Hazzel Yen
Regresar a Casa
Salgo de casa, cruzaré la acera, camino unos pasos. Me pregunto qué dejo atrás, acaso el hogar: una sucesión de habitaciones, entrar y salir limitada por paredes, personajes, hábitos, afectos cotidianos.
Mas continuo mi recorrido y todo se pierde en la lejanía, la luz cambia y el viento me lleva. Debo escribir mi dirección sobre el ala de un ave, la tela de una arana, el pelaje de un unicornio, da lo mismo mientras tengo en el alma el fuego. Camino bosques, desiertos, junglas y aprendo que «hogar» no es carne ni hueso, es un lugar al que llega cuando se transgrede el punto fijo. Hay que ir hacia la incertidumbre, la desnudez y el frío, para palpar sus muros y abrir sus puertas. Habitarlo, es habitarse, poblar el vacío del origen con el sueno del presente, alcanzar el ser y el estar de forma integra.
Al fin cruzó la acera miró al reloj, solo han transcurrido unos minutos. Debo regresar a casa.
Regresar a Casa
Salgo de casa, cruzaré la acera, camino unos pasos. Me pregunto qué dejo atrás, acaso el hogar: una sucesión de habitaciones, entrar y salir limitada por paredes, personajes, hábitos, afectos cotidianos.
Mas continuo mi recorrido y todo se pierde en la lejanía, la luz cambia y el viento me lleva. Debo escribir mi dirección sobre el ala de un ave, la tela de una arana, el pelaje de un unicornio, da lo mismo mientras tengo en el alma el fuego. Camino bosques, desiertos, junglas y aprendo que «hogar» no es carne ni hueso, es un lugar al que llega cuando se transgrede el punto fijo. Hay que ir hacia la incertidumbre, la desnudez y el frío, para palpar sus muros y abrir sus puertas. Habitarlo, es habitarse, poblar el vacío del origen con el sueno del presente, alcanzar el ser y el estar de forma integra.
Al fin cruzó la acera miró al reloj, solo han transcurrido unos minutos. Debo regresar a casa.
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