miércoles, 16 de mayo de 2018

Segunda Parte Ricardo Moreno Juárez: Recuerdos de “El Pajarito” Entrevista Por Alberto Espinosa Orozco


Ricardo Moreno Juárez: Recuerdos de “El Pajarito”

Entrevista Por Alberto Espinosa Orozco

(Segunda Parte)




I

Mi abuela conoció al Fidel y al “Che” Guevara, porque el trabajo de mi abuela estaba en Mesones y ahí tenían un departamento Don Fidel, antes de derrocar al Fulgencio Batista. Mi abuela trabajó en Mesones, ahí estaba la compañía. Se llamaba “La Paloma”, Compañía de Metales. Ahí estaba el negocio ese, donde vendían puros metales, se llamaba “La Paloma”, en Mesones, y mi abuela era la gerente general de esa compañía. Y ahí, en esa calle, mi abuela dice que ahí conoció ella a “El Che” Guevara y a esté Fidel Castro, porque ellos tenían un departamento ahí, en el edificio, junto, ahí, donde estaba “La Paloma”. Que ahí era donde se juntaban para planear lo que hicieron, ¿verdad? Ahí se metía toda la bola de cuates de aquella época. Eso fue lo que mi abuela me contó. 














Otra cosa que le voy a contar, ahí le va. Mi tío fue el Lic. Don Jaime Torres Bodet. Él se casó con mi tía Josefina .[1] El que fue Secretario de Educación. Mi tía fue hermana de mi abuelo materno, Alberto Juárez Montañés, el Cónsul. Mis tíos vivían en Las Lomas. Y mi mamá me contaba que venía el chofer para llevarlas a comer con los tíos. Ahí había un departamento de mi tía, que esta intestado, en Campos Elíseos, en Reforma, al lado del Hotel Presidente, aquí, en el D.F.







También fue mi tía Rosario Gálvez, sobrina de mi abuela, ella se casó con Luis Aguilar. Vivian en El Pedregal. Si, “El Gallo Giro”.También le gustaba el trago. Una vez destrozo un Mustang nuevecito adentro de su casa. Contra la pared. Lo echaba para delante y para atrás.  Mi madre me contaba que hace poco murió mi tía en Cuernavaca, en un asilo. Ella escribió un libro donde cuenta toda su vida, mi tía. [2]





Yo conocí al hijo de Pedro Infante con Torrentera. Vivía en la Del Valle, en Patricio Sáenz. Y una vez que fuimos a Mazatlán en tren, mi abuela platico con Lupita Torrentera y su hijo. Yo tenía como 8 años, y ahí en el hotel de Cima nos encontramos a un actor, luego le digo. Dejaron a un tal Jorge, pero a él lo adoptaron, como de 5 años. No hubo hijos

Y fíjese mis nietos son americanos, de Nueva York. Tengo tres. Ahorita mi esposa está en New York con ellos, y mi hija y mi yerno. El nació en New York, es gringo-mexicano. Ellos tienen carrera y están bien. Son los que están en el internet.

II

            La Casa del Pedregal mi papá la compró ya hecha. La idea se la dio Lupe Sánchez. Él vivía en una vecindad de esas, con muchos hijos. A él le platicaba que se iba a comprar un caserón. La casa de El Pedregal se la compró a una artista, que luego estuvo en el Canal13, donde tuvo un programa.

En la casa hacía pachangas de una semana. Al cabo quedaban los colados, unos que no se querían ir. A uno de ellos, un viejo, le echaron por fin al Faraón, que era cría cruzada de lobo. Le rayó los brazos y se los mordió. Nomás decía aquel:” ¡Quíteme al león! ¡Quítenme al león!” Lo llevaron en el carro al hospital, para que lo parcharan, cosieran y vendaran.

Tenía ahí pericos australianos, como 150, ¿Cómo ve? Tenía una jaula con unos 150 pericos australianos. Tenía unos tigrillos también, que se le perdieron. Decía que la Pancha, una changa, era más inteligente que la mona de Tarzán. Porque le jugaba bromas a las muchachas en la calle.

