La Cruzada Educativa
del Vasconcelismo:
Del Estadio Nacional
al Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria
Por Alberto Espinosa Orozco
De los trabajos monumentales ideados por José Vasconcelos como Ministro de
Educación el Estadio Nacional fue uno de los proyectos más ambiciosos y más
controvertidos. Fue una obra grandiosa iniciada en marzo de 1923 siguiendo el
estilo de los grandes estadios griegos al ser concebido como un “Foro”,
semejante al utilizado por Pitágoras en Crotona, la colonia fundada por los
Dorios al sur de Italia donde el filósofo fundó su Sociedad de Estudiantes,
famosa en el mundo antiguo por su alta cultura allá en el siglo VI a. de C. El
joven arquitecto José Villagrán García lo diseñó como una obra clásica en un
extenso terreno de la Colonia Roma, de acuerdo a las reglas del orden
pitagórico, a la par metafísico y matemático. También participaron en la obra
los artistas Roberto Montenegro, Jorge Enciso y Diego Rivera. El lema
vasconcelista para el estadio, escrito a manera de leyenda sobre la puerta
principal como una invitación a vivir con esplendor, era: “¡Alegre, Sana, Fuerte: ¡Esplen de Raza!”.
Desde la Secretaría de Educación Pública el ministro promovió la disciplina del
cuerpo y la elevación del alma. A través de los festivales al aire libre buscó
que la población ejercitara y dominara su cuerpo para que pudieran alcanzar la
serenidad de la contemplación. En su concepto, los ejercicios colectivos, la
música, la danza, preparan para las largas meditaciones en las que el alma se
impone pruebas a sí misma. La influencia del atletismo en la formación del
carácter piensa Vasconcelos, es la de afirmar las virtudes varoniles a la vez
que hacer prosperar a la salud, reprimiendo el duro ejercicio los apetitos de
la gula y el sexo, haciendo obligatoria la exhibición al aire libre el aseo. La
competencia física directa y natural, crea el hábito de la veracidad y
desacredita la simulación. Por su parte la lengua pronto descubre que no puede
moverse si no la respalda la verdad –pero si no de buscar apoyarse en la fuerza
de los puños. Es por ello que el atletismo ha de buscar la fuerza para el
servicio de nuestros semejantes y para su alegría, no para su destrucción, pues
tal es la intención ética del deporte., que es la oral del torneo entre los
caballeros medievales. Deseo de sobresalir, es cierto, pero sin mengua de la
fraternidad cristiana. Todo ello en contraste con el deportista anglosajón que tiende
a echar en olvido la consecuencia ética del atletismo o la aniquila totalmente
dando paso al oficio de la casta militar, que cultivan las armas y los
ejercicios que hacen del cuerpo instrumento defensivo y ofensivo, pues por lo
común el soldado equivalía antes al atleta y a la piedad del engreído de la fuerza. Al atleta griego se le
coronaba de laurel, lo mismo que un poeta, marchando después a hablar de su
hazaña en el taller del escultor o para servirle de modelo. El atleta
anglosajón moderno tiende a ser máquina muscular eficacísima para el salto, la
carrera o el puñetazo, pero lejos de la estética pronto se irá apartando de la
ética y aun conservándose puro se le convertirá en factor de competencias y
exhibiciones que sacrifican la destreza al objetivo de lucro. El deporte,
originalmente aspiración de salud, cordialidad y belleza, emoción de arte, que
degenera en el apasionamiento mercantilizado de hipódromos y canchas de futbol,
que por su parte colabora en un vasto
sistema de mercantilización de la alegría, sacrificando, pues, esa alegría. El
esteticismo físico del griego no sobrepasa la configuración del cuerpo, el
esteticismo físico del inglés degenera hacia el record y la apuesta,
brindándonos cuando más una alegría pagana, pero solamente en la realidad
cristiana se encuentra el anhelo de la superación indefinida, que impide recaer
en lo físico, imaginando el mito cristiano una estética que es a un tiempo
sacrificio y sublimación de lo sensual.[1]
En el
Estadio Nacional procuró Vasconcelos y su equipo aprovechar los conjuntos
