lunes, 9 de julio de 2018

Distopía Monterrey: Enrique Guillen Por Alberto Espinosa Orozco

  
Distopía Monterrey: Enrique Guillen
Por Alberto Espinosa Orozco
 
 
 

   En el pintor y dibujante Enrique Guillen (1983) se encuentra un magnífico paisajista y un fino observador de la naturaleza humana. Sus marinas y bosques sorprenden por su perfección. Conocedor de los elementos naturales, especialmente del viento y del agua, hay en el artista una visión profunda de la dialéctica del deseo y el erotismo, donde los cuerpos desnudos tienden a la licuefacción de las almas. Su técnica es un entramado en el que las superficies planas, de pronto, sufren un corrimiento visual, que da la sensación tanto de movimiento y flujo como de brumosa caída, en donde se presiente una especie de fatal fugacidad o de falta de consecuencia. Penetrante observador del desnudo humano femenino, su arte se caracteriza por la intensidad e identificación afectiva, en las que inevitablemente hay algo de la salvajería de la impudicia. Sus paisajes urbanos, por otra parte, parecieran estar anegados todo el tiempo por una terca bruma melancólica de la húmeda grisura. Complejo mundo interior, afectado por la pertinaz lluvia y las aguas quemantes del deseo, doblemente tironeado, lo mismo por la aspiración al ideal de los caballos blancos de Apolo que jalonan hacia arriba, que por los caballos negros de Vulcano, que frenéticamente galopan entre el humo y las violentas llamas del incendio.







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