Distopía Monterrey: Joaquín Flores
Por Alberto Espinosa Orozco
Artista
visionario, Joaquín Flores (1989) ha sabido combinar el oficio de fotógrafo con
las largas caminas por los márgenes urbanos, en busca de paisajes idóneos para
integrarlos a la composición de sus exploraciones estéticas. Inclinado hacia la
representación de la pelada luz solar que pega sin piedad en los paisajes solitarios,
en los que apenas aparecen, entre las pocilgas desvencijadas, las escuálidas
lagartijas, los perros famélicos y los anémicos niños desdentados, el artista
se ha ido especializando en la representación de la pura naturaleza inanimada,
donde sólo aparecen arcaicos menhires, escombros de antiguas edificaciones
hechas polvo, rocas y pedruscos cuya masa inerte, filosa o de aplanadas lajas,
reposa confundida entre la arena. Paisajes desérticos, castigados por el
sofocante calor y por el abrasivo viento, de inequívoca significación
postapocalíptica. No la abigarrada representación de la infrahumanidad
inherente a la decadencia del mundo contemporáneo, sino la simpleza lapidaria y sobria de su
resultado final, en el que puede sentirse un hiriente rastro de desolación
catastrófica, de caos y vacío, donde apenas queda el vestigio o seña de un
olvidado altar, en el que sobrevive el crucificado signo de la verdad eterna.
Frugalidad simbólica, que es signo
de elegancia, no ajena a la profundidad significativa. Porque los paisajes
desérticos de Joaquín Flores son también la proyección del alma abierta al
silencio y a la serenidad de la conciencia vuelta escucha, al sitio donde se
posible hacerse diáfano como el desierto y el que la aridez de estar expuestos
a los elementos y a los rayos del sol obliga a perder la candidez, trasportando
una actitud espiritual reflexiva, de ascesis y de penitencia, para poder volverse
del todo trasparente. Imágenes de los lugares expuestos, es cierto, por donde
pasea la serpiente maligna y portentosa, pronta a engañarnos con las delirantes
fantasías del deseo, pero también sitio último, y otra vez primero, en el que
recordar la cantera primordial de la que fuimos en el comienzo desprendidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario