maestro durangueño se asomó a los hontanares de la historia y de la cultura donde se genera lo distintivo del hombre, sacando de esa experiencia regulativa un patrón o medida de lo humano con que medir y formar, guiar y aquilatar la vida de sus congéneres y la suya propia.
Su magisterio, nadie lo ignora, estuvo fundado en los robustos pilares del espíritu de libertad y el espíritu de caridad. El entusiasmo de esa vocación hecha de servicio y libertad hallaba en su pasión por lo acendradamente humano la forma de expresión más contagiosa y formativa, más positiva y fecunda que quepa imaginar.
Porque la vida es promesa de su propio cumplimiento y anuncio de lo que en lenta y tortuosa germinación bajo la forma de una pléyade de artistas y humanistas, que asombran tanto por su granel como por lo granado de sus subidos méritos, debiendo todos ellos una parte de sí al Maestro Palencia, cuyo trabajo en pro de la cultura supo estimular la misión de cada artista y letrado, no menos ennobleciendo al lugareño que arrebatando de admiración al peregrino.






Biografía de Don Héctor Palencia Alonso
Por Víctor Samuel Palencia Alonso

   El culto abogado y escritor Héctor Alfonso Palencia Alonso nace el primero de marzo de 1933 en la casa colonial de la calle de Hidalgo número 311 de la ciudad de Durango, Dgo., misma casa donde naciera -27 años antes- precisamente el 3 de agosto de 1906 la actriz Dolores del Río. Fueron sus padres el Dr. José Pedro Palencia Contreras y la señora Va­lentina Alonso Díaz de Palencia, sus abuelos paternos Dr. Heriberto Palencia Liseras e Isabel Contreras García, y sus abuelos maternos Samuel Alonso Parga y Valentina Díaz Valadez. Cursó su primaria en la es­cuela de Súchil, Dgo., secundaria en el glorioso Instituto Juárez de Duran­go y los estudios profesionales de abogado en la prestigiada Escuela Libre de Derecho de la Capital de la República.
   Como estudiante se distinguió por la dedicación al estudio y su afición al periodismo y la oratoria. Desde temprana edad ya figuraba su nombre y fotografía en las páginas del naciente "El Sol de Durango" co­mo corresponsal en Súchil, Dgo. En el año de 1950 -a la edad de 17 años- pronunció el discurso oficial en la ceremonia que se organizó con motivo de declarar Ciudad a la pobla­ción de Guadalupe Victoria, Dgo. Como estudiante de secundaria en el Instituto Juárez, alcanzó el honor de triunfar en el V Concurso Estatal de Oratoria, convocado por el Instituto Juárez; participó en concursos nacio­nales de oratoria cómo los convoca­dos por el periódico "El Universal".
   En la Escuela Libre de Derecho de la ciudad de México, también fue cam­peón escolar de oratoria durante los años de 1954, 1955 y 1956. Miembro del H. Jurado Calificador en innume­rables concursos de oratoria y decla­mación, concursos de cuento y nove­la, así como de los Premios Naciona­les de Periodismo "Francisco Zarco" y los Premios Estatales de Periodis­mo "Antonio Gaxiola", organizados por la Universidad Juárez del Estado de Durango "UJED" en 1991, 1992 y 1993. Realizó estudios de postgrado en Comunicación, en Educación y Derecho Agrario; cursó diplomados en Formación para la Docencia Universitaria (UJED), Investigación y Docencia en Ciencia Histórico Social (UJED), Análisis Político (UIA), Historia del Arte Virreinal (UNAM). Su ex­tensa preparación incluyó el desarrollo de diversos cursos: Metodología en la Investigación de las Ciencias Sociales, Psicología Educativa, In­vestigación Educativa, Didáctica Ge­neral, Investigación Científica del Derecho, Didáctica Jurídica y Sociología Educativa.