A los 23 años estaba en su plenitud, cuando luchaba por las grandes bolsas. Le decía a la prensa que quería que su hijo tomara otro camino, porque el box es muy sufrido, y que estudiara mucho. Su Nieto, que se llama como él, Ricardo Moreno Osorno, estuvo entrenando dos años en El Nuevo Jordán. Demostró ser su nieto y le hicieron un descuento del 50%. Pero no se dedicó a eso y ahora es licenciado.

Sus coches los compraba en el lote de General Prim. Ahí compró una vez un Cadillac nuevecito. Pero al salir a Cuernavaca le dio un golpe en la salpicadera y llamó a la agencia y dijo: “Tráeme otro carro igual”. “Lo que usted mande” le dijeron, y les dio además su buena propina.

Acuérdese que en aquel entonces no se acostumbraba que la gente fuera a depositar al banco. Pues si había bancos, pero la gente tenía su billete en la casa. Mi mamá me decía: “Tu padre tenía una oficina, tenía un escritorio, y tenía máquinas de escribir.” Ella dice que un día fue un señor, que fue y se las vendió, nomás porque mi papá le compró las máquinas, ¿no? Y mi papá le decía: “Ahí agarra del cajón.” Y dice mi mamá: “Tenía un cajón lleno de dinero, lleno, repleto de dinero.” Así se lo digo yo.  

Mi papá ganó a los 16 años Los Guantes de Oro, que patrocinaba la Cervecería Corona. A los 17 años ya era profesional. Siempre fue muy dedicado para entrenar, para dar el peso. Se envolvía en toallas, brincoteaba, escupía. Comía puros filetes, puro músculo, nada de grasa. A los 23 años era un chamaco con dinero, con mucho dinero, tenía cajones llenos de dinero, no tenía cuentas en el banco. Su declive vino en 1963, 64, aunque en 65 todavía tenía pegada.

Mi papá peleó con Oscar Suarez, un cubano. Lo tundió. También al Memo Diez, lo dejo loco. En el Toreo, hasta el full. Él ya murió, “El Tigrillo de Balmis” le decían. Ya murió. Yo pregunté, por qué voy seguido al Mercado Hidalgo. Creo que le dio un derrame. Como a mi papá. Pero pues quien sabe.











III

Tenía un tío que le decían “El Madrid”, y la tía Manuelita. Se metía para tranquilizar la bronca, porque mi papá llegaba alcoholizado a la casa.  Tenía un taller de coches en Balmis, colonia Portales, grande –porque le vendía carros a las aseguradoras.  Mi papá le dijo un día: “Ve y tráeme a mi hijo. Lo quiero ver.”  Y fue ahí cuando lo vi con la gringa.

Porque Rebeca y yo de plano nos fuimos de la casa, a Palenque, colonia Santa María la Redonda. Era un departamento grande, al lado del cine Apolo. Mi abuela lo rentó, ahí vivía con sus hermanos y mi bisabuelita. Ella tuvo mucho dinero, vendió una vecindad enorme, en la colonia Guerrero, que no era de ella. Le pagaron mucho dinero, el Ayuntamiento se la compró por 800 mil pesos de aquella época, pero se triunfó la lana en un viaje por Europa y los Estados Unidos. Así que de regreso tuvo que rentar.

No, po´s imagínese. En aquel entonces mi jefe ya se alocaba y agarraba y prendía los cigarros con billetes de a cien, y cerraba cabarets y pedía la cuenta: “¿Y cuánto es?” “No, po´s que son mil pesos” “Ahí te van dos mil, órale…!!!”  

Si, pues fue muy querido. Porque mi jefe era bien sencillo. No como otros que hay, que ya ve que se sienten la divina garza. No. Mi jefe era bien sencillote, y era bien pueblo pueblo.




