miércoles, 30 de octubre de 2013

Testimonios e Hipótesis sobre el Tapiz del Unicornio ENTREVISTA A ROSALÍO SALAS CENICEROS POR ALBERTO ESPINOSA OROZCO

Testimonios e Hipótesis sobre el Tapiz del Unicornio

ENTREVISTA A ROSALÍO SALAS CENICEROS 
POR ALBERTO ESPINOSA OROZCO




Alberto Espinosa: Quisiera empezar con una pregunta, Maestro: en primer lugar quisiera preguntarle: ¿cómo llegó el gran Tapiz del Unicornio a la Casa Grande de Ferrería?

Rosalío Salas: Bueno, ese tapiz llega a la casa grande de Ferrería como parte del equipamiento, pues, que estuvimos haciendo de ese inmueble con obras antiguas. Ese tapiz se compró en Guadalajara, en "La Casa Antigua de México". Por el arquitecto John Mix, que era el decorador de interiores del señor Anderson, propietario de la hacienda. Frecuentemente íbamos a Guadalajara a conseguir objetos de arte, pinturas, muebles antiguos etc. Entonces ese tapiz lo trajimos de Guadalajara, lo desenrollamos, venía enrollado, empacado como si fuera un fardo de algodón. Lo desempacamos, vimos que tenía algunas cosas ajadas ya por el tiempo, por el uso, inclusive la carita del perro, la nariz del perro estaba rota y algunos otros fragmentos, mi esposa Alba del Campo restauró o le dio una restaurada a ese tapiz. Posteriormente lo colgamos en la recamara maestra, que es donde dormía don Roberto Anderson cuando hacía sus visitas a Durango. Sin embargo, pasa el tiempo y ese tapiz pasa, o mejor dicho se desmantela en Ferrería. Toda la obra de arte de Ferrería se desmanteló. Una parte se lo llevaron a la Casa de Gobierno, otra parte se la llevaron al ICED y otra parte está embodegada para hacer el Museo Ceniceros. Bien, el maestro Javier Guerrero, que es un excelente historiador, hace una investigación sobre el tapiz de Ferrería, el tapiz del unicornio. Entonces él dice que hay tres hipótesis: uno, lo que dice Dimas Flores, velador que hasta la fecha sigue en Ferrería, que yo contraté en ese tiempo. No fue el primer velador, fue el segundo, el primero fue Manuel Flores, hermano de él y Dimas se quedó,; hasta la fecha sigue trabajando ahí. El dice que en un avión que llegó de Estados Unidos, de Chicago, no se de donde, que habían muchas cosas y que las bajaron y que ahí venía el Tapiz conocido como "El unicornio", cosa que es falso. Posteriormente yo no sé quién sacó la hipótesis de que era un botín de guerra que Gerard Mertins, el último dueño de Perrería quien lo había traído de Alemania, porque había sido militar nazi Gerard Mertins, según tengo entendido. Cosa falsa, porque cuando Roberto Anderson vende a Gerard Mertins el inmueble el tapiz de Perrería ya tenía ahí dos o tres años. Así que eso es mentira. Entonces la verdad es esta, y yo no soy hipótesis, yo estoy vivo de carne y hueso, mis hermanos, mi mujer, toda la gente que trabajó conmigo. Ese tapiz lo compramos nosotros, el arquitecto John Mix decorador de interiores del señor Roberto Anderson, restaurado en parte por mi esposa Alba del Campo.

