sábado, 3 de abril de 2021

Alberto Espinosa Orozco Octavio Paz, 107 Aniversario de su Natalicio

 

Octavio Paz, 107 Aniversario de su Natalicio

Celebramos su legado
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Alberto Espinosa Orozco
Mi madre querida, Mercedes Orozco, fue su secretaria al final de su vida, pues lo atendió estrechamente los últimos 8 años de la vida del poeta: ya antes había sido secretaria del también poeta estridentista Luis Quintanilla; aquello fue una cosa extraña, porque la usaron también como secretaria del poeta estéril Aurelio Asian, hijo del arquitecto, de Durango, en la revista Vuelta... por el impoluto Krauze; hay muchas cosas que no se saben y que tal vez no se sabrán nunca, no digamos de esa relación entre el Nobel y mi madre adorada, o de Octavio y su penosa enfermedad, como el que se mandó hacer una especie de sarcófago surrealista, para estar de pie en su penosa convalecencia, con abrazaderas, porque pensó que así descansaríaatendido por un enfermero que le tomaba la mano, porque regresó mal de Washington, donde le pusieron un jeringaso, y regresó mal, con la cabeza un poco ida; lo cierto es que le escribió un largo poema a mi madre un poco antes, publicado en Vuelta ciertamente, donde la describe con todas las virtudes de su pluma visionaria, La Marea se llama según recuerdo -no tengo ese poema (está en el Tomo II de Poesía O.C. de O.P. FCE) porque entre el Jimy Hérnandez, la Humaran de la UJED, aquí, y Porfirio Muñoz Ledo, allá, le dieron en la madre a toda mi biblioteca; es el penúltimo poema que publicó en vida... porque efectivamente mi inestimable Madre era una marea, un movimiento perpetuo... debatida en ese entonces entre dos fieras, Marie Jo y Elena Garro... persona de un trato refinadísimo fue mi madre, abnegada al grado de la beatitud por lo demás porque le pagaban poquito... con Octavio descubrí otra dimensión de ella que no le conocía, y luego en la Fundación Octavio Paz, de la que fue secretaria bajo el descabellado Scheridan... las últimas palabras de Paz fueron para ella: "Cuiden a Mercedes, cuiden a Mercedes"... y entregó su alma al creador... es ocioso decir que la cuidaron poco y mal ... que no la cuidaron... pero si estuvo luego en la Casa de Alvarado, el increíble conquistador y capitán principal de Hernan Cortes a quien los indios mexicas llamaban Tonatiu (quien por cierto murió en la Guerra del Mixtón, en Zacatecas, y tiene su sangre en Durango, yo tomo café con un descendeinte suyo, el señor Alvarado, por cierto, que es su viva imagen), un tiempo colaboró en esa fallida empresa, cuando yo me vine a Durango estaba ahí trabajando y duró algún tiempo, algunos pocos años, en una casa prefabricada que habían construido para el poeta, el genial Zedillo, pero pero Paz no quiso y con toda razón vivir ahí, sino en la casa misma de Alvarado, el conquistador, en Coyoacan, donde finalmente murió... una propiedad enorme con un gigantesco jardín sembrado de ardillas... no le platiquen de esto a S. Soto porque se pone furiosa... no se porqué pero se pone furibunda como ya pasó una vez que di una plática en un rincón que dificilmente me dieron, el señor Shamir, en un festival revueltas o algo así, con 6 gatos de publico y espiado con cámaras por la susodicha ingeniero.... 
De hecho... y de pecho... Octavio no se como dio con mi mamá, porque supo tal vez por Tomás Segovia que estábamos estrechos materialmente, yo con un un sueldito miserable de Salmerón por editar a José Gaos y luego otro miserable por enseñar a las "jitomatas" de la escuela para maestras de jardines de niños, por lo que Mercedes buscó trabajo, pues era brillante secretaria tquimecanógrafa parlamentaria bilingue, junto con Eloisa Sama, su gran y vieja amiga, la mamá de Alex Lora, un rocanrrolero, el del Tri Sous in my Maind, el Tri, porque mi madre fue su madrina del famoso roker mexicano (creo que le dio a él toda la fama, porque ella era así de espléndida), que no se como le hacia pero trabajó en Notimex, en el Hilo en Ingles... simultáneamente ya era secretaria de Octavio, porque él se entero de nuestras penurias materiales y acudió en nuestra ayuda, así fue, ella se preocupaba mucho por el poeta, porque, pensaba yo, no tiene mi pobre madre idea de lo que es un poeta modero... y en realidad el que no tenía idea era yo, porque ella convivió muchos años con el genial escritor... me sorprendía que poco decía, y por mi parte nada le preguntaba yo, por ser discreto, por tacto, por elemental discreción... pero si la veía muy afanosa y preocupada por el poeta, porque estaba acosado por sus dos mujeres... y luego mi madre que entro a su rescate en tercera instancia... ya me imagino... todas las noches se quedaba dormida con la televisión prendida, y yo iba a apagársela cuando zumbaba ya sin señal horriblemente a las dos o tres de la mañana, porque soy noctívago por naturaleza, un búho podría tal vez decirse, animal de hábitos nocturnos mejor dicho, o al contrario, ella entraba a mi estudio y me decía "ya vete a dormir, no te mates trabajando".... y luego, me decía "no sabía que la filosofía fuera tan difícil"... porque como el tercer cochinito quería ayudarla en lo económico con mi doctorado... y yo pensaba "no sabía que la vida de Octavio fuera tan complicada", pero tampoco me la imaginaba puntualmente... por razones obvias, sino como entre entre brumas... Krauze, y lo ha confesado públicamenter, no le daba un peso a Octavio por la revista Vuelta... así que el poeta con su jubilación y las regalías de sus libros no era rico ni mucho menos... pero tampoco supe nunca ni cuando ni cuanto le pagaba a ella... su casa era un departamento en desniveles, de tipo modernista, a una cuadra del Ángel de la Independencia, sobre Reforma.... un laberinto pequeño, una suit elaborada con recovecos y un jardín interior tipo invernadero con una gran mesa donde vivía un ejército de cuando menos 30 felinos... una especie de orquideario zoológico de bolsillo, más allá estaba su estudio que evidentemente magnetizaba el polvo de los muertos, constelaciones de átomos brillaban al atardecer en ese estudio... imantados por el magnetismo espiritual del autor... general supremo de las letras mexicanas ... figurillas prehispánicas de barro negro, máscaras africanas, un Tamayo, algún cuevas, un Rodolfo Mata, un Moderwell.... había algo de hippie en ese departamento... algo de hindú tal vez... sencillo y funcional... la servidumbre, dos mujeres mejicanas sonrientes que atendían la casa en las labores domésticas...... la biblioteca que le quemaron no la conocí, ni el archivo o fichero, al que entraba y del que salía mi madre, como un péndulo, con contenido apuro una y otra vez para ordenar y traer o llevar no se que documentos, Octavio tomaba su libreta de direcciones y se la llevaba a las narices porque hasta allá quería llegar el espíritu de servicio de Mercedes, pero el tigre se defendía bravamente, último reducto de su intimidad y de su poder.






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