Testimonios e Hipótesis sobre el Tapiz del Unicornio
ENTREVISTA A ROSALÍO SALAS CENICEROS
POR ALBERTO
ESPINOSA OROZCO
Alberto Espinosa: Quisiera empezar con una pregunta,
Maestro: en primer lugar quisiera preguntarle: ¿cómo llegó el gran Tapiz del
Unicornio a la Casa Grande de Ferrería?
Rosalío Salas: Bueno, ese tapiz llega a la casa
grande de Ferrería como parte del equipamiento, pues, que estuvimos haciendo de
ese inmueble con obras antiguas. Ese tapiz se compró en Guadalajara, en
"La Casa Antigua de México". Por el arquitecto John Mix, que era el
decorador de interiores del señor Anderson, propietario de la hacienda.
Frecuentemente íbamos a Guadalajara a conseguir objetos de arte, pinturas,
muebles antiguos etc. Entonces ese tapiz lo trajimos de Guadalajara, lo
desenrollamos, venía enrollado, empacado como si fuera un fardo de algodón. Lo
desempacamos, vimos que tenía algunas cosas ajadas ya por el tiempo, por el
uso, inclusive la carita del perro, la nariz del perro estaba rota y algunos
otros fragmentos, mi esposa Alba del Campo restauró o le dio una restaurada a
ese tapiz. Posteriormente lo colgamos en la recamara maestra, que es donde
dormía don Roberto Anderson cuando hacía sus visitas a Durango. Sin embargo,
pasa el tiempo y ese tapiz pasa, o mejor dicho se desmantela en Ferrería. Toda
la obra de arte de Ferrería se desmanteló. Una parte se lo llevaron a la Casa
de Gobierno, otra parte se la llevaron al ICED y otra parte está embodegada
para hacer el Museo Ceniceros. Bien, el maestro Javier Guerrero, que es un
excelente historiador, hace una investigación sobre el tapiz de Ferrería, el
tapiz del unicornio. Entonces él dice que hay tres hipótesis: uno, lo que dice
Dimas Flores, velador que hasta la fecha sigue en Ferrería, que yo contraté en
ese tiempo. No fue el primer velador, fue el segundo, el primero fue Manuel
Flores, hermano de él y Dimas se quedó,; hasta la fecha sigue trabajando ahí.
El dice que en un avión que llegó de Estados Unidos, de Chicago, no se de
donde, que habían muchas cosas y que las bajaron y que ahí venía el Tapiz
conocido como "El unicornio", cosa que es falso. Posteriormente yo no
sé quién sacó la hipótesis de que era un botín de guerra que Gerard Mertins, el
último dueño de Perrería quien lo había traído de Alemania, porque había sido
militar nazi Gerard Mertins, según tengo entendido. Cosa falsa, porque cuando
Roberto Anderson vende a Gerard Mertins el inmueble el tapiz de Perrería ya
tenía ahí dos o tres años. Así que eso es mentira. Entonces la verdad es esta,
y yo no soy hipótesis, yo estoy vivo de carne y hueso, mis hermanos, mi mujer,
toda la gente que trabajó conmigo. Ese tapiz lo compramos nosotros, el
arquitecto John Mix decorador de interiores del señor Roberto Anderson,
restaurado en parte por mi esposa Alba del Campo.
A. E.: ¿Maestro tengo entendido que en 1989 fue
expropiada la hacienda de Ferrería a Gerard Mertins, tanto sus bienes muebles
como inmuebles. En un interesante ensayo el historiador Javier Guerrero Romero
señala que la casa grande de la ex-hacienda de Ferrería fue remodelada cuando
la dirección del gobierno de Durango estuvo representada por José Ramírez
Camero, trasladándose los muebles a la Casa de Gobierno, conservándose en
Ferrería el gran Tapiz del Unicornio, por no considerarse importante, según
dice su ensayo, quién se ocupó de tal restauración.
