viernes, 28 de febrero de 2020
lunes, 24 de febrero de 2020
sábado, 22 de febrero de 2020
viernes, 21 de febrero de 2020
viernes, 14 de febrero de 2020
jueves, 13 de febrero de 2020
miércoles, 12 de febrero de 2020
martes, 11 de febrero de 2020
Secuencia del Invierno Por Alberto Espinosa Orozco
Secuencia del Invierno
Por Alberto Espinosa Orozco 
1ª Secuencia del Invierno
I
Estanque azul de lúcido silencio
Entre las borrosas brumas del inverno
En donde todo helado se confunde 
En una licuada tristeza soñolienta. 
II
Amanece el mundo soñoliento
Bajo un cielo casto con nubes de
borrego 
Pulido por una frágil luz lavada
De pálidas astillas en su minucia
heladas. 
III
Soledad de quebradas que se imanta 
Por un profundo abismo que nos pasma 
Entre girones de nubes arrancadas 
De la celeste quietud por ráfagas
violentas
Que el viento empuja con el hosco
inverno  
Trayéndonos tan sólo en su agonía
Macilentos escombros de recuerdos. 
IV
El hosco viento hirsuto por los hielos
Nos deja en el alma un hueco helado
De sordo-ciegos silencios
quebrantados
Por no habernos detenido en las fronteras
Ni retenido entre los brazos un
pasado. 
V
La quietud frágil  del frío
Que todo lo detiene con su roce 
Deja en el alma una inquietud helada 
Donde se quema lentamente su
hojarasca. 
VI 
Este licuado frío transparente 
Nos trae una humedad endurecida
Que los ojos calcinan, cauterizando 
Con su fuego helado nuestra herida. 
VII
Soledad como en las noches callejeras
De menguados arbotantes que nos
tiende
Un sentimiento estupefacto de aridez
 En contraste con la fiel altives del cielo helado
Que desde su polo claro  de majestuosas cúpulas y esferas 
En su orquestal fricción armónica
asciende 
Ignorándonos con desdén serenamente. 
VIII
Una húmeda grisura es este cielo 
De brumas invernales que se ciernen
En medio del colérico desierto 
Trayendo sin ningún contento 
Un violento viento enfurruñado. 
IX
La vida palidece estupefacta 
Y nada crece ni avanza o resplandece 
Sino el azul impávido del cielo 
Entre las nubes que bogan sin recelo.
´
X
Una luz abstracta que no vive
Detiene en su glacial pureza al aire 
Sobre una hirsuta cabellera de
palmeras. 
XI
La húmeda grisura cubre el cielo 
Con denso manto de pesadas nubes 
Umbral de un tiempo en el que nada
brota 
Como un testigo mudo en la derrota. 
XII
El olvido enemigo con el viento
helado 
Nos trae un resentido orgullo desalmado
Dejándolo en la orilla hueco y barrenado
Y a la ternura y a la luz deshabitadas.
XIII
Barriendo a la presencia de volumen 
En abstractos planos y estériles
perfiles 
Nos trae el cruento inverno su luz
pura 
Dándonos a entender sobradamente 
En su no nato sentimiento de
destierro 
 Que en esta vida sólo somos extranjeros. 
2ª Secuencia del Invierno
I
El solo acompañante del viento 
Helado y sordo del inverno es el
silencio
Que trae con su rigor de cierzo 
El plomizo sentimiento que ya nadie 
Nos podrá acompañar como pareja. 
II
Blanca luz de inverno helado 
En cuya hostil pureza estéril
 La vida va quedando detenida
O rezagada bajo las horas crudas
 Del frío sordo que con dureza se empecina 
Donde todo lo disuelve o lo confina. 
III
Este vago temor deshabitado 
Que el viento arrastra en su potencia
obtusa 
Con hirsuta hostilidad se filtra y contra
todo choca
Mordiéndolo en su furor empecinado 
Trayendo en su fragor desorbitado
Los desechos vestigios de huracanes
Por los años de los años sepultados.  