   En 1978 le correspondió pronun­ciar la oración fúnebre ante el féretro de la excelsa cantante durangueña de fama internacional Fanny Anitúa. Presentó su examen profesional con la tesis "Reflexiones sobre un Dere­cho Penal Penitenciario", trabajo que recibió la máxima distinción de Laureles de Oro, presea que concede la prestigiada institución Escuela Libre de Derecho a trabajos excepcionales por su calidad. Y fue comentada elo­giosamente en la prensa nacional, por ejemplo: "Brillante aportación que entra a formar parte de una reserva ética de las prisiones", dijo Jacobo Dalevuelta en el periódico Excélsior; mereció también varias referencias de renombrados tratadistas, por ejemplo la del maestro Raúl F. Cárde­nas en la revista Criminália de la Aca­demia Mexicana de Derecho Penal; la tesis es libro de texto en varias uni­versidades del país, en la impartición de la materia de Derecho Penal.
   Desempeñó importantes puestos dentro de la procuración de justicia: Procurador de la Defensa del Trabajo, Vocal Representante del Gobierno del Estado de Durango en la Comi­sión Agraria Mixta; fundador de la Agencia del Ministerio Público Federal para Asuntos Agrarios y Foresta­les en Durango; agente titular funda­dor de la Agencia del Ministerio Público Federal en Puerto Vallarla, Jal., Tlaxcala, Aguascalientes y Guadalajara, Jal., y jefe de Consultaría en la Procuraduría General de la República en México, D.F.; Supervisor de la Secretaría de Asentamientos Huma­nos y Obras Públicas (SAHOP) en lo relativo al Plan Coplamar en los estados de Durango, Chihuahua y Zacatecas; Secretario Ejecutivo del Fondo Nacional para las Actividades Sociales (FONAPAS) en el estado de Durango. Fungió como Secretario de la Colonia Durangueña en el Distrito Federal durante cinco años, cuando el organismo fue presidido por el coronel Enrique Carrola Antuna.
    Como periodista y escritor su plu­ma fue ágil y productiva, autor de más de cinco mil artículos en páginas editoriales entorno a una gran diver­sidad de temas, sobre todo, relativos al acontecer de Durango, publicados en medios escritos en el extranjero, en los periódicos nacionales que se editan en la ciudad de México, en otros estados de la República y en • Durango. colaborador editorialista en El Sol de Durango, El Siglo de To­rreón, La Opinión, La Voz de Duran­go, Excélsior, El Universal y en las revistas Todo, Horizontes de México, Criminália y otras.
   En enero de 1993 recibió el reconocimiento del periódi­co de circulación nacional Excélsior por su participación en la serie coleccionadle Encuentro de Dos Mundos, Análisis de 500 Años, que con motivo del Quinto Centenario del Descubri­miento de América y el 75 Aniversario de Excélsior, realizó este periódico en conjunto con 27 periódicos más del ámbito internacional. Bajo el título de Derecho Indiano se publicaron los artículos del abogado Héctor Palen­cia Alonso en Le Monde de Francia, Novedades de Moscú, Clarín de Ar­gentina, Jornal da Tarde de Sao Pau­lo, Brasil, Granma Internacional de Cuba, Tribune de Chicago, EUA., y El Tiempo de Colombia.
   Impartió conferencias en diversos lugares de la República Mexicana, desde el Antiguo Salón del Cabildo de la Ciudad de México, el Salón Orozco del Hotel Camino Real, el Club Sirio Libanes, el Club de Industriales de la Ciudad de México, Concamin, CANACINTRA, hasta en su Durango en el Aula Magna Laureano Roncal del Edificio Central de la Uni­versidad Juárez del Estado de Du­rango (UJED), en el Museo Regional UJED, en el Instituto Tecnológico de Durango (ITD), en los Clubes de ser­vicio, entre otros. En su biblioteca personal consistente en más de diez mil volúmenes, cuelga debidamente enmarcados más de cien reconoci­mientos de diversas organizaciones académicas y culturales. Sobre política cultural también se expresó en prestigiados foros, como en la más alta tribuna de la nación, la de H. Cá­mara de Diputados del H. Congreso de la Unión.
