martes, 23 de marzo de 2021

Pedro Nuñez Lopez HACIENDAS DEL VALLE DE RAMOS DURANGO SAN JOSE DE RAMOS


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Un día en la Historia de Durango
HACIENDAS DEL VALLE DE RAMOS DURANGO
SAN JOSE DE RAMOS


Los primeros españoles que llegaron al valle de Ramos fueron los de la expedición de Francisco de Ibarra que arribaron al lugar un Domingo de Ramos por lo que en adelante tomó ese nombre. Algunas de las primeras mercedes que se concedieron en el valle de Ramos fueron para Juan de Ontiveros, en 1599, en el calichal que está al sur de Indé. Así mismo su hermano Cristóbal recibió, en 1598, las tierras de Mojitome. Otras mercedes en la boca del río Ramos y en el arroyo de San Julián fueron otorgadas a Ana Monje en 15 80, a María Monje, en 1594, ya, María Benítez ya su hermano Juan Muñoz en 1598. Estos últimos eran vecinos del valle de Santiago Papasquiaro.
El valle de Ramos sirvió durante los trescientos años siguientes de refugio para los diversos pueblos indígenas que pelearon contra los españoles, por lo que su historia es de un continuo estado de guerra. Con la rebelión de 1616 estas tierras quedaron despobladas. Fue apenas el 24 de abril de 1634 cuando Cristóbal de Ontiveros, homónimo e hijo del anterior, pidió otra vez merced de los terrenos para ganado situados entre la sierra de Coneto y Boca de San Julián, llamados Paraje de Mojitome, que estaban yermos y despoblados desde hacía diecisiete años.
En 1645, los salineros, encabezados por Nicolás Baliari, antiguo sirviente de Ramos, volvieron a atacar el asentamiento español que pertenecía a María Sáenz de Chávez, viuda de Cristóbal de Ontiveros. En agosto de 1670 la estancia quedó en manos del bachiller Juan de Levario Jáuregui, cura de Indé, que trató de repoblarla sin éxito, ya que durante la gran rebelión de los pueblos de Nuevo México en 1680, que tuvo eco en la Nueva Vizcaya, los indígenas destruyeron la Labor del Ojo de Ramos, como se le denominaba entonces. Posteriormente, los treinta y cuatro sitios de ganado mayor y menor y veintiséis caballerías de tierra que conformaban Ramos fueron vendidos en 1710 por el bachiller Juan de Azuaga Levario a Antonio de la Campa y Cos, minero de Sombrerete, quien ya era propietario de extensas tierras en Poanas y Cuencamé.
Durante esos años el gobierno español pudo controlar a los indígenas, por lo que en el asentamiento renació la esperanza. Pasó después a José García de Arriba, yerno de ¨De la Campa¨, quien le puso a la hacienda el nombre de San José de Ramos, en honor de su santo patrón. En 1738, García confirmó los 370 sitios de ganado mayor con que contaba la hacienda de Ramos y sus estancias de San Francisco del Río, San Antonio de Mojitome y Nuestra Señora de las Caldas de la Casita, así como la hacienda de Santa Bárbara de Buenavista, situada en el mismo valle. José Andrés de Velasco y Restan, minero de Mapimí, en compañía de Marcelina de Bustamante e Iturmendi, dueña de la hacienda de Guadalupe de la Peña, ahora en Coahuila, lograron reunir a partir de 1751 uno de los más formidables latifundios de la Nueva Vizcaya. Para poder aviarlos, contrajeron un crédito por 69,000 pesos con José de Lanzagorta, vecino de la ciudad de México.
Con motivo de los ataques que sufrieron las haciendas, durante la segunda mitad del siglo XVIIl, Velasco no pudo cumplir con los compromisos adquiridos y, a su muerte, sus bienes fueron concursados. Como tenedores del concurso estuvieron Juan Navarro y Olea y Juan José Zambrano y, en 1836, el concurso fue adquirido por Juan Nepomuceno Flores quien lo saneó. Flores, que tenía el grado de coronel, defendió la hacienda contra los comanches, que fueron los enemigos en turno durante el siglo XIX. A su muerte, en 1886, fue adjudicada a su hijo Juan Francisco, quien fue su propietario hasta el 18 de noviembre de 1906, día en que murió.
Debido al fallecimiento de Flores, la hacienda fue dividida en dos partes: San Francisco de Asís, en Indé, con 171,400 hectáreas, que quedó en propiedad de su hermana Angela Flores de Flores y Ramos, con 210,000 hectáreas que Juan Francisco heredó a la mitra zacatecana por medio de los canónigos Jesús Alba Lara, Rafael López de Lara y Refugio Delgado. Como este traspaso violaba las Leyes de Reforma, el gobierno intervino adjudicándosela propiedad.
CASA Y CAPILLA
La casa, que presenta la imagen de un sólido fuerte, se encuentra actualmente muy deteriorada. La inscripción sobre la entrada da cuenta de su construcción y de su origen: "Dios de bondad protégenos edificada esta casa en 1846 por disposición del señor Juan Nepomuceno Flores". Tiene un gran portal entre solado con diecisiete arcos que descansan en unas sobrias pilastras cuadradas.
La capilla es muy sencilla y ha sido muy renovada; se encuentra en la parte de atrás de la casa. Llama la atención una puerta con jambas onduladas y una granada sobre el dintel que data del siglo XVIII, y que se encuentra sobre el cuerpo del templo.


Fuentes; Las Haciendas de Durango, Gobierno del Estado de Durango, Miguel Vallebueno Garcinava, pág. 113-114. Imagen obtenida del mismo libro. 







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