IV
El frío azota con su viento huraño 
Y su blanco fulgor de luz helada 
Nos despoja íntegramente en su congoja
Con su cruel intemperancia helada 
Del confuso tiempo en que el deseo
Codiciaba vorazmente un vacuo cielo.
V
El abundante tiempo que por hoy se
acaba 
Y que con terca codicia ayer
despilfarraba
-Sin entregarnos sin embargo nada-
Va despejando con sus hielos que nos
duelen 
El desperdicio fatal de aquella fiebre.
VI
El inverno trae aquí, a nuestras
plantas, 
Las entumidas angustias de la tierra
Acompasando el corazón con sus
quejidos
Para que el discreto tiempo dibuje
las señales 
Que abrirán las compuertas, sobre la
amoratada 
Arena del desierto, a todo futuro nacimiento.
VII
El invisible viento con la luz ligera
De un fulgor azulado de tan pura
Cae verticalmente en su plomada
Limpiando con su hostil mirada 
A la enjuta libertad amotinada.
VIII
La ambigua atmósfera se envuelve 
Con un vaho de brumas y de nieblas
Despejando a los sueños de sus
fiebres
Por el helado ardor de sus placeres.
IX
Un hueco de silencio amedrentado
Vuelto de espaldas como va siendo el
pasado 
Detiene al tiempo con mudez helada 
Sobre la angustia vacua de un presente
vago 
 Que lo despoja de futuro y sin pasado. 
X
De lo que nos despoja 
El inclemente viento huraño 
Como al árbol amarillo de sus hojas 
Es de toda calidez con sus congojas. 
XI
La mente  helada del inverno
Desfalleciente se postra amortajada 
Amalgamándose a la luz humedecida
Despojándonos con terca y gris
tristura
Del rosáceo calor y su clemencia
tierna 
Abriendo en nuestras almas desgastadas
Un pozo de nostalgias sepultadas. 
3ª Secuencia del Invierno
I
Girones de nubes arrancadas
bruscamente 
Del pasaje helado por un viento
fanático y airado   
Han dibujado sobre el limpio cielo
casto 
Una solitaria  certeza infiel y abstracta: 
De que el crudo cierzo  del inverno 
Con su blanca fiebre aletargada  
No ha entrado nunca al mundo 
Para estar con su poder de nuestro
lado. 
II
La neblina opaca lo confunde todo
En su terca prisión aletargada 
Haciendo más pesado a nuestro lado 
Al insidioso mundo que se apaga 
Con su densa libertad desdibujada. 
III
Un vaho azul así nos habla 
De una terca libertad plomiza  
Dejándonos con su testimonio infiel
Precipitado a un fondo escurridizo 
Los aletargados rescoldos entumidos 
De una yerta libertad desamparada
Ardiendo en su orfandad como una
llaga. 
IV
Todo brote expectante es detenido
Por el rigor del frio y sus martirios
Que cruda y lentamente nos despoja 
De la hojarasca otoñal con su
delirio. 
El frio enjuto nos confina entonces
Desde su umbral de lluvias y de
brumas
A una hirsuta soledad que nos abruma.
V
La densa bruma enceguecida y muda
Que no ha venido para articular a las
miradas
Ensordecida con el viento violentamente
brama.
VI
Con los dedos ateridos por el viento 
Huraño y cruel de este tozudo inverno
También nosotros luchamos con las
uñas 
Ante la insidiosa maldad de sus
agujas 
Y su potente demencia de diamantes 
 Para no quedarnos con ella entumidos
Haciéndonos sentir que a nuestro paso
Ejercita el blanco sol su doble filo
En el fatal combate de hace siglos 
En que hemos habitado en el exilio.  
VII
Con una libertad amordazada 
El viento anárquico golpea por las
calles
Las ingrávidas ventanas y paredes
Trayendo en las entrañas de su empuje
Una terca malignidad desencantada. 
VIII
El viento helado que destierra a la
ternura 
Con el terco alardear de su soberbia 
Nos hace ver a la vez que sus
traiciones  
Han sido siempre pulsaciones de la
envida. 
