1ª Secuencia del Invierno 
Por Alberto Espinosa Orozco 
I
Estanque azul de lúcido silencio
Entre las borrosas brumas del inverno
En donde todo helado se confunde 
En una licuada tristeza soñolienta. 
II
Amanece el mundo soñoliento
Bajo un cielo casto con nubes de
borrego 
Pulido por una frágil luz lavada
De pálidas astillas en su minucia
heladas. 
III
Soledad de quebradas que se imanta 
Por un profundo abismo que nos pasma 
Entre girones de nubes arrancadas 
De la celeste quietud por ráfagas violentas
Que el viento empuja con el hosco inverno
 
Trayéndonos tan sólo en su agonía
Macilentos escombros de recuerdos. 
IV
El hosco viento hirsuto por los hielos
Nos deja en el alma un hueco helado
De sordo-ciegos silencios quebrantados
Por no habernos detenido en las fronteras
Ni haber tenido entre las manos un pasado. 
V
La quietud frágil  del frío
Que todo lo detiene con su roce 
Deja en el alma una inquietud helada 
Donde se quema lentamente su
hojarasca. 
VI 
Este licuado frío transparente 
Nos trae una humedad endurecida
Que los ojos calcinan, cauterizando 
Como un helado fuego nuestra herida. 
VII
Soledad como las noches callejeras 
De menguados arbotantes que nos tiende
Un sentimiento estupefacto de aridez
 En contraste con la altives del cielo helado 
Que desde su polo claro  de majestuosas cúpulas y esferas 
En su orquestal fricción armónica asciende
Ignorándonos con desdén desde otro
lado. 
VIII
Una húmeda grisura es este cielo 
De brumas invernales que se ciernen
En medio del quemado y colérico desierto
Trayéndonos sin ningún contento 
Un violento viento enfurruñado. 
IX
La vida palidece estupefacta 
Y nada crece ni avanza o resplandece 
Sino el azul impávido del cielo 
Entre las nubes que bogan sin recelo.
´
X
Una luz abstracta que no vive
Detiene en su glacial pureza el aire 
Sobre una hirsuta cabellera de
palmeras. 
XI
Una húmeda grisura cubre el cielo 
Con denso manto de pesadas nubes 
Umbral de un tiempo en el que nada
brota 
Como un testigo mudo en la derrota. 
XII
El olvido enemigo con el viento
helado 
Nos trae un resentido orgullo
desmandado 
Dejándolo en la orilla barrenado 
Y a la ternura y a la luz deshabitadas.
XIII
Barriendo de la presencia su volumen 
En abstractos planos y estériles perfiles
Nos trae el cruel inverno su luz pura
Dándonos a entender sobradamente 
En su no nato sentimiento de destierro
 Que en esta vida sólo somos extranjeros. 


Una hermosura de poema!!y las fotografias bellizimas !!!
ResponderEliminarMuchas gracias