IV

Y se dé más anécdotas de mi papá. También lo entrevistaba Don Paco Malgasto. Pero la mafia del box lo acabo. También un tal “Doctor” Alarcón. Lo emborrachaban y le sacaban el dinero. Ese “Doctor” tenía lote de autos  en la calle de Cuauhtémoc.  “El Doctor” Alarcón… ese vecino tenía como 13 hijos. Su esposa se llamaba Teté. Tenía también una casota en el Pedregal. El señor Penagos, un lavacoches muy amigo de mi papá, me contaba que Alarcón lo chingó mucho, ese cabrón.

Yo conocí al viejo. El viejo tenía un lote de carros. Primero tenía un lote de carros aquí, en Cuauhtémoc y Morena. Ahí se iba mi padre a empedarse con esos gueyes, y luego lo ponían todo pedo y luego le robaban su dinero. Pero mi papá no salía de ahí. Y después el viejo éste tuvo un lote en Universidad, ahí, donde estaban las aguas y los tacos de carnitas, ahí, por la Glorieta de la Riviera. Yo al viejo lo conocí y lo tenía bien ubicado al viejo. Sus hijos se le mataron, varios hijos, unas pinches ratas. Entones, ya con el tiempo, el viejo éste ya se murió, y los hijos también se han ido muriendo, cada uno de esos cabrones. Ya Dios les está cobrando la factura.

            Le digo, yo los viví, pues yo no crea que andaba tan perdido. Yo le andaba pisando los talones a mi jefe. A mi jefe le encantaba irse a bolearse los zapatos, ¿sabe a dónde? Ahí, afuera del Sanborns del cine Las Américas. Los sábados, después de las 5 o 6 de la tarde, ahí lo encontraba, con su Cadillac rojo, ahí, echándole estilo. Ahí, por el año de 65, 66, 67.    



El señor ese que me ha contado varias anécdotas de él, tiene un taller, un negocio de cambio de aceites, ahí, en La Condesa, sobre… ya ve que antes era Alfonso Reyes, que ahora es Juanacatlán… o más bien, ahora es Alfonso Reyes y antes era Juanacatlán… ahí… casi esquina con… después de la que sigue de…  de Hermosillo. Pero es el único tallercillo de aceites. El dueño ahí está siempre. Él quiso mucho a mi papá, él sabe mucho y fue admirador de él. 

Y después, pues ya sabe, le presentaron a una gringa. Le gustaban las gringas. Lo deslumbraban las gabachas. El día que yo fui a hablar con él, un día, ahí tenía su gringota, al lado. Y él todavía estaba muy bien, el todavía no estaba de capa caída, el andaba muy bien.

También conoció mucho y era muy amigo de un tal Luquini. Ese también tenía lotes de coches. Ese tal Luquini vivía aquí, en la Narvarte, allí en Luz Saviñón. Le digo porque conozco al portero de ese edificio. Es mecánico, y me platica cosas, de que me dice: “Tu padre venía aquí al edificio y era muy amigo de Luquini y hacía unos reventones.” Y dice: “Es más, tu jefe todavía era soltero. Tu jefe llegó a vivir ahí, en Matías Romero y Vertis, ahí rentaba un departamento. Antes de comprar se casa de El Pedregal.” 

Le digo, ese doctorcillo tuvo mucho que ver, también. Se metió mucho a la vida de mi jefe. Metiche. Ya sabe cómo es la gente, cómo es de mugre. Digo, desgraciadamente, yo no sé porque yo no estuve, no me tocó estar más grande en esa época, porque si no, habrían visto. Pero pues ni modo. Pobrecito de mi jefe. No tubo realmente un amigo que lo guiara, que lo protegiera, que le dijera: “Mira, esto está mal. Guarda tu lana, bla, bla, bla.” Pero no, pues desgraciadamente él hubiera no existe. Y por eso le fue como le fue.