IX
El terco frío cruel que nos obliga 
A arrinconarse a cada uno en su guarida
Deja un resquicio para el alma herida
Pues su pulida luz la cauteriza.
X
El insensible viento huraño 
Empuja ciego en su demencia obtusa
Rayando empero el azul del cielo 
Con el dibujo de las nubes paralelas.
XI
La pulida luz quemante del inverno 
Que desde su inalcanzable altura
intacta 
Se cierne para inhabilitar toda
ternura 
Va borrando también desde su seno 
 Con los diminutos cristales de su manto 
O en su lluvioso paso gris y aletargado
Nuestra vergonzosa historia corroída 
De todos sus rastrojos calcinados 
 Desde su clara castidad de polo helado. 
Durango, 2-3-2020
lunes, 10 de febrero de 2020
Gota de Agua Por Alberto Espinosa Orozco
Gota de Agua
Por Alberto Espinosa Orozco
La gota de agua que cuelga
del lóbulo cual una perla
que sale de oscura ostra
en que memoria y escucha
navegan por los recuerdos
cuando tomamos la ducha.
El manto de agua endulzada
sobre el cuerpo de la amada
que cae del mudo de arriba
vertiéndose por la cabeza
con sus virtudes sencillas
que todo limpian y lavan.
Bendita sea el agua tibia
que se desliza por hombros
a tríceps, bíceps y manos,
que mojando las costillas
empapa hasta las rodillas
y va rodando a los pies.
Que regenera la vida
lavando todas las manchas,
llevándose las pesadillas,
el polvo, las hojas secas
que dejaron el alma seca
por el fulgor de muñecas.
Y el agua que lava al cuerpo
finalmente se evapora entre la bruma
para volver sobre sí y es así que se marcha 
hacia las nubes del cielo o de la nívea montaña
pues para volver a sí misma es que se baña.
hacia las nubes del cielo o de la nívea montaña
pues para volver a sí misma es que se baña.
domingo, 9 de febrero de 2020
jueves, 6 de febrero de 2020
miércoles, 5 de febrero de 2020
martes, 4 de febrero de 2020
3ª Secuencia del Invierno Por Alberto Espinosa Orozco
3ª Secuencia del Invierno
Girones de nubes arrancadas
bruscamente 
Del pasaje helado por un viento
fanático y airado   
Han dibujado sobre el limpio cielo
casto 
Una solitaria  certeza infiel y abstracta: 
De que el crudo cierzo  del inverno 
Con su blanca fiebre aletargada  
No ha entrado nunca al mundo 
Para estar con su poder de nuestro
lado. 
II
La neblina opaca lo confunde todo
En su terca prisión aletargada 
Haciendo más pesado a nuestro lado 
Al insidioso mundo que se apaga 
Con su densa libertad desdibujada. 
III
Un vaho azul así nos habla 
De una terca libertad plomiza  
Dejándonos con su testimonio infiel
Precipitado a un fondo escurridizo 
Los aletargados rescoldos entumidos 
De una yerta libertad desamparada
Ardiendo en su orfandad como una
llaga. 
IV
Todo brote expectante es detenido
Por el rigor del frio y sus martirios
Que cruda y lentamente nos despoja 
De las hojarasca otoñal con su
delirio. 
El frio enjuto nos confina entonces
Desde su umbral de lluvias y de brumas
A una hirsuta soledad que nos abruma.
V
La densa bruma enceguecida y muda
Que no ha venido para articular a las
miradas
Ensordecida con el viento violentamente
brama.
VI
Con los dedos ateridos por el viento 
Huraño y cruel de este tozudo inverno
También nosotros luchamos con las
uñas 
Ante la insidiosa maldad de sus
agujas 
Y su potente demencia de diamantes 
 Para no quedarnos con ella entumidos
Haciéndonos sentir que a nuestro paso
Ejercita el blanco sol su doble filo
En el fatal combate de hace siglos 
En que hemos habitado en el
exilio.  