A. E.: ¿Maestro tengo entendido que en 1989 fue expropiada la hacienda de Ferrería a Gerard Mertins, tanto sus bienes muebles como inmuebles. En un interesante ensayo el historiador Javier Guerrero Romero señala que la casa grande de la ex-hacienda de Ferrería fue remodelada cuando la dirección del gobierno de Durango estuvo representada por José Ramírez Camero, trasladándose los muebles a la Casa de Gobierno, conservándose en Ferrería el gran Tapiz del Unicornio, por no considerarse importante, según dice su ensayo, quién se ocupó de tal restauración.
Rosalío Salas: Eso que dice el maestro Javier Guerrero tiene una milésima parte de la verdad, porque cuando Ramírez Camero estuvo de gobernador se restauró sólo una parte, la que está entrando a la derecha, una sala, unas recámaras, donde dormía Mertins cuando venía a Durango y restauraron cosas que no se necesitaban restaurar. Por ejemplo, las escalinatas, que eran escalinatas naturales, las quitaron para poner otras escalinatas de menor calidad, y sobre todo, sin respetar el estilo arquitectónico. Quitaron las comizas de arriba, del techo de la Ferrería también sin haber necesidad. Fueron puros adornos lo que hizo la administración de Ramírez Gamero, quizás mal aconsejado. Pusieron una balaustrada muy bonita, pusieron un jardín enfrente de la hacienda, cosa que no existía, es apócrifo todo eso. Entonces eso no es restauración, son adornos y pegotes que le pusieron a la hacienda. La restauración consiste en respetar absolutamente todos los detalles arquitectónicos. Ellos ni siquiera saben qué es una restauración.
   Nosotros hicimos tres fosas sépticas que ni siquiera saben donde están. Pusimos toda la gran instalación eléctrica, toda la gran instalación hidráulica, todo el techado de todos los cuartos que estaban en mal estado. Yo mandé cortar vigas ahí con unos amigos míos ejidatarios, vigas que tienen cien pies de madera cada viga; las pusimos a secar por semanas, meses, las llenamos de aceite de oliva, les hicimos su marca y las pusimos, y entonces empezamos la instalación. Toda la infraestructura que no se ve, que es la restauración de la Ferreria nosotros la hicimos. Lo que hizo la administración de Gamero, lo repito, fue obra nada más de relumbrón para hacer obra, para invertir dinero, para ganar dinero, etcétera. Posteriormente cometieron la tontería de ponerle arriba a Ferrería asfalto, cosa que es un atentado contra un inmueble de esa antigüedad.
El asfalto tiene la característica que dura unas temporadas nada más. Tiene la característica de que, como es negro, absorbe gran cantidad de energía solar. Entonces, al paso del tiempo, ese calor y la humedad que se alcanza a filtrar, empieza otra vez con los mismos problemas: a descabezar las vigas nuevas que se pusieron. Lo mismo sucedió aquí, con el edificio central de la Universidad. Aquí tenemos el problema de que le pusieron asfalto arriba con las consecuencias que ahora ya son visibles. Pero a Ferrería le pusieron creo que también una membrana de repuesto; que no es mas que una porquería para ganar dinero y no dura más que unas temporadas del año. Eso debería estar prohibido hacer en edificios de una antigüedad de doscientos años por ejemplo. Entonces, si usted va a Ferrería, va usted a ver que todos los cuartos tienen humedad y tienen un calor excesivo, debido a la cantidad de energía solar que absorbe ese techo que le pusieron de asfalto.

A. E.: ¿Usted trabajó algunos años antes de esa administración, verdad?
Rosalío Salas: Yo trabajé dieciocho meses ahí para dejar a Ferrería en forma, con excepción de lo que le digo: las obras de ornato falso que están ahí, eso nosotros no le metimos mano.





A. E.: ¿En que años trabajó usted en la Hacienda de Ferrería?
Rosalío Salas: Más o menos en 1975, no tengo la fecha exacta. Por ahí así.