gimnásticos para aun fin de expresión social estética, derivando de la gimnasia
y la música la danza –aspirando a crear un arte como el de los bailarines rusos
por su perfecta técnica, pero expresivo del temperamento propio, encendido en
el color local y la peculiaridad étnica. Pueblo mudo en la historia que a la
vez daba exhibiciones de conjunto con músicas y coros de la más perfecta
entonación y dulce timbre.[2]
La
cantería de la fachada se colocaba en función de la decoración en relieves
diseñada por Manuel Centurión, pero en febrero de 1924, a un año de iniciada la
construcción, el plan escultórico-arquitectónico fue suspendido por su alto
costo y por la lentitud en su ejecución. Vasconcelos convocó entonces a un concurso
para la nueva decoración del Estadio Nacional, la cual debía incluir, para
pintarse libremente como temas universales a ambos lados del acceso principal,
las alegorías de las dos cualidades que según el filósofo eral las
fundamentales de la naturaleza humana : la Voluntad y la Videncia. El
premio de $250.00 fue ganado por Diego Rivera siendo el jurado el Departamento
de Ingenieros de la SEP. Rivera no sólo intervino en la decoración, sino
también en la arquitectura, avalando Vasconcelos la tesis del pintor de que la
arquitectura al ser un arte requiere más que de diplomas de artistas.
El
gigante Diego Rivera llevó a cabo entonces la primera de sus encomiendas
arqutectónico-decorativas, iniciando en
marzo de 1924 los trabajos en la
escalera y fachada del Estadio Nacional –el cual era realmente un Foro que
además de servir para las justas deportivas se proponía como el espacio idóneo
para los encendidos discursos políticos de Vasconcelos quien intentaba
sensibilizar espiritualmente a la juventud mexicana en base la doctrina
pitagórica del número y la armonía. El pintor guanajuatense levantó también un
gigantesco cactus en basalto negro labrado en su totalidad, el cual se
encontraba al frente del edificio.
En el
año de 1924 se concluyó la construcción del Estadio Nacional y su inauguración
fue celebrada espléndidamente: miles de niños de las escuelas públicas de todo
el país presentaron tablas gimnásticas, bailes folclóricos y canciones
tradicionales –apenas unos meses antes de que José Vasconcelos fura presionado
para abandonar la SEP. El poeta estridentista y revolucionario Luis Quintanilla
(Kyn Taniya) llegó incluso a componer un poema dedicado a la gran obra,
titulado Estadio, publicado en el
diario el Universal Ilustrado con un grabado de Bolaños Cacho. El estadio fue
fotografiado por Guillermo Kalho, padre de Frida Kalho, y hay también una
fotografía del Estadio Nacional tomada por Tina Modotti.
Por
su parte Diego Rivera había pertenecido, desde mediados de los años 20´s, a la
Gran Logia Quetzalcóatl, integrada por destacados masones, a quienes regaló una
pintura de la “serpiente emplumada” según confesaría el pintor muchos años
después en un informe pedido por la Comisión de Control del Partido Comunista
Mexicano en 1954 para considerar su causa en su solicitud para ser readmitido
al partido.[3] La
séptima pregunta cuestionaba directamente si había tenido ligas con la
masonería. Rivera niega haber tenido cualquier liga, sin embargo recuerda que
en 1926 el mismo PCM le había encargado investigar la penetración del
imperialismo yanqui en México a través de las llamadas sociedades secretas,
para lo cual el artista penetró, supuestamente como espía, a la agrupación
rosacruz la cual, aclara, no es una rama masónica, sino una asociación que se
dice masónica, mística esencialmente según ella, y de orientación materialista –pues
sólo admite diferentes estados de la energía-materia, y se basaba en antiguos
conocimientos antiguos de Egipto, de Amenotep IV y Nefertiti.[4] De
hecho el mismo Rivera había sido “fundador de primera clase” de la Gran Logia
Quetzalcóatl de los rosacruces mexicanos, según consta en un documento firmado
por él el 26 de agosto de 1926, día que hubo un ágape de carácter “místico
fraternal”.