Rosalío Salas: Eso que dice el maestro Javier
Guerrero tiene una milésima parte de la verdad, porque cuando Ramírez Camero
estuvo de gobernador se restauró sólo una parte, la que está entrando a la
derecha, una sala, unas recámaras, donde dormía Mertins cuando venía a Durango
y restauraron cosas que no se necesitaban restaurar. Por ejemplo, las
escalinatas, que eran escalinatas naturales, las quitaron para poner otras
escalinatas de menor calidad, y sobre todo, sin respetar el estilo
arquitectónico. Quitaron las comizas de arriba, del techo de la Ferrería
también sin haber necesidad. Fueron puros adornos lo que hizo la administración
de Ramírez Gamero, quizás mal aconsejado. Pusieron una balaustrada muy bonita,
pusieron un jardín enfrente de la hacienda, cosa que no existía, es apócrifo
todo eso. Entonces eso no es restauración, son adornos y pegotes que le
pusieron a la hacienda. La restauración consiste en respetar absolutamente
todos los detalles arquitectónicos. Ellos ni siquiera saben qué es una
restauración.
Nosotros
hicimos tres fosas sépticas que ni siquiera saben donde están. Pusimos toda la
gran instalación eléctrica, toda la gran instalación hidráulica, todo el
techado de todos los cuartos que estaban en mal estado. Yo mandé cortar vigas
ahí con unos amigos míos ejidatarios, vigas que tienen cien pies de madera cada
viga; las pusimos a secar por semanas, meses, las llenamos de aceite de oliva,
les hicimos su marca y las pusimos, y entonces empezamos la instalación. Toda
la infraestructura que no se ve, que es la restauración de la Ferreria nosotros
la hicimos. Lo que hizo la administración de Gamero, lo repito, fue obra nada
más de relumbrón para hacer obra, para invertir dinero, para ganar dinero,
etcétera. Posteriormente cometieron la tontería de ponerle arriba a Ferrería
asfalto, cosa que es un atentado contra un inmueble de esa antigüedad.
El asfalto tiene la característica que dura unas
temporadas nada más. Tiene la característica de que, como es negro, absorbe
gran cantidad de energía solar. Entonces, al paso del tiempo, ese calor y la
humedad que se alcanza a filtrar, empieza otra vez con los mismos problemas: a
descabezar las vigas nuevas que se pusieron. Lo mismo sucedió aquí, con el
edificio central de la Universidad. Aquí tenemos el problema de que le pusieron
asfalto arriba con las consecuencias que ahora ya son visibles. Pero a Ferrería
le pusieron creo que también una membrana de repuesto; que no es mas que una
porquería para ganar dinero y no dura más que unas temporadas del año. Eso
debería estar prohibido hacer en edificios de una antigüedad de doscientos años
por ejemplo. Entonces, si usted va a Ferrería, va usted a ver que todos los
cuartos tienen humedad y tienen un calor excesivo, debido a la cantidad de
energía solar que absorbe ese techo que le pusieron de asfalto.
A. E.: ¿Usted trabajó algunos años antes de esa
administración, verdad?
Rosalío Salas: Yo trabajé dieciocho meses ahí para
dejar a Ferrería en forma, con excepción de lo que le digo: las obras de ornato
falso que están ahí, eso nosotros no le metimos mano.
A. E.: ¿En que años trabajó usted en la Hacienda de
Ferrería?
Rosalío Salas: Más o menos en 1975, no tengo la
fecha exacta. Por ahí así.
A. E.: Maestro, otra pregunta quiero hacerle. De
acuerdo con Guerrero Romero en enero de 1998, estando en la dirección del
gobierno Maximiliano Silerio, la exhacienda fue transferida a la Secretaría de
Educación Cultura y Deporte, con todo y bienes muebles. A partir de tal
acuerdo, el tapiz y otras piezas ubicadas en la ex-hacienda se integraron para
conformar la ¿Pinacoteca del gestado, la cual se instaló en unos de los
edificios del Centro Cultural Durango (hoy ICED), habiéndose al público el 17
de agosto de 1998. A principios de enero de 1999 el maestro Héctor Palencia
Alonso traslado los bienes muebles del Sector Cultura al naciente Instituto de
Cultura, iniciando las gestiones para la restauración del tapiz. ¿Nos quisiera
contar algo respeto de esta historia?