A. E.: Maestro, otra pregunta quiero hacerle. De acuerdo con Guerrero Romero en enero de 1998, estando en la dirección del gobierno Maximiliano Silerio, la exhacienda fue transferida a la Secretaría de Educación Cultura y Deporte, con todo y bienes muebles. A partir de tal acuerdo, el tapiz y otras piezas ubicadas en la ex-hacienda se integraron para conformar la ¿Pinacoteca del gestado, la cual se instaló en unos de los edificios del Centro Cultural Durango (hoy ICED), habiéndose al público el 17 de agosto de 1998. A principios de enero de 1999 el maestro Héctor Palencia Alonso traslado los bienes muebles del Sector Cultura al naciente Instituto de Cultura, iniciando las gestiones para la restauración del tapiz. ¿Nos quisiera contar algo respeto de esta historia?
Rosalío Salas: Con mucho gusto. Por principio de cuentas, cuando Robert Anderson vende Ferrería a Gerard Mertins vende exclusivamente el edificio, el inmueble, y le dijo: "Todo lo que está adentro voy a mandar a recogerlo". O sea que: pinturas, muebles antiguos, el tapiz, todo lo que había adentro es propiedad de Robert Anderson, hasta ahorita. Es propiedad de Robert Anderson.

A. E.: ¿No se expropió?
Rosalío Salas: Se expropió el inmueble. Lo expropiaron con todo y todo. Déjeme decirle porqué. Porqué cuando el inmueble estaba en poder de Gerard Mertins vino el arquitecto Jonh Mix a recuperar todas las obras de arte y ponerlas en bodega, o no se que planes tenía Roberto. Cuando Jonh Mix vino a Durango a hablar con Mertins, que estaba en Ferrería, Mertins lo recibió en forma altanera y grosera, y le dijo que se largara de ahí, que todo lo que estaba ahí era de él, y que no volviera a Ferrería. Es decir, que faltó a su palabra Gerard Mertins. Entonces se quedó todo ahí en suspenso. Jonh Mix le habla a Roberto Anderson y le dice a Roberto: "Así me recibió Mertins". Que le dijo: "No te preocupes, déjalo ahí, ahorita”. Esa es la historia, yo soy testigo presencial.

A. E.: Bien maestro. Una otra pregunta: ¿cómo llegó el tapiz a la casa grande de Ferrería? Al parecer hay varios, no digamos hipótesis, sino testimonios respeto a su adquisición que pueden llevar a confusión. Uno de usted, otro de un velador y otro. pero esta sí es hipótesis, del propio Guerrero Romero. De acuerdo a Guerrero Romero un primer testimonio, el de usted, cuenta que en los setentas el norteamericano Robert O. Anderson adquirió la casa grande de Perrería, el cual lo contrató a usted, maestro Resalió, para que administraran la propiedad, la restaurara y la amueblara, adquiriendo diversas piezas en Durango, Michoacán y Jalisco, siendo el tapiz adquirido en Tlaquepaque.¿Qué piezas notables adquirió usted en aquellos años y donde adquirió específicamente el tapiz?
Rosalío Salas: El tapiz de Ferrería, el tapiz del unicornio, se lo repito, se compró en "La Casa Antigua de México". Lo compramos el Arquitecto John Mix y lo trajimos a Durango, en mi casa mi mujer lo extendió, lo vio y le hizo unas pequeñas restauraciones. Todo lo demás son mentiras, todo es falso. Y es mi palabra contra la de ellos ¿verdad?