   Entre sus libros publicados figuran Apóstol del Pensamiento Libre, Se­pulcros Blanqueados, Músicos de Durango, Apuntes de Cultura Durangueña, Opinión Pública, Cocina Durangueña, Apuntes para la Historia de Durango, Memorias del Cinemató­grafo, Doctrinas Económicas en México, Silvestre Revueltas, Francisco Zarco, Historia del Cine en Durango, La Educación en México, entre otros.
   Dirigió las corresponsalías en Durango del Seminario de Cultura Mexicana, y de la Academia Mexicana de la Historia y Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, socio académico de número de la Academia Me­xicana de la Educación A.C. Sección Durango, miembro de la asociación civil "Amigos de la UJED".
   Autor de la doctrina de la Durangueñeidad, relativa al ideal de armó­nico progreso de Durango basado en nuestros recursos materiales y en el mundo espiritual que da unidad a lo durangueño; autor también de serias investigaciones sobre la historia y personajes de Durango.
   Sus datos biográficos se han publicado en diversas Antologías y libros de efemérides, por ejemplo "Quién es quién en Durango" del periodista Raúl Vázquez Galindo; "Hombres y Mujeres de Durango" del historiador Manuel Lozoya Cigarroa; "Anuario Cívico Du­rangueño" del escritor Víctor Samuel Palencia Alonso; "Calendario Duranguense" de Louis Sergio Soto Jimé­nez, Olga Arias y Gerardo Llarrasa Cangas; también su biografía se ha publicado en diferentes revistas co­mo en "Ciencia y Arte", órgano de difusión de la Universidad Juárez del Estado de Durango.
    Director fundador de la Casa de la Cultura de Durango, titular de la Dirección de Asuntos Culturales de la Secretaría de Educación del Estado de Durango. Director fundador del Instituto de Cultura de Durango (ICED) y Coordinador del Fondo Regional del Noroeste del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Recibió varias preseas y diplomas de labor social que realizó y por el impulso permanente a la cultu­ra en general.
   Muere el martes 31 de agosto de 2004, siendo director del ICED y autor de la columna "Durango: Ayer y Hoy" en el periódico El Sol de Durango. Catedrático de la Facul­tad de Derecho de la Universidad Na­cional Autónoma de México (UNAM), de la Facultad de Derecho de la Uni­versidad Autónoma de Tlaxcala, de la Facultad de Derecho de la Universi­dad Juárez del Estado de Durango (UJED), de la Escuela de Matemáti­cas de la UJED, de la Universidad José Vasconcelos en las carreras profe­sionales de Psicología y Ciencias y Técnicas de la Comunicación.
   Le sobreviven sus hijas Gabriela, Mónica y Martha Palencia Núñez, y sus hijos Mauricio y Fabián Palencia Estrada; sus hermanos Horacio, Oralia, César, Víctor y Gerardo Palencia Alonso.
   El ICED le rendirá homenaje.





[1] A su muerte, el gobierno de Luis Ángel  Guerrero Mier y José Aispuro Torres, Presidente Municipal, levantaron un recinto cultural con su nombre: la Biblioteca Pública Municipal Héctor Palencia Alonso Razón social Gobierno Municipal. Actividad económica 519122 - Bibliotecas Y Archivos Del Sector Público. Estrato Personal  de 0 a  5 Personas Número de Teléfono 6188358830. Biblioteca Pública Municipal Héctor Palencia Alonso. Gobierno Municipal. Ubicación: Av. de los Cipreses s/n Centro Comunitario El Ciprés CP 34217, Durango, Durango Tels.: (618) 835 88 30.  Servicios: Sala general Sala de consulta Sala infantil Horario de servicios: lunes a viernes de 9 a 20 horas. Hay que agregar que a finales de 2006, nació la revista "Durangueñeidad", manejada por José de la O Olguín; Esbardo Carreño y Javier Guerrero Romero, editada hasta el día de hoy, junto con 30 magazines más, por el grupo de la industria editorial Herrera de Piedra.







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