Rosalío Salas: Con mucho gusto. Por principio de
cuentas, cuando Robert Anderson vende Ferrería a Gerard Mertins vende
exclusivamente el edificio, el inmueble, y le dijo: "Todo lo que está
adentro voy a mandar a recogerlo". O sea que: pinturas, muebles antiguos,
el tapiz, todo lo que había adentro es propiedad de Robert Anderson, hasta
ahorita. Es propiedad de Robert Anderson.
A. E.: ¿No se expropió?
Rosalío Salas: Se expropió el inmueble. Lo
expropiaron con todo y todo. Déjeme decirle porqué. Porqué cuando el inmueble
estaba en poder de Gerard Mertins vino el arquitecto Jonh Mix a recuperar todas
las obras de arte y ponerlas en bodega, o no se que planes tenía Roberto.
Cuando Jonh Mix vino a Durango a hablar con Mertins, que estaba en Ferrería,
Mertins lo recibió en forma altanera y grosera, y le dijo que se largara de
ahí, que todo lo que estaba ahí era de él, y que no volviera a Ferrería. Es
decir, que faltó a su palabra Gerard Mertins. Entonces se quedó todo ahí en
suspenso. Jonh Mix le habla a Roberto Anderson y le dice a Roberto: "Así
me recibió Mertins". Que le dijo: "No te preocupes, déjalo ahí,
ahorita”. Esa es la historia, yo soy testigo presencial.
A. E.: Bien maestro. Una otra pregunta: ¿cómo llegó
el tapiz a la casa grande de Ferrería? Al parecer hay varios, no digamos
hipótesis, sino testimonios respeto a su adquisición que pueden llevar a
confusión. Uno de usted, otro de un velador y otro. pero esta sí es hipótesis,
del propio Guerrero Romero. De acuerdo a Guerrero Romero un primer testimonio,
el de usted, cuenta que en los setentas el norteamericano Robert O. Anderson adquirió
la casa grande de Perrería, el cual lo contrató a usted, maestro Resalió, para
que administraran la propiedad, la restaurara y la amueblara, adquiriendo
diversas piezas en Durango, Michoacán y Jalisco, siendo el tapiz adquirido en
Tlaquepaque.¿Qué piezas notables adquirió usted en aquellos años y donde
adquirió específicamente el tapiz?
Rosalío Salas: El tapiz de Ferrería, el tapiz del
unicornio, se lo repito, se compró en "La Casa Antigua de México". Lo
compramos el Arquitecto John Mix y lo trajimos a Durango, en mi casa mi mujer
lo extendió, lo vio y le hizo unas pequeñas restauraciones. Todo lo demás son
mentiras, todo es falso. Y es mi palabra contra la de ellos ¿verdad?
A. E.: Claro.
Rosalío Salas: Yo hice ese diseño. Entre mi esposa y
yo hicimos ese diseño de Ferrería. Y no me contrató Roberto Anderson. El vino a
visitarme por casualidad con un amigo mío pintor famoso, Peter Heart, ya
fallecido. Estaban en Chihuahua, en Parral Chihuahua, y se vinieron a Durango
nada más a pasear y fueron a mi casa a visitarme. Ahí conocí yo a Roberto
Anderson. Me pidió que lo llevara a la hacienda de Tapias, que eran la que
tenían en mente, que estaba totalmente destruida ya para entonces. La familia
dueña de esa casa la dejaron indolentemente perder, esa joya que tenían ahí. Le
dije yo: "Vente, te voy a llevar a visitar otra hacienda". Esta
hacienda de Ferrería era de Pepe Saracho y Pepe Saracho casualmente me había
dicho: "Si hay alguna persona interesada avísame, yo la vendo".