A. E.: Claro.
Rosalío Salas: Yo hice ese diseño. Entre mi esposa y yo hicimos ese diseño de Ferrería. Y no me contrató Roberto Anderson. El vino a visitarme por casualidad con un amigo mío pintor famoso, Peter Heart, ya fallecido. Estaban en Chihuahua, en Parral Chihuahua, y se vinieron a Durango nada más a pasear y fueron a mi casa a visitarme. Ahí conocí yo a Roberto Anderson. Me pidió que lo llevara a la hacienda de Tapias, que eran la que tenían en mente, que estaba totalmente destruida ya para entonces. La familia dueña de esa casa la dejaron indolentemente perder, esa joya que tenían ahí. Le dije yo: "Vente, te voy a llevar a visitar otra hacienda". Esta hacienda de Ferrería era de Pepe Saracho y Pepe Saracho casualmente me había dicho: "Si hay alguna persona interesada avísame, yo la vendo". Entonces Roberto Anderson y yo fuimos a cenar, tomamos unas copas y me dijo: "Oye Chalio vamonos a restaurar Ferrería". Le dije: "¡Como no!". Le dije: "Mi amigo Pepe Saracho la vende, es cosa de hacer arreglos y todo eso", verdad?. Dijo: "Perfecto, vamos a estar en contacto, nada más con una condición: de que tú dirijas la obra". Esas son las palabras de él. Roberto Anderson sabía de mí a través de Peter Heart, que era gran amigo mío, pintor increíble de Estados Unidos, y él le dijo quien era yo.
   Pedro, Pedrito le decíamos, era un individuo, un pintor sumamente famoso, hablaba el español exactamente igual que nosotros, sin ningún problema, y era muy amigo de Roberto y había sido su maestro, porque también Roberto pintaba. Entonces en la noche, con las copas que tomamos me dijo: "Nada más que quiero que tú dirijas la obra". Y empezamos a trabajar. Fui a hablar con Pepe Saracho, trabajamos algunos meses. Que quería que no quería. finalmente le saque una carta de compromiso de venta, le entregué algo de dinero, y se hizo la transacción. Y yo fui su representante legal, de Roberto Anderson. Así fue como trabajamos. Hasta que terminé toda la primera fase, que fue lo más difícil, en verdad lo mas largo: techar cuartos. Sobre todo, hacer las cosas bien, no con el objeto del relumbrón momentáneo: cambiar pisos sin tener para qué, cambiar con ellos sin haber para qué. Quitaron esos hermosos escalones que tienen una nariz para más fácil acceso, los metieron de otra calidad inferior, sin esa nariz, que es lo le da belleza a una escalinata. Hicieron la balaustrada, muy bonita balaustrada, hicieron un jardín enfrente, muy bonito, totalmente fuera de lugar y otras tonterías que hicieron adentro. Los pisos de terracota los pintaron con un rojo asqueroso: la terracota no se pinta. Es como pintar la cantera: la cantera no se pinta.

A. E.: Para modernizar...
Rosalío Salas: Si, si, si, según ellos para modernizar. Entonces todas esas tonterías, todas esas tonterías iniciaron las administraciones.
A. E.: Sin criterio histórico ¿verdad?
Rosalío Salas: Si. Yo no puse placa que yo había restaurado Ferrería. Ahí está una placa de Ramírez Gamero. Apócrifa, por cierto. No es verdad eso. Allí esta otra después de que Silerio piso el museo, el museo Ceniceros. Que también es a juicio de todo el mundo un desacato. Porque desmantelaron una cosa que dejamos preciosa que todo el mundo iba por ver eso.
Inclusive, en el libro de registro hay críticas muy feas y obscenas por los pobladores de Nicolás Ferrería. La gente de Ferrería todavía me pregunta, ¿por qué permitió usted esto? Y la expropiación se hizo en una forma, pues, yo creo que arbitraria y con muchos defectos. Todavía dos días antes de que se declarara ya expropiada, todavía estaban los descendientes de Mertins comunicándose. Claro que a mí, en lo particular, me da gusto que hayan expropiado.
John Mertins era un hombre con historia, su actividad dependía del tráfico de armas. Pero esa es otra bronca. Es más, Manuel Buendía, en su "Red Privada", dijo que Jonh Mertins tenía un depósito de armas aquí en Durango, cosa que era cierto y se creía que Jonh Mertins tenía algo que ver con la muerte de Manuel Buendía. No fue así, es nomás hacer hipótesis, no fue así. Pero estuvieron haciendo la reclamación, inclusive el gobierno alemán al gobierno mexicano, de Salinas, la reclamación por el asunto de la hacienda.