Así,
al ser miembro de la sociedad secreta rosacruz, Rivera se ligó al grupo
masónico en el poder, entrando en contacto con prácticas y doctrinas esotéricas
–llegando a participar incluso de ceremonias nocturnas y
secretas sobre la pirámide del sol en Teotihuacan. A la Gran Logia Quetzalcóatl
pertenecían, en efecto, personalidades de relieve nacional, entre los que figuraban
Plutarco Elías Calles, presidente de México de 1924 a 1928, ferozmente ateo y
anticlerical, su secretaia personal Esperanza Vázquez Bringas, los secretarios
de gobierno Ramón P. Denegri y Luis León, pero también algunos intelectuales
como los maestros Manuel Gamio, Eulalia Guzmán, el profesor Jesús Silva Herzog,
Eduardo Villaseñor y el doctor Romano Muñoz. La cosmovisión espiritual de la
masonería, enterndida como una entera que enfatiza los deberes del hombre para
con el Gran Arquitecto Universal (Dios), estaba interesada en las figuras
simbólicas, los espacios rituales y en el estudio fiolosófico y social por
medio de la enseñanza del simbolismo que, bajo la apariencia material de los
objetos, podía llegar a interpretarse por medio de una clave masónica. El grupo
mexicano francmasón se estructuraba como una sociedad secreta
místico-filosófica que compartía ciertas claves hermenéuticas, algunas de las
cuales fueron pintadas por el propio Rivera en el edificio de la SEP, en las
composiciones enigmáticas de las grisallas del primer piso del Patio del
Trabajo.[5]
No fue la única vez que Rivera codificaba el simbolismo del grupo. En la es
Capilla de Chapingo de la Escuela Nacional de Agricultura también dejó una
larga serie de alegorías y emblemas masónicos.
DiegoRivera
renuncia en julio de 1924 al SOTPE, que había fundado como su órgano de
propaganda la revista “El Machete en la 1ª quincena de marzo de 1924, sino
tambén al PCM para el 26 de abril de 1925, siendo director del periódico “La
Plebe”. Lo hacia para concentrarse en sus tareas de artista, peo también para
evadir otros compromisos impuesto por el partido, por lo que pide se le
considere en adelante no como un mimbro activo sino como simple simpatizante.
El Comité Ejecutivo nacional del PC, en el que Riverer figuraba desde abril de
1923 como uno de los cinco propietarios, acepta la renncia y le concede su
posición de simpatizante, subrraando que desertaba de la Internacionalpor
evadir responsailidades y no atender a las instrucciones directivas del comité
local, cesando por tanto su autorida y sus facultades para ejecutar actos como
miembro militante del PC. Sin embargo, en el año de 1926 Diego Rivera es
readmitido como miembro de PCM al que habìa renunciado un año antes y en mayo
del mismo año es nombrado Secreario
General de la Liga Antimperialista de las Américas, fundada en abril de
1925. En mayo de 1926 se adhiere el
pitor al pronunciamiento de la Liga apoyando al gobierno de Plutarco Elías
Calles, a la sazón miembro del consejo mundial de la Liga Antimperialista de
las Américas y presidente honarario de la misma en México, no considerando a su
gobierno un simple lacayo del imperialismo, sino un gobienro que luchaba por la
conolidación del capital y de una clase capitalista nacional -psición que reafima
Rivera en un telegrama del 12 de febrero de 1927, apoyando al callismo por su
actitud frente a las amenazas imperialistas –posición que fue refutada por la
Internacional Comunista, la cualcaracterizaba algobierno de Calles como elde
una pequeñ burguesía reformista que se deslizaba hacia la derecha.[6]
Sin embargo, no fue sino hasta 1929, año en que Rivera es nombrado director
titualr de la Escuela de Bellas Artes, cuando pinta el mural “Tríptico del
México Antiguo” en el Palacio Nacional, que se ocupa directamente de codificar
el emblema del Quetzalcóatl de acuerdo premisumiblemente al orden masonico y
rosacruz del grupo.
El
Estadio Nacional fue desde entonces un importante escenario de la política
mexicana, rindiendo en su foro protesta como presidente de la República
Plutarco Elías Calles en 1924; Emilio Portes Gil en 1928; Pascual Ortiz Rubio
en 1930 y Lázaro Cárdenas en 1934 –habiendo sido también el foro predilecto de
José Vasconcelos para su frustrada campaña a la presidencia de la República en 1928.