Entonces Roberto Anderson y yo fuimos a cenar, tomamos unas copas y me dijo:
"Oye Chalio vamonos a restaurar Ferrería". Le dije: "¡Como
no!". Le dije: "Mi amigo Pepe Saracho la vende, es cosa de hacer
arreglos y todo eso", verdad?. Dijo: "Perfecto, vamos a estar en
contacto, nada más con una condición: de que tú dirijas la obra". Esas son
las palabras de él. Roberto Anderson sabía de mí a través de Peter Heart, que
era gran amigo mío, pintor increíble de Estados Unidos, y él le dijo quien era
yo.
Pedro,
Pedrito le decíamos, era un individuo, un pintor sumamente famoso, hablaba el
español exactamente igual que nosotros, sin ningún problema, y era muy amigo de
Roberto y había sido su maestro, porque también Roberto pintaba. Entonces en la
noche, con las copas que tomamos me dijo: "Nada más que quiero que tú
dirijas la obra". Y empezamos a trabajar. Fui a hablar con Pepe Saracho,
trabajamos algunos meses. Que quería que no quería. finalmente le saque una
carta de compromiso de venta, le entregué algo de dinero, y se hizo la
transacción. Y yo fui su representante legal, de Roberto Anderson. Así fue como
trabajamos. Hasta que terminé toda la primera fase, que fue lo más difícil, en
verdad lo mas largo: techar cuartos. Sobre todo, hacer las cosas bien, no con
el objeto del relumbrón momentáneo: cambiar pisos sin tener para qué, cambiar
con ellos sin haber para qué. Quitaron esos hermosos escalones que tienen una
nariz para más fácil acceso, los metieron de otra calidad inferior, sin esa
nariz, que es lo le da belleza a una escalinata. Hicieron la balaustrada, muy
bonita balaustrada, hicieron un jardín enfrente, muy bonito, totalmente fuera
de lugar y otras tonterías que hicieron adentro. Los pisos de terracota los
pintaron con un rojo asqueroso: la terracota no se pinta. Es como pintar la
cantera: la cantera no se pinta.
A. E.: Para modernizar...
Rosalío Salas: Si, si, si, según ellos para
modernizar. Entonces todas esas tonterías, todas esas tonterías iniciaron las
administraciones.
A. E.: Sin criterio histórico ¿verdad?
Rosalío Salas: Si. Yo no puse placa que yo había
restaurado Ferrería. Ahí está una placa de Ramírez Gamero. Apócrifa, por
cierto. No es verdad eso. Allí esta otra después de que Silerio piso el museo,
el museo Ceniceros. Que también es a juicio de todo el mundo un desacato.
Porque desmantelaron una cosa que dejamos preciosa que todo el mundo iba por
ver eso.
Inclusive, en el libro de registro hay críticas muy
feas y obscenas por los pobladores de Nicolás Ferrería. La gente de Ferrería
todavía me pregunta, ¿por qué permitió usted esto? Y la expropiación se hizo en
una forma, pues, yo creo que arbitraria y con muchos defectos. Todavía dos días
antes de que se declarara ya expropiada, todavía estaban los descendientes de
Mertins comunicándose. Claro que a mí, en lo particular, me da gusto que hayan
expropiado.
John Mertins era un hombre con historia, su
actividad dependía del tráfico de armas. Pero esa es otra bronca. Es más,
Manuel Buendía, en su "Red Privada", dijo que Jonh Mertins tenía un depósito
de armas aquí en Durango, cosa que era cierto y se creía que Jonh Mertins tenía
algo que ver con la muerte de Manuel Buendía. No fue así, es nomás hacer
hipótesis, no fue así. Pero estuvieron haciendo la reclamación, inclusive el
gobierno alemán al gobierno mexicano, de Salinas, la reclamación por el asunto
de la hacienda.