A. E.: Maestro, volviendo al tapiz: ¿recuerda usted, yo sé que fue hace muchos años, en el 75 quizás, cuánto le costó el tapiz y qué noticias obtuvo en la compra de su procedencia?
Rosalío Salas: Ninguna. Fue hace veinticinco o treinta años más o menos. Ninguna. En  "La Antigua de México", fui a comprar muebles, pinturas, ahí compramos también el cuadro "El ánima más sola", que está enfrente del tapiz ahora en la Pinacoteca del ICED. Ese lienzo lo rescato mi hermano Manuel Ahorita le digo la historia.

A. E.: Con gusto.
Rosalío Salas: Nosotros, cuando compramos ahí ni factura siquiera, ni siquiera factura se le entregó al arquitecto Mix, simplemente nada, sacó la tarjeta de crédito y tenía manos libres de Roberto Anderson para hacer lo que el quisiera con respecto a lo que se completara para mandar a Ferrería. Entonces, no recuerdo con exactitud, pero fueron cinco mil, diez mil dólares, no recuerdo, no recuerdo, no le quiero mentir. Porque esa casa era cara. Déjeme platicarle: "El ánima más sola" venía en un rollo largo, enrollado todo aquello. Muchas cosas llegaron por camión, como es la gran mesa que está en el comedor, que es de mezquite, que entre veinte gentes apenas pudieron meter. El cuadro de ánimas lo extendimos pues venía en muy malas condiciones.   Entonces el arquitecto  Mix  trajo a dos restauradores de Chicago, dos o tres, no lo recuerdo, me parece que eran dos muchachas y un muchacho. Entonces en Ferrería estuvieron dos días y estuvieron haciendo puras tonterías con el lienzo aquel. De ver ese desacato que estaban haciendo, no sabían, dijo Manuel:  "Están haciendo puras tonterías, esto no es así, esto no sirve, entonces le dije a Johny: "John, esta mal". Entonces Manuel, Johny yo opinamos que eso no debía continuar. A los días los despachó. Entonces mi hermano Manuel, que ya era graduado de la Escuela de Pintura y Escultura, él, con los conocimientos que recibió del maestro Montoya de la Cruz, sabía toda la cosa de restauración, él réentelo toda esa tela, mandamos hacer un marco de madera macizo y luego lo restauró él. Ahí está todavía.  Los pegamentos que se usaron son los tradicionales que se usan, de los siglos XIV y XV hasta la fecha, sin alterar con productos químicos de nada, pura cosa natural: brea, cera, aguarrás y no se que otras cosas.

