El Desaparecido Monumento al Trabajador de Ignacio Asúnsolo
Por
Alberto Espinosa Orozco
I
El Monumento al Obrero, antes llamado
Monumento al Trabajador, fue donado a la Ciudad de México en 1936 por su
creador, el escultor durangueño Ignacio Asúnsolo (Hacienda de San Juan Bautista, Durango, el 15
de marzo de 1890 y muerto en la Ciudad de México el 21 de diciembre de 1965).
Su primera ubicación original fue en el camellón de la Avenida Juárez, al final
de la Alameda Central, equidistante al Palacio de Bellas Artes y al Minueto de
El Caballito.
En ese mismo año de 1936, Asúnsolo trabajaba
en las obras: Tragedia del indio otomí; Estrellita; Retrato de Enrique González
Martínez (1936) y el Monumento al Soldado (1937) –siendo ésta última pieza del
escultor la única de su autoría que se encuentra en el estado de Durango.
En
los años 50´s el Monumento al Trabajador se encontró en el camellón de la
Avenida del Trabajo, a la altura de González Ortega, en la colonia Morelos, en
Tepito, cerca del parque Ramón López Velarde, que fue demolido por las obras de
los Ejes Viales. Para más señas, al
decir de Don Juan Carlos Martínez Fuetes, la
escultura se encontraba en Tepito, exactamente en una especie de glorieta donde
convergen la Avenida del Trabajo, la calle de González Ortega, de Rivero, de
Panaderos y de Jarcería; se encontraba exactamente enfrente del final del
deportivo, hacia el sur de dicha estatua, que era, según nos comenta Enrique Carrillo amablemente un parque cercado donde jugaban los niños denominado "Parque del Ratón", mirando hacia el sur; hacia el norte se encuentra la
escuela primaria “Vasco de Quiroga” y una Clínica del Seguro Social, cerca de un multifamiliar conocido como “La
Fortaleza”; hacia el oriente la 1a. Calle de Panaderos y la muy conocida en
esos lares panificadora “Santurce”, así como la calle de Jarcería donde tiene
una de sus salidas la muy conocida vecindad “Casa Blanca”, en la que se
encontraban unos de los baños públicos más grandes de la ciudad, “Los Pilar”, y
hacia el poniente las calles de 1a de Rivero y 5a de González Ortega.
Desde los años 70´s se depositó en la calle de Ricardo Flores Magón
#29, al frente del edificio del Congreso del Trabajo, mirando hacia la unidad
Tlaltelolco donde, luciendo muy malamente y como arrumbado, permaneció por
muchos años. Finalmente fue llevado al edificio de la CTM. Hay que agregar que en el plantel del CCH
Azcapotzalco se encontraba una estatua
similar, sólo que hecha de varillas de acero muy gruesas.
El Monumento al Trabajador es una de los
obras más expresivamente humanas de Ignacio Asúnsolo y más característica de la
época también. La colosal estatua representas efectivamente a un trabajador en
actitud de fatiga, por el duro trabajado corporal, limpiándose con el dorso de
la mano derecha el sudor de la frente, que de alguna manera le sirve para
divisar el horizonte a la distancia, como un túnel negro donde al fondo
despunta apenas una luz: mientras que la izquierda sostiene el extremo de un
gran martillo, depositado pesadamente en el suelo –por lo que la figura bien pudiera
referirse a un minero, a un barretero, cuyo oficio es el deshacer la rocas de
las entrañas de la tierra a marrazo limpio, por lo que tales hombres suelen
tener una complexión física robusta, gran fuerza extraordinaria en sus brazos,
y un poder inusitado en los puños, como de acero. El gran marro, de un modo no
tan explícito, haría así alusión a uno de los grandes símbolos del movimiento comunista
de aquellos años, el del martillo que representa a la clase obrera y que al
estar entrelazado con la hoz, emblema a su vez del campesino, representaba las fuerzas
vivas del proletariado universal, preconizado por la doctrina de Carlos Marx
como las clases universalízales del provenir futuro potentes para redimir de la
enajenación a la humanidad toda.
Al paso de la efervescencia cardenista revolcaría, tal connotación de encendidos tintes futuristas, presumiblemente incomodaría a las autoridades del centro histórico capitalino, por lo que, al dejar de ser útil a sus propósitos más abiertamente pragmáticos, condujo la degradación de la posición de la célebre escultura, siendo trasladada a una calle menos emblemática que la Avenida Juárez. La efigie primero fue a parar, como repito, a la Avenida del Trabajo, en plena zona de Tepito, hoy en día cundida de bodegas con mercancía de contrabando oriental, donde sufrió del consecuente vandalismo. Como una efímera reliquia de la modernidad revolucionaria, siguió su natural proceso de relegación de la memoria colectiva, siendo llevada a un rincón de la fachada del Congreso del Trabajo, hasta que por último fue trasladada a la explanada del edificio de la CTM, localizado a un costado del Monumento a la Revolución, donde finalmente desapareció la estatua sin explicación alguna.[1]
Al paso de la efervescencia cardenista revolcaría, tal connotación de encendidos tintes futuristas, presumiblemente incomodaría a las autoridades del centro histórico capitalino, por lo que, al dejar de ser útil a sus propósitos más abiertamente pragmáticos, condujo la degradación de la posición de la célebre escultura, siendo trasladada a una calle menos emblemática que la Avenida Juárez. La efigie primero fue a parar, como repito, a la Avenida del Trabajo, en plena zona de Tepito, hoy en día cundida de bodegas con mercancía de contrabando oriental, donde sufrió del consecuente vandalismo. Como una efímera reliquia de la modernidad revolucionaria, siguió su natural proceso de relegación de la memoria colectiva, siendo llevada a un rincón de la fachada del Congreso del Trabajo, hasta que por último fue trasladada a la explanada del edificio de la CTM, localizado a un costado del Monumento a la Revolución, donde finalmente desapareció la estatua sin explicación alguna.[1]
En la Ciudad de Monterrey hay una escultura del Monumento al Obrero, pero
ésta no es una réplica de labrada por Ignacio
Asúnsolo, cómo se indica en algunas fuentes, sino una obra que se atribuye
indistintamente a Alfonso Carabeo Castro, o a Cuauhtémoc Zamudio, localizada en
la Macroplaza de la muy regia Sultana del Norte -que no satisfecha con el desarrollo
material, ha cultivado desde hace décadas el cuidado y el amor por las artes,
en un anhelo infatigable de inculcar entre los regiomontanos los más caros
anhelos de la cultura superior.