A. E.: Maestro, volviendo al tapiz: ¿recuerda usted,
yo sé que fue hace muchos años, en el 75 quizás, cuánto le costó el tapiz y qué
noticias obtuvo en la compra de su procedencia?
Rosalío Salas: Ninguna. Fue hace veinticinco o
treinta años más o menos. Ninguna. En
"La Antigua de México", fui a comprar muebles, pinturas, ahí
compramos también el cuadro "El ánima más sola", que está enfrente
del tapiz ahora en la Pinacoteca del ICED. Ese lienzo lo rescato mi hermano
Manuel Ahorita le digo la historia.
A. E.: Con gusto.
Rosalío Salas: Nosotros, cuando compramos ahí ni
factura siquiera, ni siquiera factura se le entregó al arquitecto Mix,
simplemente nada, sacó la tarjeta de crédito y tenía manos libres de Roberto
Anderson para hacer lo que el quisiera con respecto a lo que se completara para
mandar a Ferrería. Entonces, no recuerdo con exactitud, pero fueron cinco mil,
diez mil dólares, no recuerdo, no recuerdo, no le quiero mentir. Porque esa
casa era cara. Déjeme platicarle: "El ánima más sola" venía en un
rollo largo, enrollado todo aquello. Muchas cosas llegaron por camión, como es
la gran mesa que está en el comedor, que es de mezquite, que entre veinte
gentes apenas pudieron meter. El cuadro de ánimas lo extendimos pues venía en
muy malas condiciones. Entonces el
arquitecto Mix trajo a dos restauradores de Chicago, dos o
tres, no lo recuerdo, me parece que eran dos muchachas y un muchacho. Entonces
en Ferrería estuvieron dos días y estuvieron haciendo puras tonterías con el
lienzo aquel. De ver ese desacato que estaban haciendo, no sabían, dijo
Manuel: "Están haciendo puras
tonterías, esto no es así, esto no sirve, entonces le dije a Johny: "John,
esta mal". Entonces Manuel, Johny yo opinamos que eso no debía continuar.
A los días los despachó. Entonces mi hermano Manuel, que ya era graduado de la
Escuela de Pintura y Escultura, él, con los conocimientos que recibió del
maestro Montoya de la Cruz, sabía toda la cosa de restauración, él réentelo
toda esa tela, mandamos hacer un marco de madera macizo y luego lo restauró él.
Ahí está todavía. Los pegamentos que se
usaron son los tradicionales que se usan, de los siglos XIV y XV hasta la fecha,
sin alterar con productos químicos de nada, pura cosa natural: brea, cera,
aguarrás y no se que otras cosas.
A. E.: Son trabajos que los conocedores, por
supuesto .tienen que hacer, pues tienen autoridad para hacerlo. Otra pregunta
maestro: hay un testimonio más como ya me comentaba usted, que contradice su
versión de los hechos: la de Dimas Flores, un velador de la hacienda, quien
según el mismo Guerrero Romero el tapiz fue llevado a Ferrería, sin recordar
bien a bien si por el señor Anderson o el señor Mertins, procedente de Nueva
York, junto con otros muebles. ¿Qué sabe usted de ese testimonio?
Rosalío Salas: En Nueva York no se compró
absolutamente. Ese no es testimonio. Es mi palabra contra la del velador que yo
dejé ahí. Eso es mentira, absolutamente mentira. Lo que trajimos de Chicago fue
unos hermosos candiles, unas arañas que teníamos en el comedor, que las sacaron
y las metieron en la Casa de Gobierno cuando menos uno está en la Biblioteca
con un brazo quebrado. Nosotro batallamos para restaurar esos candiles, que son
muy viejos. Han
andado de un lado para otro. En la Casa de Gobierno
lucieron, por ahí donde están ahora no lucen, la arquitectura no es para eso,
no. Entonces, todo eso evidentemente vino del Scheralton, del hotel Sheralton
de Chicago, que acababan de demoler. De ahí compró John Mix muchas de esas
cosas, que venían en cajas, y evidentemente, en uno de los aviones de Roberto
Anderson, en un avión grande que vino una vez, se trajo todo eso, junto con
algunos muebles inclusive de baño que pertenece a las mujeres, entrando por la
puerta principal en el rincón izquierdo.Entonces me da mucha pena que el
maestro Guerrero ande buscando testimonio de un velador, que es una gente
humilde, de rancho, sin muchas luces y que están inventando que se compraron
cosas en Nueva York. No hubo nada de Nueva York. De Chicago se trajo
exclusivamente eso. Porque
Johny era muy curioso con las cosas que compraba y
pensó que se vería bonito ahí. Todo lo demás se compró en México, porque esta
es una hacienda mexicana que había que adornarla con elementos mexicanos.