En él se recibían apoteóticamente a distinguidos invitados internacionales,
como al presidente de los Estados Unidos Henry Truman en 1947 y al mandatario
Cubano Carlos Prío Socarrás.
El
estadio para más de 60 mil personas servía como foro ideal para los lucidos
festivales, sin embargo ellos no pasaban de ser desfiles con cuadros de
cancionistas y bailadoras –pues contaba la SEP con músicos y coros de la más
perfecta entonación y dulce timbre. Las tablas gimnásticas masculinas y la
gimnasia femenina disciplinada por la música, que derivaría en la danza a la
manera de la rusa, de perfecta técnica y expresivo del temperamento propio y la
peculiaridad étnica, no llegó sin embargo al fin de una expresión social
estética sino que se quedo en mera alegría pagana y el esteticismo físico del
griego que no sobrepasa la configuración del cuerpo que termina por recaer en
la fisiología de lo meramente físico –sin abordar el plano más alto dela
estética cristiana que es a un tiempo sacrificio y sublimación de lo sensual.
El anhelo de la multitud por encontrar algo inesperado y magnífico quedó
frustrado en el desmayo de una plástica deshilvanada a la que sobrevino el
desaliento, lejos del espectáculo perdurable soñado a la manera de los autos
sacramentales calderonianos que, a la manera de la tragedia antigua, expresara
los grandes conflictos de la patria y de la humanidad contemporánea, uniendo en
el estadio nuevo el Estado mejicano renovado y la vieja Iglesia que civilizó a
la nación. De intento Vasconcelos cerró el circuito del estadio con unas
cuantas gradas más para impedir que se convirtiera el Estadio Nacional en campo
de futbol, reservándolo así para los festivales de arte y los mítines públicos
donde la voz humana se deja escuchar. Para el año de 1935 el Estadio Nacional,
empero, se encontraba casi completamente abandonado y en ruinas, pues había
sido arrendado a empresarios que lo explotaban con encuentros de box.[7]
En efecto, para la década de los 40´s la edificación
comenzó a degradase. Parte de la estructura se hundió y aparecieron grietas en
todas partes, por lo que entre los años de 1949 y 1951 el Estadio Nacional fue
finalmente demolido. Diseñado por el joven arquitecto de 22 años José Villagrán
García y firmado por Federico Méndez Rivas, el Estadio Nacional dejó su lugar a
un megaproyecto arquitectónico de Mario Pani, dando así cabida al Centro Urbano
Presidente Benito Juárez edificado en 1952 durante el sexenio de Miguel Alemán
–el cual se sumaría al primer agrupamiento habitacional de alta densidad o
multifamiliar de México: el Centro Urbano Presidente Miguel Alemán (1949-1950,
el cual consta de seis edificios de trece pisos, cuatro de los cuales se ligan
en zigzag, completándose el proyecto con seis edificios más de tres pisos).
Tales
conjuntos multifamiliares, concebidos como “supermanzanas”, tienen como uno de
sus atributos aislar al peatón del automóvil,
se estructuraron como altos edificios distribuidos de tal manera de
dejaban una superficie libre para jardines y áreas de esparcimiento, alojando
zonas de servicios sociales y escolares, entre comercios, guarderías y
albercas. Se trata, en efecto, del proyecto de la vivienda colectiva destinado
a cambiar a la sociedad y la ciudad. Mario Pani influenciado por las propuestas
del arquitecto suizo Le Corbusier sobre la “Ville Contemporaine” como la ciudad del mañana ideal (1922-1925).