VII
Con una libertad amordazada 
El viento anárquico golpea por las
calles
Las ingrávidas ventanas y las paredes
Trayendo en las entrañas de su empuje
Una terca malignidad desencantada. 
VIII
El viento helado que destierra a la
ternura 
Con el terco alardear de su soberbia 
Nos hace ver a la vez que sus
traiciones  
Han sido siempre pulsaciones de la
envida. 
IX
El terco frío cruel que nos obliga 
A arrinconarse a cada uno en su guarida
Deja un resquicio para el alma herida
Pues su pulida luz la lava y
cauteriza. 
X
El insensible viento huraño 
Empuja ciego su demencia obtusa
Rayando empero el azul del cielo 
Con el dibujo de las nubes paralelas.
XI
La pulida luz quemante del inverno 
Que desde su inalcanzable altura
intacta 
Se cierne para Inhabilitar toda
ternura 
Va borrando también desde su seno 
 Con los diminutos cristales de su manto 
En su lluvioso paso gris y aletargado
Nuestra vergonzosa historia corroída 
De todos sus rastrojos calcinados 
 Desde su pura castidad de polo helado. 
Durango, 2-3-2020
2ª Secuencia del Invierno Por Alberto Espinosa Orozco
2ª Secuencia del Invierno
I
El solo acompañante del viento 
Helado y sordo del inverno es el
silencio
Que nos trae con su rigor de cierzo 
El plomizo sentimiento  de que nadie 
Nos podrá acompañar ya como pareja. 
II
Blanca luz de inverno helado 
En cuya hostil pureza estéril
 La vida va quedando detenida
O rezagada bajo las horas crudas
 Del frío sordo que con dureza se empecina 
Donde todo lo disuelve o lo confina. 
III
Este vago temor deshabitado 
Que el viento arrastra en su potencia
obtusa 
Con hirsuta hostilidad se filtra y contra
todo choca
Mordiéndolo en su furor empecinado 
Trayendo en su fragor desorbitado
Los desechos vestigios de huracanes
Por los años de los años sepultados.  
IV
El frío azota con su viento huraño 
Y su blanco fulgor de luz helada 
Nos despoja íntegramente en su congoja
Con su cruel intemperancia helada 
Del confuso tiempo en que el deseo
Codiciaba vorazmente un vacuo cielo.
V
El abundante tiempo que por hoy se
acaba 
Y que con terca codicia  ayer despilfarraba
-Sin entregarnos sin embargo nada-
Va despejando con sus hielos que nos
duelen 
El desperdicio fatal de aquella fiebre.
VI
El inverno trae aquí, a nuestras plantas,
Las entumidas angustias de la tierra
Acompasando el corazón con sus
quejidos
Para que el tiempo dibuje discretamente
las señales 
Que abrirán las compuertas, sobre la
amoratada 
Arena del desierto, a todo futuro nacimiento.
VII
El invisible viento con la luz ligera
De un fulgor azulado de tan pura
Cae verticalmente en su plomada
Limpiando con su hostil mirada 
A la enjuta libertad amotinada.
VIII
La ambigua atmósfera se envuelve 
Con un vaho de brumas y de nieblas
Despejando a los sueños de sus fiebres
Por el helado ardor de los placeres.
IX
Un hueco de silencio amedrentado
Vuelto de espaldas como va siendo el
pasado 
Detiene el tiempo con mudez helada 
Sobre la angustia vacua de un presente
vago 
 Que lo despoja de futuro y sin pasado. 
X
De lo que nos despoja 
El inclemente viento huraño 
Como al árbol amarillo de sus hojas 
Es de toda calidez con sus congojas. 
XI
La mente  helada del inverno
Desfalleciente se postra amortajada 
Amalgamándose a la luz humedecida
Despojándonos con terca y gris
tristura
Del rosáceo calor y su clemencia
tierna 
Abriendo en nuestras almas desgastadas
Un pozo de nostalgias sepultadas. 
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