Ahora le
voy a decir otra cosa. Este es hecho histórico. Fíjese. Cuando éramos novios mi
mujer y yo, verdad, y tenía veintitantos años y ella debe haber tenido
dieciocho, no sé, rentando bicicletas enfrente del Jardín Baca Ortiz. Ahí había
una agencia de bicicletas, las rentaban a cinco, tres pesos la hora, no se
cuanto, y los domingos en la mañana rentábamos bicicletas y desde ahí nos
íbamos hasta Perrería, en puro camino de tierra, llegábamos negros de tierra.
Llegábamos ahí, pedíamos permiso para entrar a la hacienda, que estaba
totalmente en ruinas. Nos dejaban entrar, veíamos ahí. Y como ella ya tenía la
inquietud del teatro dice: "Mira aquí vamos a hacer obras de teatro, aquí
vamos a presentar conciertos, aquí vamos a presentar exposiciones, aquí vamos a
hacer esto, y tú vas a tocar aquí y yo voy a poner una obra de teatro y así,
así soñábamos y así seguimos soñando. Llegó un momento en que todas las piezas
del rompecabezas se juntaron e hicimos exactamente todo lo que soñamos de novios
que íbamos a hacer.
A. E.: ¡Qué gran historia, Rosalío! ¡Qué gran
anécdota! ¡Magnífico!
Rosalío Salas: Y le voy a decir las personalidades
que tuvimos ahí: tuvimos exposiciones de Sofía Basi, tuvimos un concierto de
Atahualpa Uapanqui, conciertos de la Orquesta de Cámara de aquí de nosotros,
nosotros como solistas, tuvimos obras de teatro. Ahí sesionábamos la Casa de la
Cultura de Durango, A. C. que es la primera antes de la actual, antes de que se
hiciera ya oficial del gobierno. Nosotros fundamos la Casa de la Cultura de
Durango, A.C.
A. E.: ¿Siendo de Anderson la Hacienda de Ferrería.?
Rosalío Salas: Si, ya siendo de Anderson. Si, ya.
Estábamos en restauración. Tomamos uno o dos cuartos más o menos de uso, sin
luz eléctrica, llevamos apartos . Entonces todo esto, todo lo que hicimos. Ahí
nos visitaron gobernadores, ahí hicimos festivales de teatro, conciertos de
música barroca con elementos que venían de México, allí hicimos con frecuencia.
El secretario de la Casa de la Cultura era el general Luciano Peralta. Un
individuo muy interesante, muy intelectual, charro, general de la Revolución
Mexicana, que había nacido en la Ferrería. Porque el era Luciano Peralta
Flores, emparentado con los dueños de la Ferrería: Eumencio Luciano y le daba
mucho gusto que anduviéramos ahí. Y él era el secretario de actas Casa de la
Cultura. Toda esa historia no es de ahorita, no es de hace tres, cuatro, cinco
años. De soñarla, pues, de soñarla pues digo. No éramos adolescentes, éramos
unos jóvenes Alba y yo y de aquí nos íbamos en bicicleta hasta allá, y ella me
decía todo lo que íbamos a hacer. Todo lo que ella me dijo, lo que íbamos a
hacer, y soñar y que pensamos.
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