El Centro Urano Presidente Juárez, que tuvo como arquitecto asociado a Salvador
Ortega y como asesor a Carlos Lazo, presentó una solución más acabada
arquitectónicamente agresiva, al ofrecer mayor diversificación en el diseño de
los departamentos, siendo doce tipos de departamentos con cuatro diferentes
alturas. Los departamentos de dos niveles establecen circulaciones cada tres
pisos, estando acabados en concreto y ladrillo aparentes, teniendo todo ello
resultados positivos en la economía. Se construyeron así un edificio de 13
pisos, cuatro de siete pisos y nueve de cuatro pisos, ligando el terreno a un
parque público, favoreciendo la autonomía dela unidad habitacional los diversos
servicios cívicos y escolares junto a la zona de comercios. Además de contar
con un pazo a desnivel bajo cuatro de las edificios en la continuación de la
avenida Orizaba, poniendo todo ello en acto la idea del movimiento “Integración
Plástica” la cual, sin abandonar los preceptos racionalistas ofrecía una
solución a la creatividad compartida disminuyendo la reiterada frialdad dela
arquitectura internacional. Obra en a que destacaban los relieves murales en
concreto decorados con vinilita por obra del pintor guatemalteco Carlos Mérida,
quien veía en la coordinación con el conjunto el arte del porvenir, el arte
para la masa, que siendo público brinda un goce emocional a todo el mundo,
estando exento de demagogia política y siendo eminentemente universal.[8]
Ante
la inminente demolición realizada bajo la supervisión de Mario Pani el pintor
Diego Rivera lucho por conservar la fachada apelando a la flamante ley mexicana
de derechos de autor (1947), empero el 2 de junio de 1952 declinó tal reclamo
en favor de un jugoso proyecto de trabajo, pues firma un contrato ofrecido por
el mismo Pani para la Ciudad
Universitaria, donde aparece como representante de la UNAM Carlos Lazo, para
realización de un talud de catorce mil metros cuadrados en el Estadio Olímpico
–obra que el artista, adelantando un tramo con un par de figuras prehispánicas
de dimensiones colosales (637 mts.2), ya nunca concluyó. La intención
original era desarrollar un relieve que
cubriría la superficie del muro exterior del Estadio Olímpico Universitario con
el tema del deporte en México desde la antigüedad prehispánica hasta la época
contemporánea. Los bocetos del pintor incluyen así el juego de pelota, la lucha
con macanas y el lanzamiento de lanzas, danzas indígenas, justas atléticas y
los deportes modernos donde figuran el basquetbol, el futbol americano, etc.,
culminando con la representación de los juegos olímpicos. En la entrada
principal de Estadio Olímpico, el artista Diego Rivera sólo alcanzó a terminar
la escena de un par de atletas, un hombre y una mujer, que portan un par de
hachones encendiendo los pebeteros, agregando un águila mexicana y un cóndor de
los Andes, como símbolos del espíritu latinoamericano, las cuales cobijan con
sus alas a tres figuras en tezontle: un hombre de pelo rubio, una mujer y un
niño con una paloma blanca entre las manos –teniendo en la base del mosaico
hecho de piedras naturales y cerámica la representación de Quetzalcóatl como
serpiente emplumada.
Pocas
huellas quedaron del Estadio Nacional además de unos pocos documentos
fotográficos: la más visible de ellas es la forma
elíptica de las calles que ircundan al Multifamiliar Benito Juárez, seriamente
dañado por el terremoto de 1985; de las muchas estatuas que decoraban el
estadio sólo se salvó una, que se encuntra hoy en día frente a las ofiinas de
la Seretaría de Hacienda. Una sala cinematográfica llevó por muchos años años
el nombre de “Cine Estadio” –el cual fue
convertido posteriormente en el teatro de Silvia Pinal y luego comprado por una
iglesia protestante para el culto litúrgico vigente hasta el día de hoy.
Por ultimo solo resta agregar que tan bien Jose Clemente Orosco se ocupo
de la figura de Quetzalcoatl, sacerdote y Dios que precide la pueta
precortesiana en los frescos de Dartmouth College en la Barker library de Nueva
York, pintados entre 1931 y 1933. Se trata del culto a la serpiente, pero
siguiendo la pista de la ideas universales, no centroamericanas, pues se
trataba de pintar cosas no folclóricas, se trataba de pintar como hombre
americano y hacerlo ademas universalmente.
[1] José Vasconcelos, De Robinson a Odiseo. Págs. 205 a
207
[2] José Vasconcelos, De Robinson a Odiseo. Pág. 207.
