La
Poesía Hoy
Por
Octavio Paz
El texto epistolar que ahora reproducimos apareció en el año 1999 (después
de la muerte de Octavio Paz) en la editorial Seix Barral, en el libro Memorias
y Palabras un libro de cartas que Octavio Paz
escribió al escritor español Pere Gimferrer durante poco más de 30 años
(1966- 1997), cartas donde según el mismo Ginferrer, nos muestra “algunas de
las mejores, más conmovedoras, más bellas y más apasionantes páginas de prosa
que haya escrito jamás Octavio Paz“.
[Embajada de México]
Delhi, a 23 de abril de
1967
Querido amigo:
Me apresuro a contestar
su carta. De otro modo no lo haré nunca.
Espero con impaciencia
la aparición de su artículo en Ínsula. Una impaciencia natural: su artículo
anterior fue de tal modo generoso que no sé si le di las gracias como debía…
Recibí también Tres
poemas.* Me pide usted un juicio sobre ellos. Le daré algo menos pero tal vez
más directo: mi impresión. Ante todo: usted es un poeta (de eso no hay duda) y
todo lo que usted escriba será escritura de poeta. La cita o epígrafe es
irónica pero no sé si los poemas, salvo en momento aislados, lo sean realmente.
El tono es muy distinto a Arde el mar. Quiere ser más recogido y proceder por
alusiones más que por menciones. Quiere usted contar -no sucesos sino emociones
o descubrimientos psíquicos dentro de un contexto real, preciso, prosaico. Todo
eso me parece muy bien como programa -aunque me recuerde el programa de cierta
poesía en lengua inglesa. Pero me parece que entre su programa y su lenguaje,
entre su idea y su temperamento, hay un espacio en blanco. No lo veo en ese
realismo psicológico -como no veo a Aleixandre, que ha intentado algo parecido
recientemente. Además, su lenguaje no se presta a esa clase de realidades.
Habría que hacerlo más sobrio, y más coloquial, por una parte, y, por la otra,
más <<científico>>.** Ustedes -perdóneme la franqueza y acéptela
como lo que es: interés apasionado- ven la realidad o como algo grotesco y
terrible (ahí casi siempre aciertan) o de un modo sentimental. Y ese género de
poesía reclama objetividad extrema. Es lo que no encuentro en sus tres poemas
-ni en la mayoría de los que ahora se escribe en España bajo el rótulo del
<<realismo>>, sea o no <<social>>. Habría que usar un
lenguaje más ascético, más decididamente prosaico o más desgarrado, más seco… y
sobre todo, que no se oiga la voz del autor, que la moral la extraiga el lector
sin que el poeta se lo diga. Yo veo en la actual poesía española dos notas que
no son modernas: el sentimentalismo y el didactismo -juicios sobre el mundo y
expresiones sentimentales. Por otra parte, en sus poemas la frase, a mi juicio,
es demasiado larga, abundan los adjetivos y muchas veces son los previstos.
Pero como usted es poeta, una y otra vez la poesía vence al estilo, destruye la
manera e irrumpe: <<planeta de agua incandescente>> = espejo con
sol o luz, es memorable. La alusión a la muerte de Hitler también es eficaz
pero la descripción que la precede es demasiado larga y convencional. (Ya sé
que usted quiere que sea convencional pero podría lograrlo con mayor economía,
y de una manera que hiera más al lector). Aquello de la iglesia saqueada, el
dragón y demás, merecía más que una enumeración -y sustantivos y adjetivos más
enérgicos… Pero es posible que me equivoque. A mí me gusta más, muchísimo más,
Arde el mar. Ese libro me entusiasmó. Rompía usted, precisamente, con esa
poesía a la que ahora regresa y con la que estoy en desacuerdo, ya le dije, por
dos razones; la primera porque no encuentro en ella la precisión, la ironía,
las iluminaciones de ciertas zonas sombrías del alma o de la vida diaria, que
me da la poesía de lengua inglesa y de la cual la española es, a un tiempo, una
adaptación y una amplificación, a veces romántica (Cernuda, usted) y otras, las
más, retórica; la segunda, porque esa poesía, inclusive en lengua inglesa, no
es moderna ni representa la <<vanguardia>> (para emplear ese vulgar
y antipático término). La poesía moderna en lengua inglesa es lo que está
después, no antes, de Pound y W.C Williams; en Francia, lo que viene después
del surrealismo (que es bien poco); en lengua española, lo que hay después de
Poeta en Nueva York, Altazor, La destrucción o el amor, Poemas Humanos,
Residencia en la tierra. En Hispanoamérica sí han ocurrido cosas después de
esos libros: Lezama Lima, Parra, Enrique molina y otros más. Pero ¿en España?
En españa hubo un regreso y por eso yo saludé su libro con entusiasmo. Me
pareció, me parece, que reanudaba la gran tradición moderna de la poesía de
nuestra lengua y que no era un regreso -como dice la nota de Tres poemas- a la
vanguardia de 1914 (eso es no saber lo que fue esa vanguardia), sino una
ruptura del pseudorrealismo. Arde el mar fue inactual en España porque usted
escribió un libro de poesía contemporánea y con un lenguaje de nuestros días,
hacia adelante, en tanto que la poesía de la España actual es inactual por ser
una poesía pasada. De nuevo: perdone la brutalidad de mis juicios pero crea que
no se los comunicaría si no contase de antemano, primero, con su inteligencia
y, en seguida, con su generosidad. Por último: los poetas contemporáneos en
todo el mundo -excepto en España, en donde el realismo descriptivo, nostálgico
y didáctico sigue imperando como si viviésemos a fines del siglo XIX- están
fascinados por las relaciones entre la realidad y el lenguaje, por el carácter
fantasmal de la primera, por los descubrimientos de la lingüística y la
antropología, por el erotismo, por la relación ente las drogas y la psiquis y,
en fin, por construir o destruir el lenguaje. Pues lo que está en juego no es
la realidad sino el lenguaje. Y lo está de dos modos: la realidad del lenguaje
y el no menos formidable lenguaje de la realidad. En ese sentido -no en el de
la retórica verbal- el surrealismo ha pasado -aunque, como es natural y con
otro nombre, reaparecerá, reaparece ya en la búsqueda de los poetas nuevos.
Querido Gimferrer: ponga en duda a las palabras o confíe en ellas -pero no
trate de guiarlas ni de someterlas. Luche con el lenguaje. Siga adelante la
exploración y la explosión comenzada en Arde el mar. Hoy, al leer en un
periódico una noticia sobre no sé qué película, tropecé con esta frase: el
hombre no es un pájaro. Y pensé: decir que el hombre no es un pájaro es decir
algo que por sabido debe callarse. Pero decir que un hombre es un pájaro es un
lugar común. Entonces… entonces el poeta debe encontrar la otra palabra, la
palabra no dicha y que los puntos suspensivos de <<entonces>>
designan como silencio. Así, luche con el silencio.
El destino de un poeta
-como el de todo ser humano- es imprevisible y misterioso. Quizá usted debería
haber escrito Madrigales. Quizá sin Madrigales usted no escribirá lo que un día
debe escribir y que será la negación de esos poemas y de Arde el mar. Si es así
(y no lo dudo) esta carta es una necedad que no tiene otra excusa que ésta: la
he escrito como si me la escribiera a mí mismo.
Su amigo,
Octavio Paz
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