A. E.: Son trabajos que los conocedores, por supuesto .tienen que hacer, pues tienen autoridad para hacerlo. Otra pregunta maestro: hay un testimonio más como ya me comentaba usted, que contradice su versión de los hechos: la de Dimas Flores, un velador de la hacienda, quien según el mismo Guerrero Romero el tapiz fue llevado a Ferrería, sin recordar bien a bien si por el señor Anderson o el señor Mertins, procedente de Nueva York, junto con otros muebles. ¿Qué sabe usted de ese testimonio?
Rosalío Salas: En Nueva York no se compró absolutamente. Ese no es testimonio. Es mi palabra contra la del velador que yo dejé ahí. Eso es mentira, absolutamente mentira. Lo que trajimos de Chicago fue unos hermosos candiles, unas arañas que teníamos en el comedor, que las sacaron y las metieron en la Casa de Gobierno cuando menos uno está en la Biblioteca con un brazo quebrado. Nosotro batallamos para restaurar esos candiles, que son muy viejos. Han
andado de un lado para otro. En la Casa de Gobierno lucieron, por ahí donde están ahora no lucen, la arquitectura no es para eso, no. Entonces, todo eso evidentemente vino del Scheralton, del hotel Sheralton de Chicago, que acababan de demoler. De ahí compró John Mix muchas de esas cosas, que venían en cajas, y evidentemente, en uno de los aviones de Roberto Anderson, en un avión grande que vino una vez, se trajo todo eso, junto con algunos muebles inclusive de baño que pertenece a las mujeres, entrando por la puerta principal en el rincón izquierdo.Entonces me da mucha pena que el maestro Guerrero ande buscando testimonio de un velador, que es una gente humilde, de rancho, sin muchas luces y que están inventando que se compraron cosas en Nueva York. No hubo nada de Nueva York. De Chicago se trajo exclusivamente eso. Porque
Johny era muy curioso con las cosas que compraba y pensó que se vería bonito ahí. Todo lo demás se compró en México, porque esta es una hacienda mexicana que había que adornarla con elementos mexicanos.
    Ahora le voy a decir otra cosa. Este es hecho histórico. Fíjese. Cuando éramos novios mi mujer y yo, verdad, y tenía veintitantos años y ella debe haber tenido dieciocho, no sé, rentando bicicletas enfrente del Jardín Baca Ortiz. Ahí había una agencia de bicicletas, las rentaban a cinco, tres pesos la hora, no se cuanto, y los domingos en la mañana rentábamos bicicletas y desde ahí nos íbamos hasta Perrería, en puro camino de tierra, llegábamos negros de tierra. Llegábamos ahí, pedíamos permiso para entrar a la hacienda, que estaba totalmente en ruinas. Nos dejaban entrar, veíamos ahí. Y como ella ya tenía la inquietud del teatro dice: "Mira aquí vamos a hacer obras de teatro, aquí vamos a presentar conciertos, aquí vamos a presentar exposiciones, aquí vamos a hacer esto, y tú vas a tocar aquí y yo voy a poner una obra de teatro y así, así soñábamos y así seguimos soñando. Llegó un momento en que todas las piezas del rompecabezas se juntaron e hicimos exactamente todo lo que soñamos de novios que íbamos a hacer.

A. E.: ¡Qué gran historia, Rosalío! ¡Qué gran anécdota!  ¡Magnífico!
Rosalío Salas: Y le voy a decir las personalidades que tuvimos ahí: tuvimos exposiciones de Sofía Basi, tuvimos un concierto de Atahualpa Uapanqui, conciertos de la Orquesta de Cámara de aquí de nosotros, nosotros como solistas, tuvimos obras de teatro. Ahí sesionábamos la Casa de la Cultura de Durango, A. C. que es la primera antes de la actual, antes de que se hiciera ya oficial del gobierno. Nosotros fundamos la Casa de la Cultura de Durango, A.C.

A. E.: ¿Siendo de Anderson la Hacienda de Ferrería.?


Rosalío Salas: Si, ya siendo de Anderson. Si, ya. Estábamos en restauración. Tomamos uno o dos cuartos más o menos de uso, sin luz eléctrica, llevamos apartos . Entonces todo esto, todo lo que hicimos. Ahí nos visitaron gobernadores, ahí hicimos festivales de teatro, conciertos de música barroca con elementos que venían de México, allí hicimos con frecuencia. El secretario de la Casa de la Cultura era el general Luciano Peralta. Un individuo muy interesante, muy intelectual, charro, general de la Revolución Mexicana, que había nacido en la Ferrería. Porque el era Luciano Peralta Flores, emparentado con los dueños de la Ferrería: Eumencio Luciano y le daba mucho gusto que anduviéramos ahí. Y él era el secretario de actas Casa de la Cultura. Toda esa historia no es de ahorita, no es de hace tres, cuatro, cinco años. De soñarla, pues, de soñarla pues digo. No éramos adolescentes, éramos unos jóvenes Alba y yo y de aquí nos íbamos en bicicleta hasta allá, y ella me decía todo lo que íbamos a hacer. Todo lo que ella me dijo, lo que íbamos a hacer, y soñar y que pensamos.




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