[3] El cuadro regalado a la logia rosacruz representa de manera simbólica
a la Serpiente Emplumada (temple a la
caseína de 1.101 x 1.21 m2, s/f). El pintor intentó convertir a Quetzalcóatl en
un símbolo rosacruz al plasmar la cabeza de la serpiente a la manera de una
rosa vierta que descansa en la masa triangular de la serpiente enroscada con
largas plumas en forma de lenguas superpuestas, adornando el cuadro dos
triángulos equiláteros en la parte superior que llevan una rosa al centro y a
los lados las llamas estilizadas del fuego místico. El mismo año de 1926 Rivera
realizaría dos obras más con el tema de Quetzalcóatl: la primera es la carátula
para el número 7 de Méxican Folkways
-la revista bilingüe dirigida y editada por Frances Toor desde 1925, que había
tenido como director artístico a Jean Charlot el cual, al retirarse del cargo
en enero de 1926, había dejado el puesto a Rivera. La imagen es la de la
serpiente emplumada que sostiene en sus fauces una espiga, siendo la cola
idéntica a la de a serpiente rosacruz, acompañada por las imágenes de un obrero
con un matillo y un campesino con una hoz representados a la manera de dos
atlantes de Tula a un lado de la serpiente. La segunda obra fue la
representación de la serpiente emplumada para el libro de Rosendo Salazar, México
en pensamiento y acción –el líder de la Casa del Obrero Mundial, grupo
que en 1915 se había adherido a Venustiano Carranza y al constitucionalismo
para luchar contra los líderes revolucionarios Villa y Zapata. Las respuestas de Rivera a las siete
preguntas hechas por la Comisión de Control fueron publicadas en el libo de
Raquel Tibol, Diego Rivera. Arte y Política. Editorial Grijalbo, México,
1979.
[4] Raquel Tibol, Diego Rivera. Luces y Sombras. Op.
Cit. Págs. 103 a 104.
[5] Ver el texto de Fausto Ramírez “Lectura
en clave masónica delas grisallas del primer piso del Patio del Trabajo”,
en Los
Murales de la SEP (1924-1932). México, UNAM, Instituto de
Investigaciones Estéticas, 1997 (CD-ROM).
Sobre Quetzalcóatl ver Alfredo López Austin, Hombre-Dios. Religión y
Política en el Mundo Nahuatl. México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1989.
[6] Raquel Tibol, Diego Rivera. Luces y Sombras. Op.
Cit. Págs. 102.
[7] José Vasconcelos, De Robinson a Odiseo. Pág. 208.
[8] El Centro Urbano Presidente Juárez, conocidos también como los
Multifamiliares de Pensiones, hecho
conjuntamente a la obra magna de Ciudad Universitaria, que Pani realizó en
conjunto con Enrique del Moral, Carlos Lazo y Salvador Ortega, fue destruido
totalmente a raíz del sismo del 19 de septiembre de 1985. Mario Pani, además del Multifamiliar Miguel
Alemán (1948), realizó también el proyecto arquitectónico del Multifamiliar
para Maestros en Ciudad Universitaria (1951-195), ideado para una comunidad
académica en los terrenos pedregosos de la UNAM; la Unidad Habitacional Santa
Fe del Instituto Mexicano del Seguro Social (1953-1954): hasta llegar a la
Unidad Habitacional de Nonoalco Tlaltelolco (1954-1956), con una población
estimada de más de cien mil habitantes. Tales agrupamientos habitacionales de
alta densidad contaron con la colaboración del ingeniero Bernardo Quintana
quien fundo en esos años la empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA). Previamente Mario Pani había sido el
arquitecto de la Escuela Normal de Maestros (1945) y del Conservatorio Nacional
de Música (1946). Louise Noelle, Mario
Pani. Una visión moderna de la ciudad. CONACULTA, Col. Arquitectura,
Círculo de Arte. México. 1ª ed. 2000. Ver Págs. 12 a 20.
Hola, gracias por la historia. Sabrás el año de la fotografía? Vivo a unas cuadras de la escuela Benito Juárez, y platicando con mi abuela me cuenta de como era, lo cual coincide con todo lo que dibuja la fotografía. Gracias por tu artículo.
ResponderEliminar