lunes, 22 de marzo de 2021

Pedro Nuñez Lopez Un día en la historia de Durango. LAS HACIENDAS, ORIGENES

Un día en la historia de Durango.
LAS HACIENDAS, ORIGENES
Las continuas expediciones organizadas por el gobierno de la Nueva España, establecido a la caída del imperio azteca, tenían como objeto explorar, conocer y ampliar el territorio y básicamente descubrir yacimientos minerales, especialmente los de oro y de plata, poniéndolos en explotación una vez descubiertos, como sucedió con los de Avino y de Arzate, en el actual municipio de Pánuco de Coronado. Y aunque la población aborigen disminuía por las continuas luchas y persecuciones por parte de los conquistadores, la población de mestizos, criollos y mulatos aumentaba y no era posible seguir buscando solamente oro y plata, sino que era necesario producir alimentos y así con el tiempo, fue necesaria la explotación de las tierras descubiertas para dedicarlas a la agricultura, a la ganadería o a ambas. El gobierno colonial comenzó entonces a otorgar concesiones para la explotación de tierras, siendo así como nacieron las grandes extensiones propiedad de una sola familia, conocidas como haciendas.
A este respecto el historiador Efrén Núñez Mata, en su interesante obra "México en la Historia", dice: "El derecho de propiedad europea fue distinto en la Nueva España. Subsistieron algunas formas indígenas de la propiedad, como tierras comunales, pero los conquistadores españoles introdujeron modalidades" Los nuevos pueblos debían poseer, para su servicio, tierras, agua, entradas Y salidas, lugares en que pudieran pastar los ganados y conservaban su independencia con respecto a otros pueblos vecinos. (Ley cuatro, título 1 Libro II de la recopilación de las Indias, Corona Española). "La Corona española concedió a indios y españoles mercedes de tierras laborables por cédulas del 28 de abril de 1526. Los soberanos concedieron a Don Martín y a Don Rodrigo la Primera Real Merced en la Nueva España. La merced fue la forma o el documento mediante el cual, la ley otorga la propiedad de un pedazo de tierra. Esta propiedad individual, pudo, sin embargo, agrandarse por nuevas mercedes, por compra, por cesión o por despojo a los indios. Fue el verdadero antecedente de la hacienda mexicana. El dueño de la hacienda retenía por deudas o por otros medios a los gañanes, cuyos descendientes continuaban pegados a la propiedad". "La merced de tierras dio lugar a latifundios. Se acrecentó esté por herencias, compras o despojos. De hecho, la propiedad indígena fue destruida por los españoles y se formaron los grandes mayorazgos". Entre éstos, en esta región, se mencionan los de los Condes de San Pedro del Álamo, propietarios de la hacienda de Santa Catalina del Álamo y anexas, con superficie de 42,000-00 has. la cual comprendía los actuales municipios de Peñón Blanco, Guadalupe Victoria, parte de Cuencamé y Nazas, así como el Mayorazgo de los Marqueses del Jaral de Berrio, que comprendían la
 otra parte del actual municipio de Cuencamé y otra parte de Guadalupe Victoria, con el nombre de la hacienda de Juan Pérez, en el primero de los municipios y de San Pedro Tapona en el segundo, comparte también en los actuales municipios de Panuco y San Juan del Río, con superficie de 288,000-00 has. Grandes latifundios fueron también la Hacienda del Ojo, que fue propiedad de la Sra. Concepción Viuda de Blanco, quien luego casó con Don Julio Cúrvelo, propietario de la hacienda del Saucillo, que se fusionó con aquella, dando una superficie total de 119,600-00 has. La hacienda de la Purísima, al sur de la hacienda de Juan Pérez, con superficie de 64,300-00 has. la hacienda de la Estanzuela, al sur de la anterior, también dentro del actual municipio de Cuencamé, con superficie de 33,400-00 has., y las de Santa Bárbara y de San Gerónimo, dentro del actual municipio de Guadalupe Victoria.

Fuente; Monografía de Guadalupe Victoria, imagen de la iglesia de San Pedro de Tapona, los últimos restos de la hacienda, imagen tomada por Pedro Núñez López.




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