En la calle de Yacatas hay ahí una peluquería. Los peluqueros todavía viven. Y ellos me cuentan ahí se iba a pelar mi papá, porque en esa calle vivieron varios hermanos de mi abuela Malena: mi tía Nene, mi tío Manuel, mi tía Rosi Camargo. Pues cuentan que los pelucas pagaban para ver pelear a mi papá, pero más tardaban en sentarse que ya se acabó la pelea. Una vez que peleó con un tal “Patitas Chuecas”.

Le digo, parte de esas cosas que le he contado también me las contaron los peluqueros, que tienen todavía el changarro ahí, en Yacatas y Morena. Todavía viven. Ellos también saben muchas cosas de mi padre. Porque mi papá ahí se iba a cortar el pelo con ellos. Y dice: “Tu papá sacaba toda la morralla, y a todos los chamacos, órale… bolo padrino.” Pum. Les regalaba el dinero. Y a media cuadra vivía mi tía Nene. Mi mamá frecuentaba mucho a mi tía Nene, que era la hermana de mi abuela materna, Malena, y más adelante vivía mi tío Manuel. En esa calle vivían muchos, muchos tíos míos. Por eso siempre andábamos por ahí.

























[1] Jaime Torres Bodet (1902-1974). Casó con Josefina Juárez Montañés, hija de Tiburcio Juárez y Guadalupe Montañés, estudiante de idiomas y de piano, el 13 de marzo de 1929, luego de sostener un noviazgo con ella que duraría siete años. El testigo de la novia fue Bernardo Ortiz de Montellano, con quien el mismo Torres Bodet sostenía una intensa y extraña relación sentimental, que despertaba los justificados enojos y los celos de doña Josefina. Ensayista, novelista, poeta, Jaime Torres Bodet estudió en la Preparatoria Nacional, al lado de Alfonso Caso, Narciso Bassols y Carlos Chávez. Fue secretario de José Vasconcelos cuando éste fue Rector de la UNAM en 1921, y participó activamente en su empresa cultural al frente de la SEP, colaborando con Julio Torri en la confección del importante libro Lecturas Clásicas para Niños. Participó en revistas como “Ulises” y fue director de “La Falange” y la importante publicación “Contemporáneos” (1928), preparando el importante libro Antología de la Poesía Mexicana Moderna. A los 29 años viajó con Doña Josefina y su madre a Madrid, España, donde empezó su carrera diplomática con el poeta Enrique González Martínez –tiempo en el cual, por acosar a los muchachos conscriptos de Madrid, se forjó el lema. difundido luego por el insidioso Salvador Novo: “Si ves a Torres Bodet,/ pégate a la pared.”. Entre 1943 y 1946 fue por primera vez Secretario de Educación, con Manuel Ávila Camacho, repitiendo en el puesto durante el sexenio de Adolfo López Mateos, a quien hacia los discursos, introduciendo los Libros de Texto Gratuitos. Época en la que ostentó el cargo de Director de la UNESCO. Murió de tedio y de cáncer al pegarse un tiro que le perforó el paladar, el 13 de mayo de 1974,  rubricando su fin con una carta de impecable funcionario, que aduce, como razón de ser de su gesto postrero, que actuaba “cumpliendo su deber”. Sus restos reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.


[2] Rosario Gálvez (Rosario Doblado, 1926-2015) presentó en el año 2000 su libro ¿Cuentas de un Rosario? , en el año 200, trascrito por su hijo Luis Roberto Agilar Doblado, siendo acompañada por sus amigas Diana Trillo, Beatriz Aguirre y María Eugenia Ríos. Estuvo casada por 40 años con el cantante y actor Luis “El Gallo Giro” Aguilar (1918-1997). Actriz de cine y televisión, realizó más de 29 películas, como Salón de Belleza (1951), Cuando me vaya 81954), La Gaviota (1955), El Correo del Norte, La máscara de la muerte, y Reclusorio, de Ismael Rodríguez (1997); y más de 23 telenovelas, como El Carruaje (1972), Ven Conmigo (1975), Doménica Montero (1978), Bodas de Odio (1983), Yesenia (1983) y Mi pequeña traviesa (1998), destacando sus personajes de villana en los melodramas.  





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