II
En
el mismo edificio de la CTM, el 24 de febrero de 2015, cuando la central del
movimiento obrero organizado celebró el 79 aniversario de su conformación, creación
del genio filosófico y salinista de Vicente Lombardo Toledano, se inauguró
también la monumental escultura a Joaquín Gamboa Pascoe. La estatua de 2.7 metros
de altura, 198 kilos de bronce y con un costo de 470 a 500 mil pesos, obra del
artista Erasmo Flores de Coahuila, fue donada por el Sindicato de la Chrysler
Motors Company, regenteado por el representante laboral Hugo Días Covarrubias,
en reconocimiento a la trayectoria del jilguerillo del jerontócrata Fidel Velázquez
–quien por su parte fue el Secretario General de la CTM por 19 años, muriendo a
la edad de 89 años.
La enorme estatua fue develada en vida del
jerarca obrero, de 93 años de edad, acompañando el acto por una nutrida comitiva
de matracas y el estallido de cañonazos de salva, que lanzaron alegremente al
aire el confeti de papeles roji-negros. En emotivo detalle, una réplica de la
efigie de pequeñas dimensiones fue obsequiada al líder Gamboa Pascoe, quien
presidió la mesa del homenaje al lado de Carlos Aceves del Olmo, quien a sus 75
años se perfilaba como su predecible sucesor.
El líder de uno de los tres grandes sectores
que componen la estructura del hegemónico PRI nacional, acusado de importar a
México grandes cargamentos de contrabando de la India y de ser un prominente saca-dólares, de ser consejero del
INSS con un sueldo mensual de 80 mil pesos, realizó también actos de disciplina
y justicieros –siendo muy sonada la expulsión de José Ramírez Gamero, ex gobernador
de Durango, de la Central Cetemista, por haber vendido una parte de los
terrenos de la Universidad Obrera en Morelos -por lo que el secretario general
de los trabajadores no tuvo otra opción
que verse orillado a vender el resto del predio.
Joaquín Gamboa Pascoe (1922-2016) fue
abogado por la UNAM, Diputado federal en 1961, Secretario General del PRI en
1961, Presidente del Senado en 1976, con José López Portillo de quien había
sido condiscípulo en la UNAM, hasta llegar al cargo de Secretario General de la
CTM en 2005, sustituyendo a Leonardo Rodríguez Alcaine, “La Güera”, y
finalmente expirar el 7 de enero del 2016 a los 94 años de edad.
La estatua del líder obrero, devela por él
mismo hace menos de un año como un estentóreo auto homenaje a su persona, fue colocada en el lobby del edificio de la
CTM, desalojando del vestíbulo los dos bustos que antes ocupaban el lugar, uno
de Fidel Velázquez y otro de Leonardo Rodríguez Alcaine, los que fueron mudados
al auditorio “Fernando Amilpa”.
III
La desaparición de la obra Monumento al
Trabajador de Ignacio Asúnsolo de Avenida Juárez en los años 70´s, marcó el
declive de toda una ideología obrerista, en congruencia con la tendencia de la
CTM, que muy pronto desnaturalizó su fin y objeto propio, que era el de
interpretar favorablemente al trabajador el Artículo 123 de la Constitución de
la República Mexicana, trasmutando sus funciones de defensa en los de un agresivo
centro de control monopólico de los trabajadores del país, que ya mediante los
contratos colectivos, ya mediante la coerción, dada la cláusula de exclusión
por indisciplina si se pensaba distinto al líder de la CTM, se identificó con
una organización corporativa -y hasta con una mafia que despoja al trabajador
de los frutos de sus manos y que al homologar sus horas hombre a la mínima
expresión reduce en términos reales sus ingresos a niveles apenas de precaria
cuando no milagrosa supervivencia, poniendo
así de rodillas al obrero y a la Central abiertamente del lado de parte de las
cúpulas empresarial y emprendedora, legitimando de tal forma, por los ardides
legaliformes de interpretación de la Constitución, una forma moderna de
esclavitud a escala nacional.
[1]
Nota de Arturo Cano. Gamboa Pascoe corona con metal su sacrificio por los trabajadores. La
Jornada, 25 de febrero de 2015.
https://www.facebook.com/299837873380266/videos/